El 13 de enero de 2022, en el estadio King Fahd de Riad, capital de Arabia Saudí, María Arthuer fue feliz. Llegado el pitido final de la semifinal de la Supercopa entre el Athletic Club y el Atlético, sus hijos Nico (19 años ese día) e Iñaki (27) corrieron hacia ella, se subieron a la valla que separaba el césped y la grada y se abrazaron, como pudieron, casi a través de las rejas, con su madre. Nico, que se había estrenado como goleador unos días antes, marcó en ese encuentro su primer gol importante. Hoy, tres años después, es una estrella mundial tras ganar la Eurocopa, mientras que Iñaki lleva el brazalete y ha firmado un contrato vitalicio. Juntos, después de ganar la última Copa del Rey, vuelven a Arabia, a otro desierto clave en la vida de los Williams.
La historia de María y su marido Félix ya la conocen, aunque sea el resumen: abandonaron Ghana, cruzaron andando el desierto y las fronteras de Libia, Argelia y Marruecos y terminaron saltando la valla de Melilla, donde les acogieron voluntarios de la Cruz Roja. Ahí, María descubrió que estaba embarazada. A los tres meses volaron a Bilbao y un sacerdote llamado Iñaki Mardones (de ahí viene el nombre de su primer hijo) les dio cobijo. La conexión cristiana, potenciada por la profunda fe de María, llega ahora hasta el vestuario del Athletic, que reza un ‘Padre nuestro‘ antes de cada partido.
Las vivencias de los padres son claves para entender la educación y la forma de ser de dos hermanos que son ‘rara avis’ en el mundo del fútbol. «Humildes, trabajadores y leales», cuentan los que mejor les conocen en San Mamés. Tres adjetivos que descienden directamente de María y Félix. No por la imagen del camino en el desierto, una situación que ocultaron a sus hijos hasta que fueron mayores de edad, sino por las consecuencias de esa situación: la necesidad de trabajar, de devolver los favores recibidos y de mantener siempre un perfil bajo.
La lealtad
Todo eso se ve en los Williams, que siguen con el mismo agente que les ayudó en su primer contrato y mantienen su rechazo a las grandes agencias de representación. Se ve también en la timidez de Nico a pesar de la estrella que lleva en su sombra: «Lo que más me enorgullece es que no se le ha subido a la cabeza. Es mi alumno, mi hijito, y sabe que el patrón soy yo», explica Iñaki sobre su hermano pequeño.
La broma de ‘hijito’ no es por decir. Ha sido así. «Su padre estaba fuera por trabajo, yo me tenía que ir a las cuatro de la mañana a trabajar e Iñaki se tenía que encargar de preparar a Nico para el colegio», resume María en el documental de ‘Netflix’ sobre la vida de los dos futbolistas. «A Iñaki le ha tocado hacer de padre conmigo», aseguró Nico. El mayor ha sido su “referencia” en todo, incluso en la lucha contra el racismo. Iñaki lo sufrió en Cornellá hace cuatro años y Nico en el Metropolitano hace unos meses.
Pero en el fondo, son hermanos, pelean, discuten y se enfadan, sea donde sea. En marzo se hizo viral una riña entre ambos tras ganar al Alavés en la que parecían estar en su habitación o en el patio del colegio. «Tuvo que intervenir nuestra madre y el pequeño pidió perdón», explicó Iñaki. Para sus cercanos, Iñaki es «muy cabezón» y Nico más «sensible», más «niño» todavía. «A veces me rayo porque lo único que quiero es que estén orgullosos de mí también», admite.
El abrazo en La Cartuja
Y todo vuelve al pueblo de Ghana desde el que salieron María y Félix. «Allí hay una cultura muy fuerte de que el hermano mayor tiene que cuidar mucho del pequeño. Muchos días le odiaba porque no podía salir con mis amigos porque me tenía que quedar con él, pero era lo que tenía que hacer», declara Iñaki en el documental. «Mi hermano me ha enseñado disciplina», dice Nico.
La vida les ha llevado del abrazo de Arabia en 2022 al abrazo en La Cartuja tras la final de Copa de 2024: «¡Te lo mereces! ¡Te lo mereces!», le gritó Nico a Iñaki en el césped. Fue el gran éxito futbolístico de la familia Williams, porque el vital había llegado mucho antes.