Victoria para Stewart en la tregua previa a los Alpes

Victoria para Stewart en la tregua previa a los Alpes

Etapa de media montaña tirando a baja. Etapa rápida, animada, entretenida, pero irrelevante, de las llamadas de transición, con triunfo al sprint del británico Jake Stewart, del equipo Israel Premier Tech. Su cuarta victoria profesional y su primera World Tour. Una sorpresa, pero una compensación. El velocista del equipo, Pascal Ackermann, había abandonado a causa de una caída. El líder, Remco Evenepoel, también se cayó con algunos otros ya en la zona de protección, y no parece que sufriera daño alguno.

La escapada del día, cinco hombres reducidos finalmente a tres (Labrosse, Thomas, Guernalec), fue sometida a falta de dos kilómetros para la llegada. Esforzado, pero inútil el trabajo del Lidl-Trek para Jonathan Milan, el hombre destinado a ganar al sprint. El italiano pasó con apuros, pero pasó, la cota de Quatre Vents, de tercera categoría, a 27 kms. de la meta en Mâcon. Quizás acusó el esfuerzo en el puertecito y terminó quinto en la "volata". Van der Poel disputó con ganas el sprint, pero fue noveno. Como Van Aert, ha perdido filo con los años. Sigue siendo un martillo, pero ya no un cuchillo.

El Dauphiné entra en las tres etapas decisivas en los Alpes. Escribíamos ayer que esta etapa de Mâcon, de media montaña, era el aperitivo del aperitivo. El aperitivo de una etapa de media tirando a alta, la del viernes. Y ésta, a su vez, el aperitivo de las altísimas del sábado y el domingo. Sobre todo la del sábado, con tres "cols" de categoría especial: la

Madeleine, la Croix de Fer y Valmeinier, una de las vertientes del Galibier, donde está situada la meta.

Ya huele a Tour.

Una impresionante contrarreloj de Evenepoel deja a Iván Romeo sin el liderato del Dauphiné

Actualizado Miércoles, 11 junio 2025 - 18:01

Iván Romeo era, de un modo u otro, el hombre de la etapa, una contrarreloj al uso: más larga que un prólogo y más corta (17,4 kms.) que las de los viejos y añorados tiempos. Más bien llana, aunque con un repecho de casi dos kilómetros al 9,4% y con una rampa sostenida de unos 200 metros al 13%.

Para saber más

Al mozallón vallisoletano de Movistar, campeón mundial Sub-23 de la modalidad, le era favorable una etapa semejante para tratar de ganarla y/o mantener el liderato. El hombre del día, sí, tenía un par de cosas que ganar, la etapa y mantener el liderato, y un par de cosas que perder, las mismas, la etapa y el amarillo. Podía haber un término medio.

No lo hubo. Romeo perdió la etapa y el jersey. Ganar una contrarreloj con Evenepoel en escena remite al ciclismo-ficción. Pero, bueno, siempre puede ocurrir si Remco tiene un mal día, o una avería, o una caída. No ocurrió nada de eso, e Iván ni ganó la etapa ni mantuvo el liderato. No estuvo ni mal ni bien. O sea, quedó regular. Acabó en la etapa (22:16), lejos de Evenepoel (20:50) y de Vingegaard (21:11). Jorgenson hizo tercero; y Pogacar, cuarto. Pero Iván está tercero en la general a nueve segundos de Remco, nuevo líder, con Lipowitz segundo a 4". Vingegaard es quinto a 16"".Y Pogacar, octavo a 38".

La quinta etapa, 183 kms. de media montaña se presenta como el aperitivo de un aperitivo: el aperitivo del viernes, media montaña tirando a alta, y las altísimas alpinas del sábado y el domingo. En ellas se decidirá todo.

Veteranos y pipiolos

Veteranos y pipiolos

Los deportistas veteranos van contracorriente. A medida que el tiempo avanza, ellos retroceden. Pero algunos, por tiempo indefinido, aunque siempre de modo provisional, logran ralentizar hasta detenerlo el declive precursor de la retirada.

