Kvaratskhelia agiganta a Georgia para descoser a Portugal, estrellada en Mamardashvili

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Georgia es orgullo, descaro y pegada. Necesitaron eliminar a Grecia, campeón de Europa, en una repesca y, siendo una cenicienta debutante, derrotó a otro campeón, Portugal, para seguir viva en los octavos de final. Tuvieron las ideas claras y el fútbol suficiente para ganarse la clasificación cuando nadie lo esperaba, generando dudas en una de las favoritas, invicta desde la llegada de Roberto Martínez al duelo del Gelsenkirchen.

Los grandes jugadores aparecen cuando se les necesita. Estaba recostada Georgia en el acierto de Mikautadze y del gigante Mamardashvili, pero Kvaratskhelia afloró también en el momento justo, como si tener enfrente a su ídolo, Cristiano, le hubiera espoleado. Podía escribir la historia, lo tenía en sus manos y no estaba dispuesto a desaprovecharlo. Les había avisado Sagnol de que enfrente tendría una Portugal diferente, la unidad B a la que su seleccionador quería premiar pero en la que mantuvo a su astro en busca del gol que le lleve a los anales de la Eurocopa, una vez más.

El plan se torció en dos minutos, los que tardó Antonio Silva en cometer el primer error. Con la parsimonia que caracteriza a la selección lusa, quiso jugar el balón atrás y Mikautadze, listo, se lo robó para lanzárselo al espacio a Kvaratskhelia, un movimiento letal que desnudó a toda la defensa. A máximas revoluciones, encaró a Diogo Costa para batirlo con un disparo cruzado que pasó entre sus piernas. Nadie en el AufSchalke dudó de que esa carrera iba a acabar en otro gol para la historia de Georgia.

Portugal tiene los deberes hechos hasta octavos, pero le tocaba reaccionar. No valía sólo con pedir perdón, había que demostrar. Poco a poco fue encerrando a los cruzados georgianos en su campo y, a unos metros de la medialuna de la frontal, nació su primera ocasión en forma de falta que Cristiano quiso lanzar. Con su clásica estampa de piernas separadas y profunda respiración, lanzó un obús que desvió Mamardashvili. Sabía el guardameta valencianista que seguir en la Eurocopa está en sus guantes.

Se volcaba Portugal, pero la disciplina y la solidaridad parecía multiplicar a los georgianos, que no daban un segundo para pensar, un ritmo ante el que los hombres de Martínez se atascan. Palinha no estaba dando el equilibrio necesario ni Joao Neves podía coger el mando para hacer volar a Neto y Conceiçao. Sólo Joao Félix, por primera vez titular, inventó algo, como el mejor tiro desde dentro del área. Desde lejos lo intentó el propio Palinha y forzó algún córner que volvió a obligar al portero georgiano a despejar, con el peligro de que, como ocurrió, el rechazo lo pudiera cazar el ala del Oporto para mandarlo, esta vez, al lateral de la red.

Andaba Portugal enredada y, en apariencia, Georgia cómoda y siendo capaz de acelerarse a la carrera. Aún así, Gvelesiani evitó el gol de Cristiano evitando que rematara a bocajarro en el pico del área pequeña por el palo corto de Mamardashvili.

Pese al acoso, los georgianos buscando cómo estirarse contras que dañaban, y mucho, a Portugal. Empezaba a desesperarse Cristiano sin contacto con la pelota y reclamó a voz en grito un penalti que el colegiado suizo no vio. Al vestuario se fue con esa jugada en la cabeza, protestando a todos, y con el resquemor de la derrota.

Volvieron los portugueses al campo con más ímpetu y a punto estuvieron de empatar en un mal despeje de un córner que caramboleó entre defensas y que no pudo embocar Ronaldo. Se iba arriba Portugal y Georgia respondía igual, corriendo hacia el área. Eso hizo Kakabadze, al que trabó Antonio Silva, pero el VAR no avisó al árbitro hasta que, en un correcalles, Mamardashvili voló para salvar un remate de Dalot. No hubiera valido porque, el suizo Schärer fue al monitor para señalar el punto de penalti. No falló Mikautadze para apuntar el sueño y colocar su nombre entre los a seguir de cerca en el torneo.

Podía insistir Portugal y lo hizo de manera continua desde todos los puntos del área que se puedan imaginar. Pero Georgia tenía anocha a Mamardashvili y defendía con tres millones de jugadores, todo el país.

kpd