Manuel Pellegrini: “Trato de ser apolítico. El fútbol une, el hincha de al lado da igual que sea comunista, derechista, republicano…”

Manuel Pellegrini: "Trato de ser apolítico. El fútbol une, el hincha de al lado da igual que sea comunista, derechista, republicano..."

Entrevista

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El chileno, ex de Villarreal, Madrid, Málaga o City ha devuelto la grandeza al Betis. En esta charla con EL MUNDO reflexiona sobre su pasado, el fútbol y la vida. “En Madrid cometí errores y faltó comunicación con Florentino, supe pronto que no iba a seguir”

Pellegrini, entrenador del Betis.Gogo LobatoMUNDO

Los ojos gigantes y azules de Manuel Pellegrini (Santiago, Chile, 1953) reciben a EL MUNDO en la Ciudad Deportiva Luis del Sol, a escasos metros del Benito Villamarín, donde el chileno ha vuelto a hacer grande al Real Betis Balompié. Lejos quedan sus inicios en su país, el título con San Lorenzo en Argentina, River Plate, las semifinales de Champions con el Villarreal, el breve paso por el Madrid, los cuartos continentales con el Málaga, el Manchester City, el exótico Hebei Fortune de China o el West Ham. 35 años en los banquillos condensados en una charla antes de recibir esta noche al Madrid.

