El legendario golfista de Puerto Rico Juan “Chi Chi” Rodríguez ha fallecido a los 88 años, según ha anunciado el senador del país, Carmelo Javier Ríos, que no ha revelado las causas del deceso.
Miembro del Salón de la Fama, fue uno de los golfistas más populares de la historia. “La pasión de Chi Chi Rodríguez por la caridad y su alcance sólo fueron superados por su increíble talento con el palo de golf”, dijo el comisionado de la PGA, Jay Monahan, en un comunicado. “Con su vibrante y colorida personalidad dentro y fuera del campo, se le extrañará enormemente en la Gira de la PGA y por aquellos a los que tocó con su misión de dar de vuelta. La PGA envía sus más sentidas condolencias a la familia Rodríguez en este momento difícil”, añadía.
Nacido con el nombre de Juan Antonio Rodríguez, en Piedras, Puerto Rico, fue el segundo de seis hermanos, con los que ayudaba a su padre a cosechar los campos de azúcar de caña. Allí, según aseguró, aprendió a jugar al golf lanzando latas con una rama de un árbol de guayabas, antes de trabajar como caddie.
Posteriormente, hizo su servicio en el Ejército de los Estados Unidos entre 1955 y 1957 y se unió a la PGA en 1960, donde se alzó con la victoria en ocho torneos durante 21 años de carrera, en los que también formó parte del equipo de la Ryder Cup. Sin embargo, pese a su laureada trayectoria, fue más conocido por su comportamiento durante las competiciones, donde se ponía a mover su palo de golf como si fuese una espada o festejaba bailando salsa tras un birdie.
Nadie levantaba la cabeza en el pasillo de vestuarios del Inalpi Arena de Turín, donde Carlos Alcaraz relajaba la musculatura en la bicicleta estática después de su derrota ante Alexander Zverev por 7-6(5) y 6-3 y su eliminación de las ATP Finals. Todos los miembros de su equipo miraban al suelo. Pese a la envergadura del rival, la rapidez de la pista y la dificultad para respirar por culpa del constipado, el español pensaba que la clasificación para las semifinales era posible y por eso estaba hundido.
De hecho, aguantó dando pedales lo justo y se encerró en su vestuario para no salir en dos horas, algo inhabitual en él. Mientras Zverev ofrecía su rueda de prensa, atendía a la televisión alemana e incluso hacía un juego para el Instagram de la ATP, la comparecencia de Alcaraz se retrasaba, se retrasaba y se retrasaba. Finalmente, cuando se colocó ante los micrófonos, con su chándal Nike marrón oversize, la decepción todavía seguía en su rostro y se notaba en sus palabras.
«Estoy un poco decepcionado. Este es un torneo muy bonito y mi objetivo cada año es llegar mejor. Sigo lejos del nivel que quiero mostrar a estas alturas de la temporada, aunque he jugado un buen tenis», analizaba de entrada el actual número tres del ranking mundial que, también raro en él, durante el partido casi rompe su raqueta. Al perder el tie-break del primer set, aún caliente, la lanzó contra su bolsa para después romper en gritos contra sí mismo.
«En el último punto de ese tie-break he querido volear y era una tontería hacerlo. En el tenis tienes que tomar decisiones todo el rato; a veces aciertas y a veces fallas. Perder de esa manera duele. Igual que en el segundo set cuando he tenido tres bolas de break y las he desaprovechado por errores tontos. Duele, la verdad es que duele», reconocía Alcaraz que cerró así su temporada en el circuito ATP y recuperó la sonrisa de golpe cuando le nombraron el único torneo que le queda este año: la Copa Davis.
La ilusión recobrada
Este mismo sábado Alcaraz volará de Turín a Málaga para reunirse con el equipo español y empezar a entrenar en el pabellón Martín Carpena de Málaga. En su entorno, este viernes, reconocían que no hay mal que por bien no venga: gracias a su derrota ante Zverev, ahora tiene tres días enteros para preparar su primer duelo en la competición por países. El martes, en cuartos de final, le espera el neerlandés Tallon Griekspoor, un rival ideal para empezar. En sus cuatro enfrentamientos previos, el español ha vencido sin ceder ni un solo set. De hecho, hace sólo un mes en el Masters 1000 de Pekín el partido entre ambos acabó con un clarísimo 6-1 y 6-2.
