Katia Ancelotti suele decir que el gesto de elevar la ceja de su padre es la forma que tiene el italiano de licuar su mala leche sin perder el equilibrio ni que afecte a su discurso. En la peor situación, es capaz de responder con humor o utilizar el
Hazte Premium desde 1€ el primer mes
Aprovecha esta oferta por tiempo limitado y accede a todo el contenido web
Esto se ha acabado después de un clásico de circunstancias en el que el Madrid no necesitó del mejor Madrid, sólo de su espíritu, frente a un Barça que no es capaz de sujetar sus goles, ni en Montjuïc ni en el Bernabéu, ni en la Champions ni en la Liga. Continúa en su Sinaí, en una travesía del desierto que pronto abandonará Xavi. El abrazo a Ancelotti es el abrazo del adiós. Los brazos de Bellingham, en cambio, acabaron en cruz. Al inglés corresponde la estampa de esta Liga, que queda sentenciada de la misma forma que empezó, aunque este último acto le deba casi todo a un antidivo, Lucas Vázquez, como a los del Etihad. En ese equilibrio entre el brillo y el trabajo está el éxito de este Madrid, un campeón virtual en casa camino de otro Grial. [Narración y Estadísticas, 3-2]
Lamine Yamal arrancó de la misma forma y en el mismo lugar en el que se fue del campo ante el PSG con la cara de quien pregunta qué he hecho yo. Marcar la diferencia. En el Bernabéu, que ya le había aplaudido vestido de rojo, continuó para quitarle la razón al entrenador por su errática decisión en la Champions. Si alguien así se va del campo, vayámonos todos. Su juventud, como la de Cubarsí, es la única prueba de vida que deja este Barça, obligado a reinventarse frente a un Madrid robusto, por juego, por caja y por estadio.
Camavinga sufrió a Lamine Yamal porque el azulgrana tiene la velocidad que hace sufrir a cualquiera. Con una tarjeta cargó al francés, al que Ancelotti había decidido volver a colocar en el lateral, en un cálculo de puntos y de esfuerzos en el que lo único que había que hacer era no perder. La Liga estaba mentalmente ganada y había que poner lo mejor en la Champions. Ahora, con 11 puntos de ventaja sobre 18 posibles, lo está virtualmente.
DEPRIMIDO Y DESESPERADO
El Barça no se encuentra en ninguna de esas situaciones. Está entre deprimido y desesperado. La victoria en el Bernabéu era la única forma de mantener viva una quimera y de no convertir lo que resta de temporada en un tormento. Le queda la queja, con o sin razones, en el penalti o sobre la línea de gol, ayer en el Bernabéu, pero eso no le ofrece coartada para sus errores. está donde merece.
Los equipos hechos para los títulos no saben jugar por nada. Los jugadores, tampoco, y menos los implicados en la Eurocopa y Copa América que vienen. Un mal asunto para Xavi. Ya dijo que se va, ya sabe que se va, con Rafa Márquez preparado en el piso de abajo, pero la forma de acabar puede ser todavía peor si los futbolistas no se entregan con la profesionalidad debida. Veremos.
Esa desesperación convertida en necesidad llevó al Barcelona a imprimir una presión altísima nada más salir. Obtuvo frutos frente a un Madrid contemplativo, en el que Lucas Vázquez volvía a la derecha después del estajanovista esfuerzo de Carvajal en Manchester. Camavinga en la izquierda y Tchouaméni como central auxiliar un día más. Modric y Kroos volvían a encontrarse en la titularidad como tiempo atrás. El croata, en su mejor versión.
Error de Lunin
Encontró frutos el Barça, aunque el fruto que buscaba llegaría a balón parado. Es paradójica la eficacia que el Madrid mostró bajo el bombardeo de córners en el Etihad y, en cambio, el primer balón volado en paralelo a la portería acabó en la red después de un error de bulto del último héroe de la Champions. Lunin hizo una salida en falso y Christensen remató antes de que venciera la parábola. Pudo llegar otro en el área local en un balón que se paseó ante la mirada de los defensas de Ancelotti. Después del extremo ejercicio de concentración realizado ante el City, es posible que se produjera una descomprensión también en lo mental. Posible y humano.
