La manifestación contra la gestión de Peter Lim como máximo accionista del Valencia a las puertas de Mestalla antes y durante el partido contra el Real Madrid ha arrancado con miles de asistentes y cierta tensión con la Policía.
Convocados por la asociación Libertad VCF hasta el minuto 19 del encuentro, miles de seguidores se han concentrado desde una hora antes del choque en la Avenida de Suecia frente a la puerta de acceso al palco del Mestalla, una protesta que cuenta con un importante despliegue policial.
Cuando había ya centenares de aficionados en la Avenida de Suecia y tras grabar un par de aficionados a los policías con sus teléfonos móviles, un movimiento de una decena de agentes para alejar a los aficionados de la puerta ha provocado carreras y protestas y ha conseguido despejar la entrada al recinto.
Los cánticos contra Lim se mezclan con el uso de silbatos y la exhibición de carteles contra el máximo accionista pero igualmente con algunos contra los seguidores que están en Mestalla
El 7 de julio de 2021 Hubert Hurkacz venció a Roger Federer por 6-3, 7-6 (4) y 6-0 en los cuartos de final de Wimbledon. Fue el último partido oficial del suizo, ocho veces campeón del torneo y poseedor de 20 títulos del Grand Slam. Golpeado por recurrentes lesiones de rodilla, peleó en vano por regresar a las pistas, hasta que anunció su retirada el 16 de septiembre de 2022, a los 41 años. «He trabajado duro para volver a la mejor forma competitiva, pero también conozco las capacidades de mi cuerpo y mis límites, y es el mensaje que mi cuerpo me ha dado», escribió para anunciar su despedida, días antes de ser homenajeado en la Laver Cup.
El 19 de noviembre de 2024, el neerlandés Botic van de Zandschulp, 80º del mundo, derrotó a Rafael Nadal por 6-4 y 6-4 en el primer individual de los cuartos de las Finales de la Copa Davis entre España y Países Bajos, disputado en Málaga. Al consumarse horas después la derrota de la pareja formada por Carlos Alcaraz y Marcel Granollers frente a Wesley Koolhof y el propio Van de Zandschulp, aquel partido, aún tan próximo en la memoria, quedó como el último del zurdo manacorense, poseedor de 22 títulos del Grand Slam, quien ya había anticipado que tocaría puerto en la Copa Davis. Se retiró a los 38 años.
Nadie sabe cómo será el adiós de Novak Djokovic, el único superviviente de los tres hombres que han dominado el tenis durante más de tres lustros, aún en danza y dispuesto a intentar elevar el registro de 24 grandes, ahora con Andy Murray en su rincón. Nadie, ni siquiera competidores de semejante magnitud, puede terminar de escribir el guion de su despedida. El deporte, con su componente de azar, puede reservar desenlaces inesperados, tan amargos como los padecidos por dos de las mejores raquetas de siempre.
Ni Federer ni Nadal tuvieron un final acorde a su brillante desempeño profesional, a su significado incluso más allá de la línea de fondo. El 14 veces campeón de Roland Garros dejó caer el telón ya en la madrugada del pasado 20 de noviembre, pocas horas después de su derrota, con bastantes sillas vacías en el Martín Carpena al tratarse de la madrugada de un miércoles laborable. «Los finales de película son para Hollywood, aquí debemos centrarnos en competir y hacer cada uno lo mejor para el equipo», dejó dicho el ex número 1 del mundo el día anterior a la eliminatoria, reflexión convertida en un augurio.
El guion frustrado
El colofón estuvo lejos de sus anhelos y de los de los aficionados que agotaron las localidades poco después de conocerse que su retirada se produciría en Málaga. El cariño y el reconocimiento que recibió a través de los testimonios grabados de grandes deportistas, su discurso frente a los seguidores y las muestras de admiración y gratitud expresadas por los muchos que permanecieron en el recinto para asistir a su adiós, todo el protocolo que hubo de apresurar la Federación Internacional de Tenis, todo, se quedó pequeño.
Nadal, fuera de forma, sin competir desde su derrota en dobles junto a Carlos Alcaraz en los Juegos Olímpicos de París, el 31 de julio, había perdido ante el número 80 del mundo. España, hexacampeona de la Copa Davis, estaba fuera del torneo.
