Un penalti que ni había intentado el Atlético aplacó la ira madridista. Gracias un sublime Oblak, impidió al Madrid de una victoria ante un equipo de Simeone cobarde, sin exponer ni jugar. Un regalo de Tchouaméni, como si hubiera sido una cholada, aplacó la tormenta blanca.
Simeone siempre trata de vivir un milagro final en los encuentros difíciles. No pudo esta vez hacer algo que le diera una victoria. Hace muchos años que Simeone nunca gana en el Bernabéu. El Atlético ha sido un equipo desafinado, esperando con paciencia para que el contrario cometa un error final y ganar como en Montjuïc, París y frente al Leverkussen. Esta vez, el Madrid le puso a Simeone en un ataque de nervios.
Hay que coger como un axioma del fútbol que Atleti está de los nervios. Creo que incluso se hace trampas al solitario. En ese estilo de pánico, poner una línea de casi nueve hombres, a la defensiva, me produce rubor.
Tan fantásticos Griezmann y Julián Álvarez, la Araña, se empequeñecieron como si estuvieran radicalmente apegados a un fútbol sin almas, sólo provocando a un mini defensa como Tchouaméni el error vital.
Faltó otro gol decisivo tras el de Mbappé. Quizá de Bellingham. El Real Madrid, en esta ocasión, mostró soberbia para ganar. Y el sistema de Ancelotti, sin hacer ningún tipo de presión ofensiva, desató que en 70 minutos, el Madrid sólo jugara al pie en ataque.
Y, francamente , en cada partido, Vinicius empaña con una venda a los sensacionales Rodrigo y Mbappé. Pero ,desde luego, Ancelotti no va a a tener arrestos para desplazar a Vini. Rodrigo en la izquierda y la disparatada imaginación de Mbappé, situarían a un Madrid elevado más allá de las nubes. Algo pasa conVinicius, que piensa más en los petrodólares y que no encuentra las vías de ataque de antes. Si es verdad que el Madrid le ha ofrecido una renovación al brasileño, que ha rechazado, es que piensa que es el mejor jugador. Hay una confrontación soterrada entre Vini y Mbappé. Tratan de disimularla con una concordia para la galería.
De momento , el Madrid sigue de líder y con suficiente vehemencia para empequeñecer a un miedoso Atlético, que es posible que aguante como segundo. Pero no tiene calidad para eso, salvó el hacedor de proezas llamado Simeone.
Ahora llega lo más difícil todavía en Manchester, donde Guardiola y el club árabe , no hacen más que triquiñuelas para fichar y gastarse 200 millones en un suspiro. Aunque lograr la conjunción de estrellas antes del divorcio parece excesivamente dudoso.