Las críticas de Carlo Ancelotti a Mario Melero López por el penalti de Marco Asensio el domingo ante el Girona sobrevolaron la rueda de prensa previa al partido de Champions ante el Celtic, donde el técnico del Real Madrid quiso arrojar algo más de luz sobre el tema. “Tengo que aclarar esto, ya que me han denunciado por lo que he dicho del árbitro. En Italia, penalti ‘inventado’ significa que han pitado un penalti que no lo era. Ahí no entra la mala fe. Yo nunca he faltado respeto a un árbitro”, explicó el italiano.
“Me pueden suspender con cuatro partidos. He estado 1.200 en el banquillo y por cuatro no va a pasar nada. Eso no cambia el debate. Nos explicaron que cuando el penalti no era tan claro, no se pitaba. Si han cambiado la regla, no lo sabemos”, añadió Ancelotti, que la próxima semana debería conocer el veredicto del Comité de Competición.
Cuando le insistieron por una hipotética sanción, en la línea de lo sucedido la pasada temporada con José Luis Gayà, Carletto se mostró tranquilo. “No lo sé. Yo sigo durmiendo por las noches. No he faltado el respeto a nadie. He dicho algo que todo el mundo piensa, que no explican qué es penalti y qué no. Si me sancionan… paciencia”, detalló con tono conciliador.
“No soy tonto”
“Lo importante es la claridad. No es un tema de Real Madrid, Girona o Barcelona. Es un tema del fútbol, que no está claro. Si nos dicen “esto es penalti”, que expliquen la regla, porque yo no soy tonto”, continuó el preparador blanco.
Respecto al protagonismo del videoarbitraje, que calificó como un “buen invento”, el ganador de cuatro Champions tampoco dudó en mostrar un punto de vista más bien crítico: “A veces tiene más protagonismo que el árbitro, que debe seguir siendo el protagonista. El VAR entró para aclarar errores claros y evidentes. Entiendo que es una linea muy fina, pero el error en este caso fue claro y evidente”, subrayó sobre la acción que propició el 1-1 del Girona en el Bernabéu.
"Esta es la otra parte del fútbol...". Carlo Ancelotti fue de más a menos en la rueda de prensa posterior a la eliminación del Real Madrid en la Champions League. La dialéctica del italiano en el inicio de la comparecencia se transformó en contundencia y brevedad según se iban acumulando las preguntas sobre su micrófono. Así es la vida y la exigencia en el banquillo del conjunto blanco, donde un año eres campeón de Europa y al siguiente todo quema.
Así es también la historia del Madrid y pocos la conocen tanto como Carletto, que caminó hacia la sala de prensa del Bernabéu consciente de lo que se le venía encima. Su Madrid tuvo "corazón" por momentos, "cojones" durante algunos instantes y "cabeza" en pocos minutos, tres palabras que había repetido en la previa, mentando a Carlos Alcaraz, para impulsar los argumentos de su plantilla.
Pero ante el Arsenal, entrenador y futbolistas se mostraron impotentes. Sin fútbol ni ideas para contrarrestar la sólida defensa 'gunner'. Un punto de inflexión muy claro en la etapa del italiano al mando del Madrid. Las preguntas, duras, eran también obvias.
En sus primeras palabras, Ancelotti intentó reflexionar sobre la felicidad y la tristeza del deporte, sobre que no se puede ganar siempre, sobre la importancia de recomponerse en los malos momentos... Pero claro, esto es el Madrid.
"Es una decepción, pero es la otra parte del fútbol. Hay una parte feliz, que la vivimos el año pasado, y la parte triste que vivimos ahora. Ahora tenemos que manejar la parte triste, debemos hacerlo porque tenemos tres competiciones por delante, la Liga, la Copa y el Mundial de Clubes", contestó Ancelotti en la primera respuesta.
"Hay que aceptarlo, el Arsenal ha sido mejor. Hay que ser honestos y aceptar los palos que nos llegan, es lo que he dicho a los jugadores. Que tengan la cabeza alta, que hay que aguantar y sufrir, que no ha sido como otros años, que no existen equipos invencibles. Si bajan los brazos o no están motivados para los próximos partidos significa que no habrán gestionado bien este momento triste", explicó.
El futuro
Pero esa argumentación no sirve en todos los estadios ni en todos los clubes. Y seguro que no sirve en un Bernabéu acostumbrado a la gloria, a pisar, como mínimo, la semifinal continental durante las últimas cuatro temporadas. Y no servirá con un segundo puesto en Liga, situación que tiene ahora, y una Copa pendiente de su final ante el Barcelona.
Y ahí, en plena reflexión, le cayó la gran pregunta: el futuro, su futuro. "No sé... Y no quiero saberlo. Puede pasar que el club decida cambiar. No hay problema. Lo que está claro es que el día que termine aquí sólo haré una cosa, agradecer a este club. Puede ser mañana, dentro de un mes o dentro de un año, porque si el contrato se acaba o no a mí ahora me da igual", clamó.
Y siguió apagando fuegos. "Si alguien considera que soy el único culpable no me cambia nada". "No lo he pensado", contestó en la siguiente, cuestionado sobre si ve que es el entrenador adecuado para el equipo. "¿Cómo voy a responder ahora a eso?", respondió más tarde a una pregunta sobre su contrato y el Mundial de Clubes.
