Sergio Scariolo anunció este jueves la lista de 22 jugadores con los que la selección española afrontará un verano importantísimo, en el que tratará de acudir a la cita olímpica de París, para lo que deberá buscar su billete en el Preolímpico que se disputa en Valencia del 2 al 7 de julio. Y la gran novedad fue la ausencia de Ricky Rubio.
“Ricky nos ha pedido un tiempo de reflexión, tiene que tomar decisiones definitivas sobre su carrera y su vida. Con todo el cariño hemos recibido esta comunicación. No nos ha alegrado, pero respeto total para él”, pronunció el seleccionador sobre el base del Barça, que regresó en febrero, precisamente con la selección, tras unos meses apartado del baloncesto por sus problemas de salud mental.
Tras disputar la ventana de clasificación para el Eurobasket y el final de temporada con el Barça, en el que no logró la clasificación para la Final Four ni para la final de la ACB que a partir del sábado disputan Real Madrid y UCAM Murcia, Ricky, que no estuvo en el pasado Mundial, tampoco estará en este reto olímpico.
El otro gran nombre propio fue el del Lorenzo Brown, que vuelve con la selección dos años después de conquistar el Eurobasket 2022. El base del Maccabi se incorporará más adelante, como Juancho Hernangómez, Rudy Fernández, Llull y Abalde, que siguen disputando con sus clubes las ligas domésticas. Y Garuba y Aldama, por los permisos de la NBA en cuanto a días de concentración.
El resto, 15, empiezan el lunes en las instalaciones de Embassy en Málaga. “La mayoría de nuestros jugadores no vienen de una buena temporada a nivel de clubes”, afirmó el seleccionador, que especificó que la ausencia de Ricky y los otros tres jugadores (Claver, Sebas Saiz y Tyson Pérez), que han declinado la convocatoria son para todo el verano y también que, en caso de lograr billete para París, no es probable que entre ningún nombre nuevo aunque pudiera haber ausencias.
Bases: Lorenzo, Alberto Díaz, Juan Núñez y Sergi García.
Aleros: Abalde, Abrines, Brizuela, Rudy, Juancho, Llull, X. López Aróstegui, Joel Parra, Josep Puerto, Edgar Vicedo y Santi Yusta
Pívots: Aldama, Garuba, Fran Guerra, Will Hernangómez, Jaime Pradilla, Salvó y Sima.
Tiene estas cosas Unicaja y presume de ellas. Forma un colectivo sin estrellas. O, al revés, con todos como estrellas. Un día brilla uno y al siguiente otro diferente. Pocos, sin embargo, aguardaban a Alberto Díaz como elemento absolutamente diferencial en toda una semifinal copera. Una tarde para enmarcar la del base (13 puntos, tres triples, siete asistencias...), una exhibición ante nada menos que el eterno Marcelinho Huertas, el mismo que desarboló el jueves a todo el Barça. El pelirrojo y Yankuba Sima (21 puntos y ocho rebotes, otro inesperado) devolvieron a los malagueños a toda una final copera dos años después del cielo de Badalona. [90-83: Narración y estadísticas]
El embrujo de la Copa se alimenta también y, sobre todo, de lo que va más allá de Barcelona y Madrid. De todos los que intentan y, a veces, consiguen destronar a los grandes, pocos proyectos como los de Unicaja y La Laguna Tenerife, espejos en tantas cosas estructurales (la continuidad en sus plantillas, el protaegonismo del producto nacional, disputar la Champions League de la FIBA...), tan distantes sin embargo en la cancha. Un clásico moderno, una rivalidad que en el Gran Canaria Arena tuvo otro precioso episodio. Triunfó Unicaja, como en la final de 2023 (hace un año en cuartos en el Martín Carpena se vengaron los insulares), y estará este domingo en la finalísima en busca de su quinto título en dos años.