35 años como entrenador, media vida. ¿Recuerda la vida sin fútbol?
Me salí del colegio muy joven, a los 17, y ya siempre dije que quería ser futbolista profesional. Compaginé mis estudios de Ingeniería con ser futbolista, me licencié como Ingeniero Civil a los 23 y jugué desde los 19 a los 33. La vida sin fútbol la recuerdo poco, de chiquito me gustaba jugar y a los 14 o 15 tenía claro que iba a ser futbolista. Le dediqué mucho tiempo. Yo quería estudiar medicina en la Universidad de Chile, porque también era hincha de la ‘U’ desde chico, pero por distintos motivos no entré en Medicina y acabé haciendo Ingeniería en Universidad Católica. Jugaba en la ‘U’ y estudiaba en la Católica. Me querían matar en los dos lados.
Lo de entrenador no lo tenía tan claro.
Eso fue distinto. Yo quería terminar mi carrera como futbolista y dedicarme a mi empresa, que era una constructora pequeña. Hacía casas, compraba terrenos… Todo para poder dedicarme a eso cuando terminara el fútbol. Pero conocí a Fernando Riera, un técnico de prestigio, y me fue incentivando. Hasta el 94 hice las dos cosas, pero luego fui sólo entrenador.
Dice Ancelotti que no hay que mirar el DNI de los futbolistas. ¿Tampoco el de los técnicos?
No, creo que el de nadie, ni jugadores, ni entrenadores ni personas. Siempre he defendido que hay dos edades, la edad cronológica, desde que naces, y la biológica, la que te exiges y la que quieres. Es una lucha permanente contra la vejez y la vas a retardar si te cuidas, si quieres seguir aprendiendo…
¿Qué le pide a la jubilación?
Nada. Una vez que termine el fútbol, dejaré la actividad. Pero creo que paralelamente al fútbol siempre he tenido exigencias personales de aprendizaje y de cultura, algo que me inculcaron mis padres desde muy pequeño. Así que cuando termine el fútbol, que no sé cuándo será porque no tengo fecha límite, será así. Lo importante es la exigencia del día a día, lo que quieras aprender y lo que te quieras mentalizar.
¿De qué o quién aprende una persona con su experiencia?
De todo. De los entrenamientos, los partidos, los jugadores, los errores, los éxitos, las opiniones… El aprendizaje en la vida es permanente. No hay que ponerse etiquetas. A los 69 años uno está plenamente vigente, dirigir un equipo de fútbol conlleva mucha presión, pero el presidente de Estados Unidos (Joe Biden) tiene 80, diría que es más difícil (risas). La exigencia profesional está desligada de la edad que uno tiene.
¿Qué le dice la gente por la calle?
La verdad que he estado en 6 países distintos y llevo 24 años fuera de Chile, y creo que aquí en Andalucía, en el Málaga y el Betis, han sido los dos clubes que… Bueno, no me gusta comparar porque en los 4 de España, también en Villarreal y Madrid, fui bien recibido. Pero en el Málaga y el Betis el equipo pegó un salto importante y la gente es más pasional. Es un lujo dirigir este club.
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¿Qué le ha dado Pellegrini al Betis?
He tratado de inculcar mi propia exigencia personal. Yo soy muy crítico conmigo mismo, muy exigente, y eso lo he intentado trasladar al grupo y creo que el grupo se ha esforzado por entenderlo. Hemos logrado esa misma competitividad que tengo yo contra mí mismo en todos los ámbitos de la vida. Llevo 10 años en Chile y 24 en el extranjero. Nunca he parado. Y es un orgullo haber logrado éxitos con lo que uno cree que es el camino correcto, en base a la exigencia, la preparación, el aprendizaje… El jugador tiene que ver que delante de él hay una persona muy preparada.
¿Cómo es Pellegrini cuando llega a casa tras una derrota?
Las primeras 24 horas son complicadas… (risas). Pero como ya me conocen en el club y en casa saben amortiguar los efectos. Cuando pasan 24 horas ya hay que saber digerirlo, hacer análisis y autocrítica.
¿El haber realizado la Ingeniería ha tenido algo que ver en esa forma tan autocrítica de trabajar?
Creo que ha tenido mucha influencia en mi vida, en general. La Ingeniería te exige un orden mental para solucionar los problemas de una forma lógica y eso me ha ayudado en mi carrera. Pero yo antes de ser ingeniero, y después, formaba parte de una familia. Creo que mis padres tuvieron una gran influencia en ese aspecto. Mi padre fue muy exigente consigo mismo, no fue al colegio ni a la Universidad, estudió por su cuenta, con libros, fue constructor civil y armó una empresa sólo con sus estudios personales. Y a mi madre siempre la recuerdo leyendo, hablaba inglés, francés… Eso mismo nos inculcó a nosotros. Para mí es muy importante la lectura, alguien que lee está siempre aprendiendo. La exigencia mía personal de ser mejor viene de eso, por eso he aprendido muchos idiomas y leo constantemente. Por ejemplo, me ha servido mucho en mi carrera la lectura sobre el ser humano, porque no todos son como tú. A lo mejor al inicio de mi carrera yo quería transmitir mi personalidad y que todos vieran algo como yo, y no, somos distintos. Tienes que conocer las personalidades, aunarlas y formar un grupo humano competitivo.
¿Cuándo cambia de forma de liderar?
