En los tiempos del culto al ego y del retroceso de la acción colectiva, en la era del narcisismo y la hipertrofia del yo, Luis Enrique Martínez (Gijón, 1970), en su segunda temporada en el Paris Saint Germain, consiguió aunar talento y voluntades para suscribir el gran logro ambicionado obsesivamente por Nasser Al-Khelaifi, quien había buscado la Copa de Europa por vías que acabaron revelándose estériles. La noche del 31 de mayo, en el Allianz Arena de Múnich, el PSG vencía 5-0 al Inter para hacerse con su primera Champions con la mayor goleada en una final de la competición.
Ya no estaban Messi, Neymar ni siquiera Kylian Mbappé, a quien la prensa deportiva madrileña había recomendado fichar de una vez por todas por el Real Madrid si quería hacerse con el máximo torneo continental. Después de sucesivos proyectos frustrados, el magnate catarí otorgó plenos poderes al ex seleccionador de España y tuvo la paciencia suficiente tras el curso de debut y los serios apuros con el nuevo formato de la competición, cuando no fueron pocas las soflamas mediáticas en contra del nuevo entrenador a medida que el equipo volvía a quedar lejos del objetivo.
A diferencia de lo que sucede con otros grandes equipos, sólo los muy aficionados al fútbol recitarían la alineación del PSG, un grupo caracterizado por su armonía sobre el terreno de juego y su solidaridad en el desempeño del oficio. Buenos jugadores, algunos de ellos excelentes, pero ninguno eximido de las responsabilidades impuestas por su entrenador en aras del bien común.
Con Luis Enrique llegó la mejor versión de Ousmane Dembélé, consagrado con el Balón de Oro tras cinco temporadas decepcionantes en el FC Barcelona. El internacional francés suscribió 37 goles y 15 asistencias en un curso excepcional, en el que su equipo ganó también la Supercopa de Europa, la Copa Intercontinental, la Liga y la Copa de Francia, además de disputar la final del Mundial de Clubes.
El triunfo por penaltis logrado este 17 de diciembre ante el Flamengo en la Intercontinental, después de que el partido concluyese con empate a uno, fue el colofón a un año difícilmente mejorable del PSG. Paralelamente al asombro que provocaron durante la temporada el vértigo y la ferocidad de Dembélé, quien, convalenciente de una lesión, sólo pudo disputar los últimos 12 minutos y la prórroga ante los brasileños, impresionó observarle siempre implicado como el que más, en la primera línea del frente a la hora de iniciar la atrevida y extenuante presión que distingue al mejor equipo del mundo.
El crecimiento de Vitinha
Otro de quienes han alcanzado de su mano la expresión más rica de su fútbol es Vitinha, alzado al podio del Balón de Oro, detrás de Dembélé y Lamine Yamal. Junto al guardameta, ahora Chevalier, o también Safonov, determinante el ruso en la Intercontinental al detener cuatro lanzamientos en la tanda de penaltis, antes Donnaruma, el medio centro portugués es el hombre más fácil de ubicar en un elenco donde todos los actores pueden interpretar varios papeles a lo largo de la función. Vitinha maneja la partitura, ordena, dirige y enmienda, sin perder nunca el rumbo, tan diestro al volante como a la hora de manejar el freno o pisar el acelerador.
Este 8 de diciembre, en la cuarta jornada de esta edición de la Liga de Campones, en la que su equipo ganó 5-3 al Tottenham Hotspur, destacó en una faceta infrecuente, al conseguir por primera vez marcar tres tantos en un partido.
Luis Enrique ha encontrado en el fútbol, su pasión de toda la vida, una vía de rescate emocional a la pérdida de su hija Xana, fallecida en 2019 a los nueve años como consecuencia de un osteosarcoma. Después de su controvertido paso por la selección española, en el que pesó la eliminación ante Marruecos en los octavos de final del Mundial de Catar, y del obligado receso ante la tragedia personal, disfruta en París del punto álgido de una trayectoria brillante en los banquillos, en la que suma 18 títulos.
El mejor de la lista
Unai Emery, Thomas Tuchel, Mauricio Pochettino, Christophe Galtier… Han sido unos cuantos los técnicos con quienes ha probado Al-Khelaifi, así como fueron muchas las estrellas rimbombantes que pasaron por el equipo. Pero ningún entrenador supo ganarse la independencia y el exclusivo liderazgo con la personalidad y la sabiduría que lo ha hecho Luis Enrique.
Feliz en la dificultad, como confiesa en No tenéis ni p… idea, la serie documental emitida el pasado 2024 en Movistar Plus, y retroalimentado por la confrontación, a través de una beligerancia constante con los medios, su éxito no admite debate. Mientras persigue de nuevo los máximos objetivos, se exprime en cuerpo y alma a lomos de su bicicleta y corriendo descalzo. Siempre en busca de sus propios límites.






