La mala fortuna se ha cebado con Carlos Sainz, baja para el resto del GP de Arabia Saudí por culpa de una apendicitis. El piloto madrileño, que ya corrió mermado las dos sesiones clasificatorias del jueves, deberá ser operado en las próximas horas, por lo que su asiento en Ferrari lo ocupará el británico Oliver Bearman.
Sainz, podio hace sólo seis días en Sakhir, no pudo superar las pruebas médicas a las que fue sometido por Ferrari. Una pésima noticia para el equipo de Frédéric Vasseur, que en Bahrein se había mostrado como el segundo más rápido de la parrilla, sólo por detrás de Red Bull. Ahora, el objetivo inmediato para la gente de Maranello pasa por recuperar a su piloto de cara al GP de Australia, que se celebra entre el 22 y el 24 de marzo en Melbourne.
La segunda cita del Mundial empezó a complicarse desde muy pronto para Sainz, que el miércoles ya tuvo que cancelar su presencia ante los periodistas y regresar al hotel. Entonces, sus síntomas se reducían a los de un virus gastrointestinal, con una debilidad que dificultó su rendimiento durante los entrenamientos del jueves. Pese a todo, el último ganador del GP de Singapur pudo completar el programa diseñado por Ferrari. No obstante, su empeoramiento de la última noche hizo pertinentes nuevos exámenes de los doctores, que finalmente diagnosticaron la apendicitis.
Qatar 2023 y Bélgica 2020
Este infortunio llega en muy mal momento para Sainz, pleno de confianza al volante del SF24 y con mejores sensaciones que su compañero Charles Leclerc. La consistencia de su pilotaje había quedado en evidencia el pasado sábado, con un ritmo de carrera en Sakhir casi calcado al de Sergio Pérez con el Red Bull.
Desde su debut con Toro Rosso en 2015, Carlos ha disputado 184 carreras en el Mundial, donde sólo se había perdido el GP de Qatar 2023 (por un problema con la gasolina de su SF23) y el GP de Bélgica 2020 (víctima de una avería en el McLaren).
A partir de ahora, su volante pasa momentáneamente a poder de Bearman, un novato de 18 años cuya única experiencia previa en la Fórmula 1 se limita a dos sesiones libres con Haas, equipo satélite de la Scuderia, durante el GP de México 2023 y el GP de Abu Dhabi 2023. Asimismo, el pasado octubre disputó un test privado con el SF21 de Ferrari en el circuito de Fiorano. Esta temporada había comenzado el Mundial de F2 en las filas de Prema, la escudería con la que el año pasado acabó sexto en el Mundial. Sus mejores actuaciones llegaron en el GP de Azarbaiyán y el GP de España, con sendas poles y victorias.
Miguel A. Herguedas MadridInfografia Emilio AmadeInfografia Álvaro MatillaActualizado Miércoles,
24
enero
2024
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00:55A la espera de la homologación de...
Después de varios meses de espera y negociaciones, Carlos Sainz despejó al fin su futuro en la Fórmula 1. El piloto madrileño ha firmado un contrato multianual con Williams, un proyecto liderado por James Vowles donde compartirá garaje con Alex Albon. La escudería británica, con nueve títulos mundiales, ocupa actualmente el penúltimo puesto en el Mundial de Constructores, con sólo cuatro puntos tras 14 carreras.
"No es ningún secreto que el mercado ha sido excepcionalmente complejo por varias razones y que me ha llevado algún tiempo anunciar mi decisión. Sin embargo, tengo plena confianza en que Williams es el lugar adecuado para continuar mi viaje en la F1 y estoy extremadamente orgulloso de unirme a un equipo tan histórico y exitoso, donde pilotaron muchos de mis héroes de la infancia y dejaron su huella en nuestro deporte", aseguró Sainz tras confirmarse su nuevo destino.
Después de cuatro temporadas en Ferrari, Sainz iniciará un nuevo periplo en un equipo donde brillaron campeones como Keke Rosberg, Alain Prost o Nigel Mansell, pero que no logra una victoria desde 2012. El objetivo de Sainz pasa por liderar la reconstrucción a partir de 2026, cuando entre en vigor la nueva reglamentación, tanto a nivel aerodinámico como en las unidades de potencia.
Mercedes y Dorilton
Tras semanas de conversaciones, Sainz se ha decantado por la escudería de Grove, que ganó por la mano a otros rivales como Sauber -convertida en Audi en 2026- o Alpine. Uno de los puntos fuertes de Williams ha sido la flexibilidad a la hora de tender su contrato. De hecho, una de las opciones que podría barajar el madrileño sería quedar liberado en 2026 si otro equipo puntero deja vacante alguno de sus asientos.