Era, se suponía, una batalla de estilos. Del frenesí andaluz contra la pausa canaria, del plan de Ibon contra la sabiduría de Vidorreta, euskera en los banquillos. La cosa iba de quién impondría su ritmo, de cómo reaccionarían las veteranas piernas del Tenerife a la batalla durísima del jueves contra el Barça, en cuándo aparecerían los fantasmas pretéritos para ambos. Fue Unicaja el que amaneció más seguro de sí mismo, más dominador, apoyado en el rápido dominio en la pintura de Sima (nueve puntos en el arranque), en sus múltiples opciones ofensivas y, sobre todo, en lo incómodo que hacía su defensa la vida a los canarios.
Taylor, defendido por Joan Sastre, en el Gran Canaria Arena.ACB Photo
Pero lleva ocurriendo en la ACB un fenómeno curioso: Gio Shermadini, un pívot de otra época, tan lento y falto de tiro exterior como increíblemente efectivo en ese truco llamado pick and roll (que con Huertas y Fitipaldo es puro arte), resulta imparable. Su irrupción fue estruendosa, 10 puntos seguidos, master class al poste bajo, y una asistencia para el triple de Sastre que encendió la parte aurinegra de las tribunas del Gran Canaria Arena.
Unicaja logró contener el embiste y la igualdad se mantuvo hasta el descanso (38-39). Pero los de Ibon Navarro tenían localizados varios problemas serios por resolver. La defensa del pick and roll (después fue Fran Guerra el que les hizo mucho daño) y el acierto desde el perímetro, otra vez algo negados como contra el Joventut el jueves.
Alberto Díaz, defendiendo a Huertas, en el Gran Canaria ArenaACB Photo
También el Tenerife tenía sus lastres, demasiadas pérdidas y demasiados tiros libres fallados. Mientras unos y otros buscaban soluciones, apareció Huertas con dos triples y siguió un tremendo pim pam pum, pues Alberto Díaz sorprendió con tres de contestación, y Sima seguía a lo suyo, impresionante, como nunca se le vio, elemento ofensivo inesperado que hizo tambalearse a los de Txus Vidorreta, con la máxima en contra (72-60) para encarar el acto definitivo.
Era alerta roja, peor con un triple de Osetkowski (+15). Con el viento a favor y el acierto recobrado, Unicaja es un destructor. Al fin habían podido desatarse, jugar en transición, volar sobre el parque y la meta no estaba tan lejos. Pero evidentemente, aún había mucha faena: Tenerife se vino arriba con un 0-8 (triples de Doornekamp y Fitipaldo) y lo siguió intentando hasta el mismísimo bocinazo final. Un más que honroso semifinalista. Por muchas más batallas entre Unicaja y Tenerife.
Desde las 7.30 de la mañana en los alrededores de la Torre Eiffel hasta las 22:30 aproximadamente en Roland Garros, un supermiércoles olímpico para no levantarse del sofá. Un frenético cóctel de deportes, por tierra, mar y aire, en el que España podría conseguir de cuatro a seis medallas (a falta de cuatro jornadas, igualaría ya las logradas en Río y Tokio) y meterse en varias semifinales por equipos. Tomen nota.
MARCHA
En el Trocadero, bien temprano, dos parejas españolas para seguir ampliando la leyenda de la marcha atlética española. Se trata del novedoso relevo mixto en el que recorrerán la distancia de un maratón (42,195 kilómetros), en cuatro postas. Álvaro Martín y María Pérez, bicampeones del mundo en Budapest y medallistas olímpicos la semana pasada (bronce él, plata ella) en los 20 kilómetros, son claros favoritos. Miguel Ángel López y Cristina Montesinos (décima la catalana) también tienen mucho que decir.
TAEKWONDO
No muy lejos de allí, en el Grand Palais, desde por la mañana -con suerte, hasta las 21.19 de la final femenina y las 21:37 de la masculina-, dos madrileños, Adriana Cerezo (-49 kg, plata en Tokio) y Adrián Vicente (-58), pelearán en una especialidad también siempre propicia. Ella arranca en octavos contra la uruguaya Grippoli (11.11 h.); él, bronce mundial, contra un rival que llegará desde una ronda anterior (11:24).
