El comunicador español con más seguidores en redes sociales es un ingeniero extremeño que con ocho años se puso a tomar notas sobre partidos de fútbol en un cuaderno. Ni Jordi Évole o Ana Pastor, ni Ana Rosa Quintana o Risto Mejide, ni Pablo Motos o David Broncano. Alexis Martín-Tamayo (Badajoz, 1973) reúne 4,2 millones de fieles entre Twitter (ni un paso atrás con esto) e Instagram bajo el pseudónimo que le ha hecho popular: MisterChip. Sí, el d
Hazte Premium desde 1€ el primer mes
Aprovecha esta oferta por tiempo limitado y accede a todo el contenido web
A Nico Williams (Pamplona, 2002) le encanta empezar las frases por 'obviamente', pero hay pocas obviedades en lo que dice entre carcajada y carcajada. La Eurocopa le ha catapultado a un nivel de popularidad difícilmente alcanzable para quienes juegan fuera de Madrid y Barcelona y su continuidad en el Athletic ha sido uno de los culebrones del verano, sin embargo aparece con una gorra, una sonrisa y una naturalidad que escasean en las alturas del fútbol en que él se mueve ahora. Bueno, las gorras no escasean.
Nico y su 'hijo' Lamine Yamal se han convertido en el rostro alegre de un mundillo que se toma a sí mismo demasiado en serio, pero también en referentes del único tema con el que el extremo se pone grave: la lucha contra el racismo.
Veo tu cara en carteles y marquesinas anunciando hamburguesas por todos lados. ¿Alucinas?
Bufff... Obviamente, es difícil asumir todo esto, ¿no? Es decir, hasta ahora era sólo un chaval medio anónimo, no he acaparado muchas portadas. crecer como famoso me hace súper feliz, para mí es un sueño cumplido y quiero seguir creciendo en ese sentido, pero por otra parte... Joder, impresiona ver tu cara por todas partes. Al menos salgo guapo en lo de Goiko, ¿no? (risas).
Impecable. En tu día a día, ¿notas mucho cambio desde verano?
Sí, un montón. Antes de la Eurocopa sí que me conocía gente en España, pero ahora es algo mundial. Cuando fuimos en Europa League a Italia para jugar con la Roma, yo pensaba que la gente no me iba a conocer allí y, de repente, llego y había bastante gente esperándome y diciendo mi nombre o pidiéndome fotos. Eso me impresionó. Todo es un poco diferente a la vida que llevaba antes, pero lo acepto con mucho gusto. Ojalá todos los problemas de la vida sean esos.
¿Puedes salir aún a la calle a dar una vuelta con amigos o se ha convertido en una odisea?
Aquí en Bilbao la gente suele respetar bastante. En esta ciudad, el hecho de jugar en el Athletic es un privilegio y todo el mundo te trata de maravilla, todo son elogios y no te agobian, pero en otros sitios la cosa se complica. Por ejemplo, siempre me ha gustado ir a Madrid con mis amigos o con mi familia y podía salir de compras como uno más, pasaba un poco desapercibido, pero las últimas veces ya he pasado de ir a la Gran Vía porque todo el mundo quiere fotos, se monta mucho lío y no puedes ni andar. La última vez entré a comprar una gorra en el Bershka con mis amigos y, de repente, me rodeó un montón de gente. Yo no entendía por qué. Ahora entiendo que ha cambiado mi nivel de fama y hay cosas que ya es mejor no hacer, pero en cualquier caso es muy bonito y estoy disfrutando la experiencia. ¿Cómo no te va a gustar que la gente te quiera tanto?
¿Te está teniendo que dar muchas collejas tu hermano Iñaki para que no se te vaya la cabeza?
Bueno, alguna, pero igual que me las daba antes (risas). De verdad creo que soy la misma persona que he sido siempre. No cambió nada mi personalidad ni mi forma de ser, hago las cosas que hacía antes y creo que estoy llevando todo este boom con mucha naturalidad. No me ha tenido que regañar mucho Iñaki.
Al final, eso sí, te has comprado el Porsche que tu madre y tu hermano no te dejaban antes.
Sí, pero me lo he tenido que currar. Gané una apuesta que teníamos mi hermano y yo con permiso de mi madre. Si ganaba la Eurocopa, me daban permiso para comprarme el coche y mira... Al final me lo he comprado con 22 años, he estado bastante con uno más normal. Es un premio que quería hace mucho tiempo porque me encantan los coches, pero me han hecho trabajármelo, como debe ser.
Ahora que han pasado tres meses y se ha enfriado todo, ¿cuál es el principal recuerdo te queda de la Euro?
