El extremo derecho internacional del Barcelona Lamine Yamal es uno de los principales fichajes para la temporada 2024-2025 de la Kings League, aunque su papel es aún una incógnita informan los organizadores.
“Aquí empieza la temporada 2024-2025 de la Kings League. Vamos a conquistar el juego”, dice el futbolista en el vídeo de presentación que destaca las principales novedades del año.
El futbolista, recientemente nominado al Balón de Oro, ha sido un seguidor de la competición desde sus inicios: desde la ‘Final Four’ en el Camp Nou, justo antes de su debut con el primer equipo del Barcelona a los 15 años, hasta su visita al Cupra Arena para ver al Rayo de Barcelona enfrentarse al xBuyer Team en la tercera jornada del último ‘Split’.
“En los próximos días conoceremos más detalles sobre el papel del jugador en la Kings League, pero no cabe duda de que su fichaje es una grata sorpresa para todos los aficionados al torneo”, señalan los organizadores.
Dos competiciones internacionales, la Copa de Naciones y la Copa del Mundo de Reyes; nuevas ligas, Tenerife como sede de la fase final en España y los Premios Corona son algunas de las novedades de la Kings League.
El fichaje de Lamine Yamal es una de las sorpresas de la nueva temporada. A principios de semana, la expectación ya crecía con la inauguración de una pancarta gigante en la calle Princesa de Madrid, donde se podía ver la silueta de un jugador encapuchado.
El Real Madrid, y especialmente la plantilla actual, es un club experto en remontadas. Lo lleva en la sangre. Ahí están las de la Champions de 2022 y 2024 como grandes gestas de los últimos años, dándole la vuelta al marcador de la eliminatoria en el Santiago Bernabéu, convertido en el manicomio de lo inexplicable. Pero la virtud de este Madrid que ha sido campeón de Europa seis veces en las últimas once ediciones es también transformarse en un muro infranqueable en la casa del rival. Así ha conquistado también el continente, evitando una y otra vez que su enemigo golpee en último lugar en campo propio. Antes del derbi de esta noche, la estadística clama contra la historia: si ha ganado la ida en Chamartín, nadie le remonta al Madrid desde el Bayern de Múnich en los octavos de final de la 2006-2007.
Son 17 temporadas sin venirse abajo en Europa cuando se ha llevado un resultado favorable del Bernabéu. Desde entonces el Madrid ha tenido noches negras en los partidos de vuelta, obviamente, como el 4-0 de Manchester hace dos años o el 2-0 de Stamford Bridge en 2021, pero en ambos casos la ida había terminado en empate.
Rechazar la remontada rival es una característica de esta generación madridista, comandada primero por Zinedine Zidane y ahora por Carlo Ancelotti. Una virtud clave para reinar en Europa que nunca tuvieron Los Galácticos, acostumbrados a sufrir en campo enemigo cuando tenían las eliminatorias de cara. Quizás Zizou aprendió de los errores de esa época, que terminaron lastrando el legado futbolístico de la primera galaxia de Florentino Pérez.
Aquel Madrid, por ejemplo, se puso por delante en las semifinales de 2003 contra la Juventus, en los cuartos de 2004 ante el Mónaco y en octavos de 2005, otra vez frente a la Juventus, y fue incapaz de mantener la ventaja en la vuelta. Cayó en Turín las dos veces y en el Principado, cuando era el gran favorito a levantar una Champions que terminó ganando el Oporto de Mourinho.
Dos sufrimientos
Una serie de actuaciones inexplicables que contagiaron el ambiente y se repitió en 2007, ya sin varios galácticos, contra el Bayern en octavos. El Madrid venció en la ida por 3-2 y perdió en Múnich por 2-1.
Fue la última remontada en contra. 17 años después, sólo dos equipos han estado cerca de repetir un triunfo así contra el conjunto blanco: el Borussia Dortmund en los cuartos de 2014 y el Atlético de Madrid en las semifinales de 2017.
