No puede ser más improbable una medalla que, en su génesis, tuvo un canasta de espaldas en el último segundo. El baloncesto español celebró bajo el sol de La Concorde el éxito de su especialidad más callejera y novedosa. El 3×3, que se estrenó en los pasados Juegos de Tokio sin representación nacional, es de oro o plata. La selección femenina derrotó a Estados Unidos (16-18) en semifinales y esta noche (22.00 h.) se enfrentará al ganador del Canadá-Alemania.
Todos pendientes de la chicas de moda. En primera fila, su majestad el Rey Felipe, la ministra de Educación y Deporte, Pilar Alegría, y el secretario de Estado para el Deporte, José Manuel Rodríguez Uribes (y Dirk Nowitzki y Jorge Garbajosa y las chicas de la selección 5×5… todos bien cerca), que iban a vivir un partido eléctrico y emocionante. Puro rock and roll.
Estados Unidos comenzó mandando, con el dominio del rebote (9-4). Pero también cargándose pronto de faltas, algo que en el 3×3, con sus reglas propias, es pecado mortal. A la sexta, la selección rival goza de dos tiros libres. Oro puro.
España no tembló en ese abismo. Un triple (dos puntos) de Camilión fue clave para contrarrestar los tantos de Van Lith, la jugadora más pequeña del USA Team. Un tormento con sus penetraciones. Entonces, en la hora de la verdad, Sandra Ygueravide tomó la responsabilidad. Iba a anotar las cuatro canastas finales de España, cuatro puntos para la historia.
Primero, para empatar a 15 a falta de 32 segundos. Poco más tarde, a falta de cinco segundos, la del 16-16, precioso aro pasado, para llevar el duelo a la prórroga. Una especie de tie-break en el que gana quien mande por dos canastas.
La posesión inicial fue para España, que en vez de ir a por el triple, anotó con una penetración de Ygueravide. Falló después USA, que en la siguiente posesión empujó a la estrella española para condenarse. Una falta que dio dos oportunidades a la selección para acceder a la final. Sandra (nueve puntos en total, la mitad) no iba a fallar con el primero.
El cuarteto que maneja Ana Junyent se había clasificado para directo a semifinales tras un carambola. Después de una primera fase de vaivenes, en la que ganó cuatro partidos y perdió tres (entre ellos contra EEUU, 11-17), las españolas evitaron la ronda de cuartos y empezaron a soñar con una medalla que ya es realidad.
Fueron 11 años de lasismo, más tres de prolongación con el que fuera su asistente principal desde 2014, Chus Mateo. 15 en total desde que Juan Carlos Sánchez se hiciera cargo de una sección completamente a la deriva entonces (hasta la amenaza del cierre) y la reconstruyera para lograr lo impensable: 28 títulos, entre ellos tres Euroligas, en un trayecto ya inolvidable. Estos días acaba una era en el Real Madrid de baloncesto, tanto en los despachos como en el banquillo, con el abrupto adiós de los que han sido sus protagonistas. El reto recae ahora en las manos de Sergio Rodríguez y de Sergio Scariolo.
Una revolución con el listón alto, fraguada a fuego lento y ejecutada radicalmente, apenas unos días después de conquistar la ACB de forma arrolladora. En la misma pista de La Fonteta, después de ganar ocho partidos de nueve en los playoffs, a Mateo, «más alivio que felicidad», le rondaba una sentencia que no era nueva para él. Fue en diciembre cuando estuvo más fuera que dentro del club. Ese fue el comienzo.
El espíritu navideño apaciguó los deseos de Florentino Pérez de echar a Mateo, enredado su equipo en un comienzo de temporada impropio (especialmente en la Euroliga), fruto también de un verano en el que los fichajes no fueron capaces de paliar las enormes pérdidas que supusieron las salidas de Poirier, Yabusele, Causeur, Rudy Fernández y el Chacho. La derrota en la final de Copa y la no clasificación para la Final Four terminaron de convencer del cambio al presidente, independientemente ya de lo que ocurriera en la ACB, donde se evitó acabar la temporada en blanco, algo que no sucedía desde 2012.
«No será la primera vez»
En esos momentos en los que Mateo confesaba sus sufrimientos, reivindicaba su labor y se postulaba sin duda a cumplir el año de contrato que le restaba, ya estaba sentenciado. Scariolo, con el que comparte representante, siempre fue el único candidato y llegar a un acuerdo con él no ha resultado difícil. Fue el lunes por la noche cuando todo se cerró y el italiano -que vuelve al club blanco 23 años después- comunicó a Elisa Aguilar su decisión de dejar la selección tras el Eurobasket (tenía contrato hasta Los Ángeles 2028). Si España llegara a la final, apenas tendría 12 días para preparar la Supercopa. «Durante un tiempo, relativamente corto, tendré que compatibilizar con el club. No será la primera vez, lo he hecho durante toda mi carrera», explicó ayer tras ofrecer la lista de convocados para el torneo continental.