La falta de tensión defensiva, de hecho, llevó al Madrid a tener que sobreponerse por dos veces a los goles del Barcelona. Si en la primera parte fue un balón parado, en la segunda fue un centro de Lamine Yamal el que encontró a todas las piezas fuera de sitio. Ferran Torres jugó al engaño ante Lunin y su rechace lo cazó Fermín, uno de los cambios de Xavi que entró a fuego en el partido. Acierte o no, Fermín siempre percute.
Acierte o no, Lucas Vázquez siempre cumple. Esta vez, no obstante, hizo mucho más que cumplir, al ser clave en las dos acciones que permitieron al Madrid materializar los dos empates y sujetar la Liga con holgura. Primero, al ser objeto de un penalti con dosis de pillería por parte de Cubarsí; después, al llegar al área como le gusta para rematar a la red de Ter Stegen. Como socio para transformar la pena máxima o para recibir la asistencia tuvo a Vinicius, 'titularísimo' también en los días de cálculo. A Lucas le quedaba una, la asistencia en el 91 a un Bellingham que fue como un Cristo resucitado siempre en el día más señalado. Su estampa es la del título.
Fútbol femeninoOpinión
ORFEO SUÁREZ
@OrfeoSuarez
Actualizado Martes,
22
agosto
2023
-
01:53Ver 1 comentarioLuis Rubiales, presidente de la Federación.G. BOUYSAFPEl beso de Rubiales...
Florentino Pérez conquista su particular 'Séptima', palabra que tiene un significado refundacional para el Madrid, pues fue la séptima Copa de Europa, ya conocida como Champions, la que abrió, en 1998, la era moderna del campeonísimo europeo, consolidada posteriormente por el crecimiento deportivo, económico y patrimonial liderado por su presidente. Hasta la 'Séptima', el legado del Madrid era el legado de Santiago Bernabéu y Alfredo Di Stéfano, presidente y jugador que cambiaron la historia del equipo de Chamartín y también la historia del fútbol. Con la levantada en Wembley, Florentino supera en un título a Bernabéu, un personaje con el que tiene similitudes, en especial por la visión universalista del Madrid y el propio fútbol, pero también diferencias, sobre todo en su condición personal y profesional. Bernabéu atrajo al Madrid a los mejores futbolistas del momento, pero jamás permitió que cuestionaran el principio de autoridad del club. Florentino siguió esa senda en su segunda etapa, después de huir de los galácticos a los que había consentido. Con ellos sumó una Champions, la 'Novena', la del gol de Zidane. Cuando regresó y actuó con Raúl, Casillas, Cristiano o Sergio Ramos como Bernabéu había hecho con el propio Di Stéfano, ganó otras seis.
Bernabéu fue presidente entre 1947 y 1978, 35 años en los que rescató a un club muy golpeado durante la Guerra Civil y lo llevó a la cima mundial, al ser uno de los precursores de la creación de la Copa de Europa, cuya primera edición de disputó en 1956. Florentino ha lanzado el desafío de la Superliga, aunque enfrentado al 'establishment' del fútbol. Bernabéu lo impuso desde dentro, con la mediación del periódico 'L'Equipe'. La oposición, de hecho, estaba en su propia casa, ya que el Régimen franquista era contrario a la creación de la competición, al entender que era una forma de tender puentes con las democracias que habían condenado a la dictadura española. Cuando Bernabéu y Raimundo Saporta viajaron a París para poner en marcha el proyecto, no llamaron al Pardo para comunicarlo hasta que estuvieron en el aeropuerto de Barajas.
