Un escándalo planetario, entre el #MeToo y el Dalai Lama: “Rubiales hizo de villano”

Un escándalo planetario, entre el #MeToo y el Dalai Lama: "Rubiales hizo de villano"

Figuras internacionales de la sociología, la comunicación y la filosofía analizan el tremendo impacto mundial del caso que ha convulsionado al fútbol español

LUCÍA MARTÍN

Actualizado

El huracán mediático, a nivel cuantitativo, puede evaluarse en los 31,3 millones de resultados que ayer mismo arrojaba Google tras la búsqueda exacta de dos nombres: “Luis Rubiales” y “Jenni Hermoso“. Si nos adentramos en lo cualitativo, basten dos portadas del pasado lunes. “Tras el beso, el partido finalmente acabó para el jefe del fútbol español”, titulaba el británico The Times. En la otra orilla del Atlántico, The New York Times publicaba en su primera página: “Dimite el más alto responsable del fútbol en España por su beso no deseado”. Tras tres semanas, las imágenes aún salpicaban las emisiones de Sky News, CNN o la francesa BFMTV. Por tanto, cabe preguntarse por los motivos del desmesurado impacto de este escándalo. El que ha colocado al fútbol español en el epicentro de la escena global.

Como primera medida conviene escuchar a Eric Maigret, profesor titular en la Universidad Sorbonne Nouvelle de París. “Los seres humanos no somos plenamente racionales ni plenamente emocionales, sino una mezcla de afectos e ideas que se necesitan mutuamente para constituir una narrativa sólida. La narrativa hoy es la emancipación de la mujer y ninguna emancipación se produce sin desbordamiento”, asegura el prestigioso sociólogo francés, en conversación con este diario.

Por tanto, ¿debemos interpretar este escándalo como parte del movimiento #MeToo? Theodore Glasser, profesor emérito de Comunicación en la Universidad de Stanford, considera que existen “fundadas razones”. Según el investigador estadounidense, lo que podría haber sido “intrascendente hace unas décadas” es hoy “una flagrante violación del orden moral”.

Rubiales, el villano

Glasser, asimismo, se muestra contundente a la hora de definir al protagonista de la polémica. “Rubiales representó el papel de villano: ajeno a los cambios en las normas e inconsciente en los límites de su propio personaje público”, sentencia, en charla con EL MUNDO, este especialista en las responsabilidades de la prensa.

Llegados aquí y acotando algo más el análisis, debemos formular una pregunta, quizá inquietante. ¿Cómo es posible que Rubiales haya desencadenado un terremoto de mayor sacudida que el Dalai Lama, quien no dudó en besar a un niño en los labios el pasado abril? Simidele Dosekun, profesora en la London School of Economics, se ocupa de algunas respuestas. “A diferencia del Dalai Lama, el beso a Jenni se produjo en la cúspide de un acontecimiento a nivel planetario con una amplia cobertura informativa. También hay que tener en cuenta que el nivel de atención e indignación varió mucho por la respuesta agresiva y despectiva de Rubiales a las críticas”, analiza la investigadora del Departamento de Medios de Comunicación de la LSE. “Y no olvidemos que el equipo ya había hecho público su descontento con sus superiores. En resumen, hubo más factores que lo hicieron noticiable desde el principio, incluidos algunos que podemos catalogar de puro entretenimiento”, concluye.

Dalai Lama besando a un niño en la bocaMUNDO

El magma del escándalo se mueve entre la sociología, la ciencia política y la comunicación, aunque también alcanza a la filosofía. Justo donde emerge la figura de Martha Nussbaum. “Ya no hace falta subrayar que, en cuanto a la protección de las mujeres, cualquier deporte va por detrás del resto de la sociedad”, arranca la Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales 2012, en conversación con este periódico. “Desde hace casi 40 años, en Estados Unidos existen normas claras, articuladas por el Tribunal Supremo, sobre el acoso sexual en los puestos de trabajo. Aquí sería totalmente impensable que un abogado en un bufete o un médico en un hospital se comportaran como lo hizo Rubiales. Supongo que la novedad es que el fútbol no ha seguido las políticas antes mencionadas de los lugares de trabajo. Sin duda ya es hora de que las aborden”, rubrica la catedrática de Derecho y Ética en la Universidad de Chicago.

