El Comité de Competición de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) ha sancionado al jugador del Real Madrid Jude Bellingham con dos partidos de suspensión tras su expulsión el pasado sábado en Pamplona durante el Osasuna-Real Madrid. El club blanco ya ha anunciado que recurrirá la decisión ante el Comité de Apelación.
En la resolución hecha pública en la mañana de este miércoles, el Comité explica los motivos por los que no ha tenido en cuenta las alegaciones de Madrid, basadas en dos informes. “Uno de D. Jeremy Freeman, perito de reconocida competencia en el Ámbito de la Lectura Labial Forense”, y otro de “D. David Hernanz de Lucas, experto lingüista del habla inglesa”.
Con esos dos informes, el club que preside Florentino Pérez argumenta que, en esta expulsión, “no se estaría ante una discrepancia sobre la apreciación de un lance del juego ni de un ejercicio de revisión subjetiva de la autoridad arbitral, sino de la constatación objetiva de que el hecho consignado en el acta no sucedió en los términos reflejados en ella. En ese sentido, se afirma que la prueba videográfica que se aporta acreditaría de manera patente, que el jugador no dijo lo que consta en el acta arbitral (“fuck you”), sino, “fuck off”.
Después, explica el Comité que ni el vídeo ni el informe del experto en el idioma inglés “permiten llegar a la convicción inequívoca de que el jugador no pronunció la frase que le atribuye el Acta, sino otra distinta”. Sólo si esa prueba videográfica sirviera para tener esa “convicción inequívoca” serviría para quebrar “la presunción de veracidad de la que goza el acta arbitral”. Por tanto, concluyen los juristas de la Federación, prevalece lo que Munuera Montero puso en el acta.
El Comité le aplica al jugador inglés el Artículo 124 del Código Disciplinario, y lo hace en la menor de las posibilidades. Ese artículo prohíbe “dirigirse a los/as árbitros/as, directivos/as o autoridades deportivas en términos o con actitudes de menosprecio o de desconsideración siempre que la acción no constituya falta más grave”, y eso “se sancionará con suspensión de dos a tres partidos o por tiempo de hasta un mes”.
En Barcelona, en Madrid, en Roma y en sus entrenamientos en Roland Garros antes de su debut este lunes ante Alexander Zverev (sobre las 16.00 horas, Eurosport), multitud de aficionados se agolpaban allí por donde pasaba Rafa Nadal para despedirlo. Desde su comunicado en la primavera del año pasado, la mayoría del público había aceptado que se retiraba, que este 2024 abandonaría para siempre el Grand Slam francés y que disputaría sus últimos partidos en los Juegos Olímpicos de París, pero no estaban en lo cierto. ¿Quién lo desmintió? El propio Nadal.
Primero, las semanas anteriores, con timidez y finalmente, este sábado, con rotundidad el vencedor de 22 Grand Slam lo negó todo. «No quiero obligarme a decir que este es mi último Roland Garros. No quiero cerrarme puertas. Estoy disfrutando del tenis, viajando con mi familia y no sé cómo responderé si juego con menos limitaciones», comentó en la sala de prensa de la Philippe-Chatrier, su casa. Una alegría para su público. O no. Porque Nadal sueña con jugar otra temporada, pero también reconoce que cualquier contratiempo, cualquier 'crec', cualquier dolor, le devolvería al abismo de la retirada. El equilibrio es incierto. El español deshoja y deshoja la margarita de su futuro, pero la flor todavía no le responde. No es el momento.
YOAN VALATEFE
«Le entiendo. Se sigue notando motivado, en los entrenamientos se encuentra bien y piensa que no hace falta retirarse, pero luego en los partidos su físico le lastra y cambia de parecer. Un día ve el sol y el otro, las nubes y así es difícil tomar una decisión firme. Hay que pensar que Rafa no se retira porque quiere, se retira porque su cuerpo le obliga. Eso es muy importante», analiza en París, Alex Corretja, dos veces finalista aquí, ahora comentarista del segundo Grand Slam de la temporada para Max y Eurosport, que lo emitirán al completo.