El compañerismo y los amigos para toda la vida que me llevé de allí. Más de los que yo esperaba al principio, la verdad. Pasas 44 días con las mismas personas, con experiencias y formas de ver la vida parecidas y al final congenias.
La mayor de esas amistades fue con Lamine Yamal, os convertisteis en una especie de dúo cómico inseparable, los Faemino y Cansado centennials.
Buah, nos reímos mucho. Creo que se nota que tenemos las mismas personalidades o muy parecidas y nos gustan las mismas cosas. Es un chaval con el que me llevo de puta madre y al que siempre intento aconsejar lo máximo posible como ha hecho mi hermano Iñaki conmigo. Él está en un gran escaparate y es una estrella mundial con 17 años. Es una locura. Todo lo que le salga bien a Lamine me hace feliz. Es un gran jugador que aún está madurando y creo que no tiene techo si sigue haciendo las cosas como hasta ahora. Es un chaval que, encima, no ha cambiado nada con el éxito. Sigue siendo la misma persona y me alegro muchísimo de tenerle como amigo.
Y, por lo que comentas, de aconsejarle, actuando un poco de hermano mayor. ¿Notas que has madurado?
Obviamente. Más me vale... (risas). Al final, yo era un cabra loca, un chaval que alguna vez sí que la liaba en casa, pero por suerte he tenido a mi hermano para estar allí y frenarme para que no la liase demasiado. Cojo todos los consejos que me da e intento aplicarlos en mi día a día. A él le ha ido muy bien y yo quiero que me vaya igual de bien, así que escucho, aprendo y creo que se me nota.
Esa pareja Nico-Lamine se ha utilizado desde la Euro como imagen de la España actual, un país multirracial y multicultural. ¿Cómo llevas ese peso? ¿Te sientes un símbolo de ello?
Sí. Es evidente, ¿no? Y me gusta serlo. Es importante concienciar a todo el mundo de que mucha gente viene a España a buscarse el pan, a intentar lograr un futuro que no tiene en sus países y a dar una vida mejor a sus hijos. Mi familia hizo ese viaje y lo hemos contado hace poco en una película que creo que explica perfectamente cómo son casi todos los que vienen aquí. Creo que España está avanzando en el buen camino y hay que seguir así. Siempre hay gente que intenta vender otra imagen de los inmigrantes, pero son minoría. Estoy muy contento de ver que se avanza en esa batalla contra el racismo.
Es el único tema con el que te pones realmente serio.
Claro, porque sé que, al ser personaje público, tengo mucha gente que me admira, me sigue y me escucha e intento dar voz a este problema porque es muy importante. Si no lo hacemos nosotros, ¿quién lo va a hacer? Yo miro también por la gente que viene aquí desde África o desde dónde sea y está viviendo la misma situación que he tenido yo en casa. Es gente que merece ayuda y apoyo, no odio. Voy a intentar hacer lo máximo que esté en mi mano para que esas personas puedan tener una mejor vida.
Naciste en Pamplona cuando la situación familiar empezaba a mejorar, pero entiendo que te educaron siendo muy consciente de todo lo que habían pasado tus padres.
Sí, siempre. Para mí, la familia lo es todo. Son todo lo que quiero en esta vida y más. Sin ellos, no podría avanzar en este largo camino. Las situaciones que hemos tenido en casa te hacen unirte todavía más e intentar luchar contra todo para salir adelante. Cuando Iñaki y yo empezamos a jugar al fútbol, nuestro objetivo principal era poder ayudar a mi familia a tener una vida mejor. El primer deseo era sacar a mi madre y a mi padre del trabajo, poder mantenerles y devolverles todo el esfuerzo bestial que habían hecho por darnos una vida buena. Que tus padres estén orgullosos de ti es lo que todo futbolista sueña y nosotros lo hemos conseguido.
¿Te da miedo que la burbuja del fútbol y los sueldos millonarios te hagan olvidar ese origen?
No. Nosotros no funcionamos en base a eso. Mis padres me han inculcado unos valores que van mucho más allá del dinero y de los lujos. La verdad es que tener unos padres y un hermano así me ha hecho afrontar esto del dinero y la fama de una manera muy diferente, entiendo que nada de eso es lo realmente importante y que no soy mejor que nadie por tenerlo. Es verdad que en el fútbol hay de todo, siempre hay gente que puede perder la cabeza, pero en mi caso siempre he sido humilde y por mucho que tenga voy a ser la misma persona y voy a intentar ayudar a todo el mundo. Mi hermano y yo, como personas de raza negra, tenemos una labor importante en esta vida que es la lucha contra el racismo. Es mi objetivo número uno. Como personaje público, para lograr aportar en esa lucha, no puedo despistarme ni convertirme en un flipado y no tener los pies en el suelo.
