Varios aficionado del Madrid increparon al pívot del Barça a la llega del autobús. “Es una cosa lamentable. . Se escuchó mucho hablando de Vinicius. Y esto tiene que para ya”
Nnaji, celebrado el título de liga.ACB PHOTO
La final de la Liga Endesa quedó empañada desde antes del comienzo del tercer -y a la postre definitivo-, tercer partido. A la llegada del autobús del Barça al WiZink Center, un buen rato antes del duelo, el bochorno. Un puñado de aficionados, identificados con camisetas y bufandas del Real Madrid, profirió gravísimos insultos a los jugadores azulgrana. Entre ellos, “negro, hijo de puta” dirigido a James Nnaji o “rata apestosa” a Niko Mirotic.
En la sala de prensa, tras la victoria culé para la consecución de su 20ª Liga, las primeras palabras de Sarunas Jasikevicius tras lograr su segunda ACB como entrenador culé fueron directamente para el horrible episodio. “Quiero hablar sobre lo que pasó sobre James Nnaji aquí. Es una cosa lamentable. No puede ser. Se escuchó mucho hablando de Vinicius. Y esto tiene que para ya. Esto no va con lo que decís aquí de los valores del Real Madrid, tenemos que estar muy enfadados. Esto no puede ser, vamos a pelear contra esto. Es más importante que el título”, pronunció Saras, con gesto de verdadera preocupación: “Ma da igual que sea a un jugador del Madrid, del Barcelona o de otro equipo”.
Dentro de WiZink, ambiente caldeadísimo desde el inicio, presión total sobre unos árbitros que venían cuestionados desde los dos partidos del Palau, también se volvieron a escuchar los habituales insultos a Niko Mirotic. El ala-pívot, MVP y protagonista de la final por su adiós polémico al Barça, habló también sobre estos episodios y confesó que era la razón por la que no traía a sus hijos al recinto madridista.
Lewis Hamilton se calificó como "un completo inútil" y sugirió que Ferrari debería cambiar de pilotos después de obtener la decimosegunda posición en la parrilla del GP de Hungría, donde su compañero Charles Leclerc firmaba una sorprendente pole.
Fue una nueva debacle en la temporada de debut con la Scuderia para heptacampeón, fuera de la Q3 por segunda semana consecutiva. "El equipo no tiene problema. Has visto que el coche está en la pole. Así que probablemente necesiten cambiar de piloto".
Hamilton había pronunciado por la radio un misterioso "todas las veces, todas las veces" tras caer eliminado en la segunda criba. Según explicó en los micrófonos de Sky F1, quería decir "soy yo cada vez". Posteriormente, ante las cámaras de F1 TV, el británico insistió con su feroz autocrítica: "Piloté fatal, es lo que hay".
Reacción en Spa
La situación aún pudo ser peor para el piloto de Stevenage, que logró escalar un puesto cuando el crono de Andrea Kimi Antonelli quedase anulado. Según los comisarios, el rookie de Mercedes había traspasado los límites de la pista.
Fue la segunda semana consecutiva en la que el ex piloto de Mercedes se sintió frustrado con su rendimiento. El pasado viernes, durante la qualy sprint del GP de Bélgica se desplomó hasta la decimoctava posición. Al día siguiente, tras ser anulado uno de sus cronos, obtuvo la decimosexta plaza de la parrilla. Su reacción llegó durante la carrera, cuando remontó hasta cruzar séptimo la meta.
Hamilton, el sábado, con el SF25, en Hungaroring.EFE
La semana pasada, Hamilton sostuvo que se enfrentaba a un "momento crucial" y reveló que ha venido manteniendo diversas reuniones con los ejecutivos de Ferrari para hablar sobre las mejoras y àra tener más voz en el desarrollo del monoplaza para el Mundial 2026.
De momento, ocupa la sexta posición en este campeonato, con 109 puntos, 30 menos que Leclerc, que además ha subido cinco veces al podio. Este domingo, el piloto monegasco busca su novena victoria en la F1, la primera para la Scuderia desde el GP de México 2024, disputado el pasado 27 de octubre.