Paralelamente al cambio de entrenador (Scariolo llevará su propio equipo de asistentes, previsiblemente con Luis Guil como segundo, aunque aún tiene contrato con el Palencia), se fraguó el de la dirección deportiva. Mucho más inesperada y llamativa ha sido la salida de Juan Carlos Sánchez, el hombre de máxima confianza de Florentino. Que tuvo sus luces y sombras: especialmente desagradable fue la gestión de la salida de Pablo Laso, con el que llevaba tiempo enfrentado. A Sánchez le ha acabado sentenciando un conflicto de intereses, pues su propio hijo trabaja en una conocida agencia de representación de jugadores; algunos como Hugo González o hace unos años Juan Núñez, captados en la propia cantera blanca.
Su sustituto será Sergio Rodríguez, quien desde hace meses se prepara para el cargo: completa un máster de Dirección General en el IESE Business School. A sus 39 años, uno después de retirarse precisamente en el Madrid en el que recorrió dos etapas, aplicará toda su sabiduría baloncestística y experiencia en Europa (jugó en Rusia, Italia y, por supuesto, España) y NBA (clave en esto para la nueva etapa del baloncesto continental). Y estará acompañado por Felipe Reyes en la dirección deportiva (en sustitución de Alberto Herreros).
Hace ya un par de semanas que el Real Madrid apretó el botón de su modo competitivo, lo que siempre le hizo temible. Desde la final perdida de Copa es otro equipo, en resultados (una derrota en 12 partidos) pero sobre todo en actitud. Vio las orejas al lobo y reaccionó. Ante el París Basketball, en un duelo precioso, mostró su mejor versión, coral, agresivo, solidario, fogoso, irreductible. La quinta victoria consecutiva en Europa, el mejor momento del curso, para incluso soñar con una última jornada de carambolas en la que acabar quinto ganando en Belgrado al Partizán. Eliminado ya no va a quedar. [105-104: Narración y estadísticas]
Porque el play-in, objetivo de mínimos, ya está matemáticamente asegurado. Lo que hace tanto no estaba tan claro. Como que Andrés Feliz fuera un base de nivel Euroliga. En el Palacio, entre tanto protagonista de un partido de 209 puntos, el dominicano se mostró a toda Europa. Hezonja anotó 26 puntos, Musa 20, Tavares 15 y nueve rebotes (cinco ofensivos), pero el elemento clave fue él. Nada menos que ante TJ Shorts, ese demonio que a punto estuvo de ponerlo todo (otra vez) patas arriba.
Porque el duelo fue una feria, una verbena en una noche de verano. Llovía fuera y dentro había que frotarse los ojos ante tanto vértigo. El Madrid se vio por momentos desbordado y al poco respondió, prueba de carácter, de que ya no es tan sencillo hacerles temblar. No se descompuso, encontró sus virtudes, Tavares reinó en la pintura en el momento clave y Shorts, que había sido una pesadilla, desapareció, desquiciado ante Campazzo y Feliz, para un triunfo tan trabajado como celebrado.
Que un novato venga con esas ínfulas es una bendición. El París Basketball, con su grupo de jugadores semi desconocidos, con un rookie como Tiago Splitter en el banquillo, ha sido una de las grandes noticias de la presente Euroliga que llegó a liderar. Todo ese baloncesto alegre, ese desenfreno, esa apuesta por el rock and roll, no la iba a dejar de lado ahora que se está jugando el billete para cuartos. Al Palacio, liderado por su pequeño capitán TJ Shorts, acudió a morir o matar con las botas puestas.
Hezonja y TJ Shorts luchan por un balón, en el Palacio.Juanjo MartínEFE
Y el frenesí no se hizo esperar. En un abrir y cerrar de ojos los franceses ya habían asestado seis triples (se fueron con nueve al descanso, llegaron a lucir un 15 de 23). Desde temprano ya un bonito intercambio de golpes, pues el Madrid no se arredró: estaba prevenido.
Chus Mateo metió bien pronto a Hezonja en una batalla que le venía perfecta al croata. También intentó contener al París con esa zona defensiva a la que cada vez recurre más. Pero no funcionó demasiado, porque Ibaka no dominaba el centro (Ward hizo mucho daño), aunque lucía en la ofensiva. Después de un par de broncas y algunos partidos sin ni siquiera ir convocado, el africano, aprovechando la baja de Bruno Fernando, está mostrando su mejor versión, como si hubiera retrocedido unos años su reloj vital. La ovación del Palacio así se lo reconoció.
Con los Brates brillando en anotación, el Madrid se rehízo antes del descanso, una primera parte de fuegos artificiales que Jantunen igualó sobre la bocina. Antes había ya puesto su sello TJ Shorts, curiosamente dejando a cero a quien idolatra. Campazzo guardaba su momento para más adelante.
TJ Shorts, durante el partido contra el Madrid.THOMAS COEXAFP
El pequeño base californiano estaba ya encendido (aunque acabó desquiciado y eliminado por faltas, firmó 24 puntos y 10 asistencias). Volvió de vestuarios imparable, anotando y asistiendo, poniendo en órbita a un París que machacaba desde el perímetro a un Madrid que empezaba a dar signos de flaqueza. Porque cada error era un castigo, sin respiro. El quinto triple de carrerilla encendió las alarmas con la máxima (65-75).