¿Tiene razón Vinicius en que España es un país racista? ¿Lo es el fútbol?
Obviamente, yo no estoy en la piel de Vinicius y no sé lo que lo que sentirá él. Yo puedo hablar por mí y es cierto que en el fútbol se insulta demasiado. No me gusta que insulten a los demás, ya sea a Vinicius o a Luka Modric. Al campo tienes que ir a disfrutar y a apoyar a tu equipo sin necesidad de insultar a nadie. Últimamente se han visto demasiados altercados en pocos días. Lo del derbi madrileño, lo de las bengalas en Roma... No lo entiendo. No sé, creo que tenemos que reflexionar porque no concibo esos comportamientos y hacen peor el fútbol. Demasiadas veces falta respeto al prójimo.
Hablemos un poco de fútbol. Otra de las consecuencias de vuestra irrupción en la Eurocopa fue la jubilación del tiki taca. Habéis llevado a la selección española a la modernidad futbolística.
Pues un poco y yo estoy superfeliz de que cambiase el estilo de juego porque este me favorece mucho más. Soy un jugador al que le gusta recibir en banda, encarar a mi rival, romper al espacio y el juego más vertical. La verdad es que me vino como anillo al dedo y estoy muy feliz de poder ayudar lo máximo posible a la selección.
¿Te diviertes jugando tanto como antes o ya pesa la presión?
Hay altibajos, la vida del futbolista son picos. Un día estoy superfeliz y me lo paso grande y otro, estoy más triste o más preocupado o agobiado. Es inevitable y cuanto más te miran más lo notas, pero mi pasión es el fútbol y disfruto como un niño cada vez que juego a la pelota. Me gustaría hacerlo muchos más años.
Hombre, te queda recorrido...
Sí, sí, aún no tienes que preguntarme eso que preguntan tanto de qué voy a hacer cuando me retire. Ni se me pasa por la cabeza (risas).
Te sucedió en el Barcelona-Athletic algo que jamás había visto. Tras todo un verano especulando con tu fichaje desde el propio Barça, sin que tú dijeras nada, te llevaste una pitada constante por seguir en tu equipo.
Me sorprendió, no te voy a mentir. Pero bueno, no le di mayor importancia porque cuando vas a un campo rival es habitual que te piten, lo que pasa es que esta vez fue personal. No pasa nada, creo que eso también es divertido siempre que no sean insultos. Que te silben es la esencia del fútbol y lo llevo bastante bien.
¿Y cómo llevas todo el culebrón en torno a tu continuidad en Bilbao?
Al final, tienes que vivir con esto. El fútbol funciona así, con muchos intereses de los clubes, de los medios, de los jugadores... y siempre hay ruido. No es ni malo ni bueno, es lo que hay y no me afecta en mi rendimiento. Sigo haciendo el mismo trabajo que he hecho hasta ahora. En lo personal, también han sido momentos duros en los que te paras a pensar en muchos escenarios y es difícil, pero tengo una familia y unos amigos increíbles que me apoyan. Quiero pensar que esto no va a pasarme cada verano.
Pues tiene pinta. La afición del Athletic está intranquila con que dijeras que habías decidido quedarte "un año más".
Yo no estoy pensando en eso ahora. El aficionado está muy contento de que me quede aquí y yo estoy muy contento de poder estar aquí. Bilbao es mi casa, quiero seguir disfrutando de ella y la verdad es que estoy muy feliz. Siempre he tenido las cosas muy claras y creo que la gente lo ve. Creo que lo estoy haciendo realmente bien e intentando llevar al Athletic a lo máximo en España y en Europa, con esa final en San Mamés que nos ilusiona tanto. Eso es lo único que importa ahora.
Pensaba pagar un clausulazo por ti en la Fantasy esta noche. ¿Te compro o no?
No sé yo, casi mejor no, porque esto del Fantasy empieza a ser peligroso. La gente se lo toma muy en serio y lo mismo luego me insultas si pagas mucho y no marco gol.
¿Estáis recibiendo muchos insultos por esto?
Es increíble, una locura. Lo dijo el otro día Luis García Plaza, el entrenador del Alavés, y firmo debajo. A la gente se le está yendo la olla con el Fantasy. Cuando estaba un poco más flojo por la lesión, me decían de todo. Te diría que el 99% de los jugadores de la Liga recibimos insultos de fanáticos de la Fantasy.
Muchos futbolistas también juegan. ¿Tú no?
Sí, en el vestuario tenemos una liga, pero es de la Premier, así que nos ahorramos problemas (risas).
Tras este 2024 que te ha cambiado la vida, ¿qué objetivos te pones para 2025?
