Haaland se repone en Múnich tras fallar un penalti y ya apunta al Real Madrid

Haaland se repone en Múnich tras fallar un penalti y ya apunta al Real Madrid

Bayern 1 Manchester City 1

Actualizado

El delantero noruego, que falló su primer penalti con el City, se rehace marcando en el Allianz y certificando la décima clasificación de Guardiola para unas semifinales de la Champions

Haaland celebra su gol en Múnich.CHRISTOF STACHEAFP

Falló Erling Haaland su primer penalti con la camiseta del Manchester City con un zapatazo al cielo, y se convenció de que los paseos en el fútbol no existen, tampoco en Múnich. Después erró un remate claro ante Sommer. Pero aprende el noruego tan rápido los peligros que esconde la Copa de Europa que ya no falló a la tercera. Upamecano, de rendimiento fatal en la derrota del ineficaz Bayern en la ida (0-3), subió la apuesta en la vuelta con otro carrusel de errores. Tras librarse de una expulsión y cometer un penalti, acabó por resbalarse ante el peor enemigo posible. Y Haaland, lleno de rabia, dijo basta con el gol en transición que zanjó la clasificación del equipo de Guardiola y su reencuentro con el Real Madrid en semifinales. Los bávaros, orgullosos, sólo pudieron aspirar al empate final. El técnico Thomas Tuchel acabó expulsado en una noche de mucha protesta y escasa respuesta.

A Pep Guardiola le molesta que le hablen de esa perfección que a él le atormenta. «Porque en el deporte se pierde más que se gana», se defiende. Como en la vida, olvida también decir. Pero su carrera en los banquillos, más allá de que consiga ganar una Champions sin el cobijo de Messi y aquel Barcelona de cuento, sirve para definir un tiempo. Y también una búsqueda. Tras sostener su ventaja frente al Bayern, Guardiola logró su décima clasificación para las semifinales del máximo torneo continental. Tras perder la final de 2021 ante el ahora desahuciado Chelsea –el fútbol es cruel con quien desprecia su riqueza-, Guardiola se cruzará un año después con quien mejor comprende la competición, un Real Madrid al que no se le para el reloj.

Julian Nagelsmann, antes de ser despedido -ya fuera porque sus jugadores no soportaban su hiperactividad táctica, ya fuera porque sus capataces entendieran que era demasiado subversivo-, había ganado sus ocho partidos de esta temporada en la Champions. Su sustituto, un especialista como Tuchel, se encontró sin embargo con un vestuario desorientado, de egos ingobernables -ahí queda el tortazo de Mané a Sané-, y sin la confianza suficiente como para afrontar el Everest europeo que supone el City. Decía Tuchel en la víspera del partido en el Allianz que no se trataba de soñar, sino de creer. Y que el realismo debía retozar con la fe. Ocurre, sin embargo, que la fe de nada sirve si el realismo te recuerda que no hay gloria sin goles.

Guardiola, que es mucho más pragmático de lo que se cree, prefirió repetir la alineación de la ida. Mientras que Tuchel, que motivos tenía para retorcer su alineación en busca de la heroica, pocas variaciones hizo. Sentó a Alphonso Davies por si a Cancelo le daba por saldar cuentas con su ex entrenador. No lo hizo. Y Choupo-Moting, más que discreto, fue quien ejerció de ariete, con Sadio Mané incrustado otra vez en el banco expiando pecados. Jugó la última media hora tras sustituir, sí, a Sané. Nada hizo.

Yeso que Tuchel incidió en los puntos débiles del City. Porque Aké, por mucho empeño que le ponga, no puede más que sufrir cuando le toca defender a un extremo habilidoso y veloz. Coman se hartó a encarar por esa orilla, pero no encontró los compañeros adecuados que remataran. Aké, además, acabó lesionado.

La espalda de los defensores del City era otro buen lugar a explorar. Rúben Dias condujo más de la cuenta, pero Sané erró en el mano a mano con Ederson. Aunque no hubo personaje más temerario que Upamecano. El central se libró de ser expulsado en el minuto 18 después de derribar a Haaland, que se iba solo. El árbitro Clément Turpin llegó a mostrarle la roja, pero el videoarbitraje tuvo que corregirle al advertir fuera de juego.

Volvió a librarse Upamecano, al que salir con un rosario no le bastó. En un disparo de Bernardo Silva, y pese a que el defensa francés había intentado portarse bien saltando con las manos en la espalda, acabó arrepintiéndose. Sacó el brazo izquierdo en el peor momento y con tan mala pata que, estando en el área, la pelota le rozó donde no debía. Haaland se dispuso a lanzar el penalti, pero tal fue el ansia con el que se abalanzó hacia el balón que el cuero hizo de cohete.

Haaland esperó al segundo acto para tumbar al Bayern, incapaz de detener un contragolpe que el City tramó en su área. Kimmich igualó de penalti a un cuarto de hora del final tras una mano de Akanji. Pero Haaland ya hacía rato que había cerrado la noche. Le espera el reto del Madrid.

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