Es un joven español de 22 años y socio del RCD Mallorca al que se investiga por haber reincidido durante el partido disputado ayer contra el Villareal.
La Policía Nacional ha identificado al aficionado que profirió insultos racistas contra Vinicius Jr. durante el partido disputado por el Real Madrid en Mallorca el pasado 5 de febrero.
Según han informado fuentes policiales, agentes de la brigada de Seguridad Ciudadana tienen ya un informe sobre el presunto autor y lo han puesto en conocimiento de las autoridades judiciales.
No en vano, tal y como apuntan esas mismas fuentes, el asunto está siendo investigado en un juzgado de Palma por un presunto delito leve tras una denuncia interpuesta por la Liga española de fútbol profesional. Los policías que investigan el asunto han remitido igualmente su informe a la Comisión Antiviolencia.
Los hechos investigados se produjeron durante el partido disputado hace dos semanas entre el RCD Mallorca y el Real Madrid en el estadio palmesano de Son Moix.
En un lance del encuentro, según captaron las cámaras en imágenes emitidas por televisión, un aficionado llamó “puto mono” al conocido jugador madridista cuando el equipo blanco se disponía a lanzar una falta. “¡Vinicius! ¡Mono, eres un puto mono!”. Los insultos, que el resto de la grada no secundó, pasaron desapercibidos para los árbitros del encuentro pero fueron denunciados tras su difusión en la plataforma televisiva Dazn.
Se trata de un hombre de entre 21 y 22 años y de nacionalidad española que es socio del RCD Mallorca, club que se puso inmediatamente a disposición de la justicia para colaborar en todo lo que sea necesario.
Se da la circunstancia de que, según confirman a este diario fuentes de la Policía, esa misma persona habría proferido insultos similares contra otro jugador durante el partido que se jugó ayer entre el Real Mallorca y el Villarreal. Un testigo lo denunció en el propio campo y la Policía actuó de forma inmediata para identificarlo.
El 8 de septiembre de 2023, viernes, a las 18.00 horas locales, España jugó contra Georgia en Tiflis. Hoy, 30 de junio de 2024, domingo, a las 21.00 horas, España juega contra Georgia en Colonia. Entre los dos partidos han transcurrido exactamente 296 días, y en esa cifra podría calibrarse la edad de esta selección española. Porque, de alguna manera, esta España nació en Tiflis, la capital georgiana, escenario de uno de los desplazamientos más convulsos de la historia reciente del equipo. Debido a las circunstancias que ocurrieron en aquel viaje, donde todo era negro, donde el futuro parecía haberse acabado, España es hoy la selección que es. ¿Qué pasó en aquellos días? Veamos, aunque hay que empezar unos días antes de ese 8 de septiembre de 2023.
Para saber más
El viernes anterior, día 1, Luis de la Fuente comparecía para dar la lista de aquella expedición a Georgia (luego habría otro partido, en Granada contra Chipre). Era la primera vez que se enfrentaba a los medios después de sus aplausos a Luis Rubiales en la bochornosa Asamblea de finales de agosto. «Ante la repercusión social, mediática y política que ha generado mi actuación, quiero decir que he recibido críticas, y que las críticas que he recibido son totalmente merecidas. Lamento lo que hice y pido perdón por ello», fue lo primero que dijo, antes de responder a una docena de preguntas sobre el aplauso. Un sector no pequeño de la opinión pública y de los medios de comunicación pedían la dimisión, pero De la Fuente aguantó la tormenta.
Los jugadores se concentraron el lunes 4. El ambiente en la Ciudad del Fútbol era irrespirable. Albert Luque, todavía director de la selección absoluta y hombre de confianza de Rubiales, afeó a De la Fuente que saliera solo a pedir disculpas (o directamente que lo hiciera, según otras fuentes) y la relación entre ambos se resquebrajó. Los futbolistas se reunieron para tratar de unificar una postura más o menos común respecto al caso del ex presidente. Desde el departamento de comunicación se les sugirió que lo más conveniente era hacer un comunicado. Luque también quería estar allí, y hacer como de observador, pero tampoco pudo.