Con el resfriado ya en remisión, la Copa Davis debería devolverle la alegría. En primer lugar, por la clara oportunidad de proclamarse campeón, sin jugadores del Top 10 en el camino hasta llegar a la final -hipotéticamente ante Estados Unidos e Italia-. Y en segundo lugar, por el privilegio de participar en la despedida del que fue su ídolo y hoy es su amigo, Rafa Nadal.
¿Habrá otra unión Nadal-Alcaraz?
«Probablemente sea el torneo más especial que vaya a jugar. La Copa Davis es una competición que sueño con ganar desde pequeño, poder representar a España es un honor. Voy a intentar aportar al equipo de la manera que pueda, por mí, por España y sobre todo por Rafa. Él es quien más se merece acabar su carrera con un título. Va a ser un reto difícil, pero a la vez motivante», aseguraba Alcaraz que reconocía las ganas de volver a entrenar con Nadal. Jugar, eso sí, es improbable que lo hagan juntos. Alcaraz deberá disputar un partido de individuales en cada ronda y en los dobles estará seguro Marcel Granollers, el actual número tres del mundo de la especialidad. Nadal disputará un encuentro de individuales o, lo más probable, será pareja de Granollers.
«Es más importante la despedida de Rafa que la propia Copa Davis. Copa Davis hay todos los años, pero la despedida será única, lamentablemente sólo habrá una. Personalmente me emociona mucho poder estar a su lado en ese momento. La Copa Davis es la competición donde empezó su carrera con aquella victoria ante Roddick, una competición donde ha tenido muchísimos éxitos y su adiós será muy especial, estoy seguro», pronosticaba el tercer mejor tenista del mundo que en apenas un rato pasó de la decepción por caer en las ATP Finals a la alegría por participar del histórico adiós de Nadal.
Un parcial de 17-0 en el segundo cuarto se llevó por delante al Barcelona en el Palacio de la Paz y la Amistad, donde cosechó su peor derrota a domicilio en este siglo en la Euroliga. El equipo de Roger Grimau, muy inferior en el rebote (47-31) y negado desde el perímetro (22% en triples), se jugará el miércoles su billete para la Final Four en el quinto partido ante Olympiacos. [Narración y estadísticas (92-58)]
"Se podía dar la derrota, pero la forma en la que se ha dado, no. No es agradable, no ha sido un buen día y como entrenador asumo la responsabilidad", aseguró Grimau en la sala de prensa. "No hemos sido capaces de igualar su físico. Nos han sacado de la pista a nivel ofensivo y defensivo", añadió, antes de reiterar que la manera de perder no había "sido buena", aunque el equipo deba ahora "levantar la cabeza y seguir adelante".
Shaq McKissic, autor de 21 puntos y seis rebotes, lideró la ofensiva del campeón griego, abriendo el mencionado parcial. Del 21-23 con el que se había cerrado el primer cuarto, el equipo de Georgios Bartzokas pasó a dominar con absoluta impunidad en ambos lados de la pintura. El acumulado de 35-9 despejaba ya cualquier duda acerca de cómo se cerraría la noche.
Poderío de Fall y Milutinov
Jabari Parker, decisivo en el tercer partido con sus tiros libres en el último segundo, fue el único jugador del Barça en cifras dobles (10 puntos). Ricky Rubio sólo pudo marcar el ritmo durante los primeros minutos, mientras Willy Hernangómez vivió intimidado por el poderío de Moustapha Fall (12 puntos, cinco rebotes) y Nikola Milutinov (ocho puntos, 11 rebotes).
Según desveló Grimau, Nico Laprovittola, quien sólo pudo lanzar cuatro veces en 16 minutos, viene arrastrando un "proceso vírico" que le obligó a un "gran esfuerzo" para saltar a la pista.
En su regreso tras perderse los tres primeros partidos de la serie por enfermedad, el capitán Kostas Papanikolaou anotó tres triples en el tercer cuarto para frenar definitivamente cualquier intento de remontada azulgrana.