El torneo Challenger de Brazzaville, en la República del Congo, vivió este martes una inquietante escena debido a un tiroteo en las inmediaciones a las pistas donde se está disputando a la competición.
Durante el partido de primera ronda entre el neerlandés Guy Den Ouden y el ruso Ivan Denisov, se empezaron a escuchar disparos en la calle. Ambos estaban disputando el segundo set, le tocaba sacar al ruso y en ese momento el sonido del tiroteo interrumpe el juego.
Los sonidos llegaban de una calle aledaña al recinto de la competición y en las imágenes se puede ver a gente corriendo. Después se observan botes de humo. En medio del desconcierto los jugadores abandonan momentáneamente el partido para después reanudarlo, con victoria para el tenista de Países Bajos por 6-1 y 6-3.
Poco después, en la cuenta de X de ATP Challenger Tour explicaban que se trataba de un ejercicio policial: “Podemos confirmar que hoy el juego se suspendió temporalmente en el Brazzaville Challenger en la República del Congo debido a un ejercicio de entrenamiento de rutina realizado por una academia de policía cercana”.
“La suspensión duró aproximadamente 10 minutos, después de los cuales el juego se reanudó sin problemas”, concluye el comunicado de la ATP.
Un Madrid entre el gol y la ira puede haberse dejado el liderato en El Sadar. El gol lo representa Mbappé, que crece y crece mientras intenta alejarse de lo tóxico. Difícil. La ira la personifican, esta vez, Bellingham y Ancelotti. El inglés, expulsado presuntamente por un insulto o menosprecio a Munuera Montero sin el balón de por medio; el italiano, amonestado, lejos de su temple en la banda, incluso contenido por su hijo Davide. El empate en inferioridad ante Osasuna no puede disociarse de una actuación del equipo arbitral deficiente, con un posible penalti no señalado a Vinicius, el corregido por el VAR en el área contraria, tras una acción de Camavinga, y la expulsión de Bellingham. La Liga se calienta, y no para bien. [Narración y estadísticas (1-1)]
Bellingham lo hace solito. Ya se le ha visto dirigirse airadamente a jugadores o colegiados en otros partidos. Debe corregir esa impronta. La situación de Ancelotti, en cambio, es más sintomática y significativa del estado de nervios en que vive el Madrid en la Liga, no en la Champions, donde no sospecha. Con razón o sin ella por los errores arbitrales, que los hubo en El Sadar, no es algo que le convenga, porque resta energía a quien tiene la mejor. La discusión iguala a los equipos. La calidad los diferencia.
Sin discutir, el Madrid no es que fuera superior, es que abrumó a Osasuna con un arranque autoritario, de tirano, mucho más que de líder. Eso no es fácil en El Sadar, un lugar con electricidad esté como esté Osasuna. La intensidad es la primera característica de su idiosincrasia. Con Modric y Camavinga en el centro del campo, el Madrid se hizo con el mando del partido, amenazante, rápido en el movimiento de la pelota. Vinicius protestó una mano en la primera jugada y falló lo más claro en la siguiente jugada. No se habían alcanzado aún los tres minutos. El Madrid era un ciclón.
Jugada residual
Vinicius fue objeto, poco después, de una entrada de Moncayola en el pico del área. El desplazamiento fue claro, pero ni Munuera Montero señaló penalti ni el VAR recomendó al colegiado que lo revisara. Extraño. Era, al menos, para verlo. La comparación de esa jugada con la que el VAR pidió al árbitro que fuera a ver al monitor por la acción de Camavinga, en una jugada residual, da argumentos al Madrid en sus protestas. La única justificación reglamentaria es que, al ser amonestado con la tarjeta amarilla, haya de señalarse el penalti. De nuevo, una pena máxima por acciones de interpretación. El Madrid la suma a la que recibió en el derbi, por el pisotón de Tchouaméni con el balón pasado, y a la no roja a Romero sobre Mbappé en Cornellà, con la carta del club de por medio.
El gol de Mbappé fue, pues, como un espejismo, en una de las pocas acciones limpias, libres de protestas, que tuvo el partido. Valverde, de nuevo como lateral, cazó un rechace y puso la directa. Pocas conducciones en la Liga son tan imparables. El uruguayo es como un expreso. Corrió, centró y Mbappé llegó a la anticipación al central para colocar el balón justo bajo el larguero. Tremendo el remate del francés, activo, medido en los espacios para evitar el fuera de juego. La progresión, parada y centro que había hecho poco antes para Vini demostraban que está afinado. Lástima que la ira pueda llevárselo por delante.