43 centros
Y al final, un contundente "no" a si cambiaría algo de la eliminatoria. La respuesta habrá que cogerla con pinzas, porque los datos explican que el Madrid cometió errores tanto en Londres como en el Bernabéu, una circunstancia en la que sí insistió Courtois. "Quizás deberíamos haber lanzado menos centros y haber hecho otras cosas", dijo el belga, muy crítico con el equipo.
El conjunto blanco realizó 43 centros, la inmensa mayoría despejados por la defensa británica sin que Mbappé, Bellingham, Endrick o incluso Rüdiger, delantero durante varios momentos del duelo, pudieran rematar. "No teníamos a Joselu", dijo el portero.
Esto no es una final, como en 2014 o 2016. No decide títulos, pero puede descartar el más deseado. No pone puestos en juego, pero acontece en un momento capital para algunos de los principales personajes implicados, como Diego Simeone, Carlo Ancelotti o Kylian Mbappé. El desenlace de lo que ocurra esta noche en el derbi va a cargar o mermar el crédito de ambos entrenadores y la estrella francesa, el mayor fichaje estratégico de Florentino Pérez desde Cristiano, esta temporada. El destino pasa, pues, por el Metropolitano.
Siempre fue, de hecho, de ese modo en los grandes duelos europeos de los dos colosos de la capital. En 2014, en Lisboa, Ancelotti salvó su cabeza gracias a la cabeza de Sergio Ramos, y Florentino hiperventiló tras un tiempo de dudas. La Décima abría su gran era. En 2016, en Milán, Zinedine Zidane obtenía la laureada de la Champions, la que tanto le costó conquistar como futbolista, hasta la volea de Glasgow, y daba paso a su trilogía: Milán, Cardiff y Kiev.
Simeone creyó entonces haber sido vencido por el destino. Dudó pero continuó. Está de nuevo en el mismo lugar, aunque no sea en una final. En 2017, en la vuelta de las semifinales, en el Calderón, Benzema hacía renacer al Madrid con una jugada de antología y proclamaba su renacimiento personal después de años de intentar regatear a las críticas. Esa fue una jugada 'hors catégorie', rematada por Isco, que dio paso a su liderazgo, un año después, con la marcha de Cristiano y, finalmente, el Balón de Oro. Todos en el Madrid le deben mucho al derbi. Simeone, en cambio, siente que el derbi, al menos en Europa, tiene una deuda consigo mismo y con el Atlético. La duda es cómo cobrársela.
Ancelotti dice que el Atlético puede jugar de muchas formas. Es cierto. También el Madrid, aunque la capacidad de travestirse futbolísticamente en un mismo partido es más propia de Simeone. Ahora tiene que ganar, y la pregunta es si para ganar tiene que atacar. No es necesariamente una sucesión lógica, no en su cabeza. La desventaja, aunque mínima, obliga al Atlético, pero el temor al contraataque blanco condiciona esa obligación. En el Bernabéu, fue mejor cuando lo necesitó, tras el gol de Rodrygo, pero le faltó instinto criminal. En el Metropolitano le urge. «Saldremos en busca del gol», afirma Simeone, pero desde la reflexión de que habrá momentos para todo, para jugar de diferente modo, y a todos habrá que adaptarse. El mayor peligro del Madrid, en cambio, no tiene máscaras. Es el contraataque.
El factor Julián Álvarez
Simeone sigue en la lucha por todo, también por la Liga y la Copa, pero sabe que la de esta noche no es una lucha cualquiera. Es la lucha que le daría la opción de cerrar el círculo. Los fracasos en la Champions le hacen sentirse incompleto. Nada peligra en su caso, porque el Cholo es el guía de la causa rojiblanca, no sólo su entrenador. Simeone dictará su fin, y quizás no sea el único fin, con Miguel Ángel Gil y Enrique Cerezo cada vez más tentados por futuros inversores. Este derbi, esta Champions, con la plantilla con más recursos de la que ha dispuesto el argentino, en especial tras la llegada de Julián Álvarez, puede marcar un punto de inflexión en sus intenciones.
Ancelotti ya tiene sus obras completas, pero se sabe escudriñado, fuera y dentro de su casa. Ironiza cuando asegura que muchos ansían su puesto. En una temporada irregular, con un Barça creciente, quedarse prematuramente fuera de Europa cargaría el debate sobre si el Madrid necesita o no un nuevo ciclo. La clasificación para cuartos significaría, en cambio, la tranquilidad.
Simeone, el pasado sábado, en el Coliseum de Getafe.AFP
Mbappé ya ha jugado grandes partidos, pero el del Metropolitano es el primer gran partido al KO. La Supercopa era una final de chocolate, dulce si se gana, pero sin gravedad en la derrota, únicamente una indigestión, aunque fuera ante el Barcelona. En la Champions y frente al Atlético sería otra cosa. Al presidente es de las que más le dolerían, como a los madridistas de antes. Mbappé no empezó el entrenamiento, ayer, y se incorporó a la media hora, debido a unas molestias en un tobillo por un golpe, lo que genera una inquietud moderada en el club. Del francés se espera una respuesta proporcional a su fichaje, como frente al City. Personalmente, no ha llegado para sumar más Ligas ni hacer más fortuna. Está aquí para ganar Champions, algo que se le negó en el PSG.
Las tiene Vinicius, que lleva un tiempo atascado ante el Atlético, y la tiene Julián Álvarez, convertido en una aparición divina en el Metropolitano. El escenario juega, claro, pero como Simeone recordó, los suyos han de intentar reproducir en el campo lo que suceda en la grada. Lo demás, señaló, está en manos de Dios. Como el destino.