Prepararse para la muerte del padre es un proceso emocional inexorable por el que pasamos todos. Hablamos del padre biológico, claro, pero algunos de los mecanismos psicológicos que generan el sentimiento de desamparo, incluso de orfandad, también pu
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Cuando Léon Marchand emergió del agua en el último 50 de la mariposa, la futurista Defénse creyó ser presa de un maremoto. Era como la mariposa de la teoría del caos, cuyo aleteo puede provocar un movimiento sísmico, pero en carne y hueso. La fuerza de ese aleteo es la fuerza del oro que viene para encontrarse en el podio con el oro que resiste. Un cruce de caminos en la victoria entre miembros de dos generaciones a los que separan cinco años, pero es que un año de un campeón olímpico son cinco en un mortal. Marchand, de 22, es el oro que viene; Katie Ledecky, de 27, es el oro que resiste.
Los desafíos que se habían impuesto para estos Juegos tienen similitudes, al afrontar cada uno de ellos cuatro pruebas. Marchand, los 200 y 400 estilos, los 200 mariposa y los 200 braza. Por ahora ha nadado los tres últimos con el pleno: tres oros. Ledecky, los 400, 800 y 1.500 libre, y el relevo de 4x200 libre. Después de afrontar las dos primeras, suma un oro y un bronce. Podría decirse, pues, que se trata de un desafío incompleto para la estadounidense, pero sería injusto con una nadadora de época. La que viene es de Marchand, más rápido ya que Michael Phelps. La que vivimos pertenece también, al menos en el fondo, todavía a Ledecky. París los venera. Los Ángeles los espera.
El reto de Marchand no era únicamente el de nadar pruebas que parecen antagónicas, como los 200 mariposa y los 200 braza, sino hacerlo con apenas dos horas de diferencia, después de haber afrontado las semifinales, por la mañana, con menos margen. La mariposa muestra su extraordinaria velocidad. La braza, el mejor nado subacuático, gracias a su cuerpo longilíneo, casi púber, que opone menos resistencia al agua. La combinación arroja como resultado el mejor nadador de estilos del momento y, si vamos a los tiempos, quizás podamos hablar pronto del de la historia. El récord del mundo de los 400 estilos ya le pertenece (4.02.50). Se lo arrebató a Phelps.
La oposición de Milak
El orden de las finales era el mejor para el francés, ya que las semifinales habían demostrado que iba a encontrar más oposición en la mariposa que en la braza, debido a la presencia de Kristof Milak. El húngaro es un cíclope del agua. En la semifinal que también dominó, fue más rápido que Marchand. También había ocurrido en las series. De ese modo se inició la final, con el húngaro primero en los tres virajes. Al salir del tercero, Marchand apuró su nado subacuático y emergió como una orca. Algo se había dejado dentro contra lo que Milak nada pudo hacer. Tampoco contra la grada enfebrecida. El francés ganó el 200 mariposa más rápido de la historia olímpica (1.51.21) después de haber hecho lo propio en los 400 estilos. La braza, en cambio, devolvió a un Marchand dominador de principio a fin.
Para Ledecky fue más sencillo. El padecimiento que experimentó en el 400 libre desapareció cuando aumentó la distancia. La estadounidense es una fondista, pero una fondista muy rápida, como prueba el hecho de que ganara el 200 libre en los trials de su país. En la actual escena olímpica, sin embargo, no es suficiente, frente al potente equipo femenino australiano. No es únicamente Ariarne Titmus, que ya derrotó a Ledecky en Tokio. Volver a intentarlo dice mucho en favor de la norteamericana, que podría haberse refugiado en la larga distancia, del 800 al 1.500. En cambio, quiso aceptar el reto. La comodidad no va con los campeones, no con los campeones de verdad.
En el 1.500, la estadounidense impone una velocidad de crucero insostenible para el resto y acabar en 15.30.02. París asistió a su dominio y lo hizo con agrado, pese a animar a la francesa Anastasia Kirpichinkova, aunque La Défense no se emocionara como con Marchand, líder de un equipo francés que escala en el medallero. La natación gala, de profunda tradición olímpica, encuentra un nuevo referente desde Laure Manadou, con tres medallas (oro, plata y bronce) en Atenas'2004, con tan sólo 18 años. El nadador de Toulouse ya lo ha mejorado en París.
El liderazgo de EE.UU.
Ledecky encarna, asimismo, el liderazgo de una natación estadounidense venida a menos en París. La sombra de Phelps es alargada, muy alargada. Los 100 libre, que se disputaron ayer, dejaron campeones ajenos a las barras y estrellas. Caeleb Dressel, encumbrado en Tokio con cinco oros, ni siquiera pudo clasificarse para la prueba en los 'trials' en su regreso tras sufrir una depresión.
