La última vida del Sevilla se llama Mendilibar

La última vida del Sevilla se llama Mendilibar

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El descenso acecha y el club de Nervión recurre al vasco buscando el equilibrio perdido con Lopetegui y Sampaoli. Debuta este sábado contra el Cádiz.

Mendilibar, durante un entrenamiento del Sevilla.SEVILLA FC

Siete vidas tiene un gato, tres vidas tiene el Sevilla F.C. Dos ya las ha gastado: Julen Lopetegui salió en octubre y Jorge Sampaoli hizo lo propio en marzo. José Luis Mendilibar encarnará el último aliento de un club poco acostumbrado a luchar contra descensos. Dos puntos separan a los nervionenses del Valencia y del Almería, en rojo en la clasificación, con 26 puntos. Este sábado, contra el Cádiz, en exacta situación, el Sevilla se juega la dignidad y el miedo.

José Luis Mendilibar Etxebarria (Zaldívar, Vizcaya; 1961) fue delantero. Nunca jugó en Primera. De aquellos años duros, sobre todo en Segunda División, defendiendo la camiseta del Sestao, le quedó la agresividad y la vocación ofensiva. El fútbol, para él, es una terca invasión del campo contrario. Sus equipos juegan adelantados, con osadía, pero sin zarandajas. Para él, los pases en largo no son pelotazos, sino recursos. Para él, el extremo está para encarar y centrar, y no para apoyar en la defensa. Para él, ningún sistema aporta más equilibrio que el 4-4-2. Ni le interesan los interiores ni le interesan los mediapuntas. Si tuvieras que vender su fútbol en Wallapop, dirías «Vintage, pero en buen estado».

Con Lopetegui encontrando el equilibro en el Wolverhampton y Sampaoli peleando por su finiquito, el banquillo sevillista luce como un potro de tortura esta temporada. La mala planificación: delanteros intrascendentes, defensas de cristal, estrellas desnortadas… ha sido un agujero por el que se han ido los sistemas de juego y las buenas intenciones. El técnico vasco no pudo reflotar a un equipo sin sus dos pilares fundamentales, Koundé y Diego Carlos, y el argentino se siente engañado por la dirección deportiva, que le prometió un mercado invernal más granado de lo que terminó siendo. Tampoco el de Casilda puso mucho de su parte. Su equipo era caótico. Los futbolistas no entendían cuál era su posición en el campo. Partidos ganados se perdían desde el banquillo y partidos perdidos eran rematados con saña con algunas de las sustituciones propuestas por el míster. El desquicie era visible. El relevo, Mendilibar, busca sumar puntos, pero también aportar al club algo de seriedad, pausa y adultez.

Mendilibar, que no esperaba una llamada de esta enjundia a estas alturas de la temporada, y que asumía que su año sería en blanco, se reencontró en Nervión a tres futbolistas que fueron importantes para él en el Eibar: Dmitrovic, Joan Jordán y Bryan Gil. Un hombre de confianza por línea. Al portero le pedía rapidez y achique para poder jugar con la defensa adelantada, a Jordán le pedía que le pegara a puerta y que apretara en la recuperación del balón tras un rechace, a Gil le pedía descaro y centros veloces. Son tres futbolistas que no serían lo que son sin el empuje un entrenador sencillo, que no simple. «Si eres débil, los demás no te van a regalar nada», dijo a los medios del club nada más aterrizar en la capital andaluza.

«El partido de Cádiz no es vida o muerte, ahí no acaba todo. No es una final, yo quiero jugar cada partido para competir, pero no pensando que es una final donde se acaba todo el terminar. Así saldrá todo el mundo nervioso y dependiendo de las primeras acciones que se den en el terreno de juego», contestó en A Balón Parado. Exigencia y serenidad. A la excelencia por el camino de la sencillez. El club vive su propio maremoto: el presidente en las oficinas y Monchi a pie de campo. Mendilibar es una vuelta a los orígenes. Lejos de frases ampulosas, lejos de sistemas asimétricos y suicidas, el míster vizcaíno tiene una obligación: doce partidos ligueros para espantar a los fantasmas de Segunda; y tiene un sueño: una eliminatoria a doble partido contra el Manchester United en Europa. En ese equilibrio encontrará el Sevilla su propia virtud. Su ansiada paz.

kpd