Williams no es un equipo de fábrica, sino que utiliza el motor, las suspensiones y la caja de cambios suministradas por Mercedes. Su supervivencia económica se aseguró en 2020 gracias a Dorilton Capital, un grupo de inversión estadounidense que puso sobre la mesa 180 millones de dólares. El apoyo de Dorilton parece asegurado para el futuro, tal y como volvió a confirmar Vowles hoy mismo. No obstante, la debilidad de Williams en cuanto a instalaciones y material ya ha quedado patente esta misma temporada, cuando Albon ni siquiera pudo tomar la salida en el GP de Australia al no encontrar un chasis de repuesto.
A los 29 años, Sainz prosigue su andadura por algunos de los garajes con más solera del Gran Circo, donde llegó en 2015 de la mano de Toro Rosso. Tras dos etapas en Renault (2017-18) y McLaren (2019-20), inició un notable periplo en Ferrari donde ha sumado tres victorias y 21 podios, poniendo contra las cuerdas a Charles Leclerc, el favorito de la gente de Maranello.
"Feroz motivación"
Esa regularidad de Sainz le había convertido en una de las piezas más cotizadas del mercado, aunque sus posibilidades de conducir un coche ganador quedaron muy limitadas cuando Mercedes apostó por el joven Andrea Kimi Antonelli y Red Bull renovó a Sergio Pérez. De las opciones disponibles, Williams se antoja la mejor a largo plazo. De momento, el próximo invierno, los ingenieros de Williams deberán adelgazar su monoplaza, que este año parecía contar con 10 kg por encima del límite, lo que le hacía perder unas cuatro décimas por vuelta.
El aterrizaje de Carlos, que seguirá luciendo el dorsal 55, supone un éxito para el proyecto de Vowles. "Su llegada subraya la trayectoria ascendente en la que nos encontramos. Carlos no sólo aporta experiencia y rendimiento, sino también una feroz motivación para extraer cada milésima de segundo del coche", valoró el ejecutivo, uno de los grandes responsables del periodo triunfal de Lewis Hamilton en Mercedes.
Una década después
Desde su estreno en el Mundial, en el GP de España de 1976, Sir Frank Williams acertó a construir un equipo capaz de desafiar a Ferrari, McLaren o Renault hasta convertirse en la referencia durante la década de los 90, cuando conquistó cuatro títulos con Nigel Mansell (1992), Alain Prost (1993), Damon Hill (1996) y Jacques Villeneuve (1997). La cuesta abajo posterior sólo encontró cierto alivio en 2014, cuando Felipe Massa y Valtteri Bottas enlazaron nueve podios para elevar al equipo al tercer puesto del Mundial. Al año siguiente, el brasileño y el finlandés subieron otras cuatro veces al podio.
La cabeza erguida buscaba el contacto visual con Vinicius. La curva del cuerpo no parecía presagiar nada, pero la mano ya indicaba dónde llegaría el pase al brasileño. Los rivales le habían concedido un par de metros y Toni Kroos no desperdició la oportunidad. Suya fue ayer la majestuosa asistencia para el 0-1, obra cumbre de otra gran noche para el Real Madrid. «No hay palabras para definirle. Es un jugador top, crucial para nuestro juego, por el modo en que controla los tiempos y por sus pases», admitió Carlo Ancelotti.
La felicidad de Carletto, como la de la mayoría de sus futbolistas, no sólo se ceñía al empate que había enfriado el cráter del Allianz. Se trataba, más bien, de la satisfacción por haber hecho emerger de nuevo ese temple competitivo con el que salir a flote tras una situación límite. Porque después de tres triunfos consecutivos en Múnich, el 14 veces campeón volvió a sudar ayer como corresponde en unas semifinales. El 2-2 no sólo le otorga cierta ventaja para el Bernabéu, sino que también le permite igualar su propio récord en Champions, donde ya suma 11 partidos sin perder, igualando el registro de la temporada 2016-17. Otro motivo de celebración para los 4.000 madridistas que lo vivieron en directo en Múnich. Los que disfrutaron de las virguerías de Vinicius y los errores groseros de Kim Minjae. Los que corearon la maestría de Kroos durante los 76 minutos que pisó la hierba.
«Me ha regalado un gol. Le conozco muy bien. Y él a mí», sonrió Vinicius, con ese brillo tan peculiar en los ojos. Aún parecía saborear el placer del balón al espacio ante Manuel Neuer y el desdichado Minjae. Una cortesía de Kroos, que durante la primera parte cerró una asombrosa estadística. Según la contabilidad de OPTA, 15 de sus pases lograron romper una línea de presión rival. El mejor rival en ese aspecto, Leon Goretzka, sólo pudo filtrar cinco.