Courtois, tras la concesión del penalti por el VAR.AFP
La amarilla a Ancelotti y la expulsión de Bellingham cambiaron el decorado, por la inferioridad y la crispación. Osasuna comenzó a aparecer, con Bryan Zaragoza por la izquierda y las llegadas de Aimar Oroz, que provocó la primera intervención salvadora de Courtois, mano abajo con fuerza, la suficiente para que el balón saliera por encima del larguero. Una parada de valor gol. El regreso del descanso trajo la misma tendencia, apoyado el equipo navarro en su superioridad y con Asencio como anticuerpo. Crece el central de la cantera. A Osasuna le convenían los quilombos en el área madridista. El polémico penalti de Camavinga, VAR mediante, llegó en ese contexto. Courtois había vuelto a evitar el empate, pero en los 11 metros ante Budimir, nada pudo hacer.
La igualada era ya una amenaza para el líder, que empezó el choque con uno y dos puntos sobre Atlético y Barcelona, respectivamente. Una vez consumada, el Madrid debía volver al juego. Ya habría tiempo de protestas. Lo hizo el equipo de Ancelotti, con un Mbappé que apurada sus fuerzas hasta la extenuación y forzaba lo mejor de Herrera bajo palos, y un Vinicius en estado puro, determinado, sin sonrisas irónicas. No las tuvo hasta el final ni las tiene un Madrid encorajinado, entre el gol y la ira.
Cuesta creerlo después de más de 20 años y casi 1.000 partidos, pero la retirada de Joaquín Sánchez (El Puerto de Santa María, Cádiz, 1981) es oficial. Ha hecho falta una temporada entera para asumirlo, verle con traje y corbata en las negociaciones de mercado del Betis y grabando anuncios y programas de televisión. No ha parado y admite que «no puedo» porque sentarse en el sofá le hubiera «matado». Se sienta con EL MUNDO después de ser la imagen de la nueva campaña de Gillette.
¿Cómo fue esa primera mañana después de la retirada?
Dura, muy dura porque ha sido mi vida, día y noche. He vivido por y para el fútbol y lo echo de menos. Desde que tengo uso de razón tenía un balón en los pies, no me gustaba el colegio, me gustaba jugar y ha sido mi pasión. Así que después de tantos años, de la noche a la mañana, levantarte y no tener que ir a entrenar, no ver a los compañeros... Es complicado. Creo que todos, unos más que otros, necesitamos ese tiempo de adaptación para ubicarnos. Mi suerte es que he intentado no parar, seguir trabajando, sintiéndome útil, trabajando en el club... Tener la cabeza ocupada.
Hablando con futbolistas retirados, la primera pregunta es siempre la misma: «¿Y ahora qué?».
No es fácil. Ahora los futbolistas jóvenes llegan más preparados, pero antes teníamos la cabeza en el fútbol y nada más, era lo que hacíamos. Sé que a mucha gente no le ha sido fácil adaptarse a esta nueva etapa y ha intentado pedir ayuda psicológica, que creo que viene bien, porque el fútbol te abarca tanto, te abre tantas puertas y te sientes tan privilegiado que cuando eso termina es difícil de gestionar.
¿Lo ha hablado con compañeros?
Sí. Cuando sabes que te queda poco vas preguntando cómo lo han hecho otros. Cada uno lo lleva a su manera. Creo que yo he trabajado en ese aspecto para no llegar al final y decir «¿qué hago ahora?». He trabajado para sentirme importante, y eso que yo me he retirado tarde, con casi 42, pero he intentado no quedarme parado, no sentarme en el sofá porque eso me hubiera matado.
¿Cuánto ha cambiado la televisión su día a día en la calle?
Ha cambiado totalmente. Antes me conocía la gente del fútbol, pero ahora la abuela, el padre, la madre, el hijo... Hace poco, saliendo del AVE, un niño le decía a su madre: «Mira, mamá, Joaquín, el del Betis». Y la madre le contestaba: «Es Joaquín el de la tele». Eso me ha cambiado para bien, afortunadamente. El cariño y la admiración es lo más bonito.
¿Qué ha sido el humor para usted en su vida?
