Copa del Rey
Ancelotti pide a sus jugadores que jueguen como si fuese la última final, sin cálculo, pese a disputar cuatro días después las semifinales de Champions
Del fútbol decía Johan Cruyff que era el deporte más democrático que existe, porque permite jugar a los altos y a los bajos, a los fuertes y a los delgados, como era su caso. Hay más. Permite jugar a los ricos y a los pobres. A veces, pocas, también ganar a los segundos, aunque ganar partidos no es ganar títulos. La realidad es que en el fútbol de élite, donde ya no hay pobres, sólo ricos y menos ricos, poderosos y menos poderosos, apenas queda ya un Valle de Elah, el lugar donde David abatió a Goliat, el gigante filisteo. Si existe uno, es la Copa.
El posicionamiento del torneo, generalmente no entre las prioridades de los grandes, y los riesgos de su formato hacen posible que la final, esta noche en el estadio de La Cartuja (22,00 horas-TVE1), enfrente al equipo más voraz y ganador del mundo con un aspirante que no cuenta con ninguno de los títulos nacionales importantes. La motivación es tan desigual como desiguales son los recursos, y ese es el peligro que otea desde lejos Carlo Ancelotti cuando levanta la ceja. Por ello insistió, ayer, a sus jugadores en que «jueguen como si fuera la última final». Los sabios de este deporte no lo son por cualquier cosa. Un día antes de que el fútbol español celebre uno de sus partidos más emotivos, nos dejó uno de ellos, Arsenio Iglesias.
MODRIC Y LA CHAMPIONS
‘O Bruxo de Arteixo’ decía que era más humano perder que ganar, pero eso no sirve al Madrid, porque ha de hecho de la victoria su vida. Cuando el objetivo se aleja, se descomprime, que es lo que le ocurre en la Liga, como en una muerte asistida. Esta final llega en ese momento y ante un reto mayúsculo en la Champions, con la llegada de Pep Guardiola al Bernabéu cuatro días después. El segundo es el torneo de la erótica para el Madrid y su gente. La Copa, en cambio, es la Champions de Osasuna, algo que posiblemente encuentre reflejo en la difernte intensidad de las aficiones en La Cartuja. La final emocional equilibra la final futbolística, con las bajas repartidas: Mendy en el Madrid por Nacho Vidal y Brasanac, que no se entrenaron en Sevilla, probablemente en Osasuna. Uno y otro, sin embargo, pueden arriesgar o no con Modric y el Chimy Ávila, respectivamente. Osasuna lo hará. Necesita jugar a fuego. A eso se refiere Jagoba Arrasate cuando habla de «llevar la esencia de Osasuna a su máximo esplendor. Ancelotti esperará para decidir.
Hace nueve años que el Madrid no gana la Copa. La última fue con Ancelotti, después de aquella carrera de Bale sobre Bartra. En ese tiempo, el equipo blanco ha conquistado cinco Champions, puesto que la ‘Décima’, también en 2014, llegó después. Desde que se fundó la Copa de Europa, ha alzado 10 de sus 19 Copas por 14 Champions en el mismo periodo. Es, pues, un equipo copero, pero en cristal de Bohemia.
“UNA PRÓRROGA MÁS”
Los navarros tuvieron su única oportunidad en 2005, pero cayeron en la prórroga con el Betis. Para llegar a esta final ha disputado cuatro, además de una tanda de penaltis. Cuanto más largo sea el partido, mejor para sus intereses. «No nos importaría jugar una más», reconoció su entrenador. Eso preocupa a Ancelotti, por el desgaste que podría suponer antes de la Champions. Aunque sabe que jugar y calcular es un peligro, resulta inevitable, y por eso advierte a los suyos: «Tenemos que salir sin pensar en el día después, con toda la energía».
Con la intensidad como seña de identidad, Osasuna es un ejemplo de los equipos modestos que se abren paso gracias a la nueva generación de entrenadores españoles. Arrasate es uno de ellos, como Imanol Alguacil (Real Sociedad), Andoni Iraola (Rayo), o Míchel (Girona). Equipos ambiciosos que no hacen de la posesión un ejercicio insulso, duros en la disputa y con capacidad adaptativa, al cambiar de sistema en el momento que lo creen necesario.
Arrasate utiliza el 4-3-3 o el 4-1-4-1, pero ante las ayudas necesarias para defender a Vinicius, Benzema y Rodrygo podría utilizar una línea de cinco: «Necesitamos una defensa coral». La forma de parar a Vinicius, hipersensibilizado, como todo el Madrid, hará girar los focos hacia el colegiado Sánchez Martínez. Si se mantienen sobre el árbitro, mal asunto, porque habrán perdido todos, David y los filisteos.