El equipo de Ancelotti se acuesta líder tras vencer en Valladolid (0-2), con dos goles del francés, el primero de penalti, frente a un excelente rival
Hay causas pendientes en el ataque del Madrid. Causas que ha dejado el Mundial, sea en Vinicius o Asensio, aunque ninguna como la de Benzema. Una vez cerrado el ‘caso Valbuena‘, había ‘caso Deschamps‘. El mundo de los egos es siempre un mundo de rencores. Las culpas son siempre a la carta. Elijan. Esas causas pendientes estaban en cada acción nada más volver a la acción, en Zorrilla, pero el gol redentor no llegó hasta colocar el balón en el punto de penalti, VAR mediante, después de las buenas manos de Courtois y las manos de la ira. Primero la provocó en Ancelotti y más tarde en Sergio León, descompuesto el Valladolid tras un acto valiente que llevó al Madrid al límite. Benzema lo volvió a aprovechar, lanzado por Camavinga, para acostarse líder tras la victoria (0-2), aunque ya sabe, como todos, que esta vuelta va a ser durita.
Cada desborde de Vini, cada movimiento de Benzema, al que primero desesperó fallar lo que sólo fallaba cuando las dudas jugaban con el francés tanto como él lo hacía con la pelota. A todo resistió el Valladolid inicialmente para crecer hasta el tuteo al Madrid, aunque con una primera mano de por medio. Vuelve LaLiga y vuelven las manos que no se pueden entender porque no se pueden explicar, como ocurrió con la primera de Javi Sánchez. Es el agujero negro del VAR. La segunda, del mismo jugador, no ofrecía dudas. Las protestas que acabaron con la expulsión de Sergio León fueron producto de la impotencia.
Con el VAR, como al principio
El Madrid regresó con las mismas intenciones con las que se marchó: pelota a Vinicius. Es el recurso ofensivo, hoy, más poderoso del equipo de Ancelotti para bajar el puente levadizo a las murallas. La de Pacheta estaba organizada, con Iván Fresneda en su marca, un interesante hallazgo de 18 años, pero ayudas constantes. A pesar de eso, el brasileño encontró opciones, penetró, aunque las manos de Masip y la de Javi Sánchez las desbarataron. El defensa se vencía cuando el balón le golpeó en el brazo ostensiblemente separado del cuerpo. Caía, interpretó Munuera Montero, lo mismo que Gil Manzano, en el VAR. No pensaba lo mismo Ancelotti, y se lo hizo saber al colegiado. En Qatar, alguna de esas manos ha sido señalada por el videoarbitraje. Estamos como al principio.
La acción y la protesta descentraron algo al Madrid y el Valladolid lo aprovechó para dar un paso adelante, liberarse de la presión alta inicial de los blancos y pisar la línea con más dudas del Madrid. Sin Tchouaméni ni Modric, reservados en el banquillo hasta el desenlace del partido, el equipo perdió equilibrio y duelos en el centro del campo, con Roque Mesa, Monchu y Aguado muy activos y en continuo relevo de posiciones. Ancelotti había dejado claro que daría minutos a los más descansado y aparecieron en los medios Kroos y Ceballos, dos ausentes en Qatar. En el área, Alaba entró por Militao a causa de una indisposición, y Mendy ocupó la izquierda.
El Valladolid, que ha jugado siete partidos durante el parón, entre Copa y amistosos, fue mejor cuando pisó los tres cuartos, siempre lanzado por Roque Mesa, un exponente de la escuela canaria: buen pie y buen ojo. Sergio León buscó el cuerpo a cuerpo con los centrales para hacer sitio a los futbolistas de segunda línea, como es el caso de Aguado, que tuvo la mejor ocasión del primer tiempo. La mano de Courtois no ha cambiado, llega al mismo sitio. En el segundo tiempo, lo haría un poco más lejos, a un remate picado de Sergio León.
El momento de Benzema
El choque se igualó y entró en el frenesí que gusta al Madrid, pero en el que los de Pacheta se sentían más cómodos que en defensa, porque les ofrecía alternativas. El técnico buscó una variable más al recurrir a uno de sus dos mundialistas, el ecuatoriano Gonzalo Plata, un tipo de desborde. Pero, de inmediato, vio cómo se lesionaban Escudero y Roque Mesa. Cambiaron los nombres, pero no la iniciativa ni el decorado. Lo más peligroso lo volvió a detener Courtois.
La mano de Javi Sánchez, esta vez, fue evidente, al estar su brazo levantado e impactar el remate de Rüdiger. Benzema no falló y el Valladolid se vino abajo en el marcador, la táctica y las emociones. Camavinga, que entró como agitador en el momento justo, lanzó al Madrid y encontró a Benzema, esta vez sí, para sentir el desagravio que necesita. El Valladolid, pese a la derrota, no lo precisa.