Está el Atlético y Simeone en esa fase extraña de la temporada, que suele coincidir con el primer tercio, en el que equipo y entrenador dudan sobre qué hacer en el campo. El argentino insiste en la idea “que llevan 12 años desarrollando”, pero ésta se ve difuminada en los primeros choques de la temporada. Toda vez que cuando apuesta por el cerrojazo saca, aunque con algo de fortuna y Correa o, en esta ocasión, Julián Álvarez, victorias importantes. Y, cuando apuesta por el toque, no consigue siempre llegar a los objetivos. Fue el pie del argentino y las manos de Oblak las que dieron los tres puntos a los rojiblancos. [Narración y estadísticas, 0-1]
Así, el Mallorca no es precisamente un equipo que vaya a querer disputar la posesión de la pelota. Sus salidas rápidas desde Muriqi como pivote son, quizás, un tipo de juego muy apreciado por el Cholo, aunque el técnico, por un motivo o por otro, no confíe en Sorloth para realizar esa función que tan bien se le daba en el Villarreal y en la Real Sociedad. No plantea el equipo de Arrasate el mismo juego que con Aguirre el año pasado, pero la intensidad es algo común en ambos.
Alternó el Atlético la posesión con una defensa muy cerca de un Oblak excelso. Junto, pero con el 4-4-2 que, esta temporada, está utilizando más el Cholo que su habitual 5-3-2. Sin la confianza que otorgó a Lino la temporada pasada, no tiene el argentino los nombres adecuados para jugar como carrileros o quizás se mantenga en su cabeza esa dicotomía de guardar la ropa antes de ponerse a nadar. Al menos, a domicilio, han conseguido los colchoneros mejorar sustancialmente respecto a la temporada pasada.
La primera parte del choque fue como masticar un bocadillo de tornillos. Posesiones sin riesgo, bloques bajos y mucho miedo a equivocarse. Parecía un duelo más típico de un torneo del ko que de una liga regular. Sólo el Mallorca quiso, en pocas ocasiones, salirse del guion y, normalmente, fue por la calidad de Sergi Darder. En un remate de cabeza de Larin, a pase del mallorquinista, tuvo que responder con maestría Oblak.
Parece que el Atlético salió con algo más de energía e intensidad tras el paso por los vestuarios, consciente de que no podía ceder más puntos con los equipos de cabeza. No está lejos del Real Madrid, segundo, pero los blancos tienen un partido menos por la suspensión de su duelo ante el Valencia por las consecuencias de la DANA en la región. Una circunstancia, por cierto, que se volvió a recordar en Son Moix, con un minuto de silencio y con el despliegue de una gran bandera de la comunidad valenciana en la que se leía: “Estamos con vosotros”.
Punto de inflexión
Estaba el partido para un error de alguno y a punto estuvo de cometerlo Lenglet si el colegiado se hubiera olvidado de que ya tenía amarilla. En una pugna con Larin, un agarrón del francés pudo haberlo llevado a la calle algo que, a juicio de Arrasate, que se desesperaba en la banda, debería de haber ocurrido.
De hecho, de un pase de Oblak tras parar la falta de esa jugada botada por Darder surgió el gol del Atlético. Buscó y peleó el balón largo Giuliano para terminar cediéndolo a Julián Álvarez, que definió sin oposición. El Atlético volvía a encontrar premio a su cerrojo. Comienzan los resultados a dar la razón a esa “idea” que nunca abandonó Simeone.
El gol rompió un poco el partido y las ocasiones se sucedieron en ambas porterías de manera inmediata. Un cabezazo de Muriqi que desvió Witsel a córner, un mano a mano de Riquelme para cerrar el encuentro y otro de Prats para empatarlo, demostraron que las fuerzas comenzaban a escasear y con ellas el rigor defensivo. En esa fase hay que destacar a Oblak, es el esloveno el mejor jugador del Atlético en estos tiempos de cerrojo y tentetieso. Un seguro de vida que vuelve a dar puntos a los rojiblancos.