Fuerte en los entrenamientos
Quien fuera número dos del mundo recoge así las percepciones del entorno del propio Nadal que asegura que su nivel físico está por encima de lo mostrado en los últimos partidos. La cruda derrota ante Hubert Hurkacz en segunda ronda del Masters 1000 de Roma fue muy desconcertante. Pero ya lo había sido la dificultad para vencer a Zizou Bergs en el estreno del torneo. Nadal entonces venía de una semana de entrenamientos a altísima intensidad, con un set de práctica ganado a Stefanos Tsitsipas, y se entendía capaz de más.
Ahora, antes de Roland Garros, también llega después de derrotar en entrenamientos a rivales de la talla de Sebastian Korda, Stan Wawrinka, Daniil Medvedev y Holger Rune, por lo que ni él mismo deduce qué pasará. El trabajo de los últimos meses podría florecer, vencer a Zverev y abalanzarse sobre el torneo como hizo tantas veces. O podría caer pronto, hacerse daño y entender que sí, que ahora ya, que toca decir adiós.
Sin homenajes en París
En ese funambulismo se mantiene desde hace más de un año. Un continuo sí, pero no. «Mi intención es que 2024 sea mi último año», dijo en marzo de 2023 cuando se apartó de las pistas, pero unos meses después, en septiembre, ya recuperado de su operación de cadera, se retractó: «No puedo asegurar que 2024 será mi último año». Ausente del Masters 1000 de Montecarlo, este curso tampoco se despidió del todo del Trofeo Conde de Godó y el Masters 1000 de Roma y sólo fue tajante sobre su última participación en el Mutua Madrid Open, un torneo hacia el que siente amor y odio. Nadal nunca ha dicho que éste será su último año en Roma.
ALESANDRO DI MEOEFE
«Creo que en 2025 jugará en Montecarlo y en Roma, pero dependerá de cómo le vaya en los próximos torneos», aseguraba esta semana Paolo Lorenzi, ex jugador y director del torneo italiano, que recordaba también que al español le queda calendario esta misma temporada. Porque Nadal se ha inscrito en Wimbledon -aunque es improbable que juegue- y ha confirmado que estará en la Rod Laver Cup de septiembre.
Su indecisión ha impedido que Nadal reciba homenajes oficiales más allá del que vivió en Madrid y tampoco habrá actos parecidos en Roland Garros. Pese a la escultura que luce esplendorosa a la entrada de la Philippe-Chatrier, el español podría abandonar el torneo parisino sin más, pues así lo ha pedido él. «Teníamos algo planeado, pero quiere dejar la puerta abierta, así que no le presionaremos. Puedo confirmar que no habrá homenaje este año», comentaba ayer la directora de la competición, Amelie Mauresmo, que confía en que, llegado el momento, la afición parisina improvise una despedida a Nadal a su altura.
El entrenamiento de este martes en el Sena preparatorio para las pruebas de natación en aguas abiertas ha sido cancelado al estar el agua en unas condiciones no aptas para el baño, anunciaron los organizadores.
Se trata de la quinta sesión de entrenamiento cancelada desde el inicio de los Juegos Olímpicos de París tras la suspensión de las sesión previas al triatlón, cuya prueba masculina tuvo que ser aplazada un día.
Varios triatletas expresaron su frustración por esas repetidas cancelaciones, pero también por la incertidumbre sobre la disputa de las pruebas en las fechas previstas.
Para dar luz verde al nado de los deportistas, las autoridades vigilan de cerca las tasas de dos bacterias fecales: la de E. Coli y Enterococcus.
Pese a los controles del agua, la triatleta belgaClaire Michel, que disputó la prueba femenina el 31 de julio, enfermó tras ser infectada con la bacteria e.coli tras nadar en el río Sena.