El golfista anuncia el fin a su relación con la marca deportiva a la que se unió antes de ser profesional. No ha desvelado su futuro.
Tiger Wood, durante el British Open de 2022.GLYN KIRKAFP
No será fácil acostumbrarse a ver a Tiger Woods en un campo de golf sin el icónico swoosh en el pecho. Nike y Woods separan sus caminos tras 27 años de una de las relaciones más exitosas de la historia del deporte que comenzó una tarde de agosto.
Oscurecía en Pumpkin Ridge G.C. (Oregon, Estados Unidos) el 25 de agosto de 1996. Tiger Woods acababa de hacer historia, el único ser humano sobre la tierra capaz de ganar tres US Amateur, además de forma consecutiva. Earl, su padre, se pavoneaba entre la prensa bebiendo champagne, reafirmando su fantasía de que el mesías negro se había reencarnado en su hijo y sería capaz de cambiar el mundo.
Acto seguido el joven Woods de solo 20 años entró a una sala junto a Butch Harmon, su entrenador y Hughes Norton (su primer y fugaz agente). Allí estaba Phil Knight, director ejecutivo de Nike con una cinta VHS que introdujo en un reproductor pulsando play al instante. 58 segundos de silencio sepulcral después, solo se escuchó la voz de Tiger: “Joder, ¿puedo verlo otra vez?”.
El revolucionario primer spot de Nike para Tiger Woods fue todo un impacto y no solo por su contenido reivindicativo, sino porque suponía equipar a Woods, un golfista todavía aficionado, con Michel Jordan, Charles Barkley, Bo Jackson o Andre Agassi. La diferencia es que todos esros nombres tenían sus propios spots después de haber logrado hitos y logros históricos y Woods aún no había dado ni un solo golpe como profesional de golf.
Este primer contrato que Tiger firma con Nike asciende a 40 millones de dólares por cinco años. Para poner la astronómica cantidad en contexto, conviene recordar que en ese mismo año 1996, Greg Norman tenía el contrato más alto del golf, al cobrar unos dos millones y medio de dólares al año gracias a sus compromisos comerciales con Reebok.
Desde entonces, la relación entre el ganador de 15 majors y la multinacional americana ha sido una de las más sólidas y gratificantes de la historia del deporte.
Genesis Invitational
El segundo contrato, firmado en 2001, marcó un hito financiero al convertir a Woods en el deportista mejor pagado de todos los tiempos, con un contrato de 105 millones de dólares por cinco años. Durante este período, Nike diversificó su presencia en el golf, introduciendo bolas y palos de golf bajo la marca de Woods. Este contrato coincidió con uno de los períodos más dominantes de la carrera de Tiger.
Se estima que Tiger Woods ha podido ganar más 500 millones vistiendo la ropa y jugando los palos de la multinacional americana.
Woods ha comunicado la noticia a través de sus redes sociales en un escueto texto: “En los últimos 27 años he sido afortunado tener un acuerdo con una de las marcas más icónicas en el mundo. El camino ha estado repleto de grandes momentos y recuerdos, si tuviera que nombrarlos, estaría toda una vida. La pasión y visión de Phil Knight me llevó a Nike y Nike Golf y quiero agradecérselo personalmente, junto a todo el equipo de Nike y a los increíbles atletas con los que he tenido el placer de trabajar a lo largo de todo este camino. La gente se preguntará si este es un nuevo capítulo, sí habrá un nuevo capítulo, os veré en Los Ángeles”. En el comunicado no desvela la marca lucirá el californiano en sus próximos compromisos.
Habrá que esperar al próximo torneo (que Woods ha desvelado) para saber más al respecto. Y es que en el mismo comunicado Tiger ha confirmado su presencia en el Genesis Invitational que se disputará del 15 al 18 de febrero en Riviera Country Club, en Los Ángeles, torneo que ganó Jon Rahm el año pasado.
Se pasa uno la semana procrastinando la ansiedad, pensando en la lluvia, en el trabajo, en qué como hoy, qué ceno mañana. Como si se pudiera vivir tranquilo. Surgen pensamientos intrusivos, pero se van despejando más mal que bien. El día de partido uno ya se levanta aturdido y no esconde nada. Frías las manos, revuelto todo, atención desmedida al detalle. ¿Valdría como resultado el número de esta taquilla? ¿Y si le tiro un dardo al 16? Le he dado, pero muy al borde, se va a sufrir. ¿Comí esto mismo el día del City? En la M-30, el atasco es una peli de espías: ¿debería colaborar con este conductor que intenta cambiarse tres carriles en 30 metros o será del Atleti? Cuando la locura ya descarrila, el único consuelo es soñar con un inicio de partido anodino, un par de pelotazos, dos pérdidas de cada uno en medio campo y un 0-0 sanador en el minuto cinco. Que el futbolista civilice al hincha demente. Siempre hay que tener cuidado con los regalos que se piden: después hay que abrirlos.
