El ex vicepresidente del Comité de Árbitros montó la empresa DASNIL 95 SL para dedicarse inicialmente al comercio mayorista de productos alimentarios
Muchos años antes de cobrar dinero del Barça, a José María Enríquez Negreira, de 77 años, ya se le acusaba de árbitro antimadridista. Empezaba con mal currículum, nacido en Barcelona y adscrito al colegio catalán. Aunque él hubiera preferido pitar al Barça. Recientemente le preguntaron si un árbitro debería poder dirigir al club de su ciudad de nacimiento. “Sí. A muchos les gustaría, está claro. Un jugador madrileño puede jugar en el Barça, en el Real Madrid o en el Atlético de Madrid sin problemas. Un árbitro no. Ese hándicap existe”, respondió a Mundo Deportivo.
Para otros Enríquez Negreira sigue siendo uno de los mejores árbitros de la historia de la Liga, como acredita el premio Silbato de Oro que recibió en la 81/82. El catalán empezó a pitar partidos en 1975 y acabó en 1992. Estuvo 13 temporadas en Primera y le dio tiempo a arbitrar 132 partidos en los que mostró 433 cartulinas amarillas y 50 rojas antes de colgar el silbato con una última temporada en Segunda a los 46 años.
Tiempo suficiente para convertir al Real Madrid en el equipo que más veces arbitró a lo largo de su carrera, con 36 partidos, lo supuso sacar 61 amarillas y cinco rojas a sus jugadores, además de nueve expulsados y tres penaltis en contra. Fue el árbitro de la segunda mayor goleada de la historia del Atlético al Real Madrid, un 0-4 en el Bernabéu en la 86/87, y en el que expulsó al madridista Jankovic a los 38 minutos. O del Sporting-Real Sociedad de 1981, que acabó 2-2 y convirtió a los vascos en campeones de Liga.
“Cuando arbitraba, yo sabía que me iba a equivocar. Pero pensaba: ‘¿por eso no voy a pitar?'” declaró Mundo Deportivo.
Enríquez Negreira ha pitado toda clase de derbis. En uno de alto riesgo, entre Oviedo y Sporting a finales de los 80, le paró una cámara de televisión española entrando al estadio rodeado de aficionados. ¿Le preocupa algo?, le preguntaron. “El avión de vuelta”, respondió.
Tras su retirada recibió la medalla de oro de la Federación Catalana, y en 1994 se convirtió en mano derecha del presidente del entonces presidente de los árbitros, Sánchez Arminio, quien le nombró vicepresidente del Comité Técnico, cargo que ocupó ininterrumpidamente hasta el final de la temporada 2017-18.
Nada más entrar en el Comité montó la empresa DASNIL 95 SL, ahora en el ojo del huracán, pero cuyo fin inicialmente fue el comercio mayorista de productos alimentarios. Fue en 2000 cuando cambió su actividad por la de servicios de publicidad para empresas, promociones, y objetos de regalo, impresión de textos y realización de vídeos deportivos para su comercialización. Epígrafe bajo el que justificaría su asesoramiento verbal al Barça.
Después de cambiar la actividad nombró como administrador único a su hijo, Javier Enríquez Romero, quien lo dejó en 2019, justo después de los años de los polémicos pagos, del Barça aunque el ex árbitro seguía teniendo la propiedad de la sociedad ahora investigada por la Fiscalía.