Seguir creciendo en la misma línea que durante este año. Mi prioridad es incrementar la cantidad de goles y asistencias porque creo que es algo que puedo hacer y me lo exijo día a día. Tanto el míster [Ernesto Valverde] como la gente que tengo alrededor me aprietan porque saben el potencial que tengo si afino eso. Y en cuanto a lo personal, seguir siendo la misma persona que soy hoy, estar con los míos y no fallar a toda la gente que me sigue y me observa.
Supongo que eres consciente de que Lamine, Cucurella y tú os habéis convertido en los preferidos de los niños de toda España.
Obviamente, para mí es una ilusión increíble. No sé, creo que soy un chaval alegre, divertido y natural y eso los niños lo notan y se sienten más parecidos a mí. Al final, yo he sido ellos, un niño de esos al que le gustaba llevar las camisetas de sus ídolos y, para mí, poder hacer más feliz la infancia de alguien es lo máximo a lo que puedo aspirar. Inspirar a un chaval a que algún día sea mejor que yo es lo más bonito que se me ocurre.
Debuta como estrella publicitaria con Goiko
Tras la Eurocopa, la imagen de Nico se ha disparado y las marcas no han tardado en darse cuenta. Acaba de estrenar su primera campaña publicitaria como protagonista y lo hace con Goiko, la cadena de hamburgueserías gourmet más grande de España. El eslogan cuadra a la perfección con la forma de ser del pequeño de los Williams: 'Más burgers, menos dramas'. «Verme ahí como imagen de una marca como Goiko es un orgullo y me encanta la frase del anuncio: 'No te comas la cabeza, mejor cómete una Kevin Bacon'. Totalmente a favor», se ríe el nuevo icono publicitario.
Santi Giménez (Barcelona, 1968) es un montón de cosas. Subdirector de ‘As’, comentarista de ‘Carrusel Deportivo’ y ‘El Larguero’, colaborador cultural en RAC1, muy alto, llamativamente pelirrojo (tirando a cano ya, todo hay que decirlo), culé, escritor, abuelo aunque no lo parezca, bebedor sibarita y actor fetiche de David Trueba, entre otra serie de cuestiones.
Acaba de publicar un libro de relatos, ‘Nos crecen los enanos’, alrededor de las calamidades históricas del Barça, que, pese a que la semana ha sido dura, no son tantas. "Cualquier equipo podría tener su libro de desgracias. Las del Barça a mí me tocan más de cerca, pero los del Atleti o el Espanyol tendrían varios volúmenes. Hasta el Real Madrid, aunque no lo quieran reconocer, con las Ligas de Tenerife o el Centenariazo. Lo bonito es que, por muchas putadas que te haga tu equipo, tú no te bajas. Si no, seríamos todos del Madrid. Un coñazo", explica.
Perder no es para tanto.
En realidad, lo cojonudo es lo que decía [el regatista] Dennis Conner: "Sólo hay una cosa mejor que ganar que es perder y volver a ganar". Porque cuando te la has pegado antes, la victoria es distinta. Sin las derrotas en las finales de Copa de Europa de Berna o de Sevilla, las Champions que ha ganado luego el Barça no tendrían el mismo sabor. Si ganas las seis primeras Copas de Europa y luego no pierdes una final ni a tiros, no tiene ni puta gracia.
¿Aún disfrutas escribiendo?
En esto, como en el deporte, también te imaginas que vas a ganar siempre y luego es mentira. Crees que vas a escribir con tiempo y al final no te da la vida y no cumples los plazos. Esto tan famoso de Virginia Woolf de que para escribir en condiciones hay que tener una habitación propia lo podían decir ellos porque eran totalmente millonarios. Yo tengo un trabajo, unos plazos, una vida… Así que en general aún me gusta escribir, pero siempre existe el momento en el que te arrepientes de haberte metido en este lío.
Para saber más
Siendo un hombre de múltiples inquietudes, ¿es aplicable ese arrepentimiento también al periodismo?
No me arrepiento nada porque creo que tampoco sabría hacer otra cosa. Es lo que siempre he querido hacer y me da igual el periodismo deportivo, que me gusta mucho, u otro tipo de periodismo porque es cierto que me interesan muchas cosas. También hago cosas de periodismo cultural o histórico [consejo del entrevistador: busquen sus dos libros de los Execrables, sobre la cara oculta de los grandes personajes de la Historia], por ejemplo. El periodismo te permite tocar muchos palos y conocer a gente interesante y a mucho miserable también, no nos vamos a engañar.
Existe un prejuicio crónico hacia el periodista deportivo, como si por hablar de fútbol fueras automáticamente un gañán.