A ese miedo atávico del hincha carcomido por la rivalidad correspondieron los jugadores del Real Madrid con una cobardía insuperable. Cobardía para no ganar ningún duelo, cobardía para no atreverse nunca a regatear, cobardía para esconderse entre la maraña de defensas sin insinuar ni un desmarque en todo el partido. La cobardía suprema de Mbappé renunciando al penalti y condenando a Vinicius al ridículo. Habría sido una injusticia que lo marcase. Su cobardía para no levantarse y pedir cada balón tras el error. La cobardía abismal de Ancelotti quitando a Rodrygo, por mucho el mejor de los atacantes.
Estímulo-respuesta. Igual que el Madrid correspondió al miedo de parte de su afición, el Atlético hizo lo propio con el de Simeone. No se atrevió a ganarlo antes de tiempo con el cambio obvio de Sorloth y mientras guardaba cambios pensando en la prórroga, el equipo la asumió también. Los penaltis eran ya una consecuencia lógica que sólo parecían aborrecer Camavinga, Valverde y Brahim. Lo que pasó después, explicación no tiene. Debió servir lo de la taquilla, ese dardo al 16, ese pequeño acelerón molesto en la M-30 quizá hizo resbalar a Julián Álvarez. Qué sabe nadie. Se acabó la Copa del Rey con purpurina: que empiece la Champions League.
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La sede: el Romanos Resort de Costa Navarino, en el Peloponeso griego, un hotel de tantísimo lujo que no sólo cuenta con un campo de golf, cuenta con dos, y hasta 14 restaurantes.
Los candidatos: siete en total, con un español Juan Antonio Samaranch Salisachs, un favorito, Sebastian Coe, y una única mujer, Kristy Coventry.
Los votantes: únicamente 111 miembros, desde aristócratas como la princesa Ana del Reino Unido o príncipe Alberto de Mónaco a ex deportistas como Paul Tergat, Pau Gasol o Federica Pellegrini pasando por dirigentes de múltiples federaciones internacionales y hasta una actriz, Michelle Yeoh, ganadora de un premio Oscar en 2023.
Las elecciones a la presidencia del Comité Olímpico Internacional (COI) se deciden este jueves (a partir de las 15.00 horas) con el deporte mundial en vilo y a través «del sistema más sigiloso y opaco que existe», según definía estos días la agencia AP.
Las restricciones del proceso
Después de la sorpresa por la renuncia de Thomas Bach a seguir al frente cuatro años más, el movimiento olímpico vivirá una tensión desconocida desde 2013 y lo hará con el secretismo de un cónclave papal. La reunión no será retransmitida y responderá a las restricciones impuestas por el COI durante todo el proceso electoral. Los candidatos no pudieron publicar videos de campaña, ni viajar para reunirse con los votantes, ni tan siquiera participar en debates entre ellos y apenas tuvieron oportunidades para presentar sus programas.
El actual presidente, Thomas Bach.FABRICE COFFRINIAFP
«Me he reunido por Zoom con todos los candidatos y he podido hablar con ellos, pero oficialmente sólo hubo un acto pre-electoral, en la sede del COI y a puerta cerrada», desvela a EL MUNDO uno de los pocos votantes castellano-hablantes, que reclama anonimato por miedo a infringir alguna regla.
El pasado 30 de enero, los siete aspirantes realizaron un discurso de 15 minutos en la sede del COI de Lausana, donde no se permitió la emisión en vivo de los mismos y tan siquiera que los asistentes entraran con teléfonos móviles. Además, no hubo preguntas de los miembros a Samaranch, Coe y compañía. «Si yo fuera el presidente, creo que sería un poco más flexible», comentó uno de los candidatos, el príncipe Feisal al Hussein de Jordania, quien también exigió más oportunidades de hablar: «El mundo tiene derecho a saber quiénes nos postulamos y qué representamos».
«Hay que tener en cuenta que todas las votaciones en el COI son personales y secretas. Votamos electrónicamente y nunca se sabe a quién ha votado a cada uno. Además va por rondas: empiezas los siete y se elimina el menos votado, siguen seis, luego cinco y así. Sólo se acaba si un candidato logra el 51% de los votos. La tensión va creciendo durante todo el proceso. Porque, además, somos muy pocos. Hay 111 miembros, pero los candidatos no pueden votar, ni tampoco los que procedan de su mismo país. Por poner un ejemplo, hasta que no eliminen a Samaranch, Pau Gasol no podrá votar», comenta un votante a este periódico de los que no tendrá permitido el voto al principio. En primera ronda, con todos los aspirantes en liza, sólo podrán escoger 95 miembros lo que establece la mayoría en apenas 48. ¿Qué decidirá? No se sabe.
