El primer partido oficial del Barça en el Spotify Camp Nou, por mucho que el estadio esté aún lejos de ver el final de las obras y que uno de los goles, por ahora, permanezca cerrado al público, cómo no, despertó una expectación enorme. A pesar de que el precio de las entradas, 199 euros la más barata, provocó todo un aluvión de críticas entre los seguidores barcelonistas, ávidos de volver a pisar el recinto. Dos horas antes de que empezara el partido ante el Athletic, los alrededores eran ya todo un hervidero de gente.
Muchos aficionados optaron por esperar pacientemente, sentados en el suelo. Como en los grandes conciertos. Solo que, esta vez, pernoctó a la intemperie para asegurarse el mejor sitio. Entre ellos, por supuesto, muchos turistas. Visitantes de paso a los que no les importó tener que rascarse el bolsillo más de lo que muchos considerarían prudente para asistir a un evento único. Por eso, quizás, el camino hacia los accesos parecía un poco como pasear por las Ramblas. Incluso, con algunos lateros que buscaban hacer su agosto particular mientras repetían la cantinela etílica que ha acabado hasta por formar parte de la letra de una canción de Las Ruinas.
Dentro del estadio, es fácil observar cómo la tercera gradería, la parte de nueva creación tras verse el club obligado a mantener la estructura original, va tomando cada vez más forma. A principios de noviembre, unos testimoniales bloques de cemento marcaban dónde estará situada. Un par de semanas después, se les han sumando unos cuantos más. Allí es donde se inscribirá una de las frases que caracterizaba al antiguo estadio y que forma parte de la idiosincrasia azulgrana: Més que un club. La falta de cubierta, algo que se prolongará aún en el tiempo, hizo que más de uno cruzara los dedos para que las nubes que vestían tímidamente el cielo no aguaran un poco la fiesta. Los hados, esta vez, sonrieron a la grada. Otras veces, tal vez, no habrá tanta suerte.
Abuelos, padres e hijos
El ambiente festivo con el que se iba a vivir el partido entre el Barça y el Athletic se acentuó en los prolegómenos. Algunos aficionados estrenaron el campo representados por tres generaciones de su familia: abuelos, padres e hijos. Con un aforo máximo actual de 45.401 espectadores, el aspecto de las zonas que pueden albergar público, con el gol norte pendiente de recibir el visto bueno correspondiente, pese a no ser un lleno total, no desmereció el momento. La fiesta, además, debía completarse con un par de actuaciones musicales, a cargo de Figa Flawas tras el calentamiento y de The Tyets en el descanso. El himno fue también un momento emotivo: los encargados de interpretarlo, los miembros del Cor Jove del Orfeó Català, estuvieron acompañados por una pirotecnia que habría sido mucho más vistosa sin luz solar de por medio.
Los exteriores del Camp Nou.AFP
El saque de honor, guardado en secreto con celo extremo por el club, estuvo pensado para tocar la fibra sensible de los más de 140.000 socios que forman la masa social del club, a todas luces sus auténticos propietarios. En lugar de optar por algún artista de fama internacional o por ex futbolistas de paso estelar por el conjunto azulgrana, como se había especulado en los últimos días, se optó por dos de los socios con mayor antigüedad en el club, Juan Canela Salamero y Jordi Penas Iberri, quienes estuvieron también presentes en la inauguración del Spotify Camp Nou original, el 24 de septiembre de 1957. Hace ya 68 años.