El oro de Ledecky es el octavo de su carrera y su medalla olímpica número 12. Si domina el 800 libre, algo previsible, y el 4x200 libre, menos a su alcance debido a la oposición de las australianas, superaría a Larissa Latynina, con nueve oros, como la mujer más laureada en la historia de los Juegos, algo que podría haber alcanzado ya Simone Biles si su mente no hubiera dicho basta en Tokio. La de Ledecky nunca para, continúa y continúa, como sus brazadas.
UEFA Nations LeagueOpinión
ORFEO SUÁREZ
@OrfeoSuarez
Actualizado Lunes,
19
junio
2023
-
00:23De la Fuente, durante la final.MAURICE VAN STEENEFECrónica Unai Simón y...
Europa, el sueño de millones de africanos, era más real para el adolescente Cheikh Kane Sarr (Dakar, 2000) gracias a la pelota. No hay muchas formas de llegar a nuestro continente con garantías. Las demás conducen a un destino incierto que nada tiene que ver con un sueño, como son la explotación, el desamparo o hasta la muerte. Sarr era un privilegiado. El fútbol le permitió cumplir el suyo con 18 años. Aunque el camino que le esperaba no era el de una estrella, pese a ser ya internacional con la selección sub'20 de Senegal, era al menos un camino, un porvenir. Había pensado en todos los riesgos, pero jamás creyó que un grito pudiera convertir aquel sueño en una pesadilla. El grito que dijo escuchar en Sestao fue «¡puto negro de mierda!».
En silencio, absoluto silencio, por decisión propia y consejo de su club, el portero del Rayo Majadahonda se encuentra superado por las circunstancias. A pesar de haberse ejercitado en el gimnasio, ayer, en la primera sesión tras lo sucedido el sábado en Sestao, Sarr se sorprendía de que las cámaras intentaran perseguirlo en unas instalaciones sin los cortafuegos de los grandes clubes. El Rayo Majadahonda juega en Primera RFEF y utiliza instalaciones ajenas, en el barrio de la Oliva de la población madrileña, para algunos entrenamientos.
Los compañeros intentaron en todo momento arroparlo, especialmente el capitán Jorge Casado, el mismo que saltó a la grada de Las Llanas cuando Sarr agarraba por la bufanda al aficionado que presuntamente le había insultado. «Esto no hay que olvidarlo, pero vamos a intentar centrarnos en el siguiente partido, el sábado», dijo Casado. Al capitán y a todo el equipo les sorprendió, ayer, la llegada de la Guardia Civil. «Han venido a ofrecernos asesoramiento y a resolver las dudas que tuviéramos, no únicamente a Cheikh, y les estamos muy agradecidos», añadió.
Preocupado por su familia
La presencia de los agentes asustó un poco más al portero, que desde las horas posteriores a lo sucedido temía por las repercusiones que pudiera tener el episodio. Se mezclaban en su interior la rabia y una parte de vergüenza por su reacción, según observaron sus compañeros en el vestuario. También le preocupaba que el hecho pudiera alarmar a sus familiares en Senegal. Arrancó su coche y salió disparado del entrenamiento.
Sobre la cabeza del senegalés pesa una dura sanción, dado que el árbitro reflejó en el acta su actitud pero dijo no escuchar los insultos. Cada paso es importante, y más en un club al que llegó hace meses, en agosto, y en el que intenta asentarse después de una diáspora por clubes modestos desde que, en 2018, llegara al juvenil del Nástic de Tarragona, procedente del Ndagane de su país.
Por el club de Tarragona ha tenido varios pasos y también ha pasado por el Vetusta, filial del Oviedo, Recreativo Granada o Castellón, antes de llegar al Rayo Majadahonda al principio de esta temporada.
Contrato hasta junio
En el vestuario hablan de Sarr como de un «chico siempre dispuesto», un «buen tipo» al que creen capaz de inventarse nada semejante. El sábado, cuando todos se retiraron a la caseta tras negarse a continuar, el guardameta se derrumbó, abatido. Ayer continuaba del mismo modo, en shock.
El jugador, que tiene contrato con el club madrileño hasta junio, ha disputado únicamente seis partidos esta temporada, por lo que tampoco en el Rayo Majadahonda ha encontrado la regularidad que busca y ahora teme que este episodio pueda perjudicarle. Los próximos días serán clave, por lo que decida el Comité de Competición y las conclusiones de la Ertzaintza.