España no sólo ha tenido que superar obstáculos deportivos para alcanzar la final de la Eurocopa, sino que lo ha logrado inmersa en el huracán institucional que sacude a la RFEF de forma periódica desde hace 11 meses. Nada se ha tambaleado en Alemania, a pesar de que se trata de una calma tensa que precede a la enésima tormenta: la posibilidad de que el presidente Pedro Rocha sea inhabilitado por el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAD) la próxima semana y la Federación vuelva a cambiar de cara.
Las intrigas entre el ente federativo y el Gobierno no han traspasado las puertas del cuartel general en Donaueschingen, donde Rocha no se ha dejado ver. El jefe de la expedición ha sido su vicepresidente, Alejandro Morales Mansito. El extremeño, eso sí, ha acompañado al equipo en todos los partidos pese a las reticencias del Gobierno, que creó a través del Consejo Superior de Deportes (CSD) la Comisión de Supervisión, Normalización y Representación y colocó a Vicente del Bosque a la cabeza. «Será la cara del fútbol español», anunció la ministra Pilar Alegría. El ex seleccionador, campeón del Mundial 2010 y la Eurocopa 2012, debía ejercer como la máxima figura institucional en este torneo y en los Juegos de París, pero en Alemania ha sido así. De hecho, sólo ha acudido al partido frente a Albania, con la fase de grupos resuelta, y la semifinal ante Francia. El respeto que genera se debe a sus logros deportivos, no a su condición de «cara» del fútbol español. En eso, la UEFA es estricta y sólo reconoce a quienes son autoridad federativa.
Rocha ha ido ganando foco con el avance del torneo. Ha encabezado la delegación en cada partido, se ha sentado en la primera fila del autobús junto a Luis de la Fuente, ha bajado al césped a felicitar a los jugadores y hasta ha cantado en las celebraciones. Tampoco, y por primera vez, ha tenido reparos ante la prensa, de la que hasta hace muy poco huía.
A la espera de Sánchez
Todo con el respaldo de la UEFA, que no ha dudado en colocarle en el palco, junto a su presidente, Aleksander Ceferin, y la máxima autoridad nacional. En el caso del duelo ante Italia, Felipe VI. En el resto, la ministra Alegría, pero no el secretario de Estado y presidente del CSD, José Manuel Rodríguez Uribes que, aunque lo quiso, no pudo ocupar el lugar de honor, provocando un baile de sillones.
Es el protocolo de la organización, que sólo cede la presidencia a los jefes de Estado y de Gobierno. Sin embargo, Pedro Sánchez no quiso la foto con Rocha y prefirió compartir palco en los cuartos de final con el canciller alemán Olaf Scholz. A las semifinales ante Francia no acudió, pero se le espera el domingo, de nuevo junto al Rey. Esta vez puede que le resulte difícil sortear al presidente de la RFEF, que aún lo es a pesar de la amenaza de inhabilitación que pesa sobre él.
Las opciones de García Chaves
El próximo jueves, el TAD podría pronunciarse sobre la solicitud de inhabilitación a Rocha durante seis años por tres infracciones graves: cesar al secretario general Andreu Camps, rescindir la relación con el asesor Tomás González Cueto y firmar la personación de la RFEF en el caso Supercopa. Rocha, que también está imputado en el caso Brody, recusó a los miembros del TAD que deben tomar la decisión, pero su escrito fue rechazado. En unos días puede darse la situación de que el presidente tenga que dejar el cargo por decisiones que su entorno defiende como necesarias y hasta exigidas por el propio Gobierno.
En el caso de que esa inhabilitación se produjera, y como las elecciones se deben convocar en menos de seis meses -podría ser el 10 de septiembre- las riendas de la RFEF quedarían en manos de la vicepresidenta María Ángeles García Chaves. De esta forma, y durante unos meses, una mujer se convertiría, por primera vez, en presidenta del fútbol español.