El ministro mandó desde un restaurante a gente de su confianza que lograra un acuerdo en horas. De las tres enmiendas a la Ley, LaLiga logra una, acuerda reformular otra y pierde la tercera
Mientras come en un restaurante de la capital, Miquel Iceta recibe una llamada urgente de una persona de su confianza. Le alarma. Nada está arreglado y el estallido, el parón de LaLiga, puede ser cuestión de horas. El ministro confiaba en la intermediación de última hora del secretario de Estado, José Manuel Franco, y de uno de sus directores generales en el ministerio, Víctor Francos, en cuyas manos había dejado el mercadeo de las enmiendas, por lo que había quedado señalado por los clubes. Era momento de cambiar de interlocutores o asumir el alto coste político de una jornada sin fútbol. Había que correr, con la Comisión del Congreso ya en marcha. La siguiente llamada debía ser para Javier Tebas.
El día anterior, Iceta había recibido ya la recomendación de «mantener el statu quo», lo que la Ley del Deporte de 1990 decía con respecto a los artículos en discusión, para evitar posicionar al Gobierno en un conflicto tan fragmentado, con LaLiga en un flanco, y el Madrid y la Federación en el otro. Es decir, Tebas frente a Luis Rubiales y Florentino Pérez, con un enemigo común aunque intereses no siempre coincidentes, léase la Superliga. Pero el regreso a los artículos de 1990 tenía el problema de suprimir del Proyecto de Ley aspectos que ya se daban por perdidos, como el referente a no bloquear licencias para otros torneos por el hecho de obtener la que permite jugar las ligas profesionales, y que daría acceso a jugar la Superliga en el futuro. De eso ya se ocupará Europa, al estar judicializado. Durante el debate en la Comisión del Congreso, el diputado popular Javier Merino fue claro: «Nuestro objetivo es estar al margen hasta que resuelva la justicia».
LA CONCESIÓN DE LOS ESTATUTOS
Iceta consideraba que ya se había hecho una concesión suficiente con la admisión de la enmienda que hacía referencia a la necesidad de pedir un informe previo a las ligas profesionales afectadas si las federaciones deciden cambiar sus estatutos, algo que no figuraba en el Proyecto de Ley. Fue presentada por el PP y apoyada por el PSOE. Pero, en realidad, no se trataba de la que más preocupaba a los presidentes de los 39 clubes que estaban dispuestos a detener la competición.
La enmienda inquietante era la que exigía que se incorporará un apéndice en el que se reconocía la potestad de las ligas profesionales a comercializar sus activos y negociar sus derechos y activos. Al no figurar, los clubes consideraban estar en una situación de «inseguridad jurídica» que hacía peligrar el acuerdo con el fondo CvC, al que LaLiga ha vendido un porcentaje de los derechos futuros. Las cláusulas de escape podían hacer que CvC se retirase si entendía que existía riesgo, al no poseer cobertura en la nueva Ley, con penalizaciones para los clubes.
incluir el real decreto
Para salvarlo, había que licuar la enmienda propuesta por LaLiga, cuya referencia a la comercialización podía ir más allá de los derechos, algo que preocupaba al Madrid, pero hacer constar en su texto por escrito su derecho a hacerla. Para ello, se elaboró a toda prisa, hecho que retrasó las votaciones, una enmienda que mencionara a la Federación como poseedora de los derechos pero incorporara la regulación del Real Decreto de 2015, que impuso la venta centralizada de los derechos, encargo hecho a LaLiga, y a la vez otorgó al organismo presidido por Tebas la condición de entidad organizadora de los Campeonatos de Primera y Segunda División. Es decir, reforzaba su posición en un a Ley en la que antes no se le mencionaba de esa forma. Fue presentada por el PSOE.
El Real Decreto, en realidad, ya le daba cobertura, puesto que tiene rango de ley aunque sea por trámite de urgencia, pero de esta forma figura también explícitamente en el Proyecto de la nueva Ley, que ahora debe ir al Senado. Con el PP de perfil, pero partícipe al presentar la enmienda de los estatutos, Iceta y Tebas alcanzaron un empate. De las tres enmiendas solicitadas por LaLiga, una (estatutos de la Federación) se aprobó; otra (Superliga), no, y la tercera y más urgente se apañó para no hacer peligrar el acuerdo de CvC. El Madrid tampoco pierde nada con respecto a la situación anterior, aunque la litigiosidad que había ejercido frente a LaLiga por la titularidad de los derechos puede encontrar más barreras. La Superliga de su presidente, en cambio, sigue abierta.