Nos imaginamos erróneamente que esta vez la historia iba a ser diferente, que por una vez Mónaco no iba a ser una procesión eterna de coches a baja velocidad manteniendo sus posiciones en una pista donde adelantar todos saben que es imposible. Lo era antes, con coches que medían un metro menos que los actuales, así que ahora, con estas limusinas, adelantar sigue siendo impensable. Quisimos creer antes de la carrera que la obligación de hacer dos paradas y utilizar tres juegos de neumáticos pondría contra las cuerdas a los mejor clasificados y le daría una oportunidad al resto. Nuevo error. Los cuatro primeros de parrilla han terminado en las posiciones de partida aunque, eso sí, ha habido riesgos y cambios de posición dependiendo del momento en que unos y otros hacían sus paradas, pero nada más. Moraleja: La clasificación en Mónaco sigue siendo fundamental. Utilizar este artificio de las dos paradas no ha cambiado nada.
Así las cosas, volvimos a ver al líder de la carrera, Lando Norris, ir muy despacio al principio para que el grupo estuviera compacto y nadie le lanzase un undercut. Después hizo un cambio de ritmo, abrió hueco, hizo la parada y no se metió en tráfico. La clave en Mónaco ha seguido siendo encontrar espacios, tener aire limpio y no caer detrás de rivales más lentos. Su único sufrimiento fue que después de hacer las dos paradas tenía a Max Verstappen delante, pero con una parada todavía por hacer. Puede parecer que es una situación idílica, pero había un escenario que ponía en peligro la victoria de Norris: que apareciese una bandera roja. Con ella, todos hubieran entrado en boxes en la misma posición, Max habría cambiado neumáticos y habría ganado la carrera. Red Bull esperó hasta la penúltima vuelta para ver si sonaba la flauta, pero la flauta no sonó. Mónaco volvió a burlarse de los baldíos esfuerzos de la F1 por mejorar el espectáculo en sus calles y el poleman volvió a ganar.
Los héroes del invento de las dos paradas fueron los hombres de Racing Bulls. Se inventaron algo extraordinario: Sacrificar a su piloto más retrasado para que ralentizase a todos los que venían por detrás, permitir así que el piloto mejor colocado abriese hueco para hacer la parada y proteger su posición. Es lo mejor que ha hecho Liam Lawson este año, la forma en la que se sacrificó para favorecer a Isaak Hadjar. Más tarde Williams hizo lo mismo viendo el buen resultado que le había dado a RB y además lo mejoraron. Primero ralentizó Carlos Sainz para que Alex Albon parase tranquilo, luego Albon se dejó pasar por Carlos para retener otra vez a los perseguidores y Carlos pudiese parar tranquilo también. Gracias a esta táctica, RB y Williams acabaron con sus dos pilotos en los puntos y dejaron a Mercedes fuera de ellos. No estaba contento con el sistema Carlos después de la carrera porque pensaba que era adulterar los resultados con algo que no forma parte de la esencia de las carreras. El automovilismo es ir rápido, no conducir premeditadamente lento para frenar a los rivales. En realidad, eso es algo que sólo se puede producir en este gran premio, la táctica de convertirse en tortuga para molestar a los rivales no funcionaría en ningún otro lugar.
Aston Martin volvió a intentarlo con Fernando Alonso, pero sin fortuna. El asturiano volvió a dejarse la vida en clasificación, el sábado firmó una vuelta extraordinaria que lo colocó sexto en parrilla, pero abandonó en carrera por una avería en el motor. Fernando sigue con cero puntos. Ocho carreras y aún no ha logrado cruzar la meta entre los diez primeros, algo que sólo sucedió en su primera temporada con Minardi. Aston Martin lleva una racha de seis carreras consecutivas sin puntuar con ninguno de sus coches. Solo ellos y Sauber arrastran esta racha tan terrible. En Barcelona no habrá ninguna mejora, según nos cuentan en el equipo, así que el panorama no puede ser más desalentador. No me extraña que Fernando cuando le preguntaron en parrilla donde le gustaría terminar la carrera dijese: “Primero en Australia 2026”.