Hace unos pocos días, casi simultáneamente, Simon Yates ganaba el Giro y Marcelinho Huertas le endosaba 39 puntos al Joventut en el primer partido del playoff de la ACB. Otro brasileño, Felipe Perrone, recién retirado, y con doble nacionalidad, reconsideraba su decisión al ser reclamado para entrar en la lista previa de la Selección de waterpolo, que prepara el próximo Mundial.

Por su parte, Griezmann renovaba por el Atlético hasta 2027 e Isco era llamado a filas por De la Fuente. Gente con peso, poso y solera. Yates tiene 32 años. Huertas, 42. Perrone, 39. Griezmann, 34. Isco, el de mayor edad de los convocados, 33, uno más que Morata. Por añadidura, Santi Cazorla, a los 40, ha llevado durante toda la temporada la batuta de un Real Oviedo que está luchando por el ascenso.

A mayor abundamiento, Marcelinho ha sido elegido MVP de la temporada de la Liga ACB, con otro "carcamal" en segundo lugar: Ante Tomic, de 38 años. En la alabanza general hemos incluido a un Griezmann más cercano al homenaje nostálgico que al aplauso vigente. En su caso, la sombra ya ocupa más espacio que el cuerpo. De todas formas, su renovación por dos temporadas en lugar de una, que sería lo lógico, no deja de suponer por parte del club un gesto de confianza tanto como de gratitud.

Por esas mismas fechas contrastaron tamaños ejemplares otoñales con el primaveral Lamine Yamal (17), renovado por un dineral del que el Barça carece. Otra muestra de ilusionismo financiero del "mago" Laporta, un David Copperfield de pacotilla. No se comprende cómo se le permite que le funcionen los torpes trucos con toda la tramoya de cartón a la vista. Puede que lo sepan en Waterloo.

El Madrid ya tiene a su "Lamine" en los, también, 17 años de Franco Mastantuono, que ha firmado, como Yamal, hasta 2031. En una decisión técnica y también psicológica, Florentino ficha cada vez con más frecuencia a futbolistas de la edad de sus nietos. Son su segunda familia, a través de la cual prolongarse. Los años pasan para el club, pero las plantillas reponen sin cesar su lozanía. El presidente y los aficionados beben en ellas el elixir de la eterna juventud.

Pero no engañan al tiempo, que nos devora a todos, incluso a los madridistas. Lamine y Mastantuono, pipiolos gemelos, serán también veteranos un día, antes de abandonar la escena en tránsito imparable hacia la vejez física y sus estragos. Preludio a su vez de un último, definitivo viaje con gratuito billete de regreso a la vacía estación de origen.

Pero hoy, en el centro embriagador de su fama y su éxito, tan cerca todavía de la infancia, felices en su Disneylandia particular, no piensan en nada de eso. Ni en por qué han sido bendecidos por el azar en forma de habilidad con el balón, un objeto que ni mejora ni redime al mundo: sólo lo divierte. No reparan en que perderán la juventud, sus dones y privilegios. Gozosos, despreocupados, se limitan a exhibirla y disfrutarla.

La patria ciclista

La patria ciclista

Roma rindió multitudinario homenaje al Giro, su patria ciclista. La afición italiana es la más entusiasta y leal del mundo, acaso porque fueron italianos y rivales los primeros verdaderos gigantes de la ruta: Costante Girardengo y Alfredo Binda. Los siguientes, también hermanados en la grandeza universal y el antagonismo local, se llamaron Fausto Coppi y Gino Bartali.

Unos y otros hicieron nacer en sus compatriotas un fundacional sentimiento de orgullo que se instaló para siempre en el alma deportiva nacional y alcanza en el interés, en la pasión por la corsa rosa, tan perfecta rima, su máxima expresión. Tanto apasionamiento condujo en no pocas ocasiones a comportamientos no del todo limpios en los despachos y el pelotón.

La entrega de los italianos al Giro es todavía mayor, si cabe, que la de los franceses al Tour. Y, desde luego, que la de los españoles a la Vuelta. Desigual, por añadidura, según las regiones. En el ciclismo, Euskadi es la Italia de España.

