Es complicado hundir en la lona a Sergio Ramos. El central sevillano ha liderado el Mundial declubes de Rayados de Monterrey y el equipo celebró esta noche un pase histórico a los octavos de final del torneo. El conjunto mexicano pasó por encima de los japones del Urawa Red Diamonds (0-4) y aprovechó el triunfo del Inter de Milán (2-0) sobre River Plate para superar a los argentinos y colarse en la fase final como segundos de grupo por el lado del cuadro más duro de lo que queda de competición.
En octavos, Rayados se enfrentará al Borussia Dortmund y podría estar en el futuro camino del Real Madrid. Si los blancos son primeros, viajarán también por ese lado del cuadro y en el hipotético caso de que ambos superen el primer cruce se medirán en cuartos de final. Un duelo que podría ser el más emotivo del torneo.
Lo de Monterrey, sin Canales ni Ocampos en el once inicial, fueron muy superiores al Urawa, ya eliminado de la pelea por superar la primera fase. Liderados por Ramos en la defensa y por Deossa en el centro del campo, los mexicanos brillaron en el apartado ofensivo a partir de la media hora.
Tras un primer tramo de tanteo, Monterrey sentenció el duelo en ocho minutos. Deossa anotó el primero en el minuto 30, Berterame el segundo en el 34 y Tecatito Corona, ex del Sevilla, el tercero en el 38. El descanso llegó esperando noticias del otro encuentro del grupo, un mucho más igualado Inter Milán – River Plate. En el intermedio el resultado era un empate a cero, con máxima tensión y un gran Mastantuono para los argentinos, pero la expulsión de Martínez Quarta a la hora de encuentro por derribar a Mkhitaryan siendo el último hombre decantó la balanza.
Espósito, joven delantero de 19 años que ha recuperado el Inter tras una exitosa cesión en el Spezia, marcó el 1-0 en el 72 y Bastoni, en el descuento, sentenció.
El partido entre italianos y argentino terminó con una bronca vergonzosa, con Montiel expulsado y Acuña, fuera de sí, buscando sin parar a Dumfries para pelear y provocando que la grada de River, en una acción lamentable, terminara lanzando objetos al lateral neerlandés.
El Inter se medirá al Fluminense en octavos y, en caso de ganar, se enfrentará al ganador del partido entre el primero del Grupo G (City o Juve) y el segundo del H (Madrid, Salzburgo o Al Hilal).
El encuentro fue el último de Mastantuono con la camiseta de River Plate antes de fichar por el Madrid, donde se le espera en agosto, ya cumplidos los 18 años.
Mientras, Monterrey, que cerró la goleada con el 0-4 de Berterame, espera sorprender al Dortmund de Jobe Bellingham.
El derbi de octavos de Champions League entre el Atlético de Madrid y el Real Madrid tuvo tensión desde la previa. La Policía Nacional tuvo que intervenir antes del partido para echar de los aledaños del Estadio Metropolitano a varios cientos de miembros de Ultras Sur, grupo radical expulsado del Santiago Bernabéu por el Real Madrid hace ya unos años.
Los radicales, que se acercaban a las 500 unidades, se acercaron al estadio para recibir al autobús del conjunto blanco pero no disponían de entrada, creando un momento de bastante tensión para los cuerpos de seguridad.
La seguridad del conjunto blanco vigila al extremo el acceso de los ultras a sus partidos, especialmente los que son fuera de casa, y en el Metropolitano tenían entrada 2.800 aficionados, muchos de ellos miembros de la Grada Fans, la nueva grada de animación de Chamartín.
Cuando los Ultras Sur se cruzaron con ellos una vez que la Policía consiguió controlarlos, comenzaron a insultarles: "¡Puta Grada Fans! ¡Puta Grada Fans!", fue el cántico generalizado, además de "¡Florentino, dimisión!". El grupo radical culpa al presidente del Madrid de su expulsión del Bernabéu, uno de los grandes logros de Pérez durante su mandato. Por suerte, los seguidores de la Grada Fans no respondieron a los insultos y continuaron su camino hacia el campo.
Después de unos minutos de tensión, con empujones entre los radicales y la Policía, los cuerpos de seguridad consiguieron rodearles para abandonar el estadio por la punta contraria a donde estaban los seguidores del Atlético de Madrid, que recibieron a su equipo con bengalas y cánticos.
«Le sucedió a él en el Bernabéu, que le pegaron con un mechero en la cabeza cuando jugaba en el Atlético». En la sala de prensa del Metropolitano, Simeone trató de reflexionar sobre el lanzamiento de objetos de los ultras a Courtois comparando la situación con la que vivió el belga en una de sus visitas a Chamartín como rojiblanco. Lo que no calculó el técnico argentino en su discurso es que esos incidentes, junto a una sanción de la UEFA por exh
Hazte Premium desde 1€ el primer mes
Aprovecha esta oferta por tiempo limitado y accede a todo el contenido web
"Estoy agotado. Necesito un vino o una cerveza. Y este domingo el puro, seguro", bromeaba Carlo Ancelotti en los pasillos del Estadio de Wembley, una vez superada la celebración sobre el césped, la entrega de la copa, los compromisos con los medios oficiales, la rueda de prensa y la zona mixta. El técnico italiano, a sus 64 años, vivió otro partido después de la final de la Champions League. El Real Madrid, su Real Madrid, levantó la Decimoquinta con cierto sufrimiento pero mucha felicidad, dos palabras que el italiano ha repetido sin cesar durante esta temporada, y cuando el colegiado anunció el final se inició un nuevo partido en el estadio que tuvo de todo: fiesta, muchas fotos, muchas palabras, risas, cánticos e incluso alguna pelea. Veamos.