Mi felicidad, mi forma de entender la vida. Yo soy lo que ves y así me muestro. Tengo mis días, mis cosas... Pero lo que se ve es lo que soy. No voy por la vida pensando: «Cuidado». Y eso que a veces debería. Soy muy lanzado porque soy así, soy transparente. Ese humor, esa alegría, esa forma de ser me ha servido para evadirme de muchas cosas.
¿Cómo es un día en su vida?
Buf, con muchas cosas. Me afeito con Gillette, obviamente, y luego pues acompaño a las niñas al colegio y luego voy a la ciudad deportiva si hay reunión de la directiva, o estoy de viaje grabando... No me quejo, tío, de verdad. Pero me fascina.
¿Meterse en la dirección deportiva entraba en sus planes? ¿Era de los que se veía partidos y ojeaba futbolistas?
No, no, no he sido tan 'fatiga' con los partidos. Ni lo soy. Vivo el fútbol a mi manera. Yo soy 'fatiga' con el Betis (risas), eso sí. Y cuando se me dio la oportunidad de comprar acciones y de devolverle al club de mis amores todo lo que me había dado, no me lo pensé. Y a partir de ahí pues tengo la oportunidad de estar en la planificación deportiva, que creo que es donde me siento realizado y puedo aportar.
¿Cuál es su labor?
Tanto dirección deportiva del primer equipo como de cantera. No sólo en la parte deportiva, sino en el día a día. Me gusta estar enterado, ayudar...Y en el tema del primer equipo, pues estar también en el día a día de los compañeros, porque ya tengo una relación de años y es más fácil comentar lo que sea, ya sea al entrenador o al jugador. Y luego en el mercado intentar aportar en lo que pueda, convencer o mostrar lo que es el Betis, ahí me siento bien.
Se habrá dado cuenta de que ya no hay jugadores de banda, como usted en su época.
Se quedó ahí en el tiempo. Pero mira, ahora tenemos a Nico Williams, a Lamine Yamal... A pierna cambiada, pero son futbolistas que desbordan, que se atreven, que llegan... Es verdad que nos habíamos encasillado en este fútbol moderno, que es espectacular y que tantas alegrías nos ha dado en la selección, pero es bonito ver a ese futbolista de poca vergüenza, diferente... Eso en mi época te lo daba mucho la calle. Esa calle se ha perdido un poco. Ahora, afortunadamente, los chavales entrenan en campos de hierba artificial y lo tienen todo, nosotros jugábamos en la plaza, en los pinos, en la playa... Y yo creo que eso ayudaba.
Ahora es más académico.
Se ha mejorado muchísimo en la formación, eso que quede claro. Está todo mucho más profesionalizado, que está genial, pero yo siempre digo que si el chaval tiene el don a edad temprana, que no se lo quiten, al revés, que lo trabaje y lo disfrute. Es fundamental. Hoy en día llegan más jóvenes al fútbol profesional, pero con 10 a 14 años que disfrute, que invente, que sea capaz de aprender dentro de la formación. Nosotros tenemos una ciudad deportiva magnífica y eso también es necesario, pero que no se pierda esa picardía porque es lo diferente.
¿Le gustaría pasar al banquillo?
A día de hoy no. No me lo he planteado nunca ni me nace. Ni tengo tiempo (risas). Para eso te tiene que gustar, te tiene que nacer. Por mi forma de ser y de pensar mi sitio está en otro lado.
¿Qué tenía la selección de su época, ese vestuario, que muchos han terminado en los banquillos? Xabi Alonso, Xavi...
Eran muy buenos todos (risas). Es verdad, sí. Baraja, Raúl... Y otros en despachos. Tenemos la suerte de seguir trabajando en lo que nos gusta desde otra perspectiva. Han salido muchos de aquella época. Nunca te alejas, tú te vas a sentir futbolista toda tu vida...
Ahora ve un balón y...
Te llama. Lo malo es ir a por él (risas). Ahora te quitas ese mono con los amigos, una pachanguita, un fútbol-tenis... Pero ya sin la exigencia, porque cuando miras hacia atrás y ves la exigencia que has tenido durante tantos años es brutal, muy difícil. El fútbol no es un deporte sano, y antes mucho menos, había mucha más leña, y yo he tenido suerte.