Carlos Alcaraz aún era una revelación, un adolescente prometedor, cuando ganó a Novak Djokovic en el primer enfrentamiento entre ambos, en semifinales del Masters 1000 de Madrid de 2022. Acababa de cumplir 18 años y le faltaban unos meses para celebrar su primer Grand Slam. Fue sólo una presentación en el Olimpo que pronto le daría entrada, pero ya entonces el serbio quiso apadrinarle; él ya sabía de su potencial. «Lo conocí en Internet cuando tenía unos 12 años y ya estaba ganando torneos», anunció el vencedor de 24 Grand Slam y así empezó la relación entre ambos.
Desde entonces, cada vez que se encuentran fuera de la pista, mantienen una larga charla y el afecto es mutuo. En el pasado Wimbledon, por ejemplo, antes de medirse en la final, coincidieron en un entrenamiento y Alcaraz llegó a fotografiarse con los hijos de Djokovic, Stefan y Tara, que lo idolatran. En el último Masters 1000 de Shanghai las cámaras grabaron su conversación y cómo el serbio llamaba «titancito» al español con cariño.
La sintonía entre ambos es curiosa, pero no tanto como su histórica rivalidad. Pese a la exagerada diferencia de edad, 16 años casi exactos -los dos nacieron en mayo-, en sólo tres años han construido una historia que ya contienen imágenes de dos finales de Grand Slam, una de Juegos Olímpicos, otra de Masters 1000 así como varias semifinales importantes. De hecho su partido de este martes en el Open de Australia (probablemente en turno nocturno, es decir, a las 09.00 o las 11.00 horas en España) será el primero de cuartos de final; nunca antes se toparon tan pronto.
La polémica de Djokovic
Será su octavo enfrentamiento, con cuatro victorias a favor de Djokovic y tres a favor de Alcaraz. El serbio sostiene el mal recuerdo de los dos trofeos de Wimbledon concedidos al español, especialmente el último, cuando fue inferior. Y Alcaraz tiene en carne viva la derrota olímpica en París que no sólo le dejó sin un oro, también le desmontó anímicamente para lo que quedaba de temporada.
«Espero una gran batalla, como la mayoría de partidos en los que nos hemos enfrentado. Diría que sólo dos veces la batalla ha sido desigual: el año pasado en Wimbledon él dominó la pista y yo tuve un buen partido en las semifinales de las ATP Finals de 2023. En el resto, siempre ha habido intercambios tan intensos como los que tenía con Nadal», valoró este domingo Djokovic después de cerrar su pase y mantener en Melbourne su progresión ascendente. Como es habitual en él, en los primeros partidos, ante Nishesh Basavareddy y Jaime Faria sufrió ciertos apuros, pero en los dos últimos, ante Tomas Machac y Jiri Lehecka -este domingo ganó 6-3, 6-4 y 7-6(4)-, su dominio ha sido indiscutible.
JAMES ROSSEFE
Sus mayores problemas están fuera de las pistas, en las gradas, y son dos. El primero, el público australiano, que le abuchea desde su expulsión del país por negarse a vacunarse del covid y le genera cierto malestar. Y el segundo, un reportero del canal aussie Channel Nine, que se burló de sus fans serbios y le llevó ayer a retirarse de la pista sin conceder entrevistas post-partido. «Sólo pido una disculpa suya», reclamó y está por ver si ésta llega.
Una victoria sin problemas
«Intento no pensar en todo lo que ha conseguido, si pienso en todo lo que ha hecho no podría jugar. Ha ganado 24 Grand Slam, ha estado muchas semanas como número uno. Pienso en que puedo ganarle, saber mis armas. Voy a jugar y creer», valoraba por su parte Alcaraz, inmaculado pese a que aún se está adaptando a los cambios realizados en pretemporada. Este domingo, ante Jack Draper, acumuló demasiados errores con su saque y con su derecha, pero gracias a su velocidad, solventó sus apuros en el primer set y luego el británico se rompió; el marcador se cerró con 7-5, 6-1 y retirada.
Después el español se encerró en la sala de los fisioterapeutas junto al suyo, Juanjo Moreno, para ver el partido de Djokovic y confirmar que viviría otro episodio de la mayor rivalidad intergeneracional que ha dado el tenis. Mientras espera a medirse en una final de Grand Slam a Jannik Sinner, el adversario que le toca, Alcaraz sigue retando a quien le precedió en la cima del tenis. Meses atrás, confesaba que suele pensar en Djokovic en sus entrenamientos, en su tenis y especialmente en su consistencia. Ahora lo volverá a tener delante para seguir ampliando su número de páginas en los libros de historia.