Los hermanos Nico e Iñaki Williams, capitán y estrella del Athletic Club, aseguraron el jueves que han sido acusados falsamente de cometer una apropiación indebida. Los hermanos emitieron un comunicado en el que manifestaron que planean emprender acciones legales contra quien hizo la acusación.
“Podemos confirmar que hay presentada una denuncia contra nosotros basada en hechos que no se corresponden con la verdad”, indicaron los delanteros en una carta difundida en las redes sociales.
“Ante esta situación negamos rotundamente haber incurrido en delito alguno. No existe base fáctica ni jurídica que sustente la imputación de conductas penales. Por otro lado, la denuncia presentada oculta y tergiversa deliberadamente los hechos reales acaecidos”, añadieron. “Es evidente que el propósito subyacente de esta denuncia infundada es menoscabar nuestra imagen personal y profesional, buscando coaccionarnos para que efectuemos un pago indebido”, continuaron.
Los Williams manifestaron que no están preocupados por la acusación porque no hicieron nada malo y tienen fe en el sistema legal.
Al parecer, un particular les acusó de apropiación indebida sobre la propiedad de un vehículo de alta gama que, presuntamente, no hubieran abonado su importe a la persona que les denuncia.
El Barça afronta este domingo, a las 21.00 horas, una visita de alto voltaje: San Mamés. Frente a un Athletic que se metió en la final de Copa el pasado jueves, tras golear por 3-0 al Atlético, Xavi confía en que sus jugadores mantengan el buen nivel mostrado la pasada semana frente al Getafe. Sobre todo, un Robert Lewandowski que parece haber recuperado su mejor versión.
«Todos han dado un paso al frente, nos hemos unido después de que anunciara la decisión de mi marcha, pero es verdad que Robert está jugando mejor, está más intenso, y por eso ha sido el mejor del mes de febrero», aseguró el técnico azulgrana, quien quiso recalcar que ahora están en el momento más importante del curso.
«Llegamos mucho mejor que hace algunos partidos y con buenas sensaciones. Es el momento de la verdad, viene la hora de competir contra rivales directos, de la Champions... Estamos en el tramo decisivo de la temporada y ahora hay que demostrarlo, pero las sensaciones son positivas», recalcó el entrenador barcelonista. En su última visita, en los cuartos de final de la Copa del Rey, el conjunto bilbaíno se impuso por 4-2 tras forzar la prórroga. Por eso, un triunfo supondría sacarse esa espinita clavada. Y mucho más.
«Es el rival más intenso de la categoría. Creo que solo han perdido un partido allí, contra el Madrid, y están con mucha confianza. Si ganamos, daremos un gran paso adelante», analizó un Xavi que no tuvo reparos en admitir que los suyos parecen sentirse más cómodos lejos del que, ahora mismo, es un hogar provisional. «Seguramente, jugar en Montjuïc nos ha afectado, no nos sentimos tan bien como en el Camp Nou. Fuera, estamos invictos, y eso es una buena señal. Competimos bien y creo que incluso deberíamos haber ganado más puntos», aseveró.
La mejoría del equipo, no obstante, no le ha llevado a reconsiderar su decisión de marcharse. Al menos, por ahora. «A día de hoy no ha cambiado nada. No hay tema. Lo importante es ir paso a paso», sentenció el técnico.
Cuando Julen Agirrezabala y Nico Williams nacieron, la gabarra llevaba 18 y 16 años sin pasear a un campeón por la ría de Bilbao. Nadie de su generación ha visto al Athletic alzar la Copa del Rey, cinco veces han llorado que se les escapó y ambos se conjuraron y fueron clave para levantarla 40 años después. Les costó 120 minutos probar de todas las formas posibles cómo batir a un combativo Mallorca que los llevó hasta una tanda de penaltis en la que no fallaron. La gabarra, por fin, volverá al agua el próximo jueves.
Fue Iker Muniain quien recorrió los escalones hasta el palco de La Cartuja para recoger de manos del Rey Felipe el título. A final de la larga fila de autoridades estaba Iribar, con lágrimas en los ojos. Como el mítico guardameta, el capitán navarro sabe lo que ha costado volver a ser campeones. "Una barbaridad, muchas derrotas, muchas lágrimas, muchos momentos amargos. Hoy saboreamos el lado bueno del fútbol. 40 años han pasado para coger la Copa y no soltarla jamás", aventuró.
Buscó Iker a otro veterano, De Marcos, para volver a levantar una Copa que llegó pronto a las manos de Ernesto Valverde. No rehuyó el protagonismo como tampoco se libró del manteo.Técnico siempre comedido, agarró el trofeo, caminó en solitario hacia la grada rojiblanca de La Cartuja y, sin dejar de sonreír dejó la Copa en el punto de penalti desde donde se acababan de proclamar campeones. No tiene comparación con ninguno, Sólo hay que ver cómo estaba el campo lo que significa para esta afición. Al final fue en los penaltis, porque también hemos sufrido", admitió el técnico, que miraba de reojo los lanzamientos pero se alegró de la parada de Agirrezabala. "Ha jugado partidos muy comprometidos antes de esta final, como contra el Atlético o el Barça", destacó Valverde.
