Baloncesto
El jugador del Masnou, sin dejar de mostrar un gran nivel en su deporte, ha superado tres lesiones muy graves y el fallecimiento de su madre
Tenía 17 años cuando Ricky Rubio irrumpió en el baloncesto como un ciclón. Se presentó al mundo en 2008 en Pekín en una final de Juegos Olímpicos ante nada menos que Estados Unidos. España perdió, pero el base rival, un tal Jason Kidd, dijo de él: “Su límite es el cielo”.
Y lo cierto es que en el inicio de su carrera lo tocó. Trofeo “Rising Star” de Euroliga más título con el Barcelona como jugador más joven, mejor base de la ACB… y elegido en el quinto puesto en el Draft de 2009 por los Minnesota Timberwolves.
Llegó a Estados Unidos con visos de superestrella. Su dupla con Kevin Love maravillaba en Minnesota y la franquicia tenía grandes esperanzas en él. Hasta que el 10 de marzo de 2012, precisamente ante Los Ángeles Lakers de su amigo Pau Gasol, Ricky se destroza la rodilla.
A raíz de ese primer paso por los infiernos nacería el #StayPositive del joven del Masnou. Ese lema ante la adversidad de un chico que ha tenido que superar momentos muy difíciles en la vida, normalmente en forma de lesiones de larga duración como el problema de tobillo en 2014. Un esguince que se fue complicando hasta que acabó en una operación un año después. “En nuestra vida nos suceden situaciones que tenemos que integrar para superarlas y crecer como personas y deportistas y esto no siempre es fácil”, explica David Llopis, psicólogo deportivo.
Pero el peor fue, sin duda, el fallecimiento de su madre en 2016 tras una larga lucha contra el cáncer. Un suceso que hizo que el jugador de baloncesto atravesase por una depresión como reflejó en una carta en The Players Tribune en 2019. Tras la muerte de su madre, Ricky admitió que “vivió enfadado” y que llegó a “culpar al baloncesto” de lo que estaba sintiendo. Así que reclamó ayuda para poder superar un trance que le produjo “no odio” a su deporte, pero sí “no querer ir a un partido o un entrenamiento”. “Cuando un jugador viene de una situación complicada a nivel psicológico en control de las cargas emocionales es importante”, cuenta Llopis.
De aquello, salió un Ricky aún más maduro y más comprometido, creó The Ricky Rubio Fundation, una institución dirigida a mejorar la vida de pacientes oncológicos. Y volvió a sonreír con una pelota de baloncesto en las manos.
Volvería al cielo en 2019 vestido con el uniforme de España. De nuevo en China, Ricky Rubio se alzaba junto con la selección con la medalla de oro en el Mundial. Él, además, fue elegido MVP del torneo. “Hay un perfeccionismo que te hace ser exigente y querer hacerlo mejor, pero hay otro que nunca esta conforme con lo que tiene y esto puede aumentar la presión del deportista”, apunta el psicólogo deportivo.
Misma rodilla
Luego vino la pandemia, que al joven también se le hizo complicada, y de nuevo el pozo. En diciembre del 2021 se volvía a romper la misma rodilla, pero él, siempre positivo y hacia delante. “Cuando una persona no se encuentra bien y decide parar no es un capricho y no es por falta de interés. Hay unas razones, que en muchos casos uno no es consciente de cual es la causa, pero sabe que necesita parar”, cuenta Llopis sobre el mar de fondo mental que causan los vaivenes en una larga vida deportiva.
Volvió en enero del 2023, 380 días después de su gran lesión. Lo hacía con 32 años, con muchas heridas pasadas pero, parecía, que con la ilusión intacta. Tras un fin de temporada irregular con su equipo, los Cleveland Cavaliers, todo el mundo esperaría verle con la ilusión desbordada ante esta nueva cita mundialista con La Familia. “De la misma forma que hay veces que uno físicamente no puede más, psicológicamente también pasa”, añade Llopis. Ante la inesperada decisión de dejarlo del joven base del Masnou.
Rubio ha decidido parar para “cuidar de su salud mental”. Quizás, con aquella sincera carta al The Players Tribune, ya había avisado de que esto podía pasar: “Al igual que en cualquier otro trabajo hay veces que necesitas un break y no lo puedes tener”. Llopis se muestra de acuerdo con el jugador, pero añade un factor ante el futuro de su decisión: “Una retirada momentánea genera una liberación inicialmente, pero también aparecerán dudas. En este sentido el apoyo y comprensión del entorno es clave”.