Para saber más
LA RELACIÓN CON EL RÉGIMEN
Bernabéu, pese a haber combatido en el bando nacional, no era franquista, sino monárquico, partidario de Don Juan, el padre del Rey Emérito. Una visita a la familia real en el exilio, en Lausana, levantó suspicacias en la época. Saporta, el diplomático al lado del «líder moral», como recuerda a Bernabéu Vicente del Bosque, consiguió que las relaciones del Madrid fueran más allá de las cotas que imponía el Régimen, como demostró con un encuentro en Caracas con Josep Tarradellas, al que presentó en una cena a la plantilla como el ex presidente de la Generalitat en el exilio. Los favores del franquismo al Madrid forman parte del relato de sus adversarios, particularmente el Barcelona, más que de la realidad.
Una prueba de ello es la negativa a la petición del presidente del Madrid de recalificar los terrenos del Bernabéu para construir un nuevo estadio, beneficio que sí obtuvieron el Barcelona y el Atlético, entre otros, con los antiguos estadios de Les Corts o el Metropolitano.
EL CRECIMIENTO PATRIMONIAL
El crecimiento patrimonial del Madrid es otra de las similitudes entre Bernabéu y Florentino. Nada más llegar a la presidencia, el primero fue consciente de que era necesario construir un nuevo estadio y abandonar el viejo campo de Chamartín, convencido de que el fútbol sería el nuevo fenómeno de masas de nuestro tiempo. En 1947 era ya una realidad. La llegada de Di Stéfano, en la temporada 1953/54 y la creación de la Copa de Europa, un año más tarde, dieron la razón a su instinto. Las Copas de Europa llegaron sin interrupción, al ganar las cinco primeras ediciones, tiempo en el que Bernabéu seguía una de las máximas de Florentino en su primera etapa: «Hay que cebar la bomba». Tras Di Stéfano, llegaron Kopa, Santamaría y Puskas, de forma sucesiva, del mismo modo que Florentino incorporaría a Figo, Zidane, Ronaldo o Beckham. Los galácticos, sin embargo, sólo ganaron una Champions. Florentino no era, entonces, el hombre de mano dura que sería después.
LAS CIUDADES DEPORTIVAS
Con las cinco primeras Copas de Europa en las vitrinas, Bernabéu decidió poner en marcha otros proyecto: la construcción de la Ciudad Deportiva. Pensaba el presidente en la formación de futbolistas pero también en el valor que esos terrenos, entonces al norte de Madrid, tendrían en el futuro. Acertó. Levantada en 1960, dos años después el Régimen prohibía el fichaje de extranjeros, hecho que suponía un torpedo al modelo universalista de Bernabéu, pero el Madrid ya había empezado a producir jugadores en la 'Fábrica'. La sexta Copa de Europa, en 1966, es uno de sus frutos, ya que el once que ganó al Partizán estaba formado únicamente por españoles. Era el Madrid 'yé-yé', con un puñado de futbolistas formados en su cantera, como Serena, Grosso, De Felipe o Velázquez.
La venta de esos terrenos fue clave en la reconstrucción que inició Florentino a su llegada, en 2000, al tiempo que ponía en marcha una nueva en Valdebebas, una de las mejores instalaciones de Europa. De alguna forma, conseguía en democracia lo que a Bernabéu le negaron bajo la dictadura en el caso del estadio. La condición de prohombre de la economía, como presidente de ACS, una de las constructoras más grandes del mundo, le permitía una valiosa influencia. Es difícil que a su antecesor, Lorenzo Sanz, le hubieran concedido la recalificación.
Florentino también manejó la idea de trasladar el estadio a Valdebebas en su etapa iniciática, pero finalmente ha acabado por llevar al futuro el recinto que construyó el presidente que le da nombre, y el futuro es mucho más que fútbol para tormento de los vecinos.
En la condición profesional y personal radica una de las grandes diferencias entre Bernabéu, que siempre vivió en la austeridad, y Florentino, entre los más ricos de España, aunque no haga ostentación de ello. También en el pasado como futbolista del primero. El presidencialismo tiene muchos estilos, más o menos próximo a la afición, pero la realidad es que el socio del Madrid se siente a gusto con la fórmula, sobre todo si la Champions es su consecuencia.