Los Angeles Lakers presentaron este jueves la estatua de Kobe Bryant, una escultura con el legendario escolta vistiendo el número 8 y con la mano derecha levantada hacia el cielo.
“Este momento no es solo para Kobe sino para todos los fans que le habéis animado en todos estos años”, dijo en el evento Vanessa Bryant, viuda del escolta.
Vanessa Bryant también anunció que en el futuro habrá en el estadio de los Lakers otras dos estatuas en homenaje a Kobe: una junto a su fallecida hija Gigi y una tercera con el dorsal 24.
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“Para que conste, Kobe eligió la postura que vais a ver (de la primera estatua). Así que si alguien tiene algún problema con ello, qué mala suerte. Es lo que hay”, bromeó Vanessa Bryant en una ceremonia que combinó momentos emotivos y divertidos como tributo a un referente imprescindible de los Lakers y la NBA.
La estatua está dedicada a “Kobe Bean Bryant – Black Mamba”.
Con una espléndida lista de invitados en el acto, entre ellos y en primera fila su ‘hermano’ Pau Gasol, los Lakers rindieron homenaje a Kobe con esta estatua desvelada el 8 de febrero de 2024, un pequeño guiño a los dos dorsales del escolta (8 y 24) y al 2 que llevaba su también fallecida hija Gigi.
Los alrededores del estadio Crypto.com Arena (antes Staples Center) cuentan por fin con una escultura de Kobe, que se une así a otros mitos de los de púrpura y oro con estatua como Kareem Abdul-Jabbar, Shaquille O’Neal o Jerry West.
Leyendas de la franquicia de púrpura y oro como Abdul-Jabbar o ‘Magic’ Johnson acudieron a este acto junto a ex compañeros de Bryant como Derek Fisher o Metta World Peace además del entrenador que le dirigió en sus momentos más brillantes, Phil Jackson.
Uno de los invitados más destacados fue el español Pau Gasol, que conquistó dos anillos junto a Kobe haciendo gala de una excepcional química dentro y fuera de la cancha.
El catalán se sentó en primera fila con su esposa Catherine y al lado de Adam Silver, comisionado de la NBA.
Jeanie Buss, presidenta y máxima accionista de los Lakers, aseguró que, pese a haber estado toda su vida en el mundo de los deportes, “nunca” vio a “alguien como Kobe Bryant”.
También afirmó estar convencida de que desde hoy los fans se reunirán en la estatua de Bryant para rendir homenaje al legado de quien Jerry Buss, su padre y arquitecto de la dinastía de los Lakers, definió como “una maravilla”.
“Fue una maravilla, lo es y siempre lo será”, dijo.
Estatua de Kobe Bryant.ERIC THAYER | AP
Por su parte, Abdul-Jabbar señaló que esta estatua refleja “la excelencia”, la “disciplina”, el “compromiso” y el “amor por su familia” que representó Kobe.
“Fue la peor pesadilla de un defensor”, elogió.
Cinco veces campeón de la NBA con los Lakers, Bryant falleció en un accidente de helicóptero en enero de 2020 en el que murieron otras ocho personas, incluida su hija Gigi.
Cuarto máximo anotador histórico de la NBA (33.643 puntos) y un mito eterno para unos Lakers que no olvidan su feroz e incansable espíritu competitivo, Bryant también triunfó fuera de las canchas como, por ejemplo, con el Óscar al mejor cortometraje de animación que ganó por Dear Basketball (2017).
El fuera de juego al límite que practica el Barça fue un arma de doble filo en el derbi. Los azulgrana acabaron por imponerse gracias, sobre todo, a un primer tiempo a la altura de lo esperable, pero se vieron dominados en el segundo por un equipo al que, además, le anularon un par de goles por acciones en las que el VAR tuvo un indudable protagonismo. [3-1: Narración y estadísticas]
Dani Olmo, con un doblete, abrió el marcador y lo dejó aparentemente visto para sentencia después de que Raphinha no faltara a su ahora habitual cita con el gol en los primeros 45 minutos. Y Puado, el capitán periquito, fue el encargado de materializar el único tanto para un equipo visitante que se marchó de Montjuïc con un regusto agridulce en el paladar.
