Al Barça el blanco no acaba precisamente de sentarle bien. Por lo menos, así se ha empeñado en demostrarlo esta misma temporada, por mucho que ese color formara parte del uniforme habitual que lució el equipo desde su fundación hasta 1913.
Ante el Borussia Dortmund, para evitar coincidencias con el pantalón negro que lleva el equipo germano, los de Flick recuperaron otra vez el blanco con el que inauguraron de manera extremadamente poco lucida los actos de su 125 aniversario el 30 de noviembre del año pasado.
Frente a Las Palmas, un equipo que, curiosamente, como el conjunto que dirige Niko Kovac, luce camisetas de color amarillo, los barcelonistas mostraron una imagen muy alejada de esa que, por lo menos hasta ahora, les permitía a los suyos soñar despiertos con el triplete y acabaron encajando una derrota que, por lo menos, no evitó en este caso su pase a las semifinales.
Ante Las Palmas, el equipo barcelonista encajó la primera de tres derrotas consecutivas en casa en la Liga (frente al equipo insular, el Leganés y el Atlético de Madrid) que ahondaron en un aparente bache de juego que, a la postre, acabó por costarles verse descabalgados de liderato de la tabla. Volver ahora a las andadas, cuando la temporada está encarando su fase más decisiva, serían pésimas noticias para los intereses del equipo que entrena Hansi Flick.
En el Signal Iduna Stadium, además, llegaron a planear durante mucho rato los fantasmas de otras ocasiones en las que, pese a tenerlo todo a favor, por lo menos sobre el papel, para pasar de ronda, llegaron tremendos mazazos que siguen aún perfectamente vivos en la memoria de sus seguidores.
La Roma, a un equipo que ganó por 4-1 en casa y frente al que cayó por 3-0 en Italia en cuartos de final, el Liverpool, después de que los culés se llevaran un 3-0 del Camp Nou y cayeran por 4-0 en Anfield en semifinales, o, incluso, el caso más reciente vivido ante el PSG el curso pasado, con remontada francesa por 1-4 tras haber caído previamente en casa por 2-3, también en la ronda de cuartos, borraron de un plumazo sus sueños de triunfo.
El duelo, además, significó a su vez el final de la buena racha de Wojciech Szczesny desde que el polaco se hizo con la titularidad en la portería barcelonista. Hasta este encuentro, el polaco no sabía lo que era la derrota defendiendo el escudo azulgrana. Cierto es que fue él mismo quien empezó a complicarles la vida a los suyos con un nuevo penalti que, en esta ocasión, supuso el 1-0 para los alemanes. Pero también lo es que fue capaz de firmar intervenciones meritorias que evitaron, a la postre, que sus rivales tardaran mucho en acariciar seriamente la posibilidad de darle la vuelta a la tortilla.
En tareas ofensivas, mientras, los de Flick estuvieron tremendamente lejos también de su mejor versión. No así un Guirassy que, con un hat trick, batió la maca anotadora de Lewandowski en Champions con los alemanes (sumó 13 por 10 del polaco), cinco de ellos precisamente ante los azulgrana.