No había mucho margen para la reacción. Era ya o ya y ahí apareció Andrés Feliz, un tipo al que en la previa su entrenador había calificado como "imprescindible". Sin rastro de las dudas (lógicas) con las que arrancó su etapa en el Madrid, el dominicano contrastó con la noche gris de Campazzo y se alió con Musa y Hezonja para espabilar a su equipo.
El comienzo del acto final fue un 10-0. Al poco Campazzo anotó su primera canasta y los triples al París ya no le entraban con tanta facilidad, pero faltaba mucha tela por cortar. Porque Hifi (23 puntos), otro jugadorazo a apuntar en todas las libretas de los grandes de Europa, no estaba dispuesto a tirar la toalla. Un triple de Campazzo y dos acciones geniales de Feliz, en ataque y defensa, dispararon a un Madrid que puso su máxima a falta de tres minutos (96-86). Aunque iba a tener que ganar dos veces, porque el París, irredento, contestó con un 2-10 que llevó el duelo, maravilloso, hasta la disputa del último segundo.
El jueves, en Belgrado, ante un Partizán que perdió en Kaunas y ya no tiene opciones, se decidirá todo para los blancos tras una temporada de vaivenes. Si gana en Belgrado, asegura el playoff salvo que el Efes gane sus dos partidos (este viernes en la cancha del Estrella Roja) y el Barça a la Virtus. Porque el triple empate no les beneficia.
El sábado, tras la rueda de prensa oficial de la primera y espectacular edición del IRONMAN 70.3 Valencia, cuyas casi 3.000 inscripciones volaron en 60 días, Léo Bergère, que acudió al acto en condición de máximo favorito, se untó de crema del sol, se tomó un gel y se fue a correr con algunos compañeros por la playa de la Malvarrosa. Apenas unas horas después (7.30 horas de la mañana), el francés estaría ya nadando en el agua de la Marina junto al resto de profesionales.
Bergère hizo buenas las predicciones, basando su triunfo en el poderío en el segmento ciclista que llegó hasta la Sierra Calderona y administrando después la ventaja en la carrera a pie por el cauce del río Túria. Aseguró una plaza en el Campeonato del Mundo IRONMAN 70.3 que se celebrará en Taupo (Nueva Zelanda), aunque la gran pelea del triatleta, que fue campeón del mundo de las Series Mundial de forma sorprendente en 2022, sea la de lograr billete para los Juegos patrios. Algo nada sencillo en el potente equipo galo.
Detrás del ganador en la meta situada en la Ciudad de las Artes y las Ciencias hay una asombrosa historia vital. Nacido hace 27 años en Le Pont-de-Beauvoisin, una pequeña localidad del Departamento de Isere, Bergère pasó buena parte de su infancia bien lejos de allí, empapado de las costumbres y la manera de vivir de la tribu Hnamane, en la isla de Lifon, en Nueva Caledonia.
En el aquel paraje del Pacífico se trasladó su familia, ya que su madre aceptó un puesto de profesora. Lèo tenía siete años y vivió con una tribu local en la jungla, compartiendo sus costumbres locales y su respeto por la naturaleza. "Aquello es una parte integral de lo que soy hoy. En Nueva Caledonia la vida era diferente a la de Francia, las raíces de la sociedad se centran en cosas diferentes. Se centran en su gente, en su conexión con la naturaleza", explicó en una entrevista. "Sabía cómo ser independiente, cómo ser fuerte y había desarrollado un amor permanente por estar al aire libre", dijo.
A su retorno a Francia, Léo, que también probó en modalidades tan llamativas como el canicross y el breakdance, se enfocó en el triatlón, y a los 15 años ya estaba en un centro de alto rendimiento. Sus grandes éxitos llegaron tras los Juegos de Tokio, aunque de manera sorprendente se dio a conocer al mundo tras su título Mundial ITU, ganando la prueba clave en Abu Dhabi en 2022. Ese mismo año también se impuso en el IRONMAN 70.3 de Lanzarote. En su palmarés también destaca la victoria en 2023 en el IRONMAN 70.3 de Oceanside.
En Valencia, Bergère venció con un tiempo de tres horas y 40 minutos, por delante de los alemanes Jan Stratmann y Jannik Schaufler. En categoría femenina, también alemanas (Carolina Pohle y Lena Meibner) fueron las que acompañaron a la danesa Laura Madsen en el podio. "Disfruté de toda la carrera, de principio a fin, y realmente recomiendo esta prueba para el futuro, la organización ha sido increíble para ser su primer año. He disfrutado mucho con esta competición, me ayuda a preparar mentalmente los Juegos Olímpicos de París y a tener un ritmo fuerte", declaró tras el triunfo el campeón francés.
El primer atleta español fue Carlos Oliver Vives, noveno, mientras que el local Roberto Sánchez Mantecón fue 12º. Entre las mujeres, Judith Corachan fue 10º y Laura Gómez, 17ª.