Coe, el máximo favorito
Como siempre se han ido creando diferentes grupos de interés, por continentes, por intereses, por idiomas, pero es difícil apuntar diferencias entre los distintos presidenciables. Coe ha marcado la campaña con su propuesta de incluir premios en metálico para los medallistas, una idea que el resto han rechazado. Según las entrevistas concedidas a los medios por unos y otros, no hay programas realmente rompedores más allá del anunciado por Morinari Watanabe, un outsider, que busca que los Juegos Olímpicos se disputen en sedes divididas por los cinco continentes al mismo tiempo.
Juan Antonio Samaranch jr., este miércoles, en la Asamblea.Thanassis StavrakisAP
La candidatura de Samaranch, de hecho, se basa en la continuidad del mandato de Bach, del que es vicepresidente primero desde 2016. La conquista del público joven es su principal preocupación, con alguna novedad, como permitir a los deportistas que utilicen vídeos con derechos en sus redes sociales. Su máximo rival es Sebastian Coe, aunque con un censo tan limitado y tan heterogéneo todo es posible. Coe, presidente de la World Athletics y del comité organizador de los Juegos de Londres 2012 -un ejemplo dentro del olimpismo-, mito del atletismo, tiene el perfil perfecto para el cargo y sólo su favoritismo le puede jugar en contra. Especialmente porque se sabe favorito.
Bach ha apoyado internamente a Coventry para que el COI sea dirigido por una mujer por primera vez desde su fundación en 1894 y el resto de candidatos, como el francés David Lappartient o el sueco Johan Eliasch, supondrían una exagerada sorpresa. En todo caso, el Comité Olímpico Internacional escoge este jueves nuevo presidente con el silencio como protagonista.
Los siete candidatos
Juan Antonio Samaranch
Barcelona (España). 65 años. Miembro del COI desde 2001 y vicepresidente primero desde 2016. Ingeniero con un MBA, entró en el deporte a través de la Federación Internacional de Pentatlón Moderno, pero sobre todo vinculado a su padre, presidente del COI desde 1980 y 2001. Es el candidato continuista de la actual Directiva, aunque Thomas Bach no le ha prestado apoyo directo, más bien lo contrario.
Sebastian Coe
Londres (Reino Unido). 68 años. Miembro del COI desde 2020, cuando ya mostró su intención de presentarse a presidente. Leyenda del atletismo, desde 2015 preside su Federación Internacional, donde intenta una modernización, no sin polémica. Es el favorito por ese papel en el atletismo -el deporte más importante del olimpismo-, por su perfil público y por el poder anglosajón.
Kirsty Coventry
Harare (Zimbabue). 41 años. Miembro del COI desde 2013 y ex presidenta de su Comisión de Atletas. Campeona olímpica de natación, dueña de dos de los tres oros de la historia de su país, es su actual Ministra de Deportes. De ser escogida sería la primera mujer presidenta y la primera africana. Bach le ha dado apoyo interno y, por su juventud, podría cumplir los 12 años de mandato máximo.
David Lappartient
Pontivy (Francia). 51 años. Miembro del COI desde 2022, preside el Comité Olímpico de Francia y la Unión Ciclista Internacional. Político de Los Republicanos, el partido de Chirac y Sarkozy, hoy venido a menos, ha intentado atraer el voto africano prometiendo que allí se celebrarán unos Juegos Olímpicos. Su perfil, muy parecido al de Coe, le convierte en una posibilidad: si hay un ganador sorpresa, será él.
Feisal al Hussein
Ammán (Jordania). 61 años. Miembro del COI desde 2010 como presidente del Comité Olímpico de su país. Hermano pequeño del rey Abdullah II de Jordania, ingeniero y con un máster de administración de empresas como Samaranch, practicó la lucha libre y a partir de entonces se vinculó con el deporte. En las entrevistas ha subrayado que los presidentes anteriores fueron europeos o estadounidenses, reclamando "más puentes" entre oriente y occidente.
Morinari Watanabe
Kokura (Japón). 66 años. Miembro del COI desde 2018 y presidente de la Federación Internacional de Gimnasia desde 2016. Hijo de un sobreviviente de la bomba atómica en Hiroshima, fue dirigente de AEON, una cadena de supermercados japonesa, y entró en el deporte como patrocinador de la Copa del Mundo de gimnasia, el deporte que había practicado de joven. Su propuesta es la más rompedora y seguramente la más improbable.
Johan Eliasch
Djursholm (Suecia). 63 años. Miembro del COI desde 2024 como presidente de la Federación Internacional de Esquí (FIS) desde 2021. Banquero muy relacionado con el Partido Conservador británico, dueño de la marca Head, es el candidato que lleva menos tiempo recorriendo los despachos del olimpismo mundial. En las entrevistas él mismo ha admitido que le sorprende ser uno de los posibles sucesores de Bach.