La selección francesa de rugby 7 ganó la final del torneo masculino a Fiyi, que cosechó su primera derrota en dieciocho partidos en los Juegos Olímpicos, gracias a la aportación estelar de Antoine Dupont, que desniveló el partido en la segunda mitad (28-7).
Al minuto de juego, Joseva Talacolo adelantó a los bicampeones en Río y Tokio al culminar una jugada típicamente fiyiana, una conducción ofensiva de ochenta metros con descargas inverosímiles, apoyos perfectos y velocidad endiablada, todo ello a pesar de que el oval estaba escurridizo por la humedad.
Francia encajó el golpe con serenidad, consciente de que sus mejores armas estaban en el banquillo, aunque empató el encuentro al borde del descanso, cuando Andy Timo irrumpió por el centro de la defensa polinesia y sirvió en bandeja a Lee Joseph el ensayo entre palos.
A Antoine Dupont, que suplió en el descanso a Stephen Parez, le bastó una jugada para dinamitar la final: el medio de melé de Stade Toulousain captó el saque de centro inicial, detectó un espacio junto al pasillo izquierdo y desarboló en carrera a Jerry Tuwai para regalarle el ensayo a Aaron Grandidier.
En ventaja, los franceses hicieron gala de su dominio del juego aéreo para privar a Fiyi de balones y en el tramo final, con el estadio de Saint Denis en combustión, Dupont certificó con dos marcas -la segunda al timón de un 'maul' penetrante- el título de Francia, que fue también la primera medalla de oro para la delegación anfitriona.
Dupont da un paso más hacia su leyenda
Tras el doblete de Liga y Copa de Europa con el Stade Toulousain y un título olímpico en rugby a siete, Antoine Dupont ha vivido una temporada de ensueño. Su aspiración de conquistar un título mundial se truncó por los pelos contra Sudáfrica (29-28) el pasado otoño, a pesar de que había logrado recuperarse a tiempo de una fractura en el pómulo. Nueve meses después, la principal figura del rugby francés ha esquivado la fatalidad en el Stade de France, escenario de la mayor decepción de su carrera hasta este sábado.
La medalla de oro que ha ganado sábado con los Bleus en rugby a siete, gracias sobre todo a su magistral doblete en la final contra los invencibles fiyianos (28-7), ocupará sin duda un lugar de honor en su palmarés, que ya cuenta con cuatro escudos Brennus (2019, 2021, 2023, 2024), el premio que se concede al ganador de la Liga de Francia, dos Copas de Europa (2021, 2024) y un Grand Slam en el Torneo de las Seis Naciones (2022).
Dupont posa un ensayo en la final olímpicaChristophe Petit PessonEFE
Sólo le falta la copa Webb-Ellis para los campeones del mundo de rugby en su modalidad original de quince jugadores. Tendrá que esperar al menos hasta 2027, fecha de la próxima Copa del Mundo en Australia, momento en el que el medio scrum de 27 años habrá vuelto a su rutina diaria como jugador con su club, el Toulouse, y con la selección francesa, en una fecha aún por determinar.
En junio, antes de la final del Top 14, ganada al Burdeos-Bègles gracias en parte a otro doblete de Dupont, el entrenador de su club, Ugo Mola, bromeó diciendo que Dupont "nunca había tenido tantas vacaciones". En parte es cierto. El mejor jugador del mundo en 2021 ha tenido un poco menos de tiempo de juego que en temporadas anteriores, gracias al programa a medida diseñado por su club y la Federación Francesa de Rugby para ayudarle a prepararse para los Juegos Olímpicos.
Aun así, Dupont tiene que lidiar con la presión de los medios de comunicación y las expectativas deportivas que genera a diario. "Si está ahogado y tiene la sensación de no haber parado durante un tiempo, tendremos que pensar en su recuperación», dijo el presidente del Stade Toulousain, Didier Lacroix, el pasado invierno.
Pase lo que pase, es probable que el flamante campeón olímpico se pierda la reanudación del Top 14 a principios de septiembre. ¿Volverá a vestirse de azul en el Stade de France para los partidos con su selección en noviembre o se tomará varios meses de descanso, como su amigo Gregory Alldritt tras el Mundial de 2023? Sólo él puede responder a esa pregunta. Dependerá, sobre todo, de su capacidad para regenerarse mentalmente después de esta nueva cumbre deportiva y para asumir nuevos retos. Es el momento perfecto: en 2027 tiene un Mundial por delante.