Las autoridades europeas han dado la razón a los clubes daneses y han prohibido a los impulsores del proyecto de la Superliga registrar ese nombre, informó este miércoles la Asociación de Clubes Profesionales de Dinamarca.
“La compañía European Super League ha intentado registrar su marca en la Unión Europea (UE), pero esta entendió que sería una violación de la Superliga, la marca que es propiedad conjunta de los clubes daneses”, consta en un comunicado.
El fallo, que es recurrible, obligaría a los promotores del proyecto europeo a buscar otro nombre para su competición.
La Superliga danesa, que en la actualidad consta de doce equipos, fue creada en 1991 y, en la actualidad, está patrocinada por 3F, unas de las principales federaciones sindicales de este país.
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“Estamos muy contentos porque la autoridad de registros de la UE nos ha dado la razón en que la marca ‘The Super League’ violaría el valor que los clubes daneses han invertido en la 3F Superliga”, señaló el presidente de la máxima categoría del fútbol danés, Claus Thomsen.
Thomsen recordó la oposición de los clubes de Dinamarca y de otros países a la hipotética creación de una nueva liga europea.
“Entendemos que debe haber apertura y una clasificación a los torneos internacionales a través de las ligas nacionales. El fútbol no debe ser una fiesta cerrada para los clubes que no se atreven a participar en una competición abierta”, afirmó.
Son las siete de la tarde y un viento frío y húmedo barre las afueras de Manacor. El aire racheado se cuela por la cristalera entreabierta de un bar que vive un día especialmente emotivo. Es el US Open, el restaurante ubicado en la primera planta del cuartel general de Rafa Nadal en Mallorca: su famosa academia.
Allí, en una tarde anodina de martes, unas 150 personas se han reunido para ver el que puede ser el último baile del héroe local. Han llegado animosos y confiados, con su letanía de vamosrafas en la boca, esa evocación de un tiempo dorado.
El bar, elegante, forrado de posters del Grand Slam norteamericano que Rafa ganó en cuatro ocasiones, ha sido engalanado para la ocasión con banderines de España. Fuera, en las pistas de la escuela de tenis, los chicos de la academia están con sus clases y suena el ruido seco de sus golpes cuando Nadal pierde un punto y se hace el silencio.
"Sólo sentimos gratitud"
Porque el tenis ha ido avanzando como la tarde que se cuela por la cristalera: la corriente gélida de noviembre ha ido enfriando el ambiente y el otoño del héroe ha acuchillado poco a poco la ilusión de la parroquia. "Da igual, sólo sentimos gratitud por todo lo que nos ha hecho vivir, por el legado que nos deja, por todo lo que ha ganado y nos ha hecho disfrutar todos estos años", explica Toni, empleado de la Rafa Nadal Academy desde hace seis años, manacorí que se crio jugando al tenis en el mismo club local donde Rafa dio sus primeros golpes.
Lo dice al borde de la emoción, mientras va tomando conciencia de lo que acaba de ver. "Muy probablemente ha sido el último partido profesional individual de su carrera", reflexiona con la mirada en el infinito, dejando espacio para la esperanza de verle en unos hipotéticos dobles en esta Copa Davis. "El valor de lo que ha hecho es único y los que lo conocemos podemos decir que su calidad humana es enorme". Cerca de su mesa, Marga llora. Raya los 70 años y lleva media vida siguiendo a Rafa, al que adora como tenista "y como persona".
El partido ha tenido sus altibajos. El tenista español nunca se da por vencido y ha logrado levantar de sus asientos a los aficionados en alguna ocasión. Como cuando, impetuoso, ha subido a la red en el arranque del segundo set, quizá el momento más celebrado de la tarde junto a su conato de remontada y la ruptura del saque de Botic van de Zandschulp, momento en que el público se ha inflamado y ha cerrado el puño emulando a su ídolo.
"Ha luchado como siempre"
"Ha habido un momento en el que parecía que venía la remontada", explica uno de los camareros, que en ocho años ha visto todo tipo de tardes gloriosas en este mismo bar. Nunca con tanta gente como en esta noche con aroma de despedida. "Lo ha intentado y ha luchado como siempre, pero no ha podido ser". Muchos hubieran deseado otro baile final, "disputando un trofeo". Pero "es lo que hay", sentencia el público local, empleados, amigos, aficionados, gente del tenis.
En una mesa en primera fila el partido se ha vivido con especial emoción. Isabel Homar, abuela de Rafa, ha venido al bar de la academia para ver a su nieto. Visiblemente emocionada, a sus 93 años ha aplaudido con energía al término del partido. Ha apurado una infusión y tiene el orgullo en la mirada, satisfecha por todo lo que su nieto le ha dado al tenis.
Cuando acaba el partido, charla junto a otros familiares. Mueve la cabeza ligeramente, como quien acepta con deportividad el curso natural de los acontecimientos, el inexorable paso del tiempo. "Pero ha tenido puntos muy buenos", le comenta una de sus acompañantes. La abuela asiente sin más apostillas, como en una cariñosa concesión al cumplido. Una abuela no discute el valor de su nieto.
El partido de Rafa se acaba en Manacor. El bar se vacía de golpe y la noche se cierra. Fuera, los chicos que sueñan con ser Nadal siguen entrenando en las pistas. Siguen dando golpes secos. En la tele juega Carlos Alcaraz, pero apenas 10 personas se quedan a verlo. Porque se ha hecho de noche, porque hace frío. Y porque no era solo tenis lo que habían ido a ver allí.