Al Barça le bastó con poco más de media hora para prácticamente liquidar el derbi. Recurriendo de nuevo a las armas que más caracterizan al estilo de Hansi Flick, ejercer presión alta en ataque y jugar con fuego con el fuera de juego en defensa, los azulgrana desarmaron a la práctica a un Espanyol que solo pudo aguantar el 0-0 durante 12 minutos. Por mucho que Manolo González, muy consciente tanto de las armas del rival como de las carencias propias, apostara por reforzarse en tareas destructivas, el 1-0 no tardó demasiado en llegar. Olmo, tras recoger una de esas asistencias con el exterior de la bota que ya están empezando a ser marca de la casa de Lamine Yamal, se encargó de inaugurar el tanteo de la tarde.
Raphinha, en la acción del segundo gol del Barça.Joan MonfortAP
Once minutos después, llegaría el 2-0. En este caso, por medio de un Raphinha que sigue en un momento dulce de forma y tras asistencia de un Marc Casadó ahora mismo inamovible en el centro del campo azulgrana. De nada le sirvió al Espanyol que Puado, poco después, enviara el balón al fondo de la portería de Iñaki Peña y desatara todo un estallido de emociones para celebrar el tanto. La acción, a instancias del VAR, sería finalmente invalidada por fuera de juego. Un jarro de agua fría que se volvió aún más gélida cuando Dani Olmo, de nuevo, con un duro disparo desde la frontal del área que tocó levemente en Cabrera, se encargó de hacer que el 3-0 subiera al marcador. Y, como a perro flaco todo son pulgas, los blanquiazules abundarían en su desgracia perdiendo poco después por lesión a Kumbulla, un central imprescindible en sus esquemas. Después, además, de que Lewandowski rozara el cuarto de la tarde con un remate que acabó por encontrarse con una buena intervención, en dos tiempos, de Joan Garcia.
Tras el descanso, los visitantes, a pesar de todo, trataron de mantener la compostura. E, incluso, volvieron a marcar. La acción, con todo, sería de nuevo invalidada por fuera de juego a instancias del VAR. Casi, casi al límite. La llegada en uno contra uno prácticamente acto seguido de Puado, además, se encontraría con una muy buena intervención de un Iñaki Peña cada vez más afianzado en la portería barcelonista. Tanto fue el cántaro a la fuente que, al final, el Espanyol acabó por encontrar ese gol que tanto buscaba. El propio Puado, al culminar una muy buena salida a la contra de los suyos, se encargaría de hacer subir el 3-1 al marcador de Montjuïc con poco menos de media hora de tiempo reglamentario aún por delante para, tal vez, meterle de nuevo el miedo en el cuerpo a un rival que se había relajado demasiado en tareas defensivas.
Envalentonado por el gol, el Espanyol trató de apretar arriba, en busca de un 3-2 que lo metiera de lleno en el partido. Para arroparse un poco más en la zaga, Flick acabaría por sacar del banquillo a un Koundé que, en principio, parecía destinado a tomarse un descanso frente a los blanquiazules. Con el francés, el Barça mejoró en defensa, pero mantuvo su aparente desconexión en vanguardia. Casi, como si los torbellinos vividos frente al Bayern y el Real Madrid se cobraran por fin una más que esperable factura. Algo que, sin mucho éxito, trató de cambiar Flick también en ese sentido con las entradas al terreno de juego de Fermín y Ansu Fati.
