Cuando Iker Muniain levantaba el trofeo de la Copa del Rey en La Cartuja debía haber un pensamiento que no se le quitaba de la cabeza. Ayer, el capitán, antes de subir al autobús camino del aeropuerto, tachó con un spray el número 24 que lucía en el vehículo por el 25. Son 25 las Copas del Athletic, según el club; 24 le reconoce la Federación Española. Reclaman la ganada en 1902 bajo el nombre del Vizcaya en un torneo que celebraba la mayoría de edad del Rey Alfonso XIII. “Es un viejo romance”, cuenta Txtexu Lertxundi, ex presidente del club.
Revela Lertxundi que Pedro Aurtenetxe, su predecesor y uno de los presidentes más laureados del Athletic, tenía preparado un regalo para el Rey Juan Carlos en el caso de que reeditasen el título de Copa de 1984. Este presente era una conmemoración de los 25 trofeos. Pero en la final de 1985, el equipo perdió ante el Atlético de Madrid. “Si hubiéramos ganado y el Rey hubiera aceptado el regalo, a ver si la RFEF hubiera tenido narices a no admitir que era el 25º título”.
Hoy eso sigue sin ocurrir, pero a los aficionados del Athletic, más de 100.000 que se pasaron atascados el domingo en serias retenciones para volver desde Sevilla a Bilbao, eso les da igual. “Nos pasó en nuestra final que le ganamos al Barça, había el 80% de banderas rojiblancas por Madrid y ahí empezamos a ganar la final”, recuerda con nostalgia el ex futbolista del Athletic, Manu Sarabia.
El desplazamiento de aficionados bilbaínos fue masivo ignorando la estadística, pero abrazando a la historia. “Lo de Sevilla fue un cataclismo mundial”, destaca Lertxundi. En los últimos 11 años, el Athletic había llegado antes a nueve finales, cinco de ellas de Copa que había perdido todas. Hasta que llegó la 10ª y con ella el triunfo copero. “No me gusta comparar, pero sí podría ser como la Champions para el Madrid. No puede ir el Athletic por un lado y la Copa por otro, son el mismo camino”, dice Sarabia.
La historia, en cambio, les ayudaba. El Athletic gana la Copa cada 40 años, y 2024, como antes 1904, 1944 y 1984, era el año para hacerlo. Es un romance, una pasión eterna. “La pasión en Vizcaya no es el fútbol, es el Athletic”, cuenta Carlos Iturgaiz, ex presidente del PP vasco, gran aficionado al conjunto bilbaíno.
La diferencia entre esos títulos precedentes como destaca Txetxu Lertxundi se podía resumir en la Ley Bosman, una revolución en el mundo del fútbol, pero que no alteró la filosofía del Athletic ni siquiera en sus años más oscuros, cuando el equipo salvó la categoría en el último partido de la temporada 2006-07. “Hubo momentos complicados con la cantera, cuando se estuvo a punto de descender y no se cambió en nada la filosofía”, apunta Iturgaiz.
Filosofía única
El político se refiere a la filosofía de apostar por jugadores vascos o formados en la cantera vasca. En un mundo cada vez más globalizado y en el que la entrada de capitales extranjeros complica aún más mantener el nivel. “Cualquier título que podamos conseguir es un mérito tremendo por la filosofía del club. El radio de acción cada vez se limita más, así que el mérito es mayor”, explica Sarabia.
Es cierto que, en el caso del Athletic se da, como evoca Iturgaiz haciendo una metáfora respecto al vino: «Una cosecha que hay que aprovecharla». Lo que comenzó con Muniain y De Marcos se mejora con los hermanos Williams, entre otros. “Esta generación del Athletic es una de las mejores, pero el nuevo formato de Copa, a partido único y sorteo de campo, nos da más posibilidades, como ocurrió con el Barcelona en cuartos. Barça, Madrid y Atlético son selecciones mundiales”, concluye Lertxundi.