En 2014, los alemanes le dieron un susto gigante al Madrid de Ancelotti, que soñaba con la ansiada Décima. Los blancos ganaron con contundencia la ida por 3-0, con goles de Bale, Isco y Cristiano, y acumularon sufrimiento en una vuelta agónica, en la que el Dortmund se puso 2-0 al descanso. La actuación de un joven Casemiro, colosal para apuntalar el muro defensivo, fue vital para aguantar.
Sólo un cero en la portería
Tres años después, el extraordinario zigzagueo de Benzema sobre la línea de fondo del Calderón despidió al estadio y al Atlético de la Champions. Fue el último encuentro continental de los rojiblancos en el Manzanares y el mayor intento de remontada sobre la meta madridista. En la ida, un hat-trick de Cristiano parecía decidir todo, pero Saúl y Griezmann marcaron en el primer cuarto de hora y calentaron el ambiente. Isco, tras la obra de arte de Benzema, recortó distancias, pero el Atlético no dejó de empujar.
Esos dos muros levantados por el Madrid se convirtieron en dos Copas de Europa. Este año sólo ha conseguido dejar la portería a cero en una ocasión en Champions, así que Ancelotti necesitará recuperar su viejo muro para volver a sobrevivir a su competición fetiche. Enfrente, el hambre de Simeone y del Atlético.
Kylian Mbappé saltó a rueda de prensa por primera vez desde su presentación. Había pasado por zona mixta, pero no se había sentado ante los medios en Valdebebas desde su primer día en el Bernabéu. Seis meses en los que ha vivido una montaña rusa de emociones, con dos títulos, algunos momentos complicados a nivel personal y una reacción extraordinaria en el último mes y medio. Suma ya 18 goles, 12 de ellos en liga, y está en su mejor forma.
"Al principio era algo más mental, de decir 'ahora tengo que hacer más'. Estaba bien físicamente, bien con el equipo, con el grupo... Y tenía que hacer más, el momento de Bilbao, cuando fallé el penalti, fue un momento de 'bam', de que era el momento de cambiar todo, que no había venido a Madrid para jugar mal", reflexionó el futbolista francés.
En perfecto castellano, Mbappé fue extremadamente autocrítico y sincero con sus meses en Chamartín y con lo que ha ido pensando con el paso de los días. "Cuando eres un jugador como yo, con todo lo que esperaban de mí, cuando no juegas bien la gente habla, pero no es algo personal. Cuando juegas bien hablan bien, cuando juegas mal hablan mal... Yo sabía que podía cambiar la situación", explicó, y reconoció que "me impactó" no ser capaz de dar todo lo que podía dar. "Después de ese partido (Bilbao) cambié mi mentalidad, no lo podía hacer peor, así que tenía que demostrar que tengo calidad y que podía ayudar al equipo", insistió.
A pesar de las críticas, Mbappé admitió que "necesito esa presión". "La gente ha pitado y es normal, cuando juegas en el Madrid tienes que ganar todo", y explicó que antes "pensaba demasiado". "Puedes ver en los partidos que pensaba demasiado, en cómo moverme, en cómo ir al espacio, si me acercaba a Vini, si mi acercaba a Rodrygo... Pensaba demasiado y no jugaba bien", continuó.
Si en el césped ha sufrido, en el vestuario sus meses han sido sensacionales. Le une una gran relación con las estrellas del equipo, como Bellingham y Vinicius, y se ha integrado a la perfección. "No es que fuera tímido, pero es que cuando llegas al Madrid tienes que llegar con humildad. No puedo llegar aquí y decir 'eh, tú, pásame el balón, este es mi equipo'. Eso no, se trata de respeto".
Unos segundos después apareció por Valdebebas Carlo Ancelotti, rechazando que vaya a abandonar por su propia voluntad el club este verano y clamando que se siente "muy querido". "El objetivo es estar los cuatro años del nuevo mandato de Florentino", bromeó, asegurando que "mi final en el Madrid no lo voy a decir yo, jamás".
El técnico declaró que no tiene "envidia" de los fichajes del Manchester City de Pep Guardiola. "Tenemos una plantilla muy completa y, teniendo en cuenta lo que pasó el año pasado, que las bajas subieron el nivel de compromiso, encontramos inspiraciones. Estamos preparados para este año".
