Juegos Olímpicos
Entrevista
El deportista español con más medallas olímpicas atiende a EL MUNDO a poco más de un año de disputar, en París, sus quintos Juegos. Reflexiona con calma sobre su trayectoria y sobre cómo afronta este reto, en el que intentará desempatar con David Cal.
Los deportistas olímpicos suelen lucir ropa cómoda para poder competir o entrenar. Sin embargo, él luce una chaquetilla de chef como la que consiguió tras su paso por el concurso Masterchef Celebrity. Saúl Craviotto (Lérida, 1984) es el mayor medallista olímpico español (oro en Pekín 2008, plata en Londres 2012, oro y bronce en Río 2016 y plata en Tokio 2020), empatado a metales con el también piragüista David Cal. Pero, además de triunfar en el deporte, lo hace en los fogones. Por ello no sorprende que la marca Burgo de Arias haya contado con él como embajador de su nueva línea de productos extra proteicos.
- Ha comentado que como deportista no conocía tanto sobre el mundo de la alimentación en sus inicios como ahora, ¿qué conocimientos ha adquirido con el paso del tiempo?
- Ha sido un poco en el día a día cuando he ido aprendiendo. Al final todo va evolucionando. En el tema de la nutrición, los consejos de los profesionales con los que he trabajado me han hecho saber cosas que no conocía o ignoraba. Además, he visto que hay una serie de productos que te ayudan a la recuperación, y he comprendido que la alimentación es el combustible que necesita el cuerpo. Si haces trabajo aeróbico de larga distancia, el cuerpo lo que necesita es más carbohidrato. Si haces potencia, más proteína. Antes comía lo que me apetecía, pero al final es una cuestión de sentido común, comer saludable y bien. También me doy mis homenajes, si me apetece una pizza o una hamburguesa me la como, no soy de los que se obsesiona con la comida.
- Se está preparando ahora para sus quintos Juegos Olímpicos, ¿qué ha cambiado de su rutina deportiva desde Pekín 2008 hasta París 2024?
- Hacemos tres sesiones de entrenamiento al día, de lunes a sábado. Dos por la mañana y una por la tarde. En la de por la mañana hacemos agua a las nueve y media, tenemos un pequeño parón a las once, luego otra sesión y una más por la tarde. Es una preparación de cuatro años para una prueba que dura un minuto. Lo que he cambiado de Pekín 2008 hasta ahora, que han pasado un montón de años, es que tengo menos presión. Pasé un momento de mucha presión, en el que el mundo esperaba cosas de mí, y ahora, en París, es más tranquilo porque ya he conseguido cinco medallas, y que me quiten lo ‘bailao’. Si consigo otra más, estupendo, y si no, ya soy feliz con lo que tengo. He llegado a ese nivel de paz, donde estoy entrenando a gusto.
- Se está preparando para la prueba del k4. ¿Hay posibilidades de que participe en alguna otra?
- Sí, está la opción de hacer k2, en otra embarcación con otro tripulante del k4. Somos cuatro, pues de ahí salen dos k2. Además, para doblar está muy bien, porque primero es la prueba colectiva, terminamos y ya comienza el k2. No hay ninguna prueba en el medio que a lo mejor te canse. La joya de la corona es el k4, que no lo queremos tocar, es donde estamos realmente bien, y después, si se puede salir a jugar a otra distancia, salimos.
- Si consigue un metal en París sería el deportista olímpico español que más medallas tiene, ¿qué supondría esto para usted?
- Me cuesta hasta pensarlo, porque cuando empecé en esto mi sueño era ir a unos Juegos Olímpicos. Ahora, estar aquí hablando después de ser abanderado, de haber conseguido cinco medallas olímpicas e ir a por la sexta es un sueño. No lo concibo. A veces no soy consciente de hasta donde hemos llegado. Si llega la sexta va a ser brutal. Pero no va a ser fácil porque los alemanes la quieren, los ingleses también, va lo mejor de cada país y la diferencia será por milésimas.