Las lágrimas de Courtois tras el pitido final fueron el comienzo de la fiesta. Bellingham saltó del banquillo sin control, dando saltos de alegría, y se sumó al corrillo que se había creado alrededor de Carvajal, Rüdiger y Nacho. Mientras, en el banquillo, tranquilo, Toni Kroos iba abrazando a todos los presentes y buscaba con la mirada a su compatriota Hummels, amigo de la selección. Para él fue su saludo más sincero y su primera pausa. Un señor hasta el final.
Kroos, a hombros.ADAM VAUGHANEFE
A unos metros comenzaban los bailes. Vinicius se acercó a celebrarlo con el fondo madridista mientras Tchouaméni y Camavinga bailaban y el resto cantaba ese "Cómo no te voy a querer" y los operarios de la UEFA preparaban el escenario para la entrega del trofeo, momento reservado para Zidane, que entregó la copa a Nacho. El francés y Gareth Bale fueron los ex que acompañaron al equipo. Todo quedó en familia.
Carvajal y Vinicius.ADAM VAUGHANEFE
Manteo, bailes, el capote...
Después de que el capitán elevara la orejona al cielo de Londres, la situación se descontroló. Los jugadores celebraron el triunfo en la zona del césped más cercana al fondo de la afición madridista y en el córner donde se congregaban la mayoría de los familiares de los futbolistas. Y desde un primer momento esa situación fue un problema, porque la seguridad del estadio no quería dejar pasar a los familiares al césped y los jugadores sólo querían celebrar con ellos.
Trabajadores del Madrid intentaron reconducir la situación mientras la fiesta seguía. Manteo a Ancelotti, baile con el italiano, Nacho con el capote torero, Kroos a hombros de Militao rodeado de sus compañeros en una imagen icónica... Y todos levantando la copa, incluido Jeremy de León, jugador del Castilla que ha viajado con el equipo en Champions para cuadrar el número de jugadores en los entrenamientos y al que en el vestuario llaman, con cariño, el "amuleto".
Rüdiger en la grada.Kiko HuescaEFE
A su lado, Rüdiger casi acaba con Modric. "¡Mi rodilla!", le tuvo que gritar el croata, en broma, al alemán cuando éste le cogió a hombros. "¡Seis, seis, seis, seis!", repetía como un loco el central, en referencia a las Champions ganadas por Luka.
Pelea entre la seguridad
En la grada, los miembros del club consiguieron convencer a la seguridad para que los familiares saltaran al campo, pero hubo algunos malentendidos y la situación se tornó en pelea. Trabajadores del departamento de seguridad del Madrid y de seguridad del estadio de Wembley (no de la UEFA) se enzarzaron en una discusión que llegó a las manos, con agarrones y empujones entre ellos. Todo porque no dejaron pasar a algunos familiares, lo que provocó el enfado de los futbolistas y del club. Los trabajadores del estadio argumentaban que esas personas no tenían la acreditación correspondiente y los propios futbolistas tuvieron que subir a los asientos a buscarlos. La situación continuó en el interior con varios operarios de seguridad de Wembley empujando contra las paredes del estadio a los de seguridad del Madrid. Un caos.
Bellingham y su familia.JUSTIN TALLISAFP
La madre de Bellingham, fan de Mourinho
En el césped, el hermano de Vinicius corría a abrazar a Bellingham, que le recibía como un familiar más. El inglés hizo de gancho entre su madre y Jose Mourinho, al que le pidió una foto con ella. "Mi madre es una gran fan de Jose desde hace años y le tuve que pedir que se sacara una foto con ella", explicaba el jugador, que le regaló la medalla de la Champions y la camiseta del partido a su madre. "Si la próxima temporada te enfrentas al Fenerbahce, relájate", le dijo el técnico portugués, que acaba de fichar por el conjunto turco.
Vinicius se acercó a la grada a saludar a su 'jefe', el rapero Jay-Z, propietario de la agencia de representación Roc Nation, que el pasado verano adquirió la empresa que lleva los negocios del brasileño. Fue uno de los VIP que se acercó a los jugadores, junto a otros como Lando Norris, piloto de Fórmula 1, que bajó al césped a sacarse fotos con varios futbolistas. En la portería, Camavinga, incansable, jugaba al fútbol con su hermano pequeño y con los hijos de otros compañeros. Tenía gas para más.
Vinicius.GLYN KIRKAFP
La fiesta se trasladó a la zona mixta y al autobús, donde Vinicius apareció ya con gafas de sol. No se las quitó en toda la noche mientras tarareaba canciones del Madrid. "Llega un momento que los jugadores del Madrid dicen 'ahora', y van y ganan", resumía Florentino Pérez en los pasillos. "Sin armar ruido, creo que hemos hecho una buena temporada", bromeaba el presidente.
Al lado del máximo responsable del club estaba Vinicius, que le pedía "que me renueve otra vez, quiero estar aquí para siempre". Toni Kroos, admitía que es "el final perfecto" para su carrera, Bellingham reconocía que "no es una temporada perfecta, nos faltó la Copa", y Modric recordaba que está "cansado de que hablen de la edad, yo me siento bien". Todo mientras desde el bus se escuchaban los golpes de las manos contra las ventanas. Ya había empezado la música que no se apagará hasta que termine la fiesta en Cibeles, este domingo por la noche.