El defensa del Rayo, nacionalizado albanés camino de la Euro e hijo de un alcalde de Junts, charla con EL MUNDO sobre la vida y el fútbol antes de visitar al Madrid en el Bernabéu: “No me meto en nada de política”.
La carrera futbolística y la vida de Ivan Balliu (Caldas de Malavella, 1992) han sido una montaña rusa. Despegó en el Girona y con 11 años firmó con la cantera del Real Madrid, aunque terminó eligiendo La Masia. Creció en las inferiores del Barça hasta ser capitán del Juvenil e incluso viajó a una pretemporada con Guardiola, pero decidió empezar de nuevo en Portugal. De ahí a Francia, a Almería y a Vallecas, donde ocupa el lateral derecho del Rayo, del barrio y de la selección de Albania, a la que llegó por su tatarabuelo. Su padre es alcalde de su pueblo por Junts, aunque Ivan está “muy fuera” de toda la polémica política. Esta noche se enfrentará de nuevo al Madrid de Vinicius, con el que se provoca mutuamente en cada enfrentamiento. “Él al final te busca, te ríe… Cada uno juega sus armas”, contesta en la charla con EL MUNDO.
- ¿Es el vestuario del Rayo tan humilde como el barrio?
- Yo creo que hay una unión diferente entre el equipo y la grada y el que llega aquí se adapta a eso. En los partidos, aparcamos el coche y la gente está ahí. No es la burbuja de otros clubes, que los jugadores entran y salen y no hay nadie. Vallecas y el Rayo son diferentes. Vienes a entrenar, te paras, hablas… Ahí se transmite la humildad y al jugador no sé si le hace rendir mejor, pero te hace ser más familiar en el día a día.
- Caldas de Malavella. Su historia empieza ahí.
- Un pueblo muy pequeño cerca de Girona. Empecé con 4 años a jugar al fútbol y a los 9 me fui al Girona. Estuve dos años y a los 11 salí a La Masía. Me fui muy temprano de casa y ahora que tengo hijos lo pienso, que no sé si les dejaría irse tan pronto, pero gracias a ese paso ahora me gano la vida con el fútbol.
- ¿Qué le dijeron sus padres?
- Es algo que decidí yo. Además a los 11 años y antes de firmar con el Barça vine a Madrid y firmé el contrato con el Real Madrid. Pero a los 4 días me llamó el Barça y por cercanía, por adaptación, terminé allí. No era consciente de que me iba de casa, la verdad.
- ¿Cómo lo vivió?
- Bueno, mi pueblo queda a algo más de una hora de Barcelona y mi madre se escapaba entre semana para verme una hora o dos, más por ella que por mí (risas). Yo ahí convivía con mis amigos del equipo y era casi un campamento. Y luego los findes ya estaba con mis padres. El cambio no fue tan brusco como si me hubiera ido a Madrid y hubiera estado tres meses sin ver a la familia, que es lo que les pasa a muchos niños.
- ¿Era culé?
- En esa época me gustaba ver fútbol y estando ahí me gustaba más el Barça, pero a día de hoy disfruto viendo al Madrid, al Barça… Cuantos más goles vea, mejor.
- ¿En La Masia, aunque no se juegue en el primer equipo, se vive un poco en una burbuja?
- Yo me lo pasaba bien. Niños de varias edades con ganas de comerse el mundo… Lo tienes todo. Pero yo vengo de una familia con los pies muy en el suelo y tampoco he sido nunca la estrella. Siempre he sido un currante y nunca he tenido ese foco mediático que se le pone a otros.
- ¿Cómo gestionó su salida del Barça?
- Yo sabía mi realidad. Sabía que tenía a Dani Alves y a Martín Montoya por delante, era consciente de que lo tenía difícil y me iba preparando para salir. Lo que sí es verdad es que muchos de mis amigos debutaron con el primer equipo y yo me quedé, y eso te frustra un poco.
- Llegó a hacer una pretemporada con Guardiola, Messi, Xavi, Iniesta…
- Una locura. Pensaba: ‘¿Qué hago aquí?’ (Risas). Me acuerdo que un día bajo a comer y me veo en un ascensor con Piqué, Villa… Yo estaba flipando. Incluso en la pretemporada subí al bus y digo ‘que suban primero ellos para no quitarle el sitio a nadie’ (risas). Y entro en el bus, busco sitio y me llama Abidal: ‘Vente aquí’. E hice toda la pretemporada a su lado. Me ayudó mucho.
- Luego Portugal y Francia.
- Voy a Arouca y Metz. Estaba en el Barça B en Segunda y no quería seguir en la misma división. Lo veía como dar un paso atrás. Y me fui a Portugal porque tenía claro que quería jugar y tener continuidad. Y después el Metz, un club enorme. Estuve cuatro años muy a gusto.
- Después vuelve a la Liga.