El Giro es con diferencia la más endogámica de las tres mayores rondas por etapas. Lo han ganado 69 veces los italianos con 44 corredores distintos. El Tour, 32 veces los franceses con 21. Y la Vuelta, también 32 veces los españoles con 24. Los ciclistas italianos han antepuesto, como una vocación y un deber, el Giro al Tour y a la Vuelta. Muchos, incluso, han sumado más participaciones en el Giro que en el Tour y la Vuelta juntos.

No ocurre lo mismo con franceses y españoles, que no han hecho de su gran ronda nacional el núcleo indiscutible, innegociable de sus trayectorias y apetencias. Sin ir más lejos, por estos nuestros pagos, Bahamontes, Indurain y Contador corrieron más Tours que Vueltas. Delgado empata a 11. Son casos plenamente significativos y ampliables.

Comparado con su propia historia, el ciclismo italiano se halla hoy inmerso en un perceptible bache. Ha resistido regular la globalización. No hay equipos italianos entre los 18 de la máxima categoría, aunque sí corredores de esa nacionalidad en sus filas. No con los mayores galones, empero. Objetivamente, ningún italiano podía aspirar a ganar este Giro, pese a que la tierra propia presta alas y el aire natal es más nutricio. No existe un Vincenzo Nibali, último italiano en vencer en el Tour (2014) y el Giro (2016).

No se le aproximan Caruso (37 años), Ulissi (35), Cattaneo (34), Formolo (32) y Ciccone (30). Ni los menos veteranos Fortunato (29) y Scaroni (27). Fabio Aru, ganador de la Vuelta en 2015, segundo en el Giro ese mismo año y tercero en 2014, pudo formar con Nibali un dúo estelar. Pero fue aceleradamente a menos y se retiró aún joven, a los 31 años. Nibali, el más internacionalista de los italianos, fue, no obstante, fiel al Giro. Participó en 11 ediciones, por nueve del Tour y cinco de la Vuelta.

Italia se ilusiona actualmente con Antonio Tiberi (23 años) y Giulio Pellizzari (21). El tiempo dirá. Entretanto, se apoya en sus dos mayores estrellas: un rodador de lujo, Filippo Ganna, y un sprinter de alta gama, Jonathan Milan. Con ellos los tifosi, optimistas por tradición y convicción, combaten la nostalgia, calman la impaciencia y alimentan la esperanza.

La Liga del fin del mundo

La Liga del fin del mundo

Acabó la Liga 2024-25 con el título número 28 del Barcelona. En el siglo XXI sólo han ganado la competición cuatro equipos: Real Madrid, Barcelona, Atlético de Madrid y Valencia. Otro dato: el Madrid y el Barcelona han gozado de los favores de la vieja y bella dama en 34 de las últimas 40 citas con sus pretendientes. En política a eso se le llama bipartidismo o alternancia en el poder. En el ámbito empresarial, abuso de posición dominante.

Hace 25 años, la última Liga del siglo XX, la 1999-2000, se la llevó el Deportivo de la Coruña. Aquel triunfo sigue pareciendo un milagro. Sólo nueve equipos han ganado la Liga. Algunos (Depor, Betis y Sevilla) únicamente una vez. La Real Sociedad, dos. El Atleti, 11. El Athletic, ocho. El Madrid, 36. El Barça, ha quedado dicho, 28.

Todos esos equipos habitan ahora en Primera. Y todos, menos el Madrid, el Barça y el Athletic, han bajado alguna vez a Segunda, de modo bastante temporal. Pero el Depor, un "equipo ascensor", según la terminología de la época, ha estado en ella demasiado tiempo en demasiadas ocasiones. Incluso se ha precipitado todavía más hondo, hasta la densa oscuridad de las categorías abisales. Ahora pena en las profundidades medias de la Segunda División, un purgatorio con vistas, pero no acceso, al cielo.