Es verdad y no se sostiene. En el periodismo deportivo se ha escrito muy bien y solamente tienes que mirar la cantera que ha sido. En Barcelona, Carles Francino, Andreu Buenafuente, Jordi Basté o Joaquim Maria Puyal empezaron en el periodismo deportivo y seguro que en Madrid hay otros mil ejemplos. El periodismo deportivo te da una agilidad, una rapidez y una manera de actuar que no la tienen otras secciones. Los de política, evidentemente, van muy agobiados durante la campaña electoral, pero es que para nosotros la campaña electoral empieza en agosto y acaba en junio. Además a través del deporte puedes escribir de casi cualquier cosa de la vida. Es verdad que estamos bastante estigmatizados y esa fama de zotes viene porque se toma la parte por el todo. Si ves a ciertos personajes y programas como ‘El Chiringuito’, vas a pensar que todo el mundo es así y que los periodistas deportivos somos gente que nos dedicamos a gritarnos con la camiseta puesta. Y los hay, pero son sólo una parte.
¿Hay diferencia en esto entre Madrid y Barcelona?
No lo creo. De hecho, el periodismo bufandero sin careta lo inventa el ‘Sport’, que es el primer diario que se declara abiertamente del Barça. Un poco forzado por eso, le siguió ‘Mundo Deportivo’, que originalmente quería ser ‘L’Equipe’ y cuando el Espanyol jugaba en casa abría con el Espanyol. ‘As’ y ‘Marca’ se sumaron también enseguida a la casa del Madrid, aunque Marca mantuvo aún un tiempo la zamarra de "el diario de todas las aficiones", que ya evidentemente ha pasado al olvido. Pero esa corriente se inventó en Barcelona y ya se apuntaron todos.
Empezaste tu carrera cerrando dos periódicos, ‘Las Noticias’ y ‘Diario de Barcelona’. Sólo podías mejorar.
A ver, igual fue una señal, pero me quedé porque era divertido. El primero fue un proyecto que duró tres meses y cerró porque, evidentemente, lo utilizaron para blanquear dinero y el siguiente acabó muriendo por cuestiones políticas, pero era el diario más antiguo del continente después de ‘The Times’. Ahí viví cómo se pasaba de la linotipia y los fotolitos a los periódicos de ahora, que son otra cosa que nada tiene que ver con aquel diario y aquella era del periodismo que murieron a la vez.
En esos primeros años de carrera vives dos cosas que se han mitificado mucho y no sé si fueron para tanto. La primera es ese periodismo crápula de redacciones con tabaco y alcohol.
Era para tanto. En el ‘Diario de Barcelona’, cada día a las siete de la tarde subía el del bar de abajo con un carrito como los de los aviones con ginebra, vodka, whisky… Lo que bebieras. Aparte de las botellas que cada redactor tenía en su cajón, claro. Iba sirviendo y a las siete y media, cada tarde, todas las mesas se llenaban de cubatas. Y ya tomaba nota a los que se quedaban a cenar para ver qué les subía a las diez. Yo me integré bien. Vi que era tradición y me pedí un gintonic.
Un esfuerzo.
Claro, joder, si a mí me encantaba la Fanta y hasta hacía deporte, pero hay que integrarse. El tema es que entonces el ambiente era diferente porque se pasaba muchísimo más tiempo en las redacciones. No había teléfonos móviles ni ordenadores portátiles y todo el mundo trabajaba llamando por el teléfono fijo de su mes o saliendo a la calle a buscar noticias, pero teniendo que volver para escribirlas en la redacción. No era esto de ahora que hago cuatro llamadas con el móvil, lo escribo desde donde sea y me puedo pasar una semana sin ver a los compañeros. Antes estábamos juntos todas las putas horas del día.
Y teníais acceso a los protagonistas, otra cosa que ha desaparecido.
Claro. Tenías acceso a los jugadores del Barça y del Espanyol porque cada día salían del entrenamiento y hablaban contigo. También es cierto que ahora hay cientos de periodistas cubriendo al Barça y antes éramos diez o doce. Nos conocían a todos por el nombre, se paraban a hablar, dejábamos los coches en el mismo parking… Hubo una época en que los futbolistas del Barça entrenaban en unos campos detrás del Miniestadi, pero se cambiaban en el Camp Nou. Era un trayecto de unos 300 metros y normalmente lo hacían andando, pero había ahí algunas facultades de las universidades y, si veían mucha gente, nos pedían que les llevásemos en nuestros coches. Este era el nivel de confianza.
Los viajes ayudaban mucho también.