«Nos faltaba para ganar los duelos»
«Durante la primera parte hemos defendido con poca intensidad y les dimos la posibilidad de controlar el juego. Nos faltaba para ganar los duelos, pero tras el descanso hemos presionado más, hemos sido más agresivos», analizó Ancelotti, sin pudor a la hora de señalar los defectos de su equipo. Antes de que se cumpliese el minuto 23, el Bayern había rematado ya siete veces ante Andriy Lunin, incluidos dos saques de esquina. Un fuego graneado al compás de sus tambores. La atronadora artillería de siempre en el Allianz Arena, la guarida de un equipo que, a estas alturas de la temporada, suma en la Bundesliga cuatro puntos y seis goles más que el año pasado. Cualquier menosprecio al Bayern en la Champions debería pagarse con la excomunión. Tan intolerable como conceder un par de metros de más a Kroos.
Desde aquella cesión en el Leverkusen, cuando apenas había cumplido la mayoría de edad, Toni había jugado ocho veces contra el Bayern, pero nunca logró siquiera un pase de gol. Ni siquiera en las dos últimas eliminatorias de cuartos y semifinales (2017 y 2018), ya en su plenitud madridista. Quizá por ello, ese gesto con el que indicó el camino para el 0-1 dejó tan boquiabierto a Rodrygo. «¡Qué pase, increíble!», exclamó el delantero, víctima de un clamoroso penalti por parte de Minjae. «Siempre le decimos que siga. No un año, sino muchos más. Me encanta jugar con él», añadió el brasileño. El recital del 8 en Múnich se antojaba ayer el preludio de algo grande en el Bernabéu. «Aún habrá que sufrir, pero ahora en un ambiente que todo el mundo conoce», anticipó Ancelotti. Vinicius, más conciso, presagió una «noche mágica».
Más le vale al Bayern recuperar pronto a Matthijs de Ligt, baja ayer de última hora. Su ausencia como central diestro dejaba un poco más desguarnecida la zona donde Vinicius revolotearía ante Joshua Kimmich. Así que Thomas Tuchel recurrió a Minjae, un central fichado este año del Nápoles. Sin el poderío físico del neerlandés, con ciertos problemas a campo abierto, el coreano al menos aportaría el buen criterio ofrecido durante la primera mitad de curso, donde se había consolidado como el mejor defensa del Bayern.
150 partidos para Müller
Los peligros del Real Madrid, máximo anotador de la Champions al contragolpe con seis goles, se basaban en las transiciones, pero Minjae nunca supo cómo perfilarse para sujetar a Vinicius a campo abierto. Esa debilidad en los dominios de Neuer frustró cualquier amago de épica para Tuchel. «El Madrid ya lo ha hecho antes: marcar dos goles en dos ocasiones. No somos el primer equipo que lo sufre. Deberíamos haber anotado el 3-1, pero luego les regalamos un penalti», admitió el ex técnico del PSG.
Desde aquella liguilla de 2016 con el Dortmund, hasta la inolvidable eliminatoria de 2022 al frente del Chelsea, Tuchel siempre había sabido poner al Madrid ante el desfiladero. Por eso, una situación tan desesperada como la actual convertía a su equipo en un rival aún más peligroso. La elección inicial por Thomas Müller, en detrimento de Serge Gnabry, supuso una apuesta algo nostálgica, con la que el capitán pudo celebrar su 150º partido de Champions. Un hito de la competición, igualando el registro de Iker Casillas en el Madrid. El récord absoluto de partidos en un mismo club aún lo ostenta Xavi Hernández (151).
La influencia de Müller, relegado en los últimos tiempos a un papel casi residual, sólo pudo interpretarse desde lo emotivo. Porque Tuchel se reservaba la baza de Raphael Guerreiro, uno de los futbolistas más infravalorados de la Champions. La mera presencia del portugués ordenó la ofensiva del Bayern, que pudo orientar a Jamal Musiala y Leroy Sané hacia el gol. La diferencia entre jugar a pie natural o pie cambiado giró radicalmente el partido.
Había que remontarse a octubre, ante el Darmstadt 98 en la novena jornada de la Bundesliga, para asistir al último gol de Sané. Pero como de talento anda sobrado, el canterano del City aprovechó la escasa implicación de Rodrygo para silenciar a los críticos. Desde el otro perfil, Musiala andaba ya abusando de Lucas Vázquez. Con apenas 21 años ya se siente capaz de dominar una semifinal de Champions.
La designación de Clement Turpin, con quien el Madrid había ganado sus seis partidos, levantó cierto malestar en Alemania. Sin embargo, nada pudo objetarse al francés, que señaló sin dudar los 11 metros tras el derribo de Lucas a Musiala y el de Minjae sobre Rodrygo. «Para la vuelta tenemos que ser más clínicos. Será un partido abierto. Hay que mejorar en las defensas individuales y ser más fuertes», finalizó Tuchel.