El título del Deportivo es probablemente el más sorprendente, extraordinario y meritorio en la historia de la Liga. La Coruña está a 600 kms. de Madrid y a 1.100 de Barcelona. Se encuentra en el "fin del mundo", particularmente lejos de los centros de poder. Incluso con una generación excepcional de futbolistas, su triunfo tuvo algo de casual, enfrentado a la creciente tiranía de los presupuestos, que establecen poco menos que castas rígidas. En cierto modo, por aquí tenemos ya una Superliga.

El duopolio Madrid-Barça ha coincidido en los últimos tiempos en buena medida con el dual reinado de Messi y Cristiano. Ahora podría prolongarse la con el de Mbappé y Lamine, jugadores franquicia desde su primera campaña en la plantilla. El Madrid va a rodear a su estrella de tantos nombres nuevos que harán de la fotografía 2024-25 una antigualla.

En la foto nueva no figurará Modric, en una decisión de Florentino, no de Xabi, incomprensible bajo todos los puntos de vista, incluido el estrictamente futbolístico. Por historia. Por imagen de los mejores y pregonados valores del club. Por haber renunciado varias veces a una fortuna fuera y dentro del Madrid. Por, en este mundo de egos desmedidos, aceptar con humildad un papel secundario y otra rebaja salarial con tal de permanecer en el Bernabéu. Por, aún, alto rendimiento. Por todo eso y no por hacerle un favor, sino justicia, Luka tendría que haber seguido un año más, hasta cumplir unos redondos, perfectos 40. Nunca hubiera supuesto un estorbo o una carga. Su despido, aceptado con una caballerosidad sin límites, es un error técnico y una torpeza ética.

En el Barcelona puede valer la misma foto del curso 24-25. La mayor novedad estribará en el color de bisutería comprada en los chinos que Lamine escoja para teñirse el pelo. Uno más discreto que el chillón oro actual. Quizás un rosa topacio o un verde esmeralda.

Del Toro sale beneficiado de otra jornada accidentaba y aumenta su renta respecto a Ayuso

Del Toro sale beneficiado de otra jornada accidentaba y aumenta su renta respecto a Ayuso

La victoria del danés Kasper Asgreen (Education First), superviviente de la fuga del día, fue lo menos relevante de la etapa que concluía en la verde y entusiasta Eslovenia, en Gorizia, en un circuito con dos subidas a la cota de Saver, 700 metros al 7,7%.

Eso no fue importante. Lo fue, una vez más, lo imponderable en un deporte demasiado sometido a las fuerzas y caprichos de la naturaleza. La lluvia fue la auténtica protagonista. Convirtió una jornada casi intrascendente en casi decisiva. A 21 kms. de la meta, el pulido, redondeado empedrado mudó su acerado brillo en una trampa. En la numerosa caída, en la que nadie es culpable y de la que nadie se salva si la suerte, la buena o la mala, según se mire, tiene la palabra, Pedersen perdió la etapa; y Ciccone, el Giro. Al menos, sus posibilidades de victoria. Súbito drama para el Lidl-Trek.

Descabalada la carrera, en un primer grupo quedaron Isaac del Toro, Carapaz y Simon Yates. En un segundo, Ayuso, Roglic y Bernal (más atrás aún Tiberi). Perdieron 48 segundos con respecto a Del Toro y compañía. El junco mexicano es ahora un líder más sólido a causa de su clase y de su fortuna. No se ha impuesto a su jefe de filas, Ayuso, por debilidad de éste, sino por desgracias: una caída con lesión de rodilla, otra en la que se ve cortado...

Ante este domingo y, sobre todo, la semana decisiva que comienza el martes con un puerto de segunda y tres de primera, con la llegada en la cumbre del último, el San Valentino, el equipo tendrá que decidir qué hacer, a quién apoyar, con quién contar más. Pero Ayuso parece maniatado. El UAE estará ahora contento a medias. Tiene a Del Toro reforzado. Pero está metido en un embrollo interno. La carrera ha cobrado un rumbo inesperado con un atractivo nuevo.