Viajabas con ellos en el mismo avión, estabas en el mismo hotel, podíais salir juntos por la noche… Los clubes o la selección nos metían a los periodistas en ese pack y con lo que nos cobraban básicamente pagaban el hotel y el avión a los jugadores. Ahora que tienen mucho más dinero, ya no les interesa. La convivencia era total y yo creo que hay algo en que tanto los clubes como los futbolistas se equivocan. Dicen que nos han alejado porque si les conocemos demasiado, nos metemos en sus vidas. Y es falso. Cuando sí había trato nadie se metía en sus vidas privadas, aunque las conocíamos, porque les protegías mucho más. Salían ganando los jugadores porque un tío con el que tienes una relación personal, cuando te tenga que dar un palo te lo va a dar con más cariño que si no le conoces de nada.
La segunda cuestión mitificada de tus inicios son los Juegos de Barcelona 92 y la felicidad y modernidad que transmitieron.
Eso fue curioso porque la ciudad estaba bastante dividida en los años previos. A mi generación, que éramos aún muy jóvenes, nos pareció cojonudo que nos los dieran, pero para la gente más mayor aquello era un atraco a la ciudad, cuatro años de obras, nos iban a invadir los turistas y los independentistas decían que era una maniobra para españolizar, porque hubo alguna actuación cuestionable del juez Garzón al respecto. El orgullo surge a posteriori porque recuerdo mucha gente que decidió irse de Barcelona esos 15 días y a la semana volvió porque vieron que aquello era maravilloso. Yo lo viví desde dentro y me pareció fantástico. Por mucho fútbol que haya hecho y muchas Champions del Barça, los Juegos de Barcelona son mi recuerdo profesional más feliz.
Eras casi un crío.
Tenía 23 años. Otra cosa que pasaba en ese periodismo tan mitificado es que no había Comité de Empresa y el director decidió echar a toda la sección de deportes de un día para otro poco antes de los Juegos Olímpicos, fichar a cuatro chavales y me tocó ir a cubrir el atletismo. Me vi en el Estadio Olímpico haciendo el deporte rey y flipé.
Aquí hay un giro argumental loco porque de esa imagen idílica pasaste a trabajar en la política, en Prensa de CiU. ¿Qué pintabas allí?
Nada, pero cerró el periódico, mi madre se preocupó mucho por mi futuro laboral, ella estaba en Convergència y se enteró de que había una vacante para cubrir durante dos meses una campaña electoral absurda para las europeas. Pensé: "Bueno, son sólo dos meses y necesito dinero para irme de vacaciones". La gente era majísima y fue divertido verlo desde el otro lado, pero la campaña era de un hombre aburridísimo que se llamaba Carles Gasòliba y mi trabajo era básicamente escuchar tertulias y atender a los medios de comunicación que querían entrevistas. Lo que pasa es que la vida en Cataluña es lo que sucede entre elección y elección y llegaron casi seguidas a la Generalitat, al Ayuntamiento y unas generales, y me fui quedando.
Eso ya era más interesante.
Mucho. El Ayuntamiento fue Miquel Roca contra Pasqual Maragall; la Generalitat, en el 95, iba a ser la última de Jordi Pujol, que luego no, y las generales, que fue la última campaña que hice, ya en la caravana electoral, fue la que acabó con el Pacto del Majestic con Aznar, que lo viví. Ahí ya dije que me iba, que aquello no era lo mío y tampoco era, digamos, el partido que a mí me representa. Pero fue una experiencia cojonuda.
¿Qué tal con Pujol?
Hostia, es un personaje increíble. Llevaba acompañándole tres o cuatro meses a actos y un día había un foro internacional en Barcelona y, como hablaba inglés, me pusieron a guiar a un equipo de la BBC que estaba haciendo un reportaje especial sobre Pujol. Los llevo a hablar con él y el tío me vio así pelirrojo, alto y hablando raro, me confundió con el de la BBC y me empezó a chapurrear en inglés hasta que entendió que yo era de los suyos. Pero lo mejor era lo de las siestas.
Desarrolla, por favor.
Pujol necesitaba echarse la siesta en casi cualquier circunstancia, así que cuando tenía comidas fuera, le cerrábamos una sala y el tío se tiraba en el suelo, debajo de la mesa, a dormir un rato. Sólo le asomaban las piernas. Un día estaba dormido y entró un obrero que estaba arreglando un pladur del salón, vio los pies que salían por debajo de la mesa, miró quién era y pensó que había habido un atentado. Empezó a gritar: "¡Han matado a Pujol!". Y el otro se despertó sobresaltado sin entender nada. Fue una escena increíble.
David Ramírez / Araba Press
De CiU pasas al ‘Sport’, tu carrera se dispara y compartes redacción con tu compañero del alma, Lu Martín.