Finalmente, la plantilla, tras varias horas de discusión, consensuó unas líneas que salieron a leer Álvaro Morata, el capitán, acompañado de Rodrigo, César Azpilicueta y Marco Asensio. Tras felicitar a las campeonas del mundo, leyó el párrafo clave: «Queremos rechazar lo que consideramos unos comportamientos inaceptables por parte del señor Rubiales, que no ha estado a la altura de la institución que representa».
"Llegamos allí en una situación de tensión, y se demostró que somos un equipo muy fuerte. Ahí fue donde empezamos a acuñar ese término de familia. Vivimos momentos muy emocionantes y emotivos, y de ahí salimos mucho más fuertes", explicó ayer mismo el seleccionador.
Fue, cuentan algunos de los que lo vivieron desde dentro, un viaje muy tenso, el primero con Pedro Rocha al frente. El hombre designado por Rubiales para sucederle comenzó ahí a tomar sus primeras decisiones. Una de ellas tuvo que ver con el asunto que terminó marcando el viaje. Cuando la selección llegó a su hotel de concentración, el miércoles por la noche, dos días antes del partido, alguien reparó en que faltaban dos arcones de material, y uno de ellos era donde viajaban las botas de los jugadores y los guantes de los porteros.
Era un olvido de los responsables del material, un fallo como otro cualquiera, pero en aquellos días todo era un mundo. Entre las paredes del Hotel Marriott, entre intrigas y miradas desconfiadas alrededor de Rocha, hubo que tomar la decisión: ¿cómo traemos las botas? Porque claro, sin botas no se puede jugar al fútbol. Los jugadores, por cierto, no fueron informados hasta la hora de la merienda, justo antes de salir hacia el estadio para el entrenamiento previo. Al principio Antonio Limones, responsable de viajes de la Federación, ofreció la posibilidad de meterlos en un vuelo comercial con escala en Estambul. La otra opción, mucho más cara, era contratar un vuelo chárter sólo para las botas.
Rocha fue quien dio el sí para contratar el vuelo chárter GES211B, de la compañía Gestair, que costó más de 100.000 euros. El vuelo aterrizó en Tiflis la noche anterior al partido, y las botas entraban en el hotel poco antes de las tres de la madrugada. Los jugadores, que se habían enterado, escrito está, en la merienda, hicieron el entrenamiento en zapatillas. Unos estiramientos, unos juegos con unas gomas y de vuelta al hotel. Los periodistas desplazados se enteraron después de la rueda de prensa oficial y antes de ese entrenamiento, cuando el entonces director de comunicación, Pablo García Cuervo, explicó que las botas se habían quedado en Madrid y que estaban volando hacia Tiflis.
Los jugadores, mientras tanto, vivía ajenos a las intrigas alrededor de Rocha. Estaban más preocupados por la clasificación para esta Eurocopa. La derrota ante Escocia en marzo de ese año dejaba sin red al equipo, que no podía fallar en un campo donde había ganado en el tiempo de descuento las dos veces anteriores. De la Fuente incidió ahí, aún más, en la idea de grupo, de familia, conceptos necesarios para enfrentarse a los no pocos peligros externos, las no pocas amenazas que sobrevolaban al grupo.
En el campo también fue el punto de partida de lo que hoy es España. El once fue tal que así: Unai Simón, Carvajal, Le Normand, Laporte, Gayá; Fabián Ruiz, Rodri, Gavi; Dani Olmo, Álvaro Morata y Marco Asensio. No es difícil observar que es el mismo equipo que está aquí salvo dos lesionados (Gayá y Gavi) y otros dos que, con sus lesiones ese día, casi al final del primer tiempo en los dos casos, dieron paso a Nico Williams y Lamine Yamal. Ellos, autores de un gol cada uno, sustituyeron a Olmo y a Asensio para ofrecer un festival y abrir los ojos al seleccionador, que se dio cuenta de que ese (el partido terminó 1-7) era el camino. Así, en mitad de la zozobra, nació esta España que hoy vuelve a mirar de frente a Georgia, con las cosas mucho más claras que entonces. Al menos dentro del campo. Fuera es otra cosa.