Lógicamente, la pretensión era otra. En las hipótesis más optimistas se vislumbraba una final el domingo con la poderosa Italia de Jannik Sinner, a la que podría asistir Toni Nadal, ausencia mayúscula. Pero no hacía falta ir tan lejos: incluso una semifinal frente a Alemania, el viernes, hubiera sido suficiente para contar con la presencia en el Martín Carpena de asistentes de lujo, entre los que se presumía Federer, quien escribió una cariñosa carta a través de las redes sociales a quien fue su némesis en las pistas horas antes de que se produjese el deslucido adiós.
Después de dos años en una frustrada batalla contra el dictamen del tiempo, Nadal eligió la Copa Davis, una competición donde sólo había perdido uno de sus 29 partidos individuales, para dar el irremediable paso al costado. La Caja Mágica ya le había dispensado su tributo en primavera. Roland Garros le aplaudió y le quiso como nunca después de caer en primera ronda ante Alexander Zverev, y renovó su postrero afecto en los Juegos.
Queda una trayectoria colosal: 92 títulos, 1.080 victorias frente a 228 derrotas, dos oros olímpicos y cinco Copas Davis, 209 semanas como número 1 del mundo, entre los cuantiosos méritos. La impronta de un deportista a quien siempre se le aplaudió su actitud ejemplar. Quedan más de 20 años de carrera en los que demostró ser un competidor como pocos, capaz de reinventarse y de enfrentar con coraje indesmayable la adversidad.
La despedida pudo ser otra. La hoja de servicios admite escaso parangón.
El empresario Víctor de Aldama, investigado en el denominado 'caso Koldo', ultima la venta del Zamora C.F., a la familia del ex presidente del Real Betis, Manuel Ruiz de Lopera.
Según ha podido saber EL MUNDO a través de fuentes próximas a la negociación, la operación está próxima a cerrarse en torno a los 1,9 millones de euros. Una cantidad que contrasta con los 8 millones que Aldama lleva invertidos en el club desde que lo adquirió hace seis años.
Aldama posee en estos momentos una amplia mayoría accionarial del club, que acaba de ascender a Primera RFEF, y comparte la propiedad con varios socios. Durante los últimos años Aldama ya intentó vender el club, llegando a pedir por su paquete accionarial una cantidad próxima a los tres millones de euros.
Según las mismas fuentes, el próximo dueño del Zamora C.F., si cristaliza la venta será Javier Páez, sobrino y heredero del ex mandatario verdiblanco.
La entidad deportiva arrastra en estos momentos problemas financieros. Entre otros, el impago de las nóminas a los futbolistas, que llevan un retraso de cuatro meses y que de no saldarse el próximo 30 de junio podría desembocar en un descenso administrativo de categoría.
No tiene edad para trabajar sin el consentimiento de sus padres, ni para conducir ni para votar. Lamine Yamal acaba de aprobar cuarto de la ESO y se ha convertido en estrella del fútbol con 16 años y 362 días antes de poder hacer todo lo demás, una precocidad superior a la de las grandes leyendas de la historia del fútbol mundial. Ni Maradona, ni Cruyff ni Di Stéfano, ni siquiera Pelé brillaron en un gran torneo tan pronto como el español.
Al brasileño es al que más se acerca. Con 15 años lo sacó el Santos de una fábrica de zapatos donde cobraba dos dólares la hora mientras jugaba en el Baquinho, un club de barrio de Bauru, en el interior de Sao Paulo. Lo hizo debutar un mes antes de cumplir los 16 en un amistoso ante el Corinthians, pero su primer partido oficial lo jugó el 26 de abril de 1957 con 16 años, 6 meses y tres días. Unos meses después, el 7 de julio, jugó su primer partido con Brasil: la Copa Roca y ante Argentina en Maracaná. Perdieron 2-1, pero suyo fue el gol. Su explosión llegó un año después en Suecia. El 15 de junio, ante la URSS, con 17 años, siete meses y 20 días marcó su primer gol para conducir a Brasil a la Copa de Mundo y empezar a fraguar su camino de leyenda.