Me hice una autocrítica cuando terminé en Chile. Fueron 10 años que no fueron malos, pero tampoco brillantes. Empecé mi carrera de entrenador con un descenso con Universidad de Chile, un club quebrado, era joven, lo absorbí y fue un hecho decisivo para mi éxito de después. Del fracaso uno aprende mucho. Después, en Ecuador, en una etapa de mucha soledad, que mi carrera siempre ha sido de mucha soledad aunque por suerte no ha tenido un costo familiar, complementé mi conocimiento futbolístico con entender esa parte de la personalidad. Me faltaba eso. De cómo la construcción de un grupo es el 70% del éxito de un equipo.
Hay mucho debate sobre el estilo. Usted es un entrenador con un sello muy concreto. ¿Qué es jugar bien al fútbol?
Creo que lo más importante es ganar. Si no ganas, algo hiciste mal. Después hay maneras y maneras de ganar. Y sobre eso los clubes tienen que tener una directiva que sepa a qué quiere que juegue su equipo, y los técnicos tienen que elegir una manera de jugar. Todas son válidas y con todas se han ganado títulos, pero yo sí que creo que detrás del fútbol está el espectáculo. Hay 60.000 personas en un estadio, millones de personas viendo por televisión… Hay que dar un espectáculo a la gente. Esa manera de ganar es muy importante para mí, el fútbol es la actividad más popular del mundo y tiene que ser un espectáculo. El cómo ganar es muy importante.
¿Siempre le fue fácil implementar su sello en los equipos que ha dirigido?
Siempre. En Madrid y en Manchester también, me llevaron por mi idea. Ha habido momentos buenos y malos pero nunca he trazado una idea de juego diferente. Donde más la puse en práctica fue en Málaga. Cogí el equipo en descenso, mantuvimos la idea y llegamos a donde llegamos. A excepción del West Ham, mis equipos siempre han estado en Europa.
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Han pasado 13 años desde su salida del Madrid. ¿Qué le dice el paso del tiempo sobre su temporada en el Bernabéu?
Muy pocos tienen la posibilidad de dirigir al Real Madrid. Es un orgullo dirigir a una institución de esa categoría. Si me pregunto a mí mismo sobre mi trabajo allí… Puede ser malo, no tengo ningún problema en reconocerlo. Hicimos una Liga buenísima, con 96 puntos, 105 goles y el equipo jugando bien, pero nos fuimos fuera en Copa y Champions. Hubo una serie de errores que cometí yo, y luego desgraciadamente una falta de comunicación entre el presidente y yo, o una ‘descomunicación’ desde el principio por diferentes opiniones personales. Yo no tengo ningún problema con Florentino Pérez, pero cuando el presidente y el entrenador tienen ideas distintas, el entrenador tiene que irse. Y supe muy pronto que no iba a seguir en el Madrid. A lo mejor tenía que haber buscado otra manera de tener otra comunicación, pero es pasado, me encantó dirigir al Madrid, me hubiera gustado dirigirlo un par de años más y haber ganado títulos, que es una exigencia y va dentro de su ADN. No se pudo, pero me llegó Málaga, y Málaga ha sido algo imborrable en mi vida.
¿Esa experiencia le afectó después a la hora de gestionar la relación con los jugadores y los dirigentes?
No, no. No es pecado pensar distinto. En el Real Madrid creen que un técnico tiene que dirigir al tipo de jugadores que le dan y tiene que dedicarse a eso nada más, y yo creo que el técnico tiene que tener opinión sobre el plantel que va a dirigir. Pero ya está. En el resto de clubes he tenido siempre bastante ‘llegada’ en ese aspecto, concordante con el director deportivo, con los dueños… No he tenido problemas.
¿Qué le parece el ‘caso Negreira’ y las investigaciones que se están llevando a cabo?
Cuando hay un tema tan complicado es necesario que haya una investigación profunda y clara de lo que sucedió. No creo que por el ‘caso Negreira’ se pueda cuestionar la honorabilidad de todos los árbitros de España, eso me parecería injusto. Pero sí es importante tener un informe claro sobre lo que pasó para que no quede cuestionada la honorabilidad también de la actividad, del fútbol, que los árbitros son una parte. Al fútbol hay que protegerle y cuidarle.
¿El ser humano es corrupto por naturaleza?
El ser humano es complicado, no lo digo yo, lo dice la historia. Por corrupción, por el esclavismo, el racismo, la violencia contra la mujer, los pedófilos, las guerras… Hay gente que puede hacer tanto daño… El ser humano ha hecho muchísimo daño y ese daño hay que controlarlo con la justicia. Pero sigue pasando que políticos manden a chicos de 18 o 20 años a la guerra por una cuestión material. Y hay toda una historia del daño sin necesidad que ha hecho el ser humano.
¿Cómo mezcla la política en un vestuario de Primera División?
Yo trato de ser lo mas apolítico posible. El fútbol trata de unir. Cuando juega la selección, por ejemplo, el hincha está detrás y uno no sabe si el de al lado es comunista, derechista, republicano… Da lo mismo, van detrás de su selección. El fútbol une, y creo que en los vestuarios esa unión no la rompe la política. La parte política ha sido poco importante en mis equipo, no la he visto, tampoco la racial, no veo racismo en el vestuario. Hay amistad, exigencias, peleas… Con todo lo ególatras que son los futbolistas, que son un grupo especial, saben que al final necesitan al equipo para ganar.

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