EQUIPOS
Con el fútbol masculino en la final olímpica, el femenino buscando este martes el mismo lugar y la estupenda plata de las chicas del baloncesto 3x3, los equipos tienen por delante un miércoles decisivo. Por orden, seis citas de cuartos de final. A las 9:30 h., en Lille, el balonmano masculino se enfrenta a Egipto, rival al que ya derrotó hace tres años en los Juegos de Tokio por el bronce. Ya a mediodía (14:00 h.), los chicos de waterpolo se las verán con Croacia. Y, media hora más tarde, en la reedición de la pasada final del Eurobasket, las chicas de Miguel Méndez ante Bélgica en el Bercy Arena. Un poco después (17:00 h.) será el turno del voley playa: ellas, Daniela Álvarez y Tania Moreno, contra la pareja canadiense. Y ellos, ya a las 21:00 h., los legendarios Pablo Herrera y Adrián Gavira, ante los noruegos.
España, el lunes, durante la rutina técnica en Saint-Denis.EFE
NATACIÓN ARTÍSTICA
España se encuentra otra vez entre las favoritas, el sitio que le corresponde por tradición y palmarés. Después del escándalo que desmanteló al mejor equipo español de natación sincronizada de la historia, con Anna Tarrés al frente, hubo dos ediciones de vacío -los Juegos de Río 2016 y los Juegos de Tokio 2020-, pero ya está de vuelta. Con Mayuko Fujiki al frente, un nuevo grupo de nadadoras y otra filosofía de entrenamiento, España vuelve a estar en disposición de colgarse una medalla. Será en la rutina acrobática, a partir de las 19.30 horas, y con un riesgo alto. Con la China de la propia Tarrés como favorita al oro, las medallas se tendrán que discutir con Japón y Estados Unidos, que presentarán ejercicios con menor puntuación de dificultad, pero más seguros.
VELA
La clase 470 mixto, con Nora Brugman y Jordi Xammar, afronta la Medal Race hoy en la bahía de Marsella a partir de las 15:43 horas en inmejorable posición. Ayer sólo pudieron disputar dos de las tres últimas regatas previstas en la última jornada de la serie clasificatoria y siguen segundos en una general muy igualada. Son los números uno del ranking internacional y vigentes campeones de mundo. Ayer firmaron un tercero y un sexto puesto antes de que se quedaran sin viento. Fuera de las medallas quedaron ayer Tara Pacheco y Andrés Barrio en el Nacra 17. La pareja mixta, demasiado irregular durante las tres regatas del martes, se quedó a cuatro puntos de la Medal Race.
Ghadfa festeja su victoria de cuartos ante Chaloyan.AFP
BOXEO Y...
El último en entrar en acción será el marbellí Ayoub Ghadfa, quien, con su medalla asegurada, buscará silenciar Roland Garros a las 22:18 h. ante el local Djamili Aboudou y colarse en toda una final olímpica de los pesos pesados. No hay que perder ojo tampoco a Leslie Romero, con plaza y sueños en la final olímpica de escalada. Daniel Arce estará en la finalísima de los 3.000 obstáculos en el Stade France. Y, sin medallas en juego todavía, comienza el golf femenino (Carlota Ciganda y Azahara Muñoz) y se disputan varias eliminatorias de piragüismo.
Dijo adiós España y lo dijo también Rudy Fernández, el último partido de una carrera única en sus sextos Juegos Olímpicos. Ahí su legado: la selección murió de pie, con orgullo y coraje, otra vez ante Canadá. No estará en el Bercy Arena de París el equipo de Sergio Scariolo, que compitió hasta el último aliento contra un rival evidentemente superior y murió en la orilla de la épica.
En una tarde en la que tres de sus referentes no parecieron ellos, España se acogió al valor de los que menos cuentan. Con Brizuela y Pradilla plantó cara a la pléyade de NBA que es la Canadá de Jordi Fernández y sólo perdió por un triple que no entró.
