El ‘número uno’, espectacular al resto, venció a Matteo Berrettini, finalista en 2021 (3-6, 6-3, 6-3, 6-3) y se medirá con Holger Rune.
No hay techo para Carlos Alcaraz. Dos días después de derribar a Nicolás Jarry, 1,98, el número 1 del mundo bajó a la hierba a Matteo Berrettini, 1,96. Al tenis también se juega con la mano. Y con la cabeza. El español erosionó poco a poco al finalista de 2021 hasta desarbolarle, para imponerse en 184 minutos (3-6, 6-3, 6-3, 6-3) y convertirse, con 20 años y 72 días, en el más joven cuartofinalista de Wimbledon desde que Nick Kyrgios se plantara entre los ocho mejores en 2014 recién cumplidos los 19.
Un año después de caer en octavos de final ante otro italiano, Jannik Sinner, Alcaraz salta la frontera de los octavos de final en el grande londinense. Campeón del US Open, semifinalista de Roland Garros y ya en un nuevo escalón en Wimbledon. El chico va muy en serio, como ya apuntaba en una temporada en la que ha ganado Indian Wells, Madrid, Barcelona, Queen’s y Buenos Aires. Le espera en cuartos Holger Rune, sexto favorito y uno de sus contemporáneos.
Berrettini es un diablo con el servicio. No se trata de un dinamitero cualquiera. Puede poner la pelota en la intersección del cuadro de saque, optar por abrir ángulo, pegarle duro o mimarla con un impacto más sutil. Sale de un peligro inmediato recién comenzada la pelea, dos pelotas de break adversas, y va adquiriendo confianza. Volverá a amenazarle Alcaraz en el octavo juego, de nuevo sin éxito. El italiano tiene casi un único plan, pero si funciona conviene atarse los machos. Pasa siempre por el acierto con el primer disparo, a partir del cual se le presentan distintas opciones. Lo más probable es que encuentre tiempo para abrirse de derecha, pero también podría encaramarse a la red con el revés cortado. O quizás no le haya hecho falta nada de eso, pues habrá resuelto de entrada. Lo sufre Alcaraz, que paga con el set la única concesión con su propio saque.
Un rival renacido
El ránking miente. Este corpulento exponente del buen tenis sobre hierba vale mucho más que ese 38º lugar donde le sitúan sus escasos resultados en los últimos meses. Viene de lesiones, de escasas certezas, de respuestas taciturnas a cuanto se esperaba de él. Ha renacido aquí, el mismo lugar donde hace dos años se ganó audiencia con Novak Djokovic en la final, y quiere apurar su suerte.
Pero Alcaraz logra el objetivo tantos juegos perseguido. Le rompe en blanco en el cuarto del segundo set, tras salir de un trance peligroso en el inicio. Tiene aún presente a otro enemigo de altura. El sábado tuvo que trabajarse lo suyo el triunfo ante Nicolás Jarry, menos afinado que Berrettini, quien lució el 6 a comienzos del pasado año, tras hacer semifinales en el Abierto de Australia, habiendo dejado atrás a su rival de este lunes en tercera ronda. Cobrarse el servicio le da el segundo parcial.
El bramido de la selva
Así es la vida en esta superficie, donde determinadas conquistas se revalorizan. Lo sabe Alcaraz cuando aprovecha su sexta bola de rotura en el tercer juego del tercer set. Suelta el bramido de la selva, corroborado por los integrantes de su box. Le ha tomado la medida al servicio de Berrettini. Le resta casi todo. Le pone a jugar. Y ahí, cuando se llega a un diálogo más civilizado, impone sus argumentos, que son muchos y de sobra contrastados. Se habían enfrentado en tres ocasiones. Alcaraz le ganó en Viena 2021 y en Río 2022. Perdió en Australia ese mismo año, llevándole al desempate en el último parcial.
Ya dos sets a uno abajo, Berrettini clama porque se detenga el partido para cerrar el techo retráctil. Ha empezado a llover y el cielo atiende sus plegarias con 2-2 en el cuarto. Poco cambiarán las cosas en la reanudación. Se apaga el tenista de Roma, incapaz de contener el vendaval que se le viene encima. Desatado, casi en trance, Alcaraz vuelve a golpearle donde más le duele. El partido es suyo. No habrá mayor discusión. Lo mata al cuarto match point.