En su reciente libro Ciudadelas de la soberbia. Agresión sexual, responsabilización y reconciliación (Paidós, 2022), Nussbaum pasa revista a los logros del deporte estadounidense. “Las Grandes Ligas de Béisbol y la NBA han establecido políticas claras tanto sobre el acoso sexual como sobre la violencia doméstica y las han aplicado bien. La NFL ha caminado más despacio, aunque está progresando, mientras la NHL es la más lenta”, detalla sobre dichas medidas. “Por supuesto que persisten ámbitos que siguen resistiéndose al cambio, así que espero que el fútbol se una ahora al resto del mundo, dando a hombres y mujeres las protecciones en las que yo confío”, finaliza.

El #MeToo en el deporte

Siguiendo la ineludible senda de los estudios culturales, Maigret incide en la irrupción del #MeToo en el fútbol y en las disparidades entre el ex defensa del Levante y el líder espiritual tibetano. “No me sorprende en absoluto que el caso de Rubiales haya estallado ahora, porque el #MeToo aún no había tenido un peso específico en el deporte. Lo que me asombra es el hecho de que el Dalai Lama no fuese realmente acusado de mala conducta, sino simplemente criticado. Quizás le protegieron su imagen de santidad y su exotismo”.

El autor de Sociología de la comunicación y de los medios (Fondo de Cultura Económica, 2005) establece también paralelismos con Noël Le Graët, ex presidente de la Federación Francesa (FFF), que el pasado febrero dimitió tras ser acusado por abuso sexual. “Ambos comparten la misma incomprensión por los derechos de las mujeres. Pertenecen a un mundo anticuado en el que los hombres mantienen privilegios incuestionables y por eso se muestran totalmente sorprendidos por los acontecimientos”, ilustra. “Ahora bien, sólo se trata de las cabezas visibles, por lo que sería importante aclarar lo que ocurre a niveles más prosaicos”.

El beso de Luis Rubiales a Jenni Hermoso en la final del Mundial.MUNDO

A esta tesis se suma Dosekun, para quien el problema “no se reduce simplemente a Rubiales o sus compinches”. “El #MeToo hizo que rodaran cabezas: algunas personas perdieron su trabajo y otras fueron encarceladas. Pero debemos tener claro que no cambió la cultura ni el contexto general. Castigar a unos pocos, aunque necesario, es únicamente el primer paso para erradicar el acoso sexual, la violencia y el sexismo”, sostiene la profesora británica.

El futuro tras el ‘caso Rubiales’

Ahora bien, más allá de la dimisión de Rubiales y la colosal exposición mediática de su caso, convendría adentrarse en lo que depare el futuro. Para ello, este periódico ha contactado con Brand Finance, una de las consultoras líderes en valoración y estrategia deportiva. “La percepción de que la ética y la gobernanza de la RFEF son deficientes podría dañar el valor de marca del fútbol español. Aunque las marcas de la selección masculina y femenina siguen siendo fuertes es probable que, a la luz de estas cuestiones, los patrocinadores tengan más reticencias a firmar nuevos acuerdos“, asegura Hugo Hensley, director de Servicios Deportivos de la firma.

“La victoria de España en el Mundial debería ser una oportunidad de oro para hacer crecer el fútbol femenino en vuestro país, pero estas preocupaciones podrían descarrilar su progreso”, añade el ejecutivo desde la sede de la compañía en Londres. A su juicio, el “impacto” real del escándalo “se juzgará mejor a largo plazo”.

Entretanto, ¿qué camino debería tomar Pedro Rocha, presidente interino en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas? Hensley lo tiene claro. “Ante cualquier problema de reputación es importante que una organización reaccione con rapidez, franqueza y honestidad. Las marcas que reconocen sus fallos y actúan con rapidez pueden volver a ganarse la confianza del público”. Ahora queda por ver si el Consejo Superior de Deportes y la Asamblea General de la RFEF toman buena nota de ello.

kpd