La amistad “sin egos” y el “nuevo fútbol” de La Quinta de ‘Belli’: viajes, redes sociales y ‘spanglish’

La amistad "sin egos" y el "nuevo fútbol" de La Quinta de 'Belli': viajes, redes sociales y 'spanglish'

Real Madrid

Actualizado

Bellingham, Tchouaméni, Camavinga y Valverde forman el centro del campo del nuevo Madrid. “Case, Toni y Luka eran artesanos del fútbol. Estos son diferentes”, cuentan en Valdebebas.

Tchouaméni, Bellingham y Camavinga, en Saint-Tropez.

El fútbol cambia más rápido que la vida. Las generaciones vitales se dividen en tiempos de 15 o 20 años, los baby boomers (entre 1946 y 1964), la Generación X (1965-1979), los millennials (1980-1999), la Generación Z (desde el 2000)… Las futbolísticas, sin embargo, amenazan con colapsar cada verano si los resultados de un equipo no son los adecuados. Quizás por eso, por un éxito tan constante como arrollador, el último centro del campo del Real Madrid ha sido tan longevo en tiempo y en títulos. Casemiro, Kroos y Modric, “El Triángulo de las Bermudas“, como les definió Carlo Ancelotti, o “La Santísima Trinidad“, como les habían denominado anteriormente las redes sociales, han puesto casi imposible a sus herederos empatar su legado histórico. Suena a locura. Pero en su reconstrucción generacional, lejos de pasar una larga travesía por el desierto, el Madrid ha conseguido construir el centro del campo del “nuevo fútbol” mientras todavía aplaude el ocaso de sus leyendas. Tchouaméni (23 años), Camavinga (20), Valverde (25) y Bellingham (20) son jóvenes, son completos, son diferentes y, a pesar de la competencia y los egos que provoca la pelota, son amigos desde que se conocieron en Valdebebas.

Entre el verano de 2015, cuando Casemiro, Kroos y Modric coincidieron por primera vez en un vestuario, hasta este julio de 2023 en el que Tchouaméni, Camavinga, Valverde y Bellingham se vieron por primera vez han pasado sólo ocho años, la vida apenas ha cambiado, pero el fútbol, ese que encumbró al brasileño, al alemán y al croata, es ahora diferente. Los futbolistas son ahora una suerte de cyborgs, capaces de defender, atacar, pasar, recuperar, distribuir, marcar… Tienen buen físico, pero también buen toque de balón. Su envergadura no va reñida con una extraordinaria calidad técnica.

Case, Toni y Luka eran especialistas, casi artesanos del fútbol. Estos son diferentes”, aseguran las voces más cercanas al vestuario madridista. Era un triángulo perfecto con unos roles muy definidos, algo que el nuevo rombo de Ancelotti todavía no termina de decidir. La llegada de Bellingham ha obligado al italiano a cambiar su esquema y recuperar los cuatro centrocampistas que tan feliz le hicieron en Milán. Tchouaméni se ha apoderado del eje, Camavinga trata de encontrar su sitio en el interior, Valverde quiere espacio en la derecha y Jude parece haber nacido para jugar en el pico alto de la estructura, acumulando seis goles en seis partidos.

“Un vestuario limpio”

Sus posiciones, eso sí, no son fijas. Carletto les pide constantemente movilidad para generar espacios y superioridades en los picos del área grande. Ahí está generando más el Madrid, con los laterales como principales armas de su ataque. Camavinga puede aparecer en la base si Tchouaméni adelante su posición y de repente acercarse a Valverde y Bellingham para construir paredes. El uruguayo es diferente . Prefiere darle metros a Carvajal y Lucas para aprovechar su carrera al espacio o directamente romper líneas desde atrás con balón. Es más potente que técnico, aunque se defiende. Bellingham, por su parte, es un verso libre, casi como Rodrygo. Ambos esperan a Vinicius para completar una ofensiva que necesita entenderse más allá del fútbol y las tácticas.

“Si nos conocemos bien fuera del campo, dentro va a ser todo más fácil“, explicaba Camavinga esta semana. Y así lo están haciendo. El domingo 27 de agosto, justo después de ganar al Celta en Vigo y aprovechando los dos días libres que les había dado Ancelotti antes de viajar con sus selecciones, los jóvenes se fueron de escapada a Saint-Tropez. Ahí estaban Tchouaméni, Camavinga, Bellingham, Rodrygo y Mendy, acompañados por su círculo de confianza. Faltaban Vinicius (“me dejaron en casa”, bromeó el brasileño, lesionado en Balaídos) y Valverde, pero el viaje sirvió para unir todavía más a un vestuario al que definen desde dentro como “limpio, sin egos“. “El más sano que he tenido en años”, reconoció Ancelotti.

Química en el vestuario

Y es que piénsenlo por un momento. El Madrid podría llegar a pagar 130 millones por Bellingham, indiscutible ya en un centro del campo que aún mantiene a Kroos y Modric y donde en los últimos años han llegado Valverde (que llegó a jugar en el Castilla), Tchouaméni por 80 millones y Camavinga por 30. Las cantidades y la competencia podrían generar egos, malos rollos o envidias, más todavía en un equipo como el Madrid, pero de momento, el vestuario es todo lo contrario: “Química“, cuentan.

El entorno de los jugadores bromea con el lenguaje de las conversaciones. Una mezcla entre francés, inglés y español. Tchouaméni, cuya madre es profesora de castellano, domina el idioma, como Camavinga, que en sus primeros meses en Madrid ya lo hablaba. Ambos no tienen problemas con el inglés. Y Bellingham, que no se separa de ellos en la ciudad deportiva, ya es capaz de entender y decir algunas palabras en español. Rodrygo, Vinicius y Valverde, que cuando llegaron no decían ni una frase, poco a poco se van soltando.

Hay conexión y la muestran en redes, donde se apoyan después de los partidos. “Hermano”, “máquina”, “bomba”, “MVP”… Los jóvenes no fallan a cada publicación de Instagram de sus compañeros de generación. A veces puede aparecer algún veterano como Kroos, Rüdiger o Lucas, pero La Quinta de Belli, porque así llaman a Bellingham en Valdebebas, conecta como conecta la juventud de hoy en día: viajes y redes sociales. “Son inseparables”. Y en consecuencia: el fútbol.

kpd