Así es. Es el mejor reportero que hay y su capacidad para sacar noticias y trabajar es increíble. Luego hay que arreglarle los textos, eso sí. Nos conocíamos de antes, de los viajes y tal, y siempre congeniamos. Cuando empezamos ya a viajar juntos a todo, la cosa cogió otra dimensión.
Y acabasteis en la cárcel.
Yo obligado, él voluntariamente en un acto de amor. Fue en un stage del Barça en Suiza y tuvimos un accidente de tráfico. Nada grave, pero como era un viernes por la tarde, había un herido leve, yo conducía y era extranjero, el protocolo marcaba que tenían que encerrarme hasta que apareciera el juez de guardia el sábado o el domingo. Me metieron en el calabozo y Lu dijo que no me dejaba solo y que también le detuvieran. Accedieron, pero entonces pidió una celda con dos enchufes y que nos dejaran meter los ordenadores porque teníamos que trabajar. Todavía están alucinando los policías suizos. Fue la única petición que hicimos, tampoco fuimos tan problemáticos.
Habría que preguntarles a ellos.
El caso es que al final nos echaron de la cárcel. Les dimos tanto la paliza que, para que dejáramos de molestar, nos mandaron al hotel bajo la promesa de que volviéramos cuando llegase el juez.
¿Cumplisteis?
Por supuesto, son gente muy educada los suizos.
En 2010 fichas por ‘As’, que para un culé es pasarse al enemigo.
Yo nunca lo había visto como el enemigo y en el ‘Sport’ era una mala época de cambios. Echaron a Miguel Rico, Lu se fue cinco minutos antes de que lo despidieran, Fernando Zueras se fue, Carazo ya no pintaba nada… Aquello había cambiado mucho y lo cierto es que yo tampoco pintaba ya nada y era el siguiente al que iban a echar. Entonces apareció el ‘As’, que buscaba un delegado en Cataluña porque Tomás Guasch se había ido con Paco González y Lama a la COPE. Alfredo Relaño pensó en mí y me pareció muy divertido. La verdad es que he escrito con más libertad del Barça en el ‘As’ que en el ‘Sport’. En un diario de Madrid puedes explicar cosas que pasan en el Barça que no te gustan, mientras que en uno de Barcelona que vive de las promociones y de los contactos del club, es más jodido. Total, a mí el Barça ya no me da nada porque soy del ‘As’, así que tengo la absoluta libertad para escribir lo que quiera.
Relaño también valoró siempre que le resistías las sobremesas, cuestión no siempre sencilla.
Sí, sí, sí. Vamos, creo que el día que Alfredo decide ficharme es uno que viene a Barcelona a verme, vamos a comer y acabamos a las siete de la tarde. Me dijo: "Me has aguantado la comida. Creo que eres el hombre adecuado" [risas].
No hemos hablado de tu faceta de actor, una carrera corta pero intensa.
Soy un actor de culto como John Cazale, que sólo hizo cinco pelis, pero todas buenas y casi todas con Coppola [risas]. Soy el John Cazale de David Trueba. Estuve en ‘¿Qué fue de Jorge Sanz?’, ahora en la de Eugenio [‘Saben aquell’] y ya estoy esperando lo siguiente, pero ya sabes que a los actores, a partir de cierta edad, ya no nos llegan tantos papeles.
Sobre todo a los galanes, claro.
Exactamente, me pasa un poco como a Jorge Sanz.
Jorge es tu amigo.
Así es, incluso me hizo alguna presentación bastante histórica de un libro de la que no voy a hablar porque no quiero volver a la cárcel.
Aquí volvemos a lo de los prejuicios del principio. En realidad, te mueves en un círculo intelectual de Barcelona.
Sí, esto empezó también es mucho por Lu, que se movía en ese ambiente. David Trueba, Pep Guardiola, Fermín Muguruza... Gente interesante que, además, también que te respetan y no ven al periodista deportivo como a un gañán ni te dicen: "Hostia, has leído libros y sabes de cosas a pesar de ser periodista deportivo". Tengo una amistad normal y natural, no es aquello de buscar el famoseo por el famoseo.
¿Guardiola se relaja en algún momento?
Quiero aclarar que no me considero amigo de Pep, esos son Trueba y Lu, yo soy un conocido, nos llevamos bien y hemos salido a cenar juntos todos. Guardiola se relaja dentro de su sistema. Es decir, habla de otras cosas y es divertido, pero llega un momento en que habla de fútbol y es que lo vive de verdad, es muy apasionado y es un privilegio que te explique fútbol.
Cuando hemos hablado de mitos de los 90, no hemos hablado del mayor para el barcelonismo: Johan Cruyff.