Pedersen, acaparador, suma su cuarto triunfo en el Giro y Del Toro estira su liderato con bonificaciones

Pedersen, acaparador, suma su cuarto triunfo en el Giro y Del Toro estira su liderato con bonificaciones

La etapa se se encabritó en un final de un kilómetro al 7,5% de media y con tramos del 12%. Del trance salió vencedor Mads Pedersen, con su cuarto triunfo parcial y quinto del Lidl-Trek. Se entregó a un soberbio 'sprint 'de gigantes con Wout van Aert. Dos rostros desencajados, los pulmones ardiendo, el corazón desbocado y las piernas al rojo vivo.

Detrás de ellos, los auténticos amos de la carrera, con Isaac del Toro en tercera posición, arañando cuatro segundos de bonificación. Había atrapado otros dos en el kilómetro Red Bull, con Scaroni, que venía escapado, obteniendo seis y Ayuso, cuatro. Los líderes de UAE son los únicos de los favoritos de los demás equipos que, con todo el empeño del mundo, no desperdician ocasión de hacer caja. Especialmente Del Toro, el más activo de los dos. No se sabe muy bien si su afán recaudatorio, segundo a segundo, tacita a tacita, es para distanciase de Ayuso o para protegerlo de los demás antes de que, la semana que viene, aparezcan las grandes cumbres y Juan retome los galones con los que partió en Albania.

La etapa, de 170 kms., constaba de dos partes. La primera llegaba hasta el km.135, el techo del San Giovanni, una cota de cuarta categoría, como casi todas los de este Giro, por su kilometraje, corto, no por su dureza, alta. Hasta él llegaron Germani, superviviente de una escapada de nueve hombres, y Scaroni, que se había adelantado al pelotón.

San Giovanni hizo daño, pero no lo bastante. Quedaba luego un largo descenso y una llanura hasta la primera subida, en un circuito, a Vicenza, al Monte Berico. También dura. Pero también tan corta que no acabó de desarmar al grupo. Eso sí, en la segunda y definitiva podría hacer los suficientes estragos como para que se picasen segundos entre los favoritos. No fue así. Aparte de Pedersen y Van Aert, que no cuentan para la general, no falló ninguno. Bueno, Del Toro sí obtuvo fruto. A dos segundos de Pedersen, sacó tres, aparte de la bonificación, a todos los demás.

Y, sí, alguno salió perjudicado, no cronométricamente, pero sí en la imagen ofrecida. Roglic en un territorio que es el suyo, como fue antaño el de Gilbert, ganador en el mismo sitio, hace 10 años, Valverde, "Purito" o Alaphilippe, no pudo saltar. Está como en tierra de nadie, sin ceder demasiado, pero también sin recortar en terrenos favorables. Es una incógnita.

Teóricamente, la etapa sabatina, que llega a Eslovenia, será de reposo activo para los tenores de la prueba: 190 kms., más bien plana, con tres cotas de cuarta y un circuito final de 14 kms. que concluye en Nova Gorica.

Del Toro brilla en el infierno del 'sterrato' y oposita al trono del Giro

Del Toro brilla en el infierno del ‘sterrato’ y oposita al trono del Giro

Fue todo lo terrible, apasionante y trascendente que se esperaba, que se deseaba, que se temía. Incluso más. El sterrato sembró el pánico, causó destrozos y convirtió la etapa en un infierno sin paliativos para los corredores y en paraíso para Wout van Aert, vencedor de la etapa, e Isaac del Toro, nuevo líder. Ayuso perdió 1:07.

Desde el primer tramo, entre la niebla polvorienta, irrespirable, el sterrato pedregoso, a unos 70 kms, de la meta, puso la carrera patas arriba y la dejó hecha jirones. En el segundo se produjeron caídas en curvas traicioneras. Entre ellas la de Roglic. No llegó a caer Ayuso. Pero en la barahúnda puso pie a tierra y algo le rozó en la pierna, que tenía sangre. Roglic sufrió luego un problema mecánico y se vio obligado a cambiar de bicicleta.