Resultó un escenario cruelmente parecido (85-88, idéntico resultado) al de hace un año en Yakarta. Allí Canadá amenazaba con despedir a España a las primeras de cambio del Mundial en el que defendía el oro, como así fue. Esta vez de unos Juegos, con los de Jordi Fernández ya clasificados, pero decididos a terminar primeros de grupo y evitar un camino de espinas en el Bercy Arena. Son la nueva potencia del basket mundial, de los pocos en ser capaces de mirar a los ojos al USA Team, estrellas tan poderosas como Shai Gilgeous-Alexander o Jamal Murray.
El pecado de España había estado en su amanecer en el torneo, perezoso ante una Australia que se ha demostrado que no era para tanto. Despistes imperdonables, quizá fruto de la inexperiencia o del desgaste mental del Preolímpico. Lo subsanó contra la Grecia de Antetokounmpo, pero ese triunfo, caprichosas las matemáticas, no le ha servido para ser al menos tercera de grupo. Esta vez no habrá un USA Team implacable para España en los cruces. Desde Sidney 2000 (con un formato diferente, entonces dos grupos de seis) no se quedaba sin pisar al menos los cuartos de final.
Consciente la tropa de que la victoria antes de Grecia contra Australia llevaba al escenario más terrible, a un todo o nada, o primeros o eliminados, la tarde cobró un tinte dramático en Lille. Y entonces entran en juego la memoria de las batallas, los nervios y la capacidad de disfrazarse de héroes. Porque Canadá es el villano, sus fieros defensores, sus inmensos talentos, su físico inigualable. Y desde el principio aplicó su receta agresiva.
Sin Aldama, Lorenzo ni Willy
Y siempre mandó Canadá, lastrada bien temprano España por los fallos desde el perímetro, por la dimisión de Lorenzo Brown, secado por Lugentz Dort, uno de los mejores defensores de la NBA. Y por la 'ausencia' de Santi Aldama. La segunda unidad pronto dio otro aire a los de Scariolo. Ellos iban a ser los heroicos protagonistas.
También apareció el factor sorpresa canadiense, Andrew Nembhard, que descarriló los planes defensivos de España, más focalizada, evidentemente, en Shai. Apareció algún triple, la energía de Llull y, al fin, la selección se sintió cómoda, sin complejos... hasta que el final del segundo cuarto le dio un mazazo de realidad. Dos triples de Nembhard y los chispazos de Shai para llevar al descanso una distancia dolorosa (49-38).
Juancho y Aldama, tras la eliminación.THOMAS COEXAFP
Que se amplió a la vuelta (56-42 fue la máxima), ya con Lorenzo alarmantemente desconectado, con Willy cargado de faltas y con la selección refugiada en esos trucos defensivos tan de Scariolo, una caja y uno con Abrines persiguiendo a Shai como si le fuera la vida en ello.
Sin tres de su referentes en batalla, sólo quedaba el amor propio. Y en eso España sigue siendo única. Scariolo llamó a filas a los del fondo del banquillo, que pusieron el pecho por delante. Tipos como Brizuela y Pradilla, que quizá jamás sueñen con pisar la NBA, fueron los que evitaron la muerte por aplastamiento. Fueron bravos y contagiaron al resto.
El escolta del Barça enhebró 11 puntos de carrerilla mientras los canadienses se frotaban los ojos. El ala-pívot del Valencia, que se ganó el puesto en el Preolímpico, hizo pupa en la pintura con su empeño y sus agallas. Una pareja improbable.
Mantuvieron las constantes vitales, pero mandaba Canadá, cada vez más cerca de la meta. Un triple de Barrett a falta de 40 segundos pareció ser la puntilla, porque a Llull y a Abrines se les escaparon dos tiros libres. Aún así, un triplazo de Llull llevó al límite el duelo, aunque sólo quedaban 3,1 segundos. Extrañamente, Scariolo gastó su tiempo muerto antes de los tiros libres de Shai, que metió los dos. Y ya no le quedaron después. Sacó de fondo y el milagro de Llull desde su campo no fue posible.
Fue otro final cruel aunque inevitable. El adiós a unos Juegos y el último partido de una leyenda con todas las mayúsculas. Ahí queda, para siempre, el legado de Rudy Fernández, presente también en su postrera batalla claramente lastrado.