El argentino, a falta de concretar el acuerdo con la MLS en el que intervendrán Apple y Adidas, prioriza la oferta del Inter de Miami, propiedad de los ‘antricastristas’ Jorge y José Mas.
«Es de locos. Messi quería volver. Nosotros queríamos que volviera. Pero, al menos ahora mismo, es imposible. Podría esperar, pero en el fútbol nadie espera». Así se expresaban desde la cúpula del club azulgrana a primera hora de la tarde de ayer. El vigente campeón del Mundo con la albiceleste está decidido a aceptar la tentación de Miami, pendiente, eso sí, tanto de firmar sus contratos como de dar oficialidad a un acuerdo que trasciende la mera práctica deportiva.
Messi, cuyo vínculo con el PSG expira el próximo 30 de junio, nunca llegó a creer del todo los cantos de sirena que provenían desde el teléfono móvil del presidente Laporta, que recibió el pasado lunes en su domicilio de Barcelona al patriarca, Jorge Messi. La reunión no llegó ni a la media hora, y entonces ya quedó claro entre las partes que, pese a que LaLiga había aprobado el plan de viabilidad del club para los dos próximos años, la entidad aún tenía rotos los diques de contención del fair play. Sometido a las reglas del 40% (salario) y el 20% (ventas) en sus operaciones -puede dedicar en fichajes el porcentaje correspondiente a lo que se ahorre-, aún debe recortar unos 250 millones para operar con normalidad. Y esperar, tras lo ocurrido hace dos años con su abrupta salida del Barcelona, no era ya una opción para la familia Messi.
El Barcelona tenía previsto que Messi fuera quien reactivara la economía del club -«nuestra última gran palanca», según fuentes de la entidad azulgrana-, e incluso tenían pretendía ofrecer al delantero unos 25 millones de euros brutos por temporada. Pero, para ello, el argentino hubiera tenido que aguardar a que el Barcelona concretara varias de las ventas previstas (Ansu Fati, Ferran Torres y Kessié).
400 millones del Al-Hilal
Si bien parecía tener ventaja el mastodóntico plan de sportswashing que está llevando a cabo Arabia Saudí para llenar su campeonato de estrellas y purpurina, la presunta oferta de 400 millones de euros anuales del Al-Hilal no ha servido para convencer a Messi para jugar en el emirato.
El plan de Miami, que era el que Messi barruntaba durante su última etapa con el Barcelona, es el que ha acabado por convencerle. Y ahí ha tenido mucho que ver las expectativas vitales de su esposa, Antonela Roccuzzo, en cuanto a la estabilidad emocional de sus tres hijos. La familia Messi, de hecho, tiene en propiedad un lujoso apartamento en Miami.
Las ganancias de Messi en el fútbol estadounidense van mucho más allá de su salario, cuyas cantidades aún no han sido desveladas. Pero sí ha trascendido que tanto Adidas como Apple están teniendo un papel activo en la operación como promotores de la Major League Soccer (MLS). Adidas tiene firmado con la MLS un patrocinio técnico hasta 2030, fecha de la celebración del Mundial de Estados Unidos, México y Canadá. Dicho acuerdo está valorado en 778 millones de euros, y la marca alemana se encarga tanto de la equipación de los 29 equipos de la MLS como de proporcionar los balones.
Derechos audiovisuales
Según The Athletic, Messi participaría en una parte de las ganancias que supusiera su impacto en la competición. Apple, mientras, es quien posee los derechos audiovisuales a nivel global de la MLS hasta 2033, en un acuerdo cifrado en 2.334 millones de euros. En las conversaciones se ha ofrecido la posibilidad de que Messi pueda obtener rédito de las nuevas inscripciones al pase de temporada que proporciona Apple para seguir la liga.
A la MLS le interesaría también que Messi pudiera participar adquiriendo en un futuro un porcentaje de alguna de sus franquicias. La del Inter de Miami, donde David Beckham aún conserva una pequeña participación, es propiedad de los hermanos Jorge y José Mas. Jorge Mas, que también es dueño del Real Zaragoza desde marzo de 2022, es uno de los personajes más influyentes en la comunidad anticastrista de Florida. Fue su padre, el cubano Jorge Mas Canosa, destacado opositor de la dictadura de Fidel Castro exiliado en la década de los 60, quien levantó su imperio en Miami tras hacerse con Church&Tower, empresa que proporcionaba el cableado de la telefonía y que acabaría convirtiéndose en la actual MasTec, una de las principales compañías de Estados Unidos de propiedad latina.
