Desde Di Stéfano a Benzema, Santillana, Hugo Sánchez y Cristiano, aunque sólo un año, lo llevaron. El club lo deja libre ante la expectativa de incorporar al francés.
La historia del Madrid pide un nueve, un gran nueve. En un fútbol que ha perdido buena parte de la liturgia de los dorsales, antaño sinónimos de roles muy específicos, el nueve conserva su peso como reserva de los grandes goleadores. Al club blanco jamás le han faltado, incluso los ha doblado con otros números llevados por grandes jugadores de área que llevaban el nueve en el alma, fueran Puskas, Butragueño, Raúl o Cristiano, que lo lució sólo primer año. En la espalda pertenecía a Di Stéfano, Santillana, Hugo Sánchez, Ronaldo o Benzema. La marcha del último a la nueva ‘Isla del tesoro’ del fútbol, en Arabia, deja huérfano el dorsal que, prudentemente, no lucirá Joselu. Si está o no reservado a Mbappé, lo sabremos, pero, mientras, el Madrid se sentirá incompleto si se mira en el espejo de su historia.
Por el momento, la estrella francesa ha manifestado que permanecerá en el PSG hasta 2024 y el Madrid desliza que no realizará más contrataciones. Ambas cosas pueden formar parte de la dinámica negociadora, pero si estas posiciones no varían, el club de Florentino Pérez podría abrir la próxima temporada sin un nueve ‘titularísimo’ en su once, puesto que Joselu, cedido por el descendido Espanyol, llega inicialmente para cumplir con el papel que Mariano no supo representar, aunque se haya convertido en el goleador fetiche de la selección de Luis de la Fuente.
43 goles entre Benzema y Asensio
Si al final no llega ese nueve, Joselu estará, a los 33 años, ante la oportunidad de cambiar su relato. Sin embargo, se antoja un riesgo excesivo, toda vez que el Madrid tiene que recuperar 43 goles, que son los que anotaron Benzema (31) y Asensio (12), uno más de los conseguidos en el mismo periodo por la pareja Vinicius (23)-Rodrygo (19). No estamos, además, ante una temporada cualquiera para el Madrid, puesto que en diciembre debe inaugurarse el nuevo Bernabéu, un hito al que conviene el viento de cola del éxito, del gol.
Las alternativas pasarían por ofrecer más titularidades de las previstas a Joselu u optar por jugar con Rodrygo como un falso nueve, algo que ya ha hecho circunstancialmente. El brasileño es un futbolista que llega al área, no que habite en ella, y, dada su estatura (1,74), estaría, en general, en inferioridad en los balones aéreos.
Por otra parte, el Madrid suele sentirse más cómodo con referencias claras que favorezcan su juego directo, de vértigo, y pegada exuberante. Pese a la querencia de algunos entrenadores por el falso nueve, jamás compite con un nueve si es de gran jerarquía mundial. La prueba es que incluso los entrenadores más alquimistas, como Guardiola, no dudan en fichar a Ibrahimovic, Villa o Haaland. Los equipos de Ancelotti siempre lo han tenido.
Un número jerárquico
El nueve en el Madrid se ha asociado siempre al gol, pero no necesariamente a la posición de delantero centro, sino a la jerarquía. Lo llevó Di Stéfano, un goleador, por supuesto, pero lo que hoy llamaríamos un jugador box to box, y lo lució Cristiano una temporada, que partía de la izquierda para explotar en el área. Aunque sus condiciones le permitían cualquier posición del ataque, a medida que su velocidad decreció, se convirtió en un nueve más puro, aunque jugara con el ‘siete’, como Butragueño o Raúl.
Di Stéfano comandó el Madrid iniciador del reinado en Europa con el nueve a la espalda y un protagonismo ofensivo en los equipos mayor a los años posteriores, en los que aumentó el peso de la táctica y los sistemas defensivos. Ni el argentino ni Rial ni Kopa, grandes goleadores, respondían de forma pura a ese rol. Puskas, apodado Cañoncito pum, era la ejemplificación de la pegada, pero con el 10 a la espalda.
El siguiente Madrid que ganó la Copa de Europa, en 1966, ya tenía un nuevo nueve. Era Grosso, al que sucedió Santillana, predecesor de la Quinta del Buitre y Hugo Sánchez, que en la temporada 1989-90 marcó 38 goles a un toque. Existen pocos ejemplos mejores de ese rol en estado puro. El mexicano es el séptimo goleador absoluto de la historia del club. De los cinco primeros, tres llevaron siempre el nueve (Benzema, 354; Di Stéfano, 308 y Santillana, 290), otro un año (Cristiano, 451) y otro (Raúl, 323) jugaba como si lo fuera. Abrir el nuevo estadio sin uno es tentar a la historia.