Merecido todo. En la distancia corta era magnético, el carisma en persona. Un tío divertido, fácil, afable e inteligentísimo. Tardé diez ruedas de prensa en atreverme a preguntarle algo, estaba cagado. Cruyff tenía una bronca abierta con Díaz Vega y al día siguiente a un partido había una reunión de los entrenadores con los árbitros, fue la primera vez que me atreví a preguntarle: "¿Y usted con qué cara va a ir allá?". Y el tío me miró y dijo: "Muy buena pregunta, pues no voy a ir" [risas]. Entonces ya me relajé y empecé a preguntar a Cruyff sin miedo. Al cabo de unas semanas, nos cruzamos por la calle, se paró y vino a buscarme para saludar. Ese día pensé: "Ya está, ya me puedo morir en paz".
¿Laporta es dios o diablo? Desde lejos, se ven las dos corrientes en el barcelonismo.
Lo que es Laporta es constante. Los que tiene a favor, los tiene siempre a favor y son inamovibles. Los contrarios son el ejército de Pancho Villa y nunca acaban de decidir quién da la cara contra él, porque Laporta es muy bueno en la confrontación, tiene siempre esa base de incondicionales y para ganarle vas a tener que bajar al barro. Y Laporta es un tío de batalla mientras que los otros son parte de una alta sociedad barcelonesa a la que no le gusta mancharse las manos ni tienen la jeta que tiene Laporta para jugarse el patrimonio. Laporta es un integrista del Barça.
Luego te sale un Lamine Yamal y te lo soluciona todo.
Claro, porque, después de que te salga un Messi, que te salga un Lamine es para contarlo en los libros de Historia. Increíble. También hay que tener en cuenta el factor azar y que para que estos chavales salgan ha hecho falta hacer muchos fichajes terribles antes. Por ejemplo, Fermín estaba cedido en el Linares. A todos estos jugadores les das confianza por la necesidad absoluta. Si se llega a quedar Dembélé, Lamine estaría jugando en el Girona.
¿Cómo ves el estado general del periodismo?
Está cambiando y no sabe cómo. Hay un problema de empaquetamiento, de cómo vender y monetizar el producto. Los periódicos de papel ya no se venden y en la web la gente no quiere pagar. Por lo tanto, la ecuación es complicada y eso está llevando a una cosa espantosa que es el clickbait y el síndrome del redactor asesinado, esos que se mueren a medio titular y te dejan la idea a medias o unos puntos suspensivos. Siempre tengo la sensación de que alguien ha entrado en la redacción y les ha disparado. Eso va muy en contra del oficio. Creo que no se hace buen periodismo y hay que darle una vuelta a las webs, no puede ser que se dediquen a ser elementos para engañar al lector como un imbécil porque picará dos veces en una noticia de estas, pero verá que es una chorrada y a la tercera ya no entrará porque no es gilipollas. Y luego hay que ordenarlas mejor, no puede estar todo al mismo nivel y una noticia sobre la Dana al lado de otra sobre las tetas de una concursante de la Isla de las Tentaciones. No lo acabo de entender, pero también es cierto que ya soy un señor viejo.
Bueno, te ha cundido. Has cubierto Barcelona 92, has tratado a Cruyff y has bebido con George Best.
Cierto, lo de Best es quizás lo que más ilusión me ha hecho por inopinado. Yo simplemente estaba en la barra de un bar y se me sentó al lado. Me vino a buscar él a mí. Era la final de Champions United-Bayern del Camp Nou, en el 99, la de la remontada en el descuento. La BBC me contrató para hacer una crónica social en el descanso y salí del estadio porque tenían el plató fuera. Como iban palmando, me fumaron y ya no pude volver a entrar, así que me fui a ver el segundo tiempo al Hotel Princesa Sofía, que era lo más cercano. Joan Gaspart, que era el dueño, había quitado todas las teles temiendo que los ingleses se las rompieran, así que pedí una cerveza y me senté a escuchar a Lama y Paco narrar la final rodeado de ingleses sin entrada y que no sabían cómo iba el partido.
Tenías el poder.
Absoluto. Empecé a explicarles lo que iba pasando y ellos me empezaron a pagar cervezas, más de las que incluso yo puedo beber. Cuando les dije que habían ganado me vi con seis o siete botellas delante, se abrieron las puertas del ascensor, apareció George Best y se sentó a mi lado.
¿Qué te dijo?
Me contó que se había ido antes del campo porque le estaba espantando el United, le felicité por el triunfo y el tío me dijo: "Nosotros éramos mejores". Estuve tomando una copa con él y, en cuanto pude, me fui discretamente.