EuroBasket
91-96 en Berlín
Lorenzo Brown (29 puntos, seis asistencias) y Willy Hernangómez (16 puntos) lideran otra remontada de la selección de Scariolo, que jugará ante Francia por el oro (91-96).
El cuento de hadas no tiene fin, pues cada página es más asombrosa, más inverosímil, más sorprendente. La selección de los nuevos tiempos, a la que apenas se le exigía no fracasar, luchará el domingo en Berlín por reconquistar el trono de Europa. Pase lo que pase ya contra Francia, nadie podrá olvidar a estos héroes que silenciaron el Mercedes Benz Arena como antaño hizo Pau Gasol en Lille. La poderosísima Alemania sucumbió al encanto de Sergio Scariolo y su tropa de increíbles soldados. Una gesta para todos los tiempos liderada por Lorenzo Brown. [Narración y estadísticas (83-90)]
Nada puede temer al que dieron por muerto, al que despreciaron incluso antes de empezar a jugar. El que desde la humildad desafía la ilusión de todo un país, otro anfitrión despedazado por la legendaria capacidad competitiva de España. El equipo del más difícil todavía, el que se reinventa en plena batalla, el que no tiembla en ninguno de los abismos. Llegó a verse desbordado por los talentos de Alemania, por el aluvión de unos tipos imparables por momentos, por el genio de Dennis Schröder, y no se dieron por vencido hasta hacerles comprobar su propia derrota.
Porque en un duelo mayúsculo, fuegos artificiales de baloncesto en Berlín, en un toma y daca brutal, España no cayó a la lona. Se levantó con sus magulladuras, sangrante tras los parciales que encajó sin remisión y, como un Rocky Balboa entre canastas, acabó matando -con una mezcla de temple y confianza en sí mismo- a un rival que en ninguna de las apuestas pudiera haber estado siquiera a su altura.
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La España de 2022, grandiosa por pura competitividad
Sueña España magnífica, ya al cuello otra medalla, porque batalló hasta donde le quedó un gramo de fuerzas. Y esta vez no estaba Pau Gasol como en Lille 2015. O como en ese precedente de unos días antes en el que Schröder dilapidó un tiro libre que hubiera sido condena, en el último partido de Dirk Nowitzki con la camiseta alemana. El mismo Dirk que ahora observa atónito desde su palco del Berlin Arena, testigo de los últimos éxitos germanos (bronce Mundial en 2002, plata continental en 2005, cuando apeó a España también en semifinales), el reverdecer de un colectivo joven, llamado a protagonizar el porvenir. Aunque no todavía.
Ya fue un amanecer sin complejos, con esa mezcla de competitividad y disfrute que se pedía en la previa. Sofocar el primer chaparrón resultó todo un mérito, pues ardían las tribunas y Schröder no dejaba de castigar el menor despiste. El plan de Scariolo pasaba por el descaro en ataque, por responder a la osadía ofensiva rival con la misma moneda. Y la confianza de sus chicos, llegados a este punto, está desatada. Lanzaban y anotaban alguno de los menos habituales, Xabi López-Aróstegui, Jaime Pradilla, después Darío Brizuela. Y con el escalón defensivo que elevó esa segunda unidad que es torrente de energía y concentración, España se frotó los ojos.
Soñó porque había contestación a cada alarde rival, porque llegaron los triples, dos de Rudy Fernández en su séptima semifinal de un Eurobasket (igualando a Juan Carlos Navarro y Pau Gasol), porque Usman Garuba era una muralla y porque Alemania, pese a la superioridad física, se ofuscaba (23-33). Y, sin embargo, el castillo de naipes de la selección se derrumbó de un soplido. En una sucesión explosiva, liderada en un aro por Schröder y los triples de Andreas Obst y por Nick Weiler-Babb en el otro, los de Gordie Herbert se dispararon como un cohete al espacio.
Estruendoso 2-15
Se desató la locura con un 14-0 en apenas dos minutos. Se juntaron los errores propios (antideportiva de Lorenzo Brown al perder un balón) y los aciertos ajenos y la fragilidad de España salió a relucir de manera preocupante. Sólo un triple del propio Brown, la respuesta calmada a Schröder, y una canasta de Sebas Saiz cerraron algo la herida antes del descanso, que resultó un alivio.
Se trataba de comprobar si esa desconexión, si ese ramalazo del diablo Schröder, era tendencia o casualidad. España siempre se marchó perdiendo al descanso en las eliminatorias del presente Eurobasket y resurgió para sobrevivir. Alberto Díaz, que se había cargado pronto de faltas, mutó el quinteto tras el paso por vestuarios y, aunque se cargó con la tercera, dio otro aire al equipo, que se volvió a meter en la puja con un estruendoso 2-15 en el que el base del Unicaja remató un tremendo dos más uno y Willy Hernangómez atinó con un triple.
Como dos boxeadores sin guardia, fue el turno de Alemania, ahora un 14-0 brutal, incontenible como un río que se desborda. Se agarraba España al partido con toda su alma, tapando vías de agua, en un ejercicio conmovedor de resistencia, buscando alcanzar un desenlace con al menos una bala.
Y lo iba a lograr, llevar a la duda a un rival espléndido, con Lorenzo Brown haciendo magia y Alberto Díaz con la capa del más improbable de los superhéroes. El primer triple de Juancho Hernangómez devolvió la igualdad (77-77) y dos tiros libres de Garuba, bastión en la zona ante los gigantes rivales, y otras dos más del menor de los Hernangómez culminaron otro zarandeo de vuelta (13-0), ahora ya con la meta a la vista.
El caso es que Alemania era ya un flan y esta España de noveles parecía el mayor de los ancianos, como si hubiera disputado mil batallas de estas. No falló un tiro libre en el desenlace, donde emergió Lorenzo Brown, camino del MVP del torneo, para rematar la más asombrosa de todas las faenas.