No será la que se vio en el césped su única celebración, que tendrá que planear. "Me había negado a pensar cómo celebrarlo y ahora tendré que hacerlo. Cuando estaba en Grecia, después de una final aparecíamos en un bar perdido para comer un gyros (un sandwich con pan de pita) y beber cerveza. Algo así haremos", confesó el entrenador mientras la fiesta seguía en el césped.
Una valla cedió
Celebró el Athletic con su afición tan de cerca que una valla del fondo cedió ante la eufórica cercanía de los jugadores sin que se lamentaran daños y al unísono con su plantilla de campeones abrazada en el área entonaron el Txoria Txoi antes de que Asier Villalibre sacara su mítica trompeta y Unai Simón y Yuri se pasaran un ratito cortando la red donde acabaron los cuatro penaltis pateados por el Athletic.
No llegó a patear Nico Williams, que fue el peligro, el mejor jugador del partido, el talento al que se agarraron los rojiblancos. «No puedo esperar más a subir a la gabarra. Llevamos mucho tiempo persiguiendo esto, desde el parque hasta este estadio. El año pasado fallé dos ocasiones en las semifinales y ahora esto es un sueño. Por mi familia, mi hermano, De Marcos, estoy feliz de haberlo logrado en el club de mi vida».
Ese sueño lo cumplirá el próximo jueves y tendrá un protagonismo especial: "Siempre he sido el hermano de, pero ahora me estoy haciendo mi nombre".
Julen Agirrezabala ataja el lanzamiento de Morlanes.J. REINAAFP
Lo mismo sentía Julen Agirrezabala, otro veinteañero a quien le han contado la historia de cuando fueron los mejores. En este partido fue creciendo hasta atajar las ocasiones del Mallorca, que no fueron muchas pero algunas muy claras, y el penalti de Morlanes que hundió a los de Aguirre con una suerte que muchas veces les salió de cara. Esta vez Dominik Greif no pudo ser el héroe ni llevarse una Copa de regalo de cumpleaños que borrara tres años de calvario de lesiones.
Lo tuvo cerca el Mallorca. Aguirre reconoció más a su equipo que Valverde durante muchos minutos. La Cartuja era rojiblanca y rujía en euskera, pero sus futbolistas estuvieron atenazados por la responsabilidad en toda la primera parte. Les costaba hacer correr a los Williams, que lo peleaban con más corazón que cabeza. Iñaki contra Copete y Lato mientras Nico lograba quebrar a Gio González y Valjent pero no encontraba la portería de Greif.
De la ansiedad se pasó al temblor con el gol de Dani Rodríguez. «Como si jugaras en la plaza» le había dicho al gallego su mujer y por eso no dudó en rematar una pelota escupida por Prados que le ofreció Gio González para que se convirtiera en héroe. Ni Muriqi ni Larin ni Abdón. Aquel chico criado en el Deportivo que en el que llegó del Albacete en el verano de 2018 para jugar en Segunda acercaba al Mallorca a la segunda Copa. Eso pensaba en el palco bufanda al cuello, Rafa Nadal y su entrenador Carlos Moyà. Unas filas más abajo sufría Iríbar viendo a su Athletic tambalearse y a Nico, en un mano a mano escorado contra Greif, estrellar el empate en el exterior de la red antes de que le anularan un tanto por fuera de juego.
Valverde y Unai Simón consuelan a Morlanes.JAIME REINAAFP
En el vestuario, Valverde les leyó todo lo que había apuntado en su libreta y hubo un despertar. Si Larin pudo hacer el segundo, nada evitó que su rival se quedara el balón y que el pequeño de los Williams se echara el escudo a la espalda. Se escapó por la banda izquierda, perdió la pelota ante Gio, peleó la recuperación con Samu Costa y asistió a Oihan Sancet para que batiera la meta mallorquinista. Este regalo le convierte en el tercer jugador más goles ofrece a sus compañeros de toda Europa.
Todo empezaba de nuevo aunque, esta vez con un Athletic que se sacudió la tensión para mandar con descaro, jugar y crear ocasiones, pero sin poder evitar la prórroga que puso nerviosos a todos. Pudo cerrar el partido otra vez Nico, pero los 40 años de sequía acabaron de penalti, un castigo que el Mallorca recuerda que ya sufrió en 1998 en su primera final en Mestalla. Al partido le puso fin el largo abrazo de Valverde y Aguirre.