A Cruyff, del que seguro Lamine Yamal ha escuchado mil y una historias en La Masía, también le costó algo más acaparar las miradas. A los 12 años, y tras el repentino fallecimiento de su padre, entró en el Ajax, donde debutó en la élite con 17 años, seis meses y 21 días. Sin embargo, para vestir la 'orange' tuvo que esperar hasta los 19 años, en septiembre de 1966 con un 2-2 ante Hungría con un gol suyo. Ese año también ganó la Liga. Su liderazgo con Holanda se fraguó en los 70, tras recibir el Balón de Oro con 24 años.
El fútbol de Cruyff le queda lejos hasta al padre de Lamine, que apenas tiene 36 años, pero seguro que recuerda a Diego Armando Maradona y su talento puro. El argentino también fue precoz. Con 15 años, once meses y 20 días debutó con la camiseta de Argentinos Juniors, cuando ya habría brillado en su equipo infantil, que apodaban Cebollitas. Menotti le llamó para debutar con Argentina con 16 años y 119 días, pero no contó con él para el Mundial del 78, uno de los momentos más amargos de la carrera de Maradona, que se convertiría en icono del fútbol mundial a mediados de los 80, pasados los 20 años.
Con 16 años, Alfredo di Stefáno estaba ayudando a su padre con en el campo y con la ganadería. Había abandonado los estudios para contribuir a la economía familiar pero no la pelota. Aprovechaba cualquier momento para jugar allá donde fuera y su talento llegó a oídos de River Plate. A los 17 años le fichó River Plate, que no le hizo debutar hasta dos años después, luego lo cedió a Huracán para recuperarlo en 1947 y proclamarse campeón de Liga, máximo goleador con 27 goles y campeón con Argentina del Sudamericano, en el que marcó cinco goles en seis encuentros. Esa misma temporada, el 4 de diciembre de 1947, jugó por primera vez con Argentina. Tenía 21 años y 147 días. Fue en Ecuador con una goleada 7-0 a Bolivia en la que marcó.
Lamine Yamal.MIGUEL MEDINAAFP
De Zinedine Zidane hay poco que explicarle a Yamal, aunque recuerde más su faceta de entrenador del Real Madrid que de jugador. También llegó rápido al profesionalismo, pero le costó más entrar en la selección francesa. El 18 de mayo de 1989, con 16 años y 329 días, firmó su contrato con el Cannes para debutar en la Ligue 1, pero no fue hasta cinco años después, en agosto de 1994, tras el Mundial de Estados Unidos al que no fueron los bleus y tras cumplir los 22, cuando la absoluta le llamó para un amistoso contra la República Checa en Burdeos, ciudad y club para el que jugaba. El marcó los dos goles que hicieron empatar a Francia.
El 'padrino' Leo Messi
A Lamine nadie le tiene que explicar qué hacía Leo Messi a los 16 años, porque en La Masía convive con quienes le conocieron. De hecho, el argentino le 'apadrinó' sin saberlo en un calendario solidario en el que el joven jugador de 20 años del Barça sostiene a un bebé de Mataró que se había inscrito para participar en esa acción solidaria en la que se volcó el club. Con la edad de Yamal, el argentino ya asombraba, pero fue Rijkaard quien lo llevó al primer equipo el 16 de noviembre de 2003, con 16 años y 145 días, en un amistoso ante el Oporto de Mourinho. Su debut en Liga fue el derbi ante el Espanyol en Montjuic un año después. No tardó en vestirse la albiceleste. Fue en Budapest en el verano de 2005, con 18 años y 55 días. A Lamine aún le faltaban dos años para nacer.
A Cristiano y a Mbappé también se les puso el foco muy rápido. Con 16 años, el portugués daba su primera entrevista después cuatro años en la cantera del Sporting de Portugal. Su familia había cambiado Funchal, en Madeira, por la capital buscando la progresión, que llegó con el debut en Primera con el 29 de septiembre de 2002, con 17 años y 233. La Eurocopa de Portugal en 2004 le abrió las puertas de la selección un año antes e hizo su debut recién cumplida la mayoría de edad.
Kylian Mbappé no es de la misma generación, pero Yamal se va a cruzar con él muchas veces. En la primera, ya le derrotó. El francés tiene el récord de precocidad en la Ligue 1 al debutar con el Mónaco en 2015 con 16 años y 347 días, de manera que superaba a Thierry Henry. Su primer gol lo marcó con 17 años y 62 días, pero la internacionalidad absoluta no le llegó hasta 2017 con 19 años, lo que convierte en más extraordinaria la precocidad del joven español.