Los monstruos en la cabeza de Vinicius

Los monstruos en la cabeza de Vinicius

Me desagrada (deportivamente) Vinicius. La verdad por delante. No me gustan sus gestos, su actitud, su falta de autoconciencia y autocontrol ni su innecesaria guerra permanente con el mundo exterior. Nada de eso hace menos ciertas tres verdades: ha sufrido bullying, racismo y desprecio en cada paso que ha dado desde que llegó a Madrid con 18 años y nada de lo que haya hecho o dejado de hacer justifica mínimamente que un chaval cuyo gran pecado es no saber ser simpático haya tenido que aguantar tal escarnio.

Tengo la sensación de que todo ese ruido se ha cargado al futbolista. Es imposible que vivir en constante estado de alarma no te haga mella y afecte a tu confianza, tu concentración y, finalmente, tu juego. El actual Vinicius, pese al veranillo de San Miguel del sábado ante el Villarreal, parece más cerca de perder el sitio en el Real Madrid (en el once, en el escalafón ya lo ha perdido) que de ganar un Balón de Oro. Mucho más cerca, de hecho.

El fútbol es un mundo cruel y primitivo en el que la empatía y el cuidado de la salud mental siguen estando bajo sospecha. Al intentar mostrarse desafiante de manera tan poco convincente, lo que hizo Vini fue enseñar una grieta hacia su psique por la que han corrido a colarse desde el primer rival hasta el último hincha, de Maffeo y Gavi a Giuliano y Koke. Todos han atacado la herida y la mayoría han logrado hacerla más grande.

Viendo en el campo el derbi de hace diez días, no quedaba casi nada de aquel Vinicius al que tantas gradas insultaron como vulgar método de esconder el pánico. No es que ya no despierte miedo, es que, como aficionado del equipo contrario, te pasas el partido deseando que le den la pelota a él porque así el Madrid no ataca con los realmente peligrosos. Que Koke, perro viejo, le sacara absolutamente del partido (sus desquiciados últimos 15 minutos fueron duros de ver) con un comentario tan naif como que Mbappé le ha comido la tostada demuestra el estado de nervios e inseguridad en que se encuentra el brasileño.

¿Tiene remedio? En el Madrid, difícil. El talento es tan innegable como que es inferior al de Mbappé y eso no va a cambiar ni, por más gestos bienintencionados que haga, va a dejar de afectarle. Vinicius ha nacido para ser Jekyll, temible y protagonista, y la mutación forzosa en Hyde, discreto y complementario, va contra su naturaleza. Y mientras él lidia con esos fantasmas, los tiburones del resto de equipos seguirán oliendo sangre y atacando. ¿Es justo? ¿Es loable? No, pero ese es el mar real y se está ahogando.

kpd