- ¿Sigue manteniendo la misma ilusión después de haber disputado cuatro Juegos Olímpicos?
- Supongo que la ilusión de los primeros Juegos es diferente. Los primeros fueron los primeros, eso es intocable e imborrable. Todo lo que vivía allí era mágico, alucinaba con todo. En los siguientes ya sabía a lo que iba y en los terceros más todavía. Al final todo eso ya lo conoces, es una competición que es mágica igualmente y te hace ilusión. Sin embargo, con el paso de los años la ilusión se vuelve un poco como una montaña rusa. Ha habido veces en las que he pensado en retirarme. Antes de ir a Río, en 2015, contemplé esa posibilidad. Ha habido momentos de muchos bajones, no todo es idílico. Ves a Saúl Craviotto, con cinco medallas olímpicas, parece que ha sido una carrera exitosa pero me he pegado cada leche, qué no veas. He tenido ganas de dejarlo todo.
- ¿Cómo gestiona a nivel psicológico la presión que supone competir en unos Juegos Olímpicos?
- Hay herramientas para ello, como psicólogos deportivos. Yo tengo que reconocer que no he ido nunca a ninguno, así me va, así estoy (risas). Yo creo que la experiencia nos va dando ese plus de serenarnos. Considero que el secreto está en saber focalizar los nervios para sacar tu mejor versión. Los nervios, si sabes focalizarlos, son buenos, pero es muy difícil. Hay una línea muy delgada y puede que te entre la flojera, que pierdas fuerza, que falles. Yo creo que la experiencia es lo que me ha enseñado a controlar eso un poco, y también a evadirme. Me meto en una burbuja de cristal, y hago lo que pueda. Si esperan algo de mí, yo daré el máximo, y si no lo consigo, ¿qué le voy a hacer?
- ¿Los fracasos le han impulsado a sacar su mejor versión?
- Los fracasos han sido lo mejor que me ha pasado, pero con diferencia. Si no llego a fracasar no tengo hoy cinco medallas ni loco. Siempre he sido el mejor Saúl Craviotto después de un fracaso. Cuando te pegas la leche no lo ves, lo ves todo muy negro y muy oscuro, pero mirándolo con perspectiva es lo mejor que nos puede pasar a todos. De vez en cuando viene bien tocar fondo y poder empezar de cero.
- En Tokio su familia no lo pudo acompañar, ¿en París estarán presentes?
- Van a ir autobuses para allá. Tengo a la familia de mi mujer y a la mía mirando hoteles. Le digo a mi mujer: “Déjate de mirar hoteles que me pones nervioso”. No estoy ni clasificado y ya me está diciendo: “Mira, he visto este apartamento cerca de la pista donde compites”, y me ponen bastante nervioso. Pero sí, ya están muy ilusionados. Hasta los vecinos de la urbanización quieren ir en autocaravanas. Va a armarse una buena en París porque en Tokio no pudo ir nadie, y en esta estará más divertido.
- Llega a París con 39 años, ¿pueden ser sus últimos Juegos Olímpicos?
- No me atrevo a decirlo, no lo tengo muy claro. Lo veré cuando llegue el momento, todavía queda año y medio. Supongo que después de los Juegos estaré un mes de vacaciones y cuando vuelva valoraré si sigo teniendo ilusión o no. Me plantearé que hacer, si sigo un año más y me retiro en el Mundial o no, pero no lo sé. Sinceramente, la naturaleza va a hablar por sí misma aunque yo no quiera. También es bonito saber que todo tiene un principio y un final. Es una etapa bonita y lo que no quiero es estirar el chicle y alargarlo. Me gustaría salir por la puerta grande, y si veo que a los siguientes Juegos no llego, me escapo cuanto antes.
- Por último, hemos visto a Saúl Craviotto siendo abanderado de los Juegos Olímpicos, ganando medallas, en la televisión cocinando, ¿qué nos queda por conocer de usted?
- Pues poco. Te mentiría si te desvelara aquí una gran sorpresa. Sabéis todo de mí. Llevo tantos años en esto que ya poco se puede llegar a rascar.