De Los Cármenes en 2019 a La Romareda en este 2024. Cinco temporadas han pasado para que la Real Sociedad vuelva a disputar otra final de la Copa de la Reina. Nerea Eizagirre (Tolosa, Guipúzcoa, 24 años), ahora capitana, ya estaba allí cuando Nahikari completó aquella remontada (1-2) contra el Atlético. "Siempre que lo recuerdo me sale una sonrisa", dijo en una entrevista con la Federación. Aunque en esta ocasión, el rival vista de azulgrana, acabe de ganar, invicto, la Liga y esté en la final de la Champions League.
La temporada no ha sido fácil para la joven mediapunta txuri-urdin. Su nombre estaba entre las 15 que enviaron el email renunciando a la selección, y todo lo ocurrido después con Jennifer Hermoso en la final del mundial, hecho que criticó duramente en los comunicados firmados junto a varias de sus compañeras, le afectó psicológicamente: "Gastábamos muchas energías en cosas que no eran fútbol" comentó a Relevo. "Ahora estoy mucho más tranquila, liberada y disfrutando", añadía la capitana.
Tras todos los cambios que se han producido en la Federación y con Montse Tomé al mando del equipo, Eizagirre todavía no ha vuelto a ser convocada. Según comentó en otra entrevista, la seleccionadora "no ha tenido contacto con ella", aunque afirma que "lo está haciendo bien" y que "sigue con el estilo adecuado para las jugadoras que están yendo".
"Era diferente al resto"
A pesar de todo, la número 10 no ha dejado de meter goles y ser importante con su equipo. Una responsabilidad que ya asumía desde pequeña, cuando Ion Zabaleta, antiguo coordinador de fútbol base del del Hernani y del Añorga, la llevó con apenas 12 años a un torneo en Barcelona. "Lo mismo que hacía por aquel entonces, lo sigue haciendo ahora en la élite. Tanto ella, como a Amaiur Sarriegi, que también estaba en el equipo, eran diferentes al resto».
Como persona, Zabaleta la describe como "alegre y divertida" y asegura que "no creo que ninguna jugadora se llevara mal con ella. Era muy joven y no tenía ningún problema con nadie, añade". Una característica que todavía la define.
Eizagirre no tardaría mucho en despuntar, y tuvo tiempo para dejar momentos inolvidables, como lo ocurrido durante el torneo de San Gabriel (Badalona): "Recuerdo un torneo con el Hernani en el que nos tocó contra el Olympique de Lyon en el primer partido. Veías el programa del año anterior y tenían a la mejor jugadora y a la máxima goleadora. Entonces, decíamos 'Vaya, nos ha tocado el equipo más top. Nos van a meter una goleada'. Comenzamos el partido y encajamos en el primer minuto. Al final, el encuentro lo acabamos ganando 4-1 y el entrenador me miró señalando a Nerea haciendo el gesto de "¡vaya jugadora!".
"SE LA LLEVARON MUY RÁPIDO"
Una innata capacidad para decidir encuentros, que quizás pueda deberse a una curiosa confesión que realizó ante los micrófonos de la RFEF. "La noche anterior a los partidos siempre me gusta visualizar acciones de juego y situaciones que nos podemos encontrar", afirmó.
Tras jugar dos temporadas en el Añorga, saber que su futuro iba a estar ligado al equipo blanquiazul no era muy difícil de pronosticar, pues "al ser guipuzcoana y ser familiar de Mikel Aramburu, antiguo jugador txuri-urdin, entiendo que ese era el destino", confiesa. "Se la llevaron muy rápido. Cuando un club como la Real Sociedad toca la puerta de una jugadora como ella, con 16 o 17 años, todas lo tienen muy claro", afirma su antiguo coordinador.
Con su renovación todavía por cerrarse, Nerea afronta esta tarde (19.00 horas) una nueva final en la que podría repetirse la historia. Zabaleta, que todavía mantiene el contacto con ella, sabe de la dificultad: "Todas saben que les deseo lo mejor, porque estamos hablando de un equipo que parece inalcanzable para cualquiera. A ver si dentro de ese mínimo de posibilidades salta la sorpresa", dice.