- Sí. Ese verano lo paso algo mal, porque tenía la renovación en Francia pero por tema de impuestos tenía ahí esa guerra con el club. Quería venir a España y aguanté. Hubo contactos pero no se terminaba de concretar nada y se me hizo largo. Hasta que el jeque compra el Almería y creo que fui el primer fichaje. No quería venir a Segunda española porque sabía lo difícil que es subir a Primera, pero bueno. Al final estar ahí me metió en el mercado español y me llamó el Rayo.
- Le entrenó Guti.
- Sí. Bueno, ahí tuve todos los entrenadores del mundo. Porque a Guti lo echan yendo terceros, muy pronto, pero llegué a tener cinco o seis entrenadores. Y Guti muy bien, cercano, haciendo fútbol de equipo grande. Cuando llegas tienes la imagen esa de Guti… Pero luego bien, te contaba anécdotas suyas y muy bien (risas).
- ¿Se siente en casa en Vallecas?
- Sí, tanto en el vestuario como en el club. Es todo perfecto. Iraola apoyó mi fichaje, encontré conexión con los compañeros, con la afición, la vida en Madrid… Estoy encantado.
- Esta noche, el Bernabéu. Se enfrenta de nuevo a Vinicius. Hace unos meses hablaba de ese ‘otro fútbol’ que usa para sacar a jugadores como él de los partidos.
- Al final la prensa tiene que vender y eso vende. Yo juego mi partido y esto va de ganarle la batalla al rival. Y a mí casi siempre me toca bailar con la más fea, el extremo izquierdo que siempre es el bueno del otro equipo. Para mí cada partido es un examen y tengo que jugar mis armas. Sé que él es un jugador al que le gusta entrar en ese juego y al final se trata de ver quién se la lía al otro. Si yo a él o él a mí.
- ¿Se provocan mutuamente? ¿Qué se dicen?
- Al final tienes que saber hacerlo, porque hay jugadores a los que les dices “qué malo eres” y al final les das más motivación para que te la líen. Tienes que saber utilizar tus armas. A algunos jugadores les entras la primera más fuerte, sin hacer daño, pero que te note y diga “hostia, con este cabrón la tengo que soltar un segundo antes porque me va a chocar”. Hay que jugar un poco con esas armas que al final todo el mundo que haya jugado a fútbol entiende.
- ¿Y él?
- Él al final te busca, te ríe, te dice “bueno, hoy te la voy a liar”… Y te lo estoy diciendo suave (risas). Pero a él le gusta y juega sus armas, intenta ponerte también un poco nervioso.
- Ponga un ejemplo de pique que no sea con Vinicius.
- Mira, Lukebakio. Joder, Lukebakio es rapidísimo y lo que le hacía era justo eso. Sabía que en balones a la espalda era bueno y le chocaba. Y hay una jugada que le enseñan amarilla a él, en la que él la suelta, yo le freno y él estaría hasta los cojones del choque y me suelta un codazo. Y le sacan amarilla. Es con todos los jugadores. Con cada rival intento preparar el partido viendo vídeos, hablando con el míster, cada partido es diferente. ¿Tengo que dejarle correr porque sé que me va a ganar? Hay gente que dirá “esto no es fútbol”, pero se trata de ganarle la batalla al rival.
- En el partido de Vallecas hubo mucha tensión entre usted y Vini. ¿Ha vuelto a hablar con él?
- En la primera parte había tensión, pero en la segunda hablábamos tranquilamente, “oye, esto es fuera de juego” y tal. Fuera todo se hace más grande y con él todo bien. No creo que se acuerde de mí (risas).
- ¿Sabe hablar albanés? ¿Cómo le llegó la oportunidad?
- (Risas). Un poco. Pues estaba jugando en Francia y recibí una llamada. En las aplicaciones estas de “¿De dónde viene tu apellido?” me salía que había mucha gente en Albania y pocos en España. Y en Twitter me enviaban muchos mensajes en albanés, no lo entendía. Me contactó una persona de la Federación de Albania y me dijeron que buscara la con mi padre la conexión y tal, buscamos papeleo y encontramos a mi tatarabuelo. Me sacaron el pasaporte y ahora tengo doble nacionalidad.
- ¿Es como un equipo más o realmente tiene algún sentimiento?
- Al principio lo hacía como una oportunidad para jugar la Eurocopa, porque pensaba que me abriría más ventanas para estar en un equipo mejor. Pero ahora es diferente. Al inicio era más egoísta. Fue para ir a la Euro y al 95% lo vamos a conseguir. Nos falta un punto.
- ¿Cómo es vivir con un padre político? (su padre, Salvador Balliu, es alcalde de Caldas de Malavella por Junts).
- Es el alcalde de mi pueblo. Empezó para ayudar, porque quería crear una guardería, se presentó y hasta ahora. Yo en el tema política estoy muy fuera, no me meto en nada, son cosas de mi padre y no lo he vivido de cerca.
- Si busco en Google Ivan Balliu, uno de los resultados que me sale es “el jugador independentista”
- Nada, nada. No conocen nada. En Madrid estoy muy a gusto, seguramente después de retirarme me quedaré a vivir aquí porque estoy encantado. No conocen a la persona y se escribe para crear clics.