De todos esos esfuerzos, de todos esos percances, de todas esas desdichas, de todas esas glorias, con los hombres sufriendo, rebozados en polvo pegado al sudor, emergieron en última instancia, entre los gemidos de unos y los estertores de otros, colosos entre colosos, Del Toro y Van Aert. Habían dejado tirados, deshechos, vacíos, en el último sector de tierra, el Colle Pinzuto, dos kilómetros y medio con una pendiente máxima del 15%, a Egan Bernal y Mathias Vacek, que se uniría al grupo de Ayuso, los Yates, Ciccone, Carapaz, McNulty, Tiberi... Más atrás, el de Roglic, que renueva su triste leyenda de ciclista infortunado. Su enorme historial todavía podría ser mayor.

La cabalgada de Del Toro, siempre tirando en salvaje persecución del rosa, y Van Aert, sólo interesado en una etapa destinada a resucitarle, ofreció toda la belleza que puede deparar el mejor ciclismo posible. En las inclementes rampas finales, en parte empedradas, que desembocan en la Piazza del Campo de Siena, en el Muro de Santa Caterina, recuperó Van Aert su condición de gigante y adquirió Del Toro, a sus 21 años, la de aspirante a ganar el Giro y, en el futuro, todo lo que se le enfrente.

Ahora está a 1:13 por delante de Ayuso, su jefe; Roglic queda a 2:25. El UAE se enfrenta a un dilema. El español no se halla tan lejos y su retraso ha venido en parte como consecuencia de una desgracia. Pero el mexicano ofreció una demostración deslumbrante de poderío. Es un corredor muy completo y sus opciones de llevarse la carrera han aumentado exponencialmente. Después del descanso del lunes, la contrarreloj del martes disipará algunas dudas.

O las aumentará...

Ayuso da otro susto a Roglic en el día de la primera escapada exitosa del Giro en la que venció Plapp

Ayuso da otro susto a Roglic en el día de la primera escapada exitosa del Giro en la que venció Plapp

La primera fuga triunfal de la carrera, resuelta por el australiano Luke Plapp, deparó un cambio de líder. Roglic, por segunda vez en este Giro, se desvistió de la "maglia". Esta vez en beneficio de Diego Ulissi, feliz a los 35 curtidos años. Profeta en su tierra.

Etapa intensa, larga (190 kms.), con cuatro puertos, dos de tercera, uno de primera intercalado entre ellos y uno de cuarta, el Gagliole, de engañosa amabilidad: sólo 800 metros, pero al 12% de promedio. O sea, con tramitos cercanos al 20%. Chiquito, pero matón.

La escapada inicial de 14 hombres tenía nivel: Fortunato, Ulissi, Steinhauser, Bardet, Plapp, Vendrame, Arrieta, Prodhomme, Lastra, Kelderman, Formolo... A lo largo del quebrado camino y sus vicisitudes, las piezas fueron alterando el orden del tablero. O el tablero el orden de las piezas, a elegir. Unos hombres se adelantaban, otros perdían comba. Algunos de los que la perdían, la recuperaban. Atacándose todos, más o menos separados, más o menos vueltos a juntarse, en continuo revoltijo rutero, todo el interés de la etapa se redujo, ante la voluntaria pereza del pelotón y sus luminarias, a saber si Diego Ulissi y Lorenzo Fortunato, compatriotas, amigos y compañeros de equipo, accedían al liderato.

Según discurría la carrera, dividida la escapada en diversas facciones alternantes, ora Ulissi, ora Fortunato se vestían virtualmente de rosa. Mientras tanto, de todo aquel juego de combinaciones emergía Plapp, excelente rodador, en un escenario teóricamente impropio. Cuando cruzó la meta, seguido por Keldermann y Ulissi a 38 segundos y, dispersos, Arrieta, Prodhomme y compañía, aún no se sabía si Ulissi, que ya iba por delante de Fortunato, se vestiría de gala tras el tiempo real y las bonificaciones. El pelotón aceleraba un poco y la carroza de Ulissi se convertía en calabaza. El pelotón se entregaba a un parón, y la calabaza tornaba a transformarse en carroza.

