Este manchego que emigró a Alemania en los 70 entró en la Junta del club en 2004 y la presidió hasta 2012. Hoy, contra el Madrid, disputan el primer partido de su historia en Champions. Lo reflexiona en EL MUNDO.
La vida de película de Antonio Hurtado comenzó en Puertollano en 1959. Ahí, en plena profundidad de La Mancha, se enamoró del fútbol y asistió con frecuencia junto a su tío al antiguo campo Calvo Sotelo, donde el equipo del pueblo llegó a disputar la fase de ascenso a Primera División. 60 años después, aquel niño manchego se convirtió en una de las personas más importantes en la historia del Unión Berlín, club que hoy estrena su vida en la Copa de Europa visitando el Santiago Bernabéu. «Después de esto, ¿qué hay? Es un sueño», admite Hurtado en conversación con EL MUNDO desde su asiento como profesor en la Universidad de Dresden. Ya no forma parte de la directiva porque quiso apurar sus años en la docencia, pero esta tarde se sentará en el palco de Chamartín. En el conjunto alemán le adoran, le tienen como consejero y le esperan cuando jubile los libros.
El éxito actual del Unión Berlín no se entiende sin Hurtado, aunque él, modesto, prefiere derivar de inicio la conversación hacia la resurrección del club en 2004. Antonio llegó a Alemania en 1972 obligado por sus padres. «Yo no quería», cuenta. Aterrizaron en Luisburgo, al lado de Stuttgart, donde empezó a estudiar. «Acabé el colegio, estudié para delineante y luego entré en la universidad. Me encantó el orden alemán. Hice una Ingeniería y me fui a trabajar a Mönchengladbach hasta que llamaron de la Universidad de Luisburgo para empezar un doctorado. Dos años después me mudé a Aquisgrán, en la frontera con Bélgica, para hacer un posdoc, y más tarde a una empresa en Dresden, en Sajonia, donde trabajé en el desarrollo de plantas técnicas. Desde ahí me llegó la oportunidad de irme a Berlín a una empresa estatal de gestión de residuos. Era diciembre de 1999», resume.
En ese momento, 27 años después de llegar a Alemania y tras recorrer casi todo el país, Hurtado se instaló en Berlín e inició una serie de contactos y colaboraciones con el club que le terminaron acercando a su Junta Directiva. El Unión era el segundo equipo de la ciudad después del Hertha. Competía en la Tercera División e intentaba hacerse hueco mientras su gran rival le cerraba cualquier opción. En 2001 se enfrentaron en la final de la Copa Alemana, con victoria para el Hertha. Era una distancia sideral. En 2023, el Unión está en Champions y su enemigo en Segunda.
La Asamblea de 2004
«Nuestra empresa ponía publicidad en el club y apoyaba en la educación de los jóvenes de la cantera. Y llegó un momento clave en 2003. Hubo una polémica tremenda entre el presidente, el entrenador y la prensa y les dije ‘si el club es así, nuestra empresa no quiere saber nada’. Así que nos ofrecieron un puesto en la directiva», explica.
La primera vez que se sentó en la Junta, todo cambió. «Vi que no había profesionalidad ni orden, ni siquiera información sobre la situación financiera, era un caos. Y en abril de 2004, cuando el equipo iba muy mal deportiva y económicamente, estaba en Tercera con posibilidades de bajar a Cuarta, celebramos una Asamblea de socios, di un discurso de 20 minutos sobre cómo salvar al club en 10 meses y me nombraron presidente de la Junta. Junto al actual presidente, Dirk Zingler, reunimos a 5 o 6 personas y desarrollamos la ‘Estrategia de Hierro‘, un par de puntos para integrar a los socios y salvar al Unión. Hablamos con la ciudad, con el Bayern que vino a jugar a nuestro estadio, que parecía una cuadra de vacas… Ahí empezó, siendo modesto, el éxito que hoy hace brillar al Unión».
El Unión acabó bajando a Cuarta, «una tormenta necesaria», dice Hurtado, y desde ahí inició su ascensión hasta la Champions que hoy pisa por primera vez. En 2010 comenzó la reforma de su estadio con la ayuda de sus socios y cuando se terminó la última tribuna, Antonio dijo «hasta luego». «Obtuve mi cátedra en Dresden en 2007, fue director del Instituto de Energía y al mismo tiempo presidente de la Junta del Unión. No podía hacer las dos cosas eternamente».
Once años después de su salida, Hurtado mantiene dos asientos en el palco y la medalla de oro del club por «la Biblia del Unión». «Lo que nos ha llevado hasta aquí. Control, no gastar más de lo que tenemos», asegura. Él se fue, pero esa Estrategia de Hierro se mantiene en la gran revelación de la Bundesliga. «Cuando veo a los directivos nos decimos: ‘Pellízcame para ver si esto es real‘».