La fábula de la selección de moda en España se apaga. Lo hace bruscamente, con un desplome. Queda el bronce, pero un bronce no colma a quienes se sienten en la cima del mundo desde hace un año, campeonas del mundo, de la Liga de Naciones, campeonas de su propia revolución tras un beso robado, mientras se pasan de una a otra el Balón de Oro. A eso sólo se da continuidad con más oro, objetivo unívoco de un equipo que ahora debe mentalizarse para luchar por el bronce frente Alemania, en Lyón. Ellas no llegarán a París. Brasil, mejor que España en Marsella, lo hará por el oro frente a Estados Unidos.
El destino tiene caprichos. Uno fue que las dos heroínas de la remontada ante Colombia, Cata Coll e Irene Paredes, hicieran la carambola del inesperado gol en propia puerta que abría el partido. Erró la portera y el balón golpeó en su compañera para alcanzar la red. Sin embargo, el destino no es el culpable de esta inesperada derrota ante una selección a la que España había ganado en la fase grupos. No. La explicación está en el juego errático de la selección frente a un rival que supo explotar muy bien las debilidades defensivas de las jugadoras de Montse Tomé.
La seleccionadora española perdió la partida táctica con su homólogo, Arthur Rivas. La espalda de sus laterales, en especial Olga Carmona, era un solar por el que Brasil desplegó su contraataque, lanzado por Ludmila y Gabi Portilho. El técnico brasileño, además, dispuso marcajes individuales por todo el campo, con mucha intensidad y anticipación, algo para lo que Tomé no supo encontrar los anticuerpos.
Putellas y Guijarro, suplentes
La realidad es que España no se ha encontrado con su mejor juego desde el inicio del torneo olímpico. La semifinal frente a Colombia tuvo similitudes con el duelo con Brasil, aunque esta vez ni siquiera pudo forzar el empate para llegar a la tanda de penaltis. Brasil pudo cerrar el choque mucho antes, dadas las ocasiones que tuvo a la contra en el primer periodo. Priscila erró un mano a mano frente a Cata Coll al que llegaba sola. Lanzó fuera. España respiraba, pero sin dar respuesta en el área contraria, más allá de un disparo de Jenni Hermoso.
Después de haber sido suplente ante Colombia y de haber dicho que no comprendía esa situación, Jenni entró en un once en el que Tomé realizó cambios en busca de la fluidez y el gol que no había encontrado. Ello llevó a Alexia Putellas y a Patri Guijarro a quedarse en el banquillo. Las soluciones no dieron frutos y la seleccionadora tuvo que agitar de nuevo el equipo tras el descanso, porque en el tiempo añadido de esa parte, cuando la selección buscaba el empate, se repitió el guion y Gabi Portilho culminó con gol una de las incesantes contras. Lo merecía Brasil.
La cosa pudo ser peor para las españolas, ya que la tendencia fue la misma tras regresar al campo, pero Brasil falló tres ocasiones consecutivas. Cata Coll decidió quitarse la careta. Era momento de correr todos los riesgos. Un gol más habría sido una losa prácticamente definitiva, pero al fallarlos, Brasil dio esperanzas a las jugadores de Tomé de repetir lo que habían logrado ante Colombia en cuartos, cuando también llegaron a ir dos goles por detrás hasta el último cuarto de hora. Ni Jenni ni Aitana Bonmatí, las líderes, aparecieron.
Caldentey, desolada tras uno de los goles de Brasil.EFE
Si entonces fue Jenni la futbolista clave en la remontada, al marcar el primer gol tras saltar desde el banquillo, esta vez la jugadora del Tigres mexicano encontró menos situaciones. Salma Paralluelo lo hizo, por dos veces, cuando la esperanza se había agotado. Lorena detuvo los dos disparos con más intenciones de Jenni. Tomé llamó entonces a Guijarro. Putellas continuaba en el banquillo.
Las decisiones tomadas por el técnico brasileño influyeron más sobre el juego. La prueba fue Adriana, autora del tercer tanto en una llegada que demostró los despropósitos de España. Sólo entonces entró Alexia para revolucionar mínimamente el final, goles de Salma, uno con ayuda, incluidos, pero sin poder evitar ya el cuarto de Brasil. Fue tarde.