Ayuso, agresivo

Finalmente, el cuento de Ulissi acabó bien. Y en el último repechito antes de la llegada, Ayuso, entre la sorpresa y la alarma generales, dio un estirón. Roglic, el más sorprendido y alarmado, salió como un rayo a tratar de atraparlo. No lo consiguió y se dejó con el español un segundito. No es mucho, pero todo es bueno para el convento. Ayuso está ambicioso y es un iconoclasta ajeno al temor que inspira el esloveno. Las cartas están sobre la mesa.

Ahora el "sterrato", ese atractivo, ese susto, aguarda a todos en la etapa dominical que concluye en Siena. Tramos de tierra que suman un total de más de 30 kms. Probablemente, Ulissi despertará del sueño y todos los favoritos seguirán acariciando el suyo. Puede que el de más de uno se troque en pesadilla.

Mads Pedersen gana, de rosa, su tercera etapa en cinco días

Actualizado Miércoles, 14 mayo 2025 - 18:24

Ganar, ganar y volver a ganar. Esto no es fútbol. Esto es ciclismo. Y éste es Mads Pedersen ganando su tercera etapa en cinco días de carrera y sumando puntos en las metas volantes. Viste de rosa y también podría vestir de morado. Viste de doble gala. Ganar vestido de rosa es como ganar dos veces en una. El aficionado y el periodista ven al primero de la clasificación adelantarse a todos como si no pudiera darse otro resultado, como si el rosa no fuera un color, sino un certificado. Vencer por mandato íntimo, aunque dejando atrás sólo por un cuarto de rueda a un sorprendente, por inopinado, Edoardo Zambanini. Y un poquito más lejos a un esperado pero insuficiente Tom Pidcock. Y más atrás, no mucho tampoco, al también sorprendente Orluis Aular, la revelación del Movistar, que está al plato y a las tajadas. Al plato de los sprints clásicos y a los que se resuelven después de breves y abruptas pendientes.

Ese final electrizante y violento coronó, como estaba cantado, una etapa inevitablemente perezosa, y así admitida, hasta su desenlace. Mereció la pena el contraste. Entre Ceglie Messapica y Metera, de 151 kilómetros, no ocurrió nada hasta que los corredores, a 30 de la llegada, toparon con puerto de cuarta por su brevedad (tres kms.), pero de segunda por su dureza (10%). El Montescaglioso.

No significaba nada que Lorenzo Milesi (Movistar), Giosue Epis (Arkea) y Davide Bais (Polti) emprendieran desde muy temprano un viaje sólo útil publicitariamente. Nunca pasaron de dos minutos y medio de ventaja. Ni lo pretendieron. ¿Qué hacía Milesi, un hombre para el Top-10 metido en aventuras sin futuro?

El puerto, primera criba, dejó fuera de juego a los velocistas. Fueron desprendiéndose del grupo, que goteaba. Milesi y Bais, que habían abandonado hacía tiempo a Epis, coronaron en cabeza demorando un poco la sentencia. Cayeron del todo a 13 kms. de la meta. Allá arriba esperaban, ceñudos, hermosos, salvajes, los riscos medievales de Matera.

El UAE (Vine, Del Toro, McNulty, Majka) rompió las hostilidades. ¿Iba a atacar Ayuso? No. No estaba lo suficientemente cerca. Sólo se trataba de endurecer la carrera a ver qué ocurría. Y ocurría que Roglic, que siempre anda, con equipo o sin él, por delante, pareció echar un órdago. Desistió pronto. Y ocurría que Mathia Vacek, jersey blanco de mejor joven, forzó tanto que despeñó a Pedersen. Fuego amigo. El danés se quedó tan atrás que parecía imposible que pudiera remontar. Lo hizo con el resultado conocido. Según confesó, sufrió como un perro. Pero está tan fuerte que se izó por encima de sí mismo. Cuando lleguen las grandes cumbres cederá la "maglia". Entretanto, la "maglia" no le cede a él.