El pasado lunes se cumplieron 50 años de la llegada de Brian Clough al Nottingham Forest, un club perdido por entonces en segunda división que el técnico, tras cuatro temporadas, transformó en bicampeón de la Copa de Europa. Esa misma noche de Reyes, Nuno Espírito Santo guio desde el banquillo al Forest a su sexta victoria consecutiva en la Premier League. El 0-3 ante el Wolverhampton Wanderers, a modo de homenaje para Clough, confirmaba al equipo en la tercera posición de la tabla, igualado con el Arsenal y a seis puntos del Liverpool, a quien recibirá en la próxima jornada. El ambiente en su estadio se asemejará al descrito por el Nottingham Football Post en uno de sus titulares de aquella semana de enero de 1975: «El huracán Clough arrasa el City Ground».
Fue un genio de arrebatadora personalidad. El pionero de los entrenadores mediáticos, gracias a su particular insolencia ante los micrófonos, desde donde dilucidaba las rencillas con sus adversarios. Sin embargo, cuando al final de su vida, ya derruido por el alcohol, un periodista preguntó a Clough cómo le gustaría ser recordado, él simplemente dijo: «No quiero epitafios con mensajes profundos, ni ese tipo de historias. Me gustaría que mencionaran que contribuí al juego».
El pasado 20 de septiembre, al cumplirse dos décadas de su muerte, Nuno quiso actualizar el legado: «Todos los días lo tenemos presente. Recorremos el club y vemos lo importante que fue Brian. Sobre todo, su mentalidad y su convicción de que todo es posible en el fútbol». Seis días antes, el Forest había dado su primer golpe sobre la mesa en Anfield (0-1) merced a un gol de Callum Hudson-Odoi.
Un plan sencillo y efectivo
Nottingham, con poco más de 300.000 habitantes, es la única ciudad del continente que puede presumir de un club con más títulos de la Copa de Europa (1979, 1980) que de su propia liga (1978). A orillas del río Trent, se yergue The City Ground, donde los reds juegan desde 1898. En la otra ribera se divisa el estadio del Notts County, su rival ciudadano. El club de fútbol más antiguo del mundo, fundado en 1862, vagabundea hoy por la cuarta división. Mientras, el Forest vive su mejor momento en tres décadas. Desde 1987, cuando acabó tercero, no sumaba tantos puntos en la primera vuelta de la Premier. Nada desdeñable para un equipo que acabó decimoséptimo la pasada campaña, a sólo seis puntos del descenso.
«Son los jugadores quienes pierden los partidos, no la táctica. Se dicen muchas tonterías sobre táctica por parte de gente que apenas sabe cómo ganar al dominó». Esa fue la explicación de Clough al temprano adiós de Inglaterra en la Eurocopa 2000. Y esa parece ser la premisa de Nuno. El ex técnico del Valencia ha ensamblado un grupo con las ideas muy claras, donde cada futbolista hace su trabajo. Sin sofisticaciones. Sin historias.
Bajo palos, el belga Matz Sels, de 32 años, suma nueve porterías a cero, más que ningún otro guardameta en la Premier. En la defensa, el brasileño Murillo, de 22 años, se ha consolidado como un central contundente, formando pareja con Nikola Milenkovic. El Forest no presiona arriba y cuenta con el tercer porcentaje de posesión más bajo en la Premier, pero su plan resulta tan sencillo como efectivo. El australiano Chris Wood, de 33 años, con su corpachón de delantero antiguo, ha anotado 12 goles en 20 jornadas.
Nuno, tras el triunfo del lunes ante el Wanderers.AFP
«Hay muchas maneras de trabajar. Jugar replegado y salir a la contra también puede dar buenos resultados. Ahora han asimilado muy bien lo que quiere el entrenador y todo eso, en conjunto, les ha hecho más fuertes como equipo», analiza Juan Fuentes, en conversación con EL MUNDO. El lateral cordobés defendió los colores del Forest entre febrero de 2018 y julio de 2019, a las órdenes de Aitor Karanka. Apenas 18 meses, por culpa de una gravísima lesión en la meseta tibial sufrida durante un partido ante el Barnsley. «Fue un palo muy duro, pero lo que viví allí fue maravilloso. Siempre estaré muy agradecido con el club, porque me ayudó mucho. Incluso me ampliaron el contrato sabiendo que probablemente no volvería a jugar más».
Fueron 23 temporadas lejos de la Premier hasta que, de la mano a Steve Cooper, el Forest regresó en 2022. Evangelos Marinakis, propietario también del Olympiacos, empezó a dar rienda suelta a la chequera con Morgan Gibbs-White. Una confusa política deportiva, a menudo objeto de burla, cifrada en 44 fichajes y 13 cesiones. Un torrente de polémicas en torno a este armador griego, suspendido con cinco partidos por escupir cerca de un árbitro. De sus turbios manejos quedó constancia el pasado año, cuando el Forest perdió cuatro puntos por infringir las normas económicas de la Premier.
Si Clough hubiese conocido a Marinakis probablemente le hubiese agasajado con unas palabras similares a las que dedicó a Robert Maxwell, ex dueño del Derby County: «Tenía un ego más grande que su yate. Quizá por eso se cayó por la borda». En noviembre de 1991, el cuerpo del magnate, fiero rival de Rupert Murdoch, había sido encontrado en extrañas circunstancias en aguas de Tenerife.
Por entonces, Clough apuraba sus últimos días en The City Ground. Apremiado por los angustias económicas, el Forest necesitaba de la sangre joven de Roy Keane, con quien Old Big Head (el viejo cabezón) protagonizó una gran historia de amor-odio. En el último entrenamiento previo a su debut en Anfield, con apenas 19 años, el irlandés fue conminado a limpiar los zapatos de su entrenador, que acababa de pasear a su perro. En enero de 1991, tras un 3-0 ante el Crystal Palace en la FA Cup, Cloughie derribó a la joven estrella de un puñetazo. Eran momentos terribles para el técnico, destrozado por su afición a la bebida y por la muerte de su inseparable ayudante Peter Taylor. Según detalla Jonathan Wilson en la biografía Nobody Ever Says Thank You (Orion Publishing, 2011) los episodios de furia en los entrenamientos eran moneda común. No obstante, en mitad de uno de esos estallidos Clough se acercó al futuro capitán del Manchester United para confesarle: «Te quiero, irlandés».
Los estertores con el Forest, tras 18 temporadas, se completarían con el descenso a la Premiership. El último gol del curso 1992-93, de penalti en el campo del Ipswich, lo anotaría Nigel Clough, su hijo. La campaña anterior había dejado escapar a Teddy Sheringham, rumbo al Tottenham. Muestra de que en las Midlands se había esfumado aquel hechizo con el que el Forest desafió al mismísimo Liverpool de Bob Paisley. El gran tirano del continente por entonces.
Clough, con la Copa de Europa de 1979.GETTY
De hecho, su primera noche mágica en la Copa de Europa llegaría, en dieciseisavos, ante el conjunto que venía de alzar su segunda Orejona consecutiva (2-0, 0-0). Tras una vibrante semifinal ante el Colonia, el partido por el título frente al Malmoe lo definiría un cabezazo de Trevor Francis (1-0). En aquellos años donde apenas se daba valor a las asistencias, aún se recuerda el pase de John Robertson, «el Picasso del fútbol», a juicio de Clough. La zurda del extremo escocés también definiría la final de la Copa de Europa de 1980, resuelta en el Santiago Bernabéu frente al Hamburgo de Manfred Kaltz, Felix Magath y Kevin Keegan (1-0).
Entre esa nómina de jugadores, a los que Clough había oblicado a beber hasta casi reventar la noche previa a la final de la Copa de la Liga de 1979, también cabe mencionar de Peter Shilton, el portero mejor pagado de Inglaterra, y el capitán John McGovern. Todos al servicio de una idea. La de Clough: «No diría que fui el mejor entrenador del país, pero sí estaba en el primer puesto de la lista».