Hugo González confirma sus malas sensaciones en París con otro sexto puesto en 200 espalda

Hugo González confirma sus malas sensaciones en París con otro sexto puesto en 200 espalda

Otro sexto puesto para Hugo González, otra frustración para alguien que no ha encontrado en París al mejor nadador que lleva dentro, y que deja alguna incógnita acerca de su futuro. En la final de 200 espalda invirtió su habitual estrategia en la prueba, con una buena salida y progresión que le llevó a llegar tercero al primer 50 y segundo al 100, pero sin capacidad para sostenerla en adelante. El tiempo fue mejor de los que había hecho en series y semifinales (1.55.97), aunque insuficiente para el podio. Ni siquiera el crono que hizo en Doha, el Mundial en el que logró el oro (1.55.30) le habría llevado al podio. Habría necesitado su récord de España (1.54.51), logrado este año. El lugar para conseguirlo era otro.

“Hice una buena salida y carrera, en general, pero no logramos el tiempo que queríamos hacer. No estoy satisfecho”, admitió Hugo. “No he terminado de encontrar mi ritmo, mi estilo. No es lo que llevamos haciendo todo el año. Estoy decepcionado por la marca, no es lo que tenemos”, insistió el nadador, que confirmó su participación en el relevo de 4×100 estilos.

Hubert Kos, de Hungría, se hizo con el oro por debajo del récord de Hugo (1.54.26). Hablamos, pues, de una prueba rápida, pese a no estar Ryan Murphy, uno de los compañeros de entrenamiento del español en California. Roman Mityukov, el hombre al que superó en Doha en el último 50 para ser campeón mundial de la prueba, fue segundo (1.54.85). Una secuencia que confirma sus palabras.

Incómodo en la Villa

A la espera del relevo, donde ya no opta al podio, el mallorquín no se ha sentido cómodo. Ni por la piscina ni por la Villa Olímpica ni por el horario. Habló de la poca profundidad del vaso de La Défense, en comparación con otras piscinas donde habitualmente se disputan grandes competiciones. Se mudó a un hotel porque los traslados a la Villa y las esperas después de competir eran excesivos. Dijo que algunas pruebas, especialmente finales, se disputaban demasiado tarde.

Aunque en algunas le asistiera la razón, la incomodidad y la negatividad suelen ir en paralelo a las malas sensaciones. Las suyas en la piscina no han sido nunca las mejores, pese a estar en dos finales, 100 y 200 espalda, resueltas con el mismo puesto. Sabía que, una vez en los Juegos, hay que estar en las mejores marcas personales, incluso mejorarlas, algo que no ha conseguido. Fue sexto en 100 espalda, como en Tokio, apenas cinco centésimas más rápido (52.73 por 52.78). Mejoró al entrar en la final de 200, algo que no consiguió en la capital nipona, pero fue insuficiente, pese a nadar más rápido que en semifinales. La final pedía acercarse, al menos, a su récord de España.

El futuro y la motivación

Con 25 años, la edad óptima para un nadador, Hugo tiene recorrido por delante, pero esta decepción deja incógnitas. Se trata de un deporte que adquiere gran visibilidad cuando llegan los Juegos. Los Mundiales, en los que ya ha subido al podio, incluso al primer peldaño, no poseen la misma repercusión: se nada todo el año para nadar en los Juegos. En Los Ángeles 2028 tendrá 29 años, en un entorno competitivo de una precocidad feroz. Léon Marchand, el héroe de estos Juegos, tiene 22. El nuevo ciclo exige, pues, reflexiones, que el mallorquín deberá realizar junto a sus técnicos, Dave Durden en California y José Ignacio González, ‘Taja’, en el Canoe de Madrid, su club. La motivación será determinante.

La natación española confiaba en Hugo para volver a tener presencia en el podio y de ese modo llenar el vacío dejado por Mireia Belmonte, con cuatro medallas olímpicas (dos platas en Londres 2012 y un oro y un bronce en Rio 2016). El mallorquín siempre ha dicho que no sentía una responsabilidad especial por ello, pero el peso de una figura como Mireia es inmenso. Su cosecha es la mitad de toda la natación española en su historia. Los otros cuatro metales fueron los bronces de Sergi López (Seúl’88), David López-Zubero (Moscú’80) y Nina Zhivanevskaya (Barcelona’92), más el oro de Martín López-Zubero en la misma final que nadó Hugo, también en 1992.

Podemos hablar, pues, de Mireia como del personaje más importante de la historia de la natación española en términos absolutos, y con una vinculación total con nuestro país, ya se entrenaba en España. Detrás de ella aparecía Hugo; detrás de Hugo, el panorama es desolador, sin ningún otro nadador clasificado para finales en París.

kpd