Laura Luengo y los orígenes de la maratoniana de moda: “Más duro es trabajar en el campo”

Laura Luengo y los orígenes de la maratoniana de moda: "Más duro es trabajar en el campo"

Bajo una apariencia frágil y menuda se esconde una atleta obstinada, tenaz y embravecida, que corre con zancadas cortas y alegres. Más bien, no para de correr. “Me gusta estar horas. Salir a rodar y perderme, conectar con la naturaleza. Estás sola, con tus pensamientos, te evades… Es casi una meditación”. Laura Luengo tiene 26 años y es maratoniana. En realidad, sólo ha hecho una maratón en su vida: en Valencia, hace dos meses, firmó el mejor debut español de siempre (2:25.35), un boom, billete para los Juegos a falta de que este domingo en Sevilla se confirme.

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En un año a Laura le ha dado un vuelco la vida. Tres cumbres cuyo premio ha sido convertirse definitivamente en profesional, firmar por la marca suiza On y ser parte de su equipo mundial de elite, el OAC. “Es un respaldo, te da tranquilidad, capacidad para crear un plan a futuro. Quiero aprender, formar parte de eso. Me hará crecer”, se felicita, aunque de momento no se unirá al resto en St. Moritz (Suiza), sino que seguirá en la Blume entrenando con Luismi Berlanas y Juan del Campo, sus ángeles de la guarda, los que han hecho de una atleta siempre bajo el radar, que no fue internacional hasta sub-23, que compaginó estudios y trabajo, campeona de España de media maratón y plusmarquista nacional de la distancia: en Valencia, en octubre, voló a 3:18 el kilómetro (1:09.41).

Ahora Laura es una estrella, aunque a ella misma le cueste imaginarse en agosto en París, camino de Versalles, cumpliendo el sueño olímpico que Berlanas (dos veces quinto en los Juegos) le hizo creerse, a la niña de su pueblo, de San Martín de Valdeiglesias, que se apuntó al club familiar porque lo hacían sus amigas, que nunca destacó demasiado -“sólo en cross, ahí sí veía que era más rápida que las demás”-, que sufrió, como todas, los “años malísimos del cambio a mujer”. “Te baja la regla, te cambia el cuerpo. Ahí muchas abandonan. No recuerdo querer dejarlo, pero sí estar más alejada del rendimiento. Era juvenil y corría menos que cuando era cadete”, recuerda sin amargura.

Laura Luengo.Bernardo DíazMUNDO

En su camino, Laura nunca olvidó sus orígenes. Los veranos trabajando en la recolección de la cereza en su Pasaron de la Vera natal. Sus tíos, agricultores y ganaderos. Su padre que “recoge la basura en camiones en Móstoles”. “De mi familia, he sido la primera en ir a la Universidad. Eso era siempre lo primero. Nunca viene mal ir al pueblo un rato y ver que trabajar en el campo es mucho más duro. En una enseñanza. Creemos que por correr un maratón somos los más duros del planeta, pero luego ves a mis tíos…”, reflexiona quien es licenciada en Derecho y ADE y se sigue formando, estudiando un Máster en Marketing Digital y que cuando ahora regresa a Pasaron con sus éxitos y sus medallas le cuentan que los de la familia de su mi madre “eran increíbles corriendo, que nadie les pillaba”.

Al encuentro con EL MUNDO, a media mañana, acude con los deberes hechos, 17 kilómetros de rodaje que completó a primera hora por la Casa de Campo. Puede llegar a superar los 200 a la semana. “Me decían: ‘Tu eres maratoniana’. Y no me lo creía. Veían la facilidad que tenía para asimilar los kilómetros, que gastaba muy poco, no me lesionaba, encadenaba muchos entrenamientos…”, expone, haciendo hincapié en la parte de disfrute que conlleva su trabajo, “aunque también hay días en que no te apetece. No dejo de tener 26 años, mis amigas hacen planes y yo no puedo porque tengo que correr. Pensar que a un deportista siempre le apetece entrenar, lo veo imposible. Hay mucho de diversión, pero hay que tirar de disciplina, porque si no… El día que te encuentras mal… da igual, hay que salir”.

Por eso idolatra a Marc Márquez, “su mentalidad competitiva, su instinto y confianza en sí mismo. Son cosas que me inspiran”. Por eso comparte su vida y sus sueños con Yago Rojo, “dos frikis de los entrenamientos”, otro maratoniano de moda, con papeletas para ir juntos a París. Y quizá por eso, Laura, que habla bajito, que no llama la atención, que transmite paz, se extraña de sí misma, de su versión ambiciosa, que sólo ve la luz cuando suena el pistoletazo de salida. “Me transformo. Compitiendo soy agresiva, pienso que gano a todas. Pero no soy así en la vida real, ahí estoy tan pancha. Son como dos Lauras. Esto lo hablo mucho con el psicólogo”, concluye, antes de recordar el mejor momento de su carrera, ese Maratón de Valencia que la disparó al estrellato en su debut: “Me encontré como si lo hubiera hecho muchas veces. Sentía alivio, emoción. El cuerpo estaba muerto, pero la cabeza iba a un